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(Tesis Burckhardt Maestria) - inicio - Universidad del Zulia

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELALA UNIVERSIDAD DEL ZULIAFACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓNDIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOSMAESTRÍA EN FILOSOFÍALA CULTURA COMO FUNDAMENTO EN LA TEORÍA DE LA HISTORIA DE JACOBOBURCKHARDTTRABAJO DE GRADO PARA OPTAR AL TITULO DE MAGÍSTER SCIENTIARUN ENFILOSOFÍAAutor: Lic. Carlos Rondón, Msc.Tutor: Dr. Ángel LombardiMaracaibo, Junio de 2011


DEDICATORIAA esa pequeña cuota de libertad que nosha dejado la genética, las circunstancias yel determinismo de las leyes subatómicas.


AGRADECIMIENTOSA mis padres, por haberme apoyado en todos los proyectos que me he fijado.Al Dr. Ángel Lombardi, por haber aceptado la tutoría de este proyecto, y a la Dra. Liliade Lombardi por las revisiones y correcciones <strong>del</strong> mismo.A mi esposa e hijos, por hacer de la vida algo realmente especial.


ÍNDICEPág.Veredicto ......................................................................................................iDedicatoria……………………………………………......................................iiAgradecimiento……………………………………….............………..............iiiResumen………………………………………………………………….............viiAbstract….....………….………….….……..…………………….......................viiiINTRODUCCIÓN…………………………………………………………............1CAPÍTULO I: CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO.................................51.1 Biografía intelectual y obra de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>........................1.2 Sobre las fuentes...........................................................................510CAPÍTULO II: Notas y comentarios sobre la concepción histórica deJacobo <strong>Burckhardt</strong> (según su texto de Reflexiones sobre HistoriaUniversal)...................................................................................................... 122.1 Cultura……………..……................................................................ 142.2 Las Lenguas…………………………....…...................................... 152.3 Las artes y la ciencia..................................................................... 172.4 El Comercio……….............………………….................................. 182.5 La Cultura y la Moral……......………………………........................ 192.6 Sobre los renacimientos….....…………......................................... 192.7 Sobre la poesía …......................................................................... 20


CAPÍTULO III: RELACIÓN ENTRE LOS TRES FUNDAMENTOS PARAEXPLICAR LA HISTORIA.............................................................................213.1 Relación de la Cultura con el Estado y la Religión…...............3.1.1 Cultura-Estado……...………….......................................3.1.2 Federico de Hohenstaufen y el Estado moderno...........3.1.3 Luís XIV y el Estado-poder.................................................3.2 Cultura-Religión………...................................................................3.2.1 Sobre el Islam y la Cultura...................................................CAPÍTULO IV: LA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA...........4.1 El Estado como obra de arte....................................4.2 La guerra como obra de arte......................................................4.3 El Estado italiano y el individuo.................................................4.4 La vuelta a los antiguo.................................................................4.5 Sobre el descubrimiento <strong>del</strong> hombre y su lengua.........................4.6 Ética y Religión en el renacimiento italiano.................................4.7 La religión en el renacimiento......................................................4.8 Breves notas sobre el texto de La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento enItalia.232326262832333438394044455053CAPITULO V: LA HISTORIA DE LA CULTURA GRIEGA..........................5.1 Los procesos de colonización………………………..................5.2 La fundación de la ciudad griega……………………….............5.3 La Democracia en Atenas.................................................5.4 La Religión griega.....................................................................5.5 Sobre las celebraciones y fiestas religiosas...........................5.6 El culto a los héroes.................................................................5.7 Sobre el porvenir....................................................................5.8 La ética <strong>del</strong> hombre griego.......................................................5.9 Las artes en la cultura de la Grecia Antigua..............................5.10 Los géneros artísticos: Escultura, Pintura y Arquitectura...........5.11 La Educación helena................................................................565759667781828487899092


5.12 Los Filósofos y el Arte..............................................................5.13 Sobre la Poesía y la Música......................................................5.14 La Tragedia y la Comedia griega..............................................5.15 Sobre la Filosofía, la Ciencia y la Oratoria.................................5.16 La decadencia de la cultura griega............................................9496101104110CONCLUSIONES.……………………………...............................................BIBLIOGRAFÍA............................................................................................118124


RONDÓN ÁVILA, Carlos Enrique. La Cultura Como Fundamento En La Teoría de laHistoria De Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Trabajo Especial de Grado para optar el Título deMagíster Scentiarum en Filosofía. <strong>Universidad</strong> <strong>del</strong> <strong>Zulia</strong>, Maracaibo, Venezuela. 2011.RESUMENEl presente trabajo tiene como objetivo principal estudiar la Cultura comofundamento en la teoría de la Historia de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Dicho autor presenta unateoría histórica asistemática donde resta importancia al hecho histórico en sí mismo afavor de analizar lo que este representa. Su historia es una historia de la cultura, culturaentendida como civilización y que no es más que la manifestación <strong>del</strong> espíritu en unmomento determinado. Para el desarrollo de este trabajo se analizarán tres de susobras principales. Reflexiones sobre la Historia Universal, su libro principal y dondeexplica su concepción sobre la Historia basada en las concomitancias que se producenentre los tres grandes fundamentos: la Religión, el Estado y la Cultura. La Cultura <strong>del</strong>Renacimiento en Italia, en el cual aplica plenamente su teoría materializando el espíritu<strong>del</strong> hombre renacentista a lo largo de esta época; y La Historia de la Cultura Griega,texto que se publica en cinco volúmenes y en el cual analiza las manifestacionesculturales que hicieron posible la cultura helénica.Palabras claves: cultura, espíritu, historia, manifestación.


RONDÓN ÁVILA, Carlos Enrique. The study of Culture as a foundation in thehistorical theory of Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Special work of degree to apply for theMaster Scentiarum Degree in Philosophy. The University of <strong>Zulia</strong>, Maracaibo,Venezuela. 2011.ABSTRACTThe present work has the purpose to study the culture as a foundation in thehistorical theory of Jacob <strong>Burckhardt</strong>. This author presents an unsystematic historicaltheory in which undervalue the historical fact itself for analyzing what it represents. Hishistory is a history of culture, culture means civilization and it is the manifestation ofspirit in a given time. In the development of this paper we will analyze three of his majorworks: Reflections on History, which is his main book where he explains his conceptionof history based on the conditionalities that occurs between the three main foundations:Religion, State and Culture. The Civilization of the Renaissance in Italy, which fullyapplies his theory materializing the spirit of the Renaissance man over this period, andthe History of Greek Culture, text that is published in five volumes and in which heanalyzes cultural events which made the Hellenistic civilization.Key Words: history, spirit, culture, manifestation.


