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El Tio Petros y la Conjetura de Goldbach - Apostolos Doxiadis

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con soberbia resistencia, el peso de la trama. Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho, da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

El tío Petros y la conjetura de Goldbach es una reflexión sobre la admiración, el
orgullo y la iluminación casi religiosa del descubrimiento. La narración es ágil y
perfecta, tomándose gran cuidado en construir los personajes y destacar sus
motivaciones. En ocasiones, se lee como una novela de aventuras que tiene como
eje central la matemática. Pero son los conflictos personales los que soportan, con
soberbia resistencia, el peso de la trama.
Los elementos matemáticos del argumento se explican con total claridad y son
fáciles de entender hasta por el más negado para esa ciencia, o lenguaje (de hecho,
da la impresión de que Apóstolos Doxiadis podría ser un espléndido divulgador).

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<strong>El</strong> Tío <strong>Petros</strong> y <strong>la</strong> <strong>Conjetura</strong> <strong>de</strong> <strong>Goldbach</strong><br />

Apóstolos <strong>Doxiadis</strong><br />

1. Mi Destino<br />

Toda familia tiene su oveja negra; en <strong>la</strong> nuestra era el tío <strong>Petros</strong>.<br />

Sus dos hermanos menores, mi padre y el tío Anargyros, se aseguraron <strong>de</strong> que mis<br />

primos y yo heredáramos sin cuestionar <strong>la</strong> opinión que tenían <strong>de</strong> él.<br />

—<strong>El</strong> inútil <strong>de</strong> mi hermano <strong>Petros</strong> es uno <strong>de</strong> los fiascos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida —<strong>de</strong>cía mi padre<br />

cada vez que se le presentaba <strong>la</strong> ocasión.<br />

Durante <strong>la</strong>s reuniones familiares —que el tío <strong>Petros</strong> tenía por costumbre evitar—, el<br />

tío Anargyros acompañaba <strong>la</strong> mención <strong>de</strong> su nombre con gruñidos y muecas <strong>de</strong><br />

disgusto, <strong>de</strong>sdén o simple resignación, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> su humor.<br />

Sin embargo, <strong>de</strong>bo reconocerles algo: en el aspecto económico los dos lo trataban<br />

con escrupulosa justicia. A pesar <strong>de</strong> que él no asumía ni una mínima parte <strong>de</strong>l<br />

trabajo y <strong>la</strong>s responsabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> dirigir <strong>la</strong> fábrica que los tres habían heredado <strong>de</strong><br />

mi abuelo, mi padre y el tío Anargyros siempre entregaban al tío <strong>Petros</strong> su parte <strong>de</strong><br />

los beneficios. (Esto se <strong>de</strong>bía a una fuerte lealtad familiar, otro legado común).<br />

<strong>El</strong> tío <strong>Petros</strong>, a su vez, les pagó con <strong>la</strong> misma moneda: dado que no había tenido<br />

hijos propios, cuando murió nos <strong>de</strong>jó a nosotros, sus sobrinos, vástagos <strong>de</strong> sus<br />

magnánimos hermanos, <strong>la</strong> fortuna que había estado multiplicándose en su cuenta<br />

bancaria y que él prácticamente no había tocado.<br />

A mí en particu<strong>la</strong>r, su sobrino favorito, (según sus propias pa<strong>la</strong>bras), me <strong>de</strong>jó el<br />

legado adicional <strong>de</strong> su magnífica biblioteca, que por mi parte doné a <strong>la</strong> Sociedad<br />

Helénica <strong>de</strong> Matemáticas. Sólo me quedé dos libros: el volumen diecisiete <strong>de</strong> Opera<br />

Omnia, <strong>de</strong> Leonhard Euler, y el número treinta y ocho <strong>de</strong> <strong>la</strong> revista científica<br />

alemana Monatshefte für Mathematik und Physik. Estos humil<strong>de</strong>s recuerdos tenían<br />

un significado simbólico, ya que <strong>de</strong>limitaban <strong>la</strong>s fronteras <strong>de</strong> <strong>la</strong> historia esencial <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l tío <strong>Petros</strong>. <strong>El</strong> punto <strong>de</strong> partida es una carta escrita en 1742, contenida en<br />

el primer volumen, en <strong>la</strong> que el <strong>de</strong>sconocido matemático Christian <strong>Goldbach</strong> hace al<br />

gran Euler una peculiar observación aritmética. Y su fin, para <strong>de</strong>cirlo <strong>de</strong> algún<br />

modo, se encuentra en <strong>la</strong>s páginas 183-198 <strong>de</strong> <strong>la</strong> erudita publicación alemana, en<br />

un estudio titu<strong>la</strong>do “Sobre sentencias formalmente in<strong>de</strong>cidibles <strong>de</strong> Principia<br />

Mathematica y sistemas afines”, escrito en 1931 por el todavía <strong>de</strong>sconocido<br />

matemático vienés Kurt Gö<strong>de</strong>l.<br />

Co<strong>la</strong>boración <strong>de</strong> José Luis Tabara Carbajo 5 Preparado por Patricio Barros<br />

Antonio Bravo

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