10.12.2018 Views

El Tio Petros y la Conjetura de Goldbach - Apostolos Doxiadis

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con soberbia resistencia, el peso de la trama. Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho, da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el
orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y
perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus
motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como
eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con
soberbia resistencia, el peso de la trama.
Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son
fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho,
da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> Tío <strong>Petros</strong> y <strong>la</strong> <strong>Conjetura</strong> <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong><br />

Apóstolos <strong>Doxiadis</strong><br />

porque no hay ninguna! —Echaba humo por <strong>la</strong>s orejas—. Ah, y <strong>de</strong> paso menciona<br />

un teorema que el viejo maricón haya probado solo, sin que el bueno <strong>de</strong> Littlewood<br />

ni el pobre y querido Ramanujan lo tomaran <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano... ¡o <strong>de</strong> cualquier otra parte<br />

<strong>de</strong> su anatomía!<br />

Su creciente <strong>de</strong>scontrol indicaba que nos aproximábamos a un momento <strong>de</strong>cisivo.<br />

Sólo tenía que irritarlo un poco más.<br />

—De verdad, tío —dije con <strong>la</strong> mayor altanería posible—, esos comentarios son<br />

indignos <strong>de</strong> ti. Después <strong>de</strong> todo, sean cuales fueren los teoremas que <strong>de</strong>mostró<br />

Hardy sin duda son más importantes que los tuyos.<br />

— ¿De veras? —replicó—. ¿Más importantes que <strong>la</strong> conjetura <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong>?<br />

No pu<strong>de</strong> contener una risita <strong>de</strong> incredulidad.<br />

—Pero ¡tú no <strong>de</strong>mostraste <strong>la</strong> conjetura <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong>, tío <strong>Petros</strong>!<br />

—No <strong>la</strong> <strong>de</strong>mostré, pero...<br />

Se interrumpió en mitad <strong>de</strong> <strong>la</strong> frase. Su expresión <strong>de</strong><strong>la</strong>taba que había dicho más <strong>de</strong><br />

lo que pretendía.<br />

—No <strong>la</strong> <strong>de</strong>mostraste pero ¿qué? —lo presioné—. ¡Vamos tío, termina lo que ibas a<br />

<strong>de</strong>cir! ¿No <strong>la</strong> <strong>de</strong>mostraste pero estuviste muy cerca <strong>de</strong> hacerlo? He acertado,<br />

¿verdad?<br />

De repente me miró como si él fuera Hamlet y yo el fantasma <strong>de</strong> su padre. Era<br />

entonces o nunca. Me incorporé <strong>de</strong> un salto.<br />

— ¡Por el amor <strong>de</strong> Dios, tío! —exc<strong>la</strong>mé—. ¡Yo no soy mi padre ni el tío Anargyros ni<br />

el abuelo Papachristos! Sé algo <strong>de</strong> matemáticas, ¿recuerdas? ¡No pretendas que me<br />

crea esas san<strong>de</strong>ces sobre Gö<strong>de</strong>l y el teorema <strong>de</strong> <strong>la</strong> incompletitud! ¿Crees que en<br />

algún momento me tragué tu cuento <strong>de</strong> hadas sobre que <strong>la</strong> intuición te <strong>de</strong>cía que <strong>la</strong><br />

conjetura era in<strong>de</strong>mostrable? ¡No! Des<strong>de</strong> un principio supe que era una excusa<br />

patética para tu fracaso. ¡Uvas ver<strong>de</strong>s!<br />

Abrió <strong>la</strong> boca en un gesto <strong>de</strong> estupefacción. Al parecer, yo había <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> ser un<br />

fantasma para convertirme en una visión celestial.<br />

— ¡Sé toda <strong>la</strong> verdad, tío <strong>Petros</strong>! — proseguí con vehemencia—. ¡Estuviste a punto<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir <strong>la</strong> <strong>de</strong>mostración! Prácticamente <strong>la</strong> habías hal<strong>la</strong>do... Sólo te faltaba dar<br />

el último paso. —Mi voz sonaba como un recitativo grave y monocor<strong>de</strong>—. ¡Y luego<br />

te faltó valor! Te asustaste, querido tío, ¿verdad? ¿Qué pasó? ¿Se te agotó <strong>la</strong> fuerza<br />

Co<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> José Luis Tabara Carbajo 119 Preparado por Patricio Barros<br />

Antonio Bravo

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!