INTRODUCCIÓN1Pocos autores, queriendo hacer tan poco han logrado elevar tan alto el nivel deuna disciplina como lo hizo Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Con esa profunda timidez que hizollenar sus libros con un desfile reticente de «quizá», «acaso», y «probablemente»,marcó irreversiblemente la forma en que se escribiría la historia. Su teoría sobre laHistoria es asistemática, no pretende guiar a nadie, ni busca establecer ideas precisassobre la historia universal, son solo “observaciones y experiencias” que recoge paraprofundizar su conocimiento sobre el espíritu humano. El autor no cree en métodos devalidez universal, éstos podrían coartar la diversidad de perspectivas y enfoques, y enlugar de enriquecer el conocimiento darían la falsa impresión de estar en posesión deuna verdad absoluta. Cada quien hace su método a través de la observación y elanálisis. Su objetivo es conocer el recorrido <strong>del</strong> espíritu humano a través de lostiempos; en este sentido, prefiere referirse a lo histórico y no a la historia, ya que es elhecho histórico el que materializa el espíritu <strong>del</strong> hombre en un determinado momento, ymás allá de la noticia y <strong>del</strong> acontecer histórico como valor universal, este hecho <strong>del</strong>atala continuidad <strong>del</strong> espíritu y su perennidad. Momentos que además son únicos eirrepetibles, que sólo fueron posible gracias a la configuración exacta de un momento yuna sociedad que se desarrollan en él.A diferencia de muchos historiadores, no le interesa el pasado de los hechos, dedonde proceden éstos, ni mucho menos el desenlace de los momentos históricos.“En cuanto a mi, como profesor de historia, he llegado a lacondición manifiesta, y es la desvalorización súbita de losmeros acontecimientos pasados. En a<strong>del</strong>ante, mi cátedrainsistirá en la historia de las ideas, sin retener más que unarmazón de acontecimientos indispensables.” 1<strong>Burckhardt</strong> busca lo constante, lo que se repite; hace historia <strong>del</strong> presente; aúncuando estudia a Grecia dos mil años después, lo hace desde su mundo, en1<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 14


2permanente diálogo y sin pretensiones de establecer argumentos permanentesbasados en su apreciación.“Cada época tomaría <strong>del</strong> pasado lo que deseara, en orden auna profundización de la propia experiencia de su presente.En este punto entra en escena <strong>Burckhardt</strong>, uno de los másgrandes historiadores <strong>del</strong> siglo XIX, cuyo rechazo de lahistoriografía científica es tan definitivo, que rehusó sucedera Ranke en Berlín. Él mismo escribe, en su introducción aLa Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia:«Para cada ojo que la contempla, es posible que unacivilización determinada presente rasgos diferentes; ytratándose de una cilvización que es nuestra madre y cuyainfluencia está actuando todavía entre nosotros, resultainevitable que el juicio y los sentimientos individuales hablenincesantemente tanto al escritor como al lector. En elanchuroso océano en que nos aventuramos son muchos loscaminos y direcciones posibles; los mismos estudios que hanservido para este trabajo podrían fácilmente, en otras manos,no sólo recibir un tratamiento y una aplicación diferentes,sino también llevar conclusiones esencialmente distintas.»Toda interpretación o presentación histórica es algo personalpara el historiador. No hay posibilidad de escapar de símismo. Desde <strong>Burckhardt</strong>, los filósofos han aceptado yelaborado esta actitud. Para estos pensadores, Collingwooden Inglaterra, Croce en Italia, Becker y Beard en América,Aron en Francia, “el mundo de la historia – por citar sólo auno de ellos, Becker- es un mundo intangible, una recreaciónde la imaginación que se hace presente a nuestrasmentes”. Toda la historia ha de ser historia contemporánea y,así, ha de ser escrita permanentemente: “Los más grandeshistoriadores – según R. Aron – captan diferentesperspectivas, aun cuando parezcan contradecirse, y ven ensu multiplicidad divergente un signo no de frustración, sinode riqueza de la vida.” La distancia entre Aron y Albee espequeña, pero ambos están a años luz de Macaulay.” 22Plumb, J.H. (1973). Crisis en las humanidades. España: Planeta. Pág. 38.


3Cuando él se refiere a la Historia, lo hace mirando a Europa, sólo los pueblosculturales tienen historia, no los pueblos naturales. Y de estos pueblos culturalesrealmente interesan los que alimentaron la cultura europea; con esta intención sesacude a Japón, China y toda la cultura asiática; la humanidad de <strong>Burckhardt</strong> seencuentra en torno al mediterráneo y hasta el golfo pérsico.El “espíritu” de <strong>Burckhardt</strong> se manifiesta a través <strong>del</strong> hecho histórico, nunca esperecedero aunque sí mutable. La historia se construye por estas manifestacionesculturales <strong>del</strong> espíritu. El espíritu se adhiere en stricto sensu a los hechos individuales, ysu paso deja una huella particular en cada época. También desecha la cronología yaque el estudio de la continuidad <strong>del</strong> espíritu muchas veces exige una visión de lahistoria en cortes transversales, no en secuencias continuas. Incluso el concepto deépoca deja de estar referido como un período de tiempo entre dos importantesacontecimientos históricos. Para el autor, una época estará definida básicamente por unestilo de vida homogéneo, por un ethos común.Dicho esto, se puede entender que la historia, para <strong>Burckhardt</strong>, es una historiade la cultura, cultura entendida como civilización. El término que utiliza esKulturgeschichte, y con él trata de establecer una historia de las manifestacionesculturales, que emanan <strong>del</strong> espíritu de cada época y cuya materialización constituye unmomento único e irrepetible.La Cultura es lo que libera al hombre, es el reflejo más puro de su espíritu, es suforma y contenido; de aquí surgen las ciencias, la filosofía, la técnica, la poesía, lasartes. Es un compuesto inmanente a la naturaleza humana, es cambiante, móvil y nonecesariamente universal. Para <strong>Burckhardt</strong>, ésta también representa el fundamentoinestable, cambiante, a diferencia <strong>del</strong> Estado y la Religión que son fundamentosestables. La cultura es el conocimiento mismo y éste nos hace sabios, la historia escultura, y por tanto es conocimiento. Cuando un pueblo asimila su historia, su cultura,se hace sabio, convierte su historia en conocimiento y la aprovecha; es una naciónsuperior porque aprende de su pasado y trata de no cometer los mismos errores. Lospueblos bárbaros presentan esta condición porque carecen de memoria histórica, son


