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Journal of Film Preservation - FIAF

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Monterrey: La Cineteca de Nuevo León<br />

Roberto Escamilla<br />

<strong>FIAF</strong> and<br />

Affiliates<br />

<strong>FIAF</strong> et affiliés<br />

<strong>FIAF</strong> y afiliados<br />

El entorno<br />

Monterrey es una ciudad industrial situada en el noroeste de la<br />

República Mexicana, cerca de la frontera con los Estados Unidos. Junto<br />

con la Ciudad de México y Guadalajara, las dos mayores en número de<br />

habitantes pero con una serie de características físicas y de<br />

asentamiento populares muy similares, forman el triángulo clave de<br />

ciudades en desarrollo de México.<br />

La revolución industrial de Monterrey, se inicia a finales del Siglo XIX,<br />

justo muy cerca de la fecha de nacimiento del cine. Aparte de fábricas<br />

de hilados y de cemento, dos industrias fueron los ejes de su<br />

crecimiento: una enorme cervecería y una gran siderúrgica, pionera en<br />

el procesamiento del acero en América Latina. Una fundidora de fierro<br />

que, como todas les empresas de altos hornos, trabajaba de día y de<br />

noche. Una poderosa burguesía, y a la vez, un enorme sector de<br />

trabajadores y empleados se formó al amparo de sus instalaciones.<br />

El calor es una constante en la vida diaria de los habitantes de<br />

Monterrey, conocidos por todos y por ellos mismos como los<br />

“regiomontanos”. Cada jornada, desde que sale el sol hasta que se<br />

oculta, salvo en los contados meses de invierno, o en épocas de lluvia, es<br />

difícil la actividad en el exterior. Muchos refugios, aparte del hogar, han<br />

sido favoritos de los regiomontanos desde siempre. Entre ellos, las<br />

tabernas refrigeradas y las salas de cine con aire acondicionado. El<br />

regreso a casa después del trabajo diario, contemplaba siempre una u<br />

otra de estas diversiones, no todos los días, por supuesto; tanto como<br />

sentarse, por las noches, a conversar en mecedoras colocadas fuera de<br />

los domicilios, en las banquetas de la calles.<br />

Monterrey, ciudad laboral, cruce de caminos entre México y los Estados<br />

Unidos, ha estado siempre muy cerca de las últimas novedades técnicas.<br />

El descubrimiento de la fotografía, la aparición del cinematógrafo, la<br />

primera transmisión de radio en América Latina, la salida de la<br />

televisión y todas las novedades producto de la llegada de un mundo<br />

digital, estuvieron casi a la orden del día tan pronto las innovaciones se<br />

sucedieron en el vecino país del norte. Los kinetoscopios de Edison,<br />

proyectados en pantalla grande, rivalizaron en Monterrey con las<br />

primera y entusiastas proyecciones de los cortos de los hermanos<br />

Lumiere que debutaron en el Distrito Federal y luego se difundieron por<br />

todo México en jornadas itinerantes. Pronto las primeras salas se<br />

construyeron y siguen hasta hoy, con igual o mayor éxito, dentro de los<br />

enormes y modernos complejos de entretenimiento colectivo.<br />

Los deseos<br />

El cine, el gran cine, nunca estuvo lejos de la ciudad. Llegaron de<br />

manera puntual a Monterrey, por ejemplo, la película y los técnicos que<br />

hicieron del estreno de la obra, ya casi inmortal, de Griffith, “El<br />

nacimiento de una nación”, un evento memorable. Igual ocurrió con “El<br />

acorazado Potemkin” y hasta la década de los Sesenta del siglo anterior<br />

89 <strong>Journal</strong> <strong>of</strong> <strong>Film</strong> <strong>Preservation</strong> / 65 / 2002

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