Revista Pesca enero 2021
Esta edicion de la revista Pesca presenta las ofertas electorales para la pesqueria de los partidos en contienda por la presidencia del Peru
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Si el mercado negro de productos marinos supera los
20.000 millones de dólares y uno de cada cinco pescados
que se sirven en una mesa son capturas ilegales,
¿Es imposible poner freno a esta impunidad?
Es difícil preocuparse por cosas que no sabemos que existen.
No solo hay una falta de conocimiento sobre lo que pasa en alta
mar, también hay una falta de empatía o interés en salvaguardar
la vida y los hábitats que existen. Si la industria sostiene
que las poblaciones de peces pueden reponerse y lo hacen independientemente
de la intensidad de la sobrepesca industrial,
¿quién va a argumentar que están equivocados? Si los dumpers
sostienen que hundir plataformas petrolíferas en alta mar beneficia
más que daña al proporcionar un lugar para que los peces
se escondan, ¿cómo puede alguien demostrar que no tienen
razón? La situación parece especialmente sombría si nos concentramos
en ganar la guerra global para salvar los océanos.
Sin embargo, es mucho menos desmoralizante si miramos las
batallas individuales y tratamos de abordarlas una por una.
Crear zonas (a menudo llamadas áreas marinas protegidas o
AMP) del océano que están fuera del alcance de la pesca u otra
actividad industrial, intensificar las inspecciones portuarias de
los barcos a nivel mundial, disminuir nuestra demanda general
de combustibles fósiles al cambiar a fuentes alternativas de
energía renovable, presionando para que las empresas se alejen
de los plásticos de un solo uso y pongan fin a los subsidios gubernamentales
que están ayudando a poner demasiados barcos
pesqueros en las aguas: estos son ejemplos de batallas que se
pueden ganar y que ayudan en la guerra más grande.
sobre qué se captura o cómo. Este tipo de pesca industrial está
sacando más vida marina del agua de la que es sostenible. La
segunda categoría de sobrepesca se produce a manos de embarcaciones
no industriales más pequeñas que suelen ser propiedad
de personas relativamente pobres y desesperadas que
están menos preocupadas o son menos conscientes del panorama
general. Ese panorama general se refiere al hecho de que
los mares, a nivel mundial, se están quedando sin peces. Estas
personas están más centradas en llegar a final de mes. Nuestro
apetito por el pescado ha superado lo que podemos capturar de
forma sostenible y, como resultado, la acuicultura ha surgido
como una alternativa. Como le gusta decir a la industria, de la
captura al cultivo. Sin embargo, un gran desafío para la cría de
peces es alimentar a esos peces. Las granjas de acuicultura que
producen algunos de los productos más populares -como la carpa,
el salmón o la lubina europea- en realidad consumen más
pescado del que envían a los supermercados y restaurantes.
El puente del Sea Shepherd, durante una fuerte tormenta
Ian Urbina
Un buen ejemplo de las fisuras legales en la gestión de
los océanos es Sealand, a la que se ha descrito como ‘El
Santuario del Crimen Organizado’…
Hombres descargando pescado en el puerto de Kantang
(Tailandia)
Fabio Nascimento
La pesca se ha transformado totalmente en el último
siglo. De una forma de caza a una actividad parecida a
la agricultura ¿Están los mares preparados para esta
explotación?
Existen dos tipos de sobrepesca. Hay barcos industriales que se
dedican a la pesca con licencia, generalmente frente a las costas
de países bastante pobres que están desesperados por obtener
ingresos. Esos países tienden a otorgar licencias a los barcos
de pesca industrial con muy poca supervisión o controles
El océano es un lugar propenso a comportamientos extralegales,
más que simplemente ilegales. Visto desde esa perspectiva,
alta mar abarca una variedad más amplia de personajes, incluidos
aquellos que podrían estar haciendo cosas que consideran
inofensivas o incluso beneficiosas, pero que no son completamente
legales. La familia Barnes, que se apoderó de una plataforma
de artillería y creó el principado independiente de Sealand,
y Rebecca Gomperts, que aprovecha la ley marítima para
proporcionar abortos en lugares donde el procedimiento está
prohibido, fueron ejemplos perfectos de este tipo de carácter.
Aún más fascinante para mí fue ver cómo los gobiernos locales
luchaban para responder a estos actores. Esa lucha puso de
relieve cómo la autoridad en tierra no siempre se traducía en
control en alta mar.
Una idea que se repite en su libro es que la mayor parte
de los tripulantes de los barcos son víctimas. Abusos,
maltratos, esclavitud, hambre, trabajos forzados… ¿No
hay forma de regular todo esto?
Revista Pesca Suplemento enero 2021 10