4pueblos míticos, de leyendas; su pasado es confuso y constantemente repiten suserrores 3 .El presente trabajo ha sido elaborado siguiendo una lectura exegética de las tresobras <strong>del</strong> autor donde mejor se refleja su concepción cultural de la Historia. La lecturafue realizada cronológicamente según el nacimiento de cada uno de los textos. En estepunto hay que tomar en consideración que la mayoría de las obras <strong>del</strong> autor no fueronconcebidas como libros por él mismo, y más bien fueron recopilaciones de sus apuntescomo profesor en la <strong>Universidad</strong> de Basilea. De las tres obras tratadas sólo fuepublicada con esas intenciones La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia, publicada en1860. El libro de Reflexiones sobre la Historia Universal apareció postumamente en1905, así mismo sucedió con La Historia de la Cultura Griega. En este sentido, el ordenesquemático que se refleja en este trabajo coincide con el orden de las lecturasrealizadas y responden más a la cronología en las que fueron escritas y no en los añosen las que fueron publicadas. La primera lectura, Reflexiones sobre la HistoriaUniversal, es esencial para entender el pensamiento <strong>del</strong> historiador suizo; en ellaenmarca su visión general de la Historia; es un libro mo<strong>del</strong>o aunque no un manual dehistoria. La segunda lectura fue La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia y cerramos lareflexión con La Historia de la Cultura Griega escrita entre los años 1869 y 1872.Sabemos de un compendio de varias cartas <strong>del</strong> autor dirigidas a amigos eintelectuales. Lamentablemente de esa recopilación solo existe la versión en lenguaalemana por lo que hemos podido acceder a ellas solo de manera precaria y a travésde fuentes terceras. No obstante, a juzgar por el contenido de esos pequeñosfragmentos de las misivas que rescatamos, en muchas de ellas se refleja tanto o másde la postura <strong>del</strong> autor frente a la historiografía de su época, frente a las contiendaspolíticas e incluso en lo que respecta a su posición sobre el arte, que en algunos de suslibros.3 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág. 20.


5CAPÍTULO ICONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO


6Biografía intelectual y obra de Jacobo <strong>Burckhardt</strong> 4Jacobo <strong>Burckhardt</strong> nació el 25 de Mayo de 1818 en Basilea (Suiza), y estudió enesta región gran parte de su juventud. Influenciado por su padre, quien era unimportante pastor de su ciudad 5 , estudió teología en 1836 en la <strong>Universidad</strong> de suciudad natal, la <strong>Universidad</strong> de Basilea. Werner Kaegi 6 , importante historiador decomienzos <strong>del</strong> siglo XX, quién revisó y publicó una colección de correspondencias de<strong>Burckhardt</strong>, dedicó 600 páginas a sus primeros 21 años de vida; según el autor, losaños de juventud de <strong>Burckhardt</strong> estuvieron resumidos por sus estudios teológicos ybíblicos, no solo por la influencia de su padre sino también por toda la tradición culturalque lo sustentaba. En este sentido, el autor también relata el momento de ruptura desus estudios bíblicos y el tardío encanto por la historia y el arte. 7 <strong>Burckhardt</strong> abandonósus estudios de teología e ingresó en la <strong>Universidad</strong> de Berlín en 1840; realizó susestudios sobre Historia e Historia <strong>del</strong> Arte bajo la tutela <strong>del</strong> Profesor Leopold VonRanke (1775-1896) de quien heredó algunos de sus métodos de investigaciónhistórica; en esta universidad asistió a varios cursos de Schelling los cuales lecausaron cierta desazón 8 . Tuvo dos profesores muy influyentes sobre lo que4Aunque con algunas modificaciones, esta sección es tomada de mi primer trabajo de investigaciónsobre la obra de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Lombardi, L. Rondón, C. (2006). El estudio <strong>del</strong> Estado y la Religióncomo fundamentos en la teoría de la historia de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Trabajo de grado. Escuela deFilosofía. Facultad de Humanidades y Educación. <strong>Universidad</strong> <strong>del</strong> <strong>Zulia</strong>. Venezuela.5Según los registros de la ciudad alcanzó el nombramiento de antistes, el cual estuvo de moda entre elsiglo XVI y XIX para denominar la cabeza de la iglesia protestante europea.6El trabajo más importante <strong>del</strong> Prof. Kaegi es una biografía sobre Jacobo <strong>Burckhardt</strong> que publica amediados <strong>del</strong> siglo XX y que consta de siete volúmenes. La biografía está escrita en alemán, y hasta lafecha no conoce traducción en ningún otro idioma.7“<strong>Burckhardt</strong>, dotado como estaba de facultades intuitivas fuera de lo común, abocado ya a unacontemplación de la Historia en su fluir, abierto al gusto por el arte a las <strong>del</strong>icadezas <strong>del</strong> anticuarismo yla arqueología, de espíritu crítico y despierto, comprendió que el oficio de pastor y de guía, o deeducador de pastores, al que estaba abocado, ya no se podía ejercer sin incurrir en pactos consigomismo, cuando se había perdido la fe plena, mítica, mágica, ingenua, enérgica en la inspiración globalde los libros sagrados cuya palabra habría tenido que administrar a los fieles… Así abandonó estecamino y soslayó la paradójica suerte de Overbeck, profesor de teología y de exégesisneotestamentaria, amigo de Nietzsche, y convencido de que había hegelianamente.” Cantimori, D. (1985). Los historiadores y la Historia. España: Península. Pág. 668<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: Orion. Pág. 9.


7posteriormente se convirtió en su visión de la historia: Ranke y Grimm. Ademáscuentan entre ellos a Karl Ritter (Geografía), August Boeckh (Historia Antigua), JohannGustav Droysen (Historia) y los ya mencionados Franz Kugler (Historia de laarquitectura) y Leopold Von Ranke (Historia Moderna).Durante su largo período de vida en Basilea, le tocó también vivir en la Suizafrancesa, esto lo enriqueció formándose en dos lenguas y en dos culturas diferentes.Antes de Publicar su primer libro titulado: La época de Constantino el Grande (1852),realizó un comentario crítico y editó el Manual de la Historia de la Pintura (1847) yManual de la Historia <strong>del</strong> Arte (1848) de su Profesor Franz Kugler. En 1844 participó enalgunos números <strong>del</strong> “Periódico de Basilea”; a pesar de la crisis política <strong>del</strong> momentose dice que sus artículos eran siempre muy objetivos y sin ninguna inclinaciónaparente, a pesar de la presión que tenía por parte de las diferentes fraccionespolíticas; sus quejas eran innumerables con respecto a esta ciudad, decía que erasumamente aburrida. Para entonces, Basilea era una ciudad provinciana gobernadapor la vieja oligarquía. Engels la describió como una “ciudad estéril”. En 1848,<strong>Burckhardt</strong> enseñó en el Pedagógico de Basilea y en 1855 en el instituto politécnico enZurich. En la Biblioteca de esta universidad es que realiza sus investigacionespreliminares sobre el renacimiento italiano y en este mismo año se publica su libroCicerone, ampliamente admirado por Nietzsche. En una carta a su amigo Gersdorff,Nietzsche escribe: “Hay que acostarse y levantarse leyendo el Cicerone, de<strong>Burckhardt</strong>. Pocos libros hay que aviven tanto la imaginación y que mejor preparenpara penetrar las concepciones artísticas.” 9 .A partir de 1858, y hasta 1893 dictó las cátedras de Historia e Historia <strong>del</strong> arteen la <strong>Universidad</strong> de Basilea. Entre 1846 y 1856 hizo varios viajes goethianos a Italia.Florencia era para <strong>Burckhardt</strong> la ciudad que llevaba las riendas de la cultura en Italia, yde hecho, en toda la Europa moderna. En 1860 publica su obra más difundida La9 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 18.


8Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. En 1849 y 1853 publicó dos volúmenes cortos depoesía inspirados en su estadía en Italia. Uno de los estudiantes de <strong>Burckhardt</strong> enBasilea fue Heinrich Wölfflin (1864-1945), quien se convirtió posteriormente en editorde sus trabajos. Luego de estas publicaciones, <strong>Burckhardt</strong> se dedicó de lleno a suslecciones, por lo que no se publicó nada más hasta después de su muerte.Exceptuando el tiempo que pasó en Zurich y sus viajes a Italia, <strong>Burckhardt</strong> vivióen su ciudad natal, aunque no fue sino hasta 1870 cuando él se sintió realmente encasa. <strong>Burckhardt</strong> se interesó mucho más por sus estudios sobre el arte que por susestudios de Historia; en 1871, cuando le ofrecieron la cátedra de historia que dejó suprofesor Von Ranke en la <strong>Universidad</strong> de Berlín, él la rechazó. Aunque <strong>Burckhardt</strong> noconsideraba a Basilea intelectualmente estimulante, una de las razones parapermanecer allí fue su patriotismo profundamente arraigado, de hecho, una de lascausas por las cuales rechazó la postulación en la <strong>Universidad</strong> de Berlín fue porquesentía que era una “traición para Basilea”, además de algunas diferencias con losprogramas de historia que allí regían. Alfonso Reyes, quien escribe el prólogo de laversión castellana de Reflexiones sobre la Historia Universal relata en breves líneas elcontexto europeo donde hace vida este cosmopolita de parroquia.“Cundía por Europa aquella profunda transformación detodos los órdenes culturales que bien pudiera fijarse hacia1860 y que <strong>Burckhardt</strong> contempla desde su Belvedere. Sonlos tiempos de Bou<strong>del</strong>aire, Mallarmé, los Goncourt,Rimbaud, Lautréamont; <strong>del</strong> Salón de los Rechazados y lapintura de Monet, Degas, Manet; de Wagner y la místicawagneriana; de las revaloraciones de la ciencia y lasexpansiones de la industria; <strong>del</strong> Capital de Karl Marx. Eltráfico, el ferrocarril, encadenan y sensibilizan todas lasregiones de la tierra. La circulación es más intensa. Es laera <strong>del</strong> lucro.” 1010<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 13.


9Nietzsche asistió a muchas de las charlas de <strong>Burckhardt</strong> en la <strong>Universidad</strong> deBasilea, y comúnmente tenían conversaciones sobre arte e historia, coincidían en suamor a los clásicos y esto ayudó mucho a fortalecer su relación como colegas. Suspersonalidades eran opuestas, <strong>Burckhardt</strong> era aparentemente más tranquilo yreservado que Nietzsche, pero ambos estaban libres de los prejuicios religiosos de sutiempo. <strong>Burckhardt</strong> fue uno de los primeros en notar la demencia acentuada deNietzsche; en una de sus cartas al historiador, Nietzsche dice: “Querido señor profesor-escribe el 6 de enero a <strong>Burckhardt</strong>-, al final me hubiera gustado mucho más serprofesor de Basilea que Dios; pero no he osado llevar tan lejos mi egoísmo privadocomo para omitir, por su causa, la creación <strong>del</strong> mundo." 11 <strong>Burckhardt</strong> informó de estasituación a Franz Overbeek (Profesor y amigo común). Y el 9 de enero se llevaban deTurín a Nietzsche completamente demente.El libro donde mejor plantea su visión de la Historia a manera de método,Reflexiones sobre la Historia Universal 12 , y en el cual se basan nuestrasinvestigaciones sobre las condicionalidades de las tres potencias que identifica, no fuepublicado sino hasta 1905; esta primera publicación fue realizada por Jakob Oeri,sobrino <strong>del</strong> autor. Los primeros capítulos de este libro corresponden a sus lecciones declase en la <strong>Universidad</strong> de Basilea; estas notas iban a ser publicadas por <strong>Burckhardt</strong>bajo el título: Sobre el estudio de la Historia, titulo mucho más general y simple que eldefinitivo, se desconocen las causas por las cuales <strong>Burckhardt</strong> no publicó estas notas.El capítulo V de este libro corresponde a unas conferencias dictadas en 1870 en elMuseo de Basilea. Y el capítulo VI es una conferencia dictada en 1871 en el mismomuseo “Sobre la dicha y el infortunio en la Historia.” Los otros textos primariosanalizados son La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia el cual fue concebido como tal yse publicó en 1860, casualmente un año antes de la unificación de Italia, luego también11http://www.nietzscheana.com.ar/montinari.htm12El título original es Weltgeschichtliche Betrachtungen y fue una recopilación de apuntes de sus tresclases en la <strong>Universidad</strong> de Basilea entre los años 1868 y 1873.


10La Historia de la Cultura Griega la cual utilizó para algunas conferencias a partir de1872, sin embargo, su publicación ocurrió posterior a la muerte <strong>del</strong> autor.Sobre las fuentesQuizá muchos historiadores ya han dicho que la mejor manera de conocer unacultura no es a través de sus registros historiográficos, sino a través de sus cantos,poesía, mitos y leyendas. <strong>Burckhardt</strong> no lo dice, lo practica; y esto es evidente en susdos obras principales, la que refiere al renacimiento y la de la cultura griega. En ellas,si bien cita a varios cronistas de la época, la mayor cantidad de fuentes las toma de laproducción cultural <strong>del</strong> momento; incluso cuando refiere a algún historiador, no lo hacecon la intención de resaltar lo que narra, sino que lo interpreta desde el momento y lascircunstancias en que lo escribe. Muchas veces pareciera que no lee palabras sinointenciones, lee el momento.“Aun poseyendo abundancia de fuentes, solo con muchospaliativos y reservas se puede formular la visión media ydominante que de la vida haya poseído un pueblo.Rigurosamente, no debían servirnos más que aquellostestimonios que indudablemente corresponden a círculosmuy amplios, a la totalidad <strong>del</strong> pueblo en cuestión, y que almismo tiempo fueran inteligibles: así, especialmente, lapoesía popular, es decir, para los griegos, el canto épico <strong>del</strong>os aedos y el drama ático. Pero con la expansión <strong>del</strong>espíritu griego en todas las direcciones, las de profundidad,altura y lejanía, ha surgido todo un imponente cúmulo deopiniones particulares que son, en esencia, griegas, sinduda alguna, y a menudo testimonios muy altos de lacapacidad espiritual de la nación, pero que no correspondeen modo alguno a su totalidad y pueden presentar lascontradicciones más patentes. De propósito se hacen valercomo doctrinas coherentes, mientras que el pensamiento


popular se presenta más bien marginalmente y como sinquerer.” 1311<strong>Burckhardt</strong> se enorgullece de ser más un creador que un simple taxidermista defuentes. Discrepó con Ranke (su profesor) sobre el cientificismo histórico ya queconfundía el hecho histórico con la supuesta narración objetiva <strong>del</strong> cronista y susfuentes, es decir, nadie tiene la verdad. Para distinguirlo <strong>del</strong> historicismo metafísico ynaturalista algunos historicistas han creado el llamado historicismo estético. El efectode su narración es mucho más importante que su falsedad o verdad.Algo curioso que merece la pena relatar, es que <strong>Burckhardt</strong> toma con muchorecelo las fuentes que utiliza para erigir su visión de la antigüedad. Muy difícilmente sefía de una sola opinión, y cuando intenta sostener alguna tesis o emitir algún juiciosobre algún particular que este explicando, sin escrúpulos admite que debe prescindirde algunas fuentes que pudieran contradecir la visión que quiere forjar, ya que,algunos ejemplos pueden ser distorsionadores de la realidad, y podrían ocultar algoque, más allá de alguna excepción, fue real.A propósito de esto se lee en la página 482 <strong>del</strong> mismo volumen lo siguiente:“En lo que sigue podremos apelar de vez en vez a lasdemás opiniones de los filósofos, cuando sus palabras, másque guardar conexión con su sistema, correspondan másbien a un aspecto de la conciencia popular. No lograremosfácilmente un juicio medio exacto sobre la sensibilidadgriega si tomamos como criterio el pensamiento de losfilósofos, cuyo valor es de otra categoría, y que en estelugar no se utiliza más que una ojeada rápida.” 1413<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.423.14<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.482.


12CAPÍTULO IINotas sobre la concepción histórica de Jacobo<strong>Burckhardt</strong> (según su texto de Reflexiones sobre laHistoria Universal)


13<strong>Burckhardt</strong>, se sitúa en esa postura media entre los historiadores de la viejaescuela y los historiadores modernos. Cuando apareció en 1860 su obra principal: LaCultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia, causó un impacto sin precedentes. Ya no se trata ala Historia como esa narración cronológica de hechos, sino que se relatan en cuantoson producto de una época que tiene determinadas características que le son propias;<strong>Burckhardt</strong> se preocupa más por el hecho histórico que por la Historia; para él, el hechohistórico se refleja como producto de una forma de vida; para <strong>Burckhardt</strong>, la Historia, esla Historia de la Cultura 15 , o como sostiene en innumerables ocasiones: “la exposiciónhistóricocultural” 16 . Es un verdadero maestro en la representación de una épocadeterminada, de un tiempo específico. Así lo deja claro en la página 9 de su libro LaHistoria de la Cultura Griega cuando dice:“Entendemos que nuestra misión consiste en ofrecer lahistoria <strong>del</strong> modo de pensar y de las concepciones <strong>del</strong>pueblo griego, tratando de destacar las fuerzas vivas,constructivas y destructoras que operan en la vida griega.No narrativamente, pero sí históricamente, sobre todoporque su historia es parte de la historia universal,tendremos que ocuparnos de los griegos en suscaracterísticas esenciales, las que les distinguen <strong>del</strong> antiguoOriente y de las naciones modernas, formando, sinembargo, la gran transición entre ambos mundos. Todonuestro estudio tiene que concentrarse ahí, en la historia <strong>del</strong>espíritu griego. El detalle, el acontecimiento si se quiere,será traído a cuento como testimonio de aquello general quetratamos de captar, y no por razón de sí mismo; por que lasrealidades que nosotros buscamos son maneras de pensar,que también son, a su modo, hechos. Pero las fuentes,consideradas con esa intención, hablarán de muy distintaforma o como suelen hacerlo en la mera investigación a labusca de material arqueológico.”15El término exacto que utiliza es Kulturgeschichte. Los historiadores de lengua alemana que sealimentan de su postura historiográfica lo utilizarán de la misma manera.16Ejemplo p.12 de La Historia de la Cultura Griega. Tomo I


14En el primer capítulo de su libro Reflexiones sobre la Historia Universalreflexiona acerca de la historia como profecía, su sentido y contrasentido; la Historiacomo ciencia para determinar el porvenir, Historia como astrología. “Solo elconocimiento <strong>del</strong> pasado nos da la pauta para medir la velocidad y la fuerza <strong>del</strong>movimiento dentro <strong>del</strong> cual vivimos.” 17<strong>Burckhardt</strong> se encuentra abrumado por la cantidad de información y estudioshistóricos que se han desarrollado hasta su época. Por un lado, está consciente de launiversalización de la historia, ya no como detalle, sino como visión holística <strong>del</strong> serhumano y sus circunstancias. Pero al mismo tiempo, está consciente de lasubespecilización de las áreas, de la cual no escapa la historia. Sabe muy bien que eltiempo de los eruditos ha pasado. Para abordar seriamente cualquier estudio hacenfalta “mil vidas humanas”. En la ciencia sólo se puede ser experto, o especialista en uncampo limitado u otro.El autor se preocupa incesantemente por el nivel de especialización en el que seha visto obligado el ser humano a desarrollarse, debido a los múltiples descubrimientosy las innovaciones que trae consigo la investigación científica. Teme que esereduccionismo detallista influya negativamente en el desarrollo cerebral que ya haalcanzado el individuo y el cual le permite tener una visión general de la culturahumana y sus múltiples aristas.Cultura“Llamamos cultura a toda la suma de evoluciones <strong>del</strong> espíritu, que se producenespontáneamente y sin la pretensión de tener una validez universal o coactiva.” 1817 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 48.18 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 102.


15Para <strong>Burckhardt</strong> la Cultura es un termómetro de la sociedad. Según las tresinstituciones que él explica y argumenta, en una sociedad “mo<strong>del</strong>o” la Cultura deberíaestar por encima de las otras dos (Estado y Religión) no como algo superior, pero sícomo algo separado, independiente. Cuando existe algún desequilibrio en estos dosgrandes fundamentos, la Cultura lo refleja indefectiblemente. “El reloj que <strong>del</strong>ata lahora, de que en aquellas, la forma no coincide ya con el contenido” 19 . Para <strong>Burckhardt</strong>,el último estadio de la Cultura es la Ciencia, y especialmente la Filosofía, “la purareflexión”. La sociedad es la representación de la Cultura frente al Estado y la Religión.En las reflexiones iniciales <strong>del</strong> capítulo sobre Cultura de Reflexiones sobre la HistoriaUniversal, el basiliense está consciente de que existe una carga cultural que se arrastraen la sangre, él no lo pudo llamarlo ADN, pero sí está claro de que son elementosineludibles, que forman parte inherente de cada persona.Las Lenguas<strong>Burckhardt</strong> dedica la segunda sección de su capítulo sobre la Cultura a laslenguas; las declara elocuentemente como un milagro espiritual, producto <strong>del</strong> almahumana, esa misma alma que hace que el hombre necesite traducir sus pensamientosen palabras 20 .Como parte de su admiración por la Cultura y especialmente por el arte, el autordefine la lengua como “la revelación más directa y específica <strong>del</strong> espíritu de lospueblos, la imagen ideal de este espíritu.” pero además resalta su visión estética <strong>del</strong>lenguaje por encima de su función comunicativa: “...[es] la sustancia de su vida19 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 102.20En este apartado <strong>Burckhardt</strong> refiere una cita de Ennius, para argumentar su identificación de laslenguas con el alma. Quintus Ennius (239 - c. 169 BC) fue un poeta de la era republicana de Roma, queinfluenció notablemente la literatura latina. En uno de sus escritos, Ennius afirmaba tener 3 corazones, o3 almas, ya que hablaba Griego, Osco y Latín, (III encuentros complutenses en torno a la traducción.Margit Raders y Julia Sevilla, Editorial complutense. 1993, Pág.22 y 23)


16espiritual, sobre todo si se trata de los grandes poetas y escritores.” 21 Más aún, laslenguas, por encima de otros elementos culturales, tienen sus procesos de gestación(creación) maduración, y “florecimiento espiritual”, el autor dice que las lenguas en susorígenes puros debieron estar llenas de encantos y melodías, fue más tarde, con “latosca vida histórica y el avasallamiento de la lengua por las cosas” cuando se fuerondegenerando.El surgimiento de la cultura pudo evolucionar desde estadios preliminares (comola ganadería y la agricultura) hasta las artes y posteriormente las ciencias, estopropulsado por necesidades materiales, y espirituales.A propósito de la relación de las ciencias con la lengua griega dirá más a<strong>del</strong>anteen su tratado de La Historia de la Cultura Griega lo siguiente:“Una poderosa incitación para su desarrollo científico tantocomo para su poesía, era ya, naturalmente, su lengua.Parece como si el griego contuviera ya virtualmente en sí lafutura filosofía: tan infinita en su adaptabilidad a lospensamientos cuya transparente envoltura es, pero máscompleta aún a los pensamientos filosóficos. Nosencontramos con un mundo lingüístico completamentedesligado de las cosas particulares; con una lengua que,como se dice con razón, ya es en sí una dialéctica práctica,y que por eso es extraordinariamente fecunda en lasdenominaciones filosóficas.” 22Como buen seguidor de Hegel, <strong>Burckhardt</strong> podría catalogarse como un perfectoidealista que coloca el espíritu como el principal motor de la evolución humana, y de sucultura; no obstante, su formación erudita y su insaciable interés por una vasta cantidadde cosas, hasta el punto de dedicar una sección de su libro al diletantismo 23 , hacen que21 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 104.22<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.398.23<strong>Burckhardt</strong> no utiliza este término en el sentido despectivo de la palabra. El diletante, aunque no se haespecializado en nada científicamente, posee sus particulares habilidades y destrezas, su intuición


17sea difícil reducir su pensamiento a una corriente filosófica-histórica. Esto se haceevidente cuando, en varias secciones de su texto principal Reflexiones sobre laHistoria Universal, trata de hacer síntesis entre los material y lo espiritual. “Toda acciónmaterial, siempre que el hombre ponga en ella entusiasmo e iniciativa, deja siempre unresiduo espiritual, por pequeño que él sea.” La evolución humana se mueve pornecesidades materiales y espirituales, se mezclan y complementan entre sí, y aunqueno es estrictamente necesario que el nacimiento de lo espiritual tenga una basematerial, casi siempre sucede así.Las Artes y las CienciasPara el autor, las artes y las ciencias comprenden la realización suprema de lacultura. 24 Las artes representan una vida superior, son vividas en el alma, de manerapermanente. Para <strong>Burckhardt</strong>, el arte supone perfección y tiene claro el sentidoantiteleológico de éstas.Las artes y la poesía transcienden la realidad terrenal, son imperecederas, yreflejan magníficamente las realidades temporales para las que fueron sustraídas. Haycierta identificación en la concepción <strong>del</strong> arte por parte <strong>del</strong> autor y las formas e ideasperfectas en la filosofía de Platón.El arte, como manifestación máxima y sublime de la cultura humana, es para<strong>Burckhardt</strong> la síntesis de los tiempos, a pesar de estar circunscrita en un espacio y enun tiempo, transciende estas categorías para alcanzar todos los siglos. Incluso porencima de la ciencia, que ya es bastante, pero que se cambia y se transforma segúnlos nuevos descubrimientos, y por tanto, pierde vigencia. Así como toda su teoría, enlas artes nunca pretendió des-cribirlas sino circuns-cribirlas ya que, parte <strong>del</strong> estiloartístico está en el signo de la época y este responde a la «vida interior» de cadaeducada, y está capacitado para abarcar el panorama general de un número enorme de argumentos24Esta idea la desarrolla en la página 106 de la obra Reflexiones sobre la Historia Universal.


18período. Es tan perfecto el arte, que a partir de fragmentos puede reconstruirse el todo,y aún así, el sólo fragmento tiene la misma fuerza de sus efectos.Como ya hemos analizado, para el historiador suizo, en cierta forma el arte esuna síntesis de épocas, y también de lo material-espiritual; sin embargo, de éstas artesalgunas se encuentran más alejadas que otras de la “imitación”, de lo material; es elcaso de la arquitectura y la música, ya que son representaciones que responden aimpulsos <strong>del</strong> espíritu y no como la pintura que a pesar de surgir desde el espíritutambién tienen como inspiración la realidad material.Como preludio a los condicionamientos que el autor explica en su obraReflexiones sobre la Historia Universal en los que contrasta Estado, Religión y Cultura,el historiador manifiesta que “el servicio más alto y más temprano a que las artes sesometen y al que pueden someterse sin humillación es el religioso.” 25Dependiendo <strong>del</strong> tipo de religión las artes pueden encontrar en este fundamentosu más alta representación, cuando se corresponde con los principios metafísicos deaquella. El arte es la forma pura, no se degrada en contenidos, y no se aferra de formaprecisa a nada material, ni siquiera a las ideas o pensamientos. “El arte que más nosenseña en este respecto es la poesía, que gusta más de crear nuevos hechos que derelatar los existentes y que en su tipo específico de pensamientos y sentimientosrepresenta la más alta antítesis y el más alto complemento de la filosofía.” 26El ComercioUna idea de varios siglos antes de <strong>Burckhardt</strong>, y la cual es compartida por variosautores, es el papel <strong>del</strong> comercio como generador y mutador de culturas; es en loscentros de intercambio comercial donde los países importan y exportan elementosculturales, para luego remezclarlos, cambiarlos, complementarlos, modificarlos, y25<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 108.26 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 108.


19finalmente, apropiarlos. Para ejemplo de esto trataremos las poleis griegas donde sevivió claramente ese choque de culturas.La Cultura y la MoralAsí como en los párrafos anteriores, el autor va contrastando su concepción <strong>del</strong>a cultura y el arte con varios aspectos de la sociedad, el caso de la moral y su relacióncon la cultura es un tema que explica en términos generales en su obra Reflexionessobre la Historia Universal y que luego retoma de forma más detallada en La Cultura<strong>del</strong> Renacimiento en Italia.Para <strong>Burckhardt</strong>, el hombre ha progresado poco en lo referente a la ética, apesar de sus avances tecno-científicos comparte la idea de Tucídides de que la historiano se repite pero el hombre sí se repite a sí mismo.El tema de la ética lo aborda asistemáticamente en su obra principal La Cultura <strong>del</strong>Renacimiento en Italia y en la recopilación sobre La Historia de la Cultura Griega,específicamente en el Tomo II de este tratado. En ambos casos, y como veremos mása<strong>del</strong>ante, el autor trata de deslastrar el sentido religioso <strong>del</strong> estado de la ética en cadauno de los momentos, en el Renacimiento italiano y en la Grecia antiguarespectivamente. La forma en que aborda el tema pareciera <strong>del</strong>atar un fuerte apego ala doctrina moralista de Aristóteles con la teoría <strong>del</strong> justo medio (sofrosine) y laconstitución <strong>del</strong> hombre moralmente íntegro (frónimos).Sobre los renacimientosPara <strong>Burckhardt</strong>, un renacimiento sólo puede ser cultural. Hay que distinguirlosde las restauraciones políticas o religiosas, aunque a veces coincidan ambos (comoocurrió durante el período de Carlomagno).


20Para el autor, el siglo XIX ha logrado una verdadera cultura universal, en primerlugar, por todos los antecedentes arrastrados, libros, textos, poesías, historia, entreotras cosas y los cuales sirven de insumo para construir el presente. Además, porquela hegemonía <strong>del</strong> Estado y la iglesia ya no es tan fuerte como en los estadios másprimitivos de la humanidad.Sobre la poesíaEl autor sostiene que la poesía aporta mucho más que la historia sobre elconocimiento de lo que es la humanidad. “La poesía es algo más profundo y filosóficoque la historia, dice Aristóteles”. 27 Además, la poesía es fuente de la historia, y de lasmás puras y hermosas. “La poesía para la historia es el reflejo de lo que en cadamomento hay de eterno en los pueblo”. En este sentido, no comparte la idea de Platóna quienes le niega entrada en su República, para el autor todas las artes, y más aún lapoesía, son manifestaciones culturales que identifican la humanidad de las sociedadesen cada momento histórico, la poesía es historia y presente.27 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 116.


21CAPÍTULO IIIRELACIÓN ENTRE LOS TRESFUNDAMENTOS PARA EXPLICAR LAHISTORIA 2828Así como fue referido en la sección “Biografía intelectual y obra de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>” de este texto,ésta sección también está basada en el desarrollo realizado en mi trabajo anterior bajo el mismo título.


22Desde la perspectiva cultural que tiene <strong>Burckhardt</strong> sobre los acontecimientoshistóricos, resaltan tres elementos que, según su preponderancia con relación al restode ellos en algún momento histórico, marcarán el desarrollo cultura <strong>del</strong> pueblo encuestión. La dominación de alguna de las tres potencias sobre las otras es lo queocasiona los grandes movimientos históricos, la religión imponiéndose frente al Estadocomo una estructura dominante, el Estado condicionando la Cultura y poniéndola a suservicio, o los estado-religión que sacralizan hasta los más inocuos movimientos de lavida humana. Esta es la epistemología histórica de <strong>Burckhardt</strong>: un progreso <strong>del</strong> espírituque depende de esta relación dialéctica entre Estado, Religión y Cultura y la cual a suvez determina la civilización.Existen varios autores en la historia de las ideas que de alguna u otra forma hanofrecido razonamientos que implican analizar el avance de las sociedades en funciónde grandes estructuras, como el Estado o la Economía, entre otros posiblesfundamentos. Guizot, apuesta por el desarrollo de las civilizaciones medidas en estostérminos; no constituye fundamentos específicos como el caso de nuestro autor, sinembargo, en su análisis les brinda casi la misma importancia. No obstante, unadivergencia clara entre estos dos autores está en que, para Guizot, más que una luchaentre estos pilares por imponerse uno sobre los otros, existe una inclinación natural <strong>del</strong>individuo o más bien, de las sociedades, en tratar de unificar estas fuerzas e impulsarel progreso de la humanidad; en este sentido, el progreso se traduce por un equilibrioentre fuerzas y no en la superación de un fundamento en detrimento de los otros.Guizot afirma que precisamente el éxito de la Europa moderna se debe a este logronunca visto en la historia de la humanidad.“Ella (refiriéndose a la Europa moderna) columbra por <strong>del</strong>anteuna inmensa carrera, y día por día se lanza a ella másrápidamente, porque la libertad acompaña cada vez más susmovimientos. Mientras que en las demás civilizaciones ladominación exclusiva, o al menos la preponderación exclusiva de


un único principio, de una forma única, ha sido causa de tiranía,en la moderna Europa la diversidad de los elementos, <strong>del</strong> ordensocial, la imposibilidad de excluirse uno a otro, han engendrado lalibertad que hoy reina. Faltos de poder para exterminarse, ha sidopreciso que los diversos principios vivieran juntos y que llegasenentre sí a una especie de transacción. Cada uno de ellos haconsentido tener solo la porción de desarrollo que podía obtener,y mientras en otras partes el predominio producía la tiranía, enEuropa la libertad ha resultado de la variedad de los elementosde la civilización y <strong>del</strong> estado de lucha en que han vivido…Evidentemente, no le ha sido concedido a ningún principio, aninguna organización particular, a ninguna idea, a ninguna fuerzaespecial, que se apoderase <strong>del</strong> mundo, mo<strong>del</strong>arle de una vezpara siempre, arrojar toda otra tendencia y reinar exclusivamente.Fuerzas, principios, sistemas diversos se mezclan, limitan, luchansin cesar, alternativamente dominantes o dominados, jamáscompletamente vencidos ni vencedores. El estado general <strong>del</strong>mundo es la diversidad de fuerzas, ideas y principios, suscombates y su esfuerzos hacia una cierta unidad, un cierto idealque acaso nunca sea alcanzado, pero al cual tiende la humanidadpor la libertad y el trabajo.” 2923Debido a que el interés en el presente trabajo debe centrarse alrededor <strong>del</strong>concepto de cultura <strong>del</strong> autor en estudio, trataremos sobre estas condicionalidadesúnicamente en las que tocan la cultura como elemento protagónico de la dicotomía. Elresto de las condicionalidades fueron desarrolladas en un trabajo anterior también demi autoría el cual ya ha sido citado. 30Relación de la Cultura con el Estado y la ReligiónCultura – Estado29Guizot, F. (1972). Historia de la Civilización en Europa. España: Alianza. Pág. 45.30Lombardi, L. Rondón, C. (2006). El estudio <strong>del</strong> Estado y la Religión como fundamentos en la teoría <strong>del</strong>a historia de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Trabajo de grado. Escuela de filosofía. Facultad de Humanidades yEducación. <strong>Universidad</strong> <strong>del</strong> <strong>Zulia</strong>.


24Para <strong>Burckhardt</strong>, los primeros vestigios de cultura de alguna civilización sonpreliminares al surgimiento <strong>del</strong> Estado, no obstante, esto no implica bajo ninguna razónque el Estado surja como producto de esta Cultura; el <strong>inicio</strong> <strong>del</strong> Estado, comomencionamos anteriormente se establece de forma violenta. Cuando comienza aexplicar esta relación habla <strong>del</strong> antiguo Egipto y de las culturas antiguas maya yquechua. Piensa que debieron ocurrir grandes períodos de guerra para que en estetipo de civilizaciones se instaurara un grupo de mando. Los primeros intercambiosculturales se realizaron en conjunto con las relaciones comerciales, sin embargo, enlas épocas cercanas a las conformaciones de los Estados, las relaciones comercialesse ven disminuidas por los períodos de guerra que implican esta conformación,alejando a los comerciantes por el conflicto inminente.Los primeros indicios <strong>del</strong> desarrollo de la técnica estuvieron ligados a lainstauración de las castas (sacerdotales y guerreras) donde cada uno se dedicaba ahacer lo que habían hecho sus padres o antecesores, heredando de generación engeneración, las labores específicas: textilería, carpintería, la fabricación <strong>del</strong> vidrio, etc.Esto, por supuesto rompía con la libertad <strong>del</strong> individuo de poder realizar lo que mejor lepareciera; es una negación de lo individual para complacer al Estado o a la imposiciónde castas; las artes y las ciencias se ponían al servicio <strong>del</strong> Estado, apoyadoevidentemente por la casta 31 sacerdotal quienes declaraban sagrado cualquier cantidadde cosas hechas por la divinidad a través <strong>del</strong> hombre.<strong>Burckhardt</strong> se refiere a los Estados entre los asirios, los babilónicos y los persas,y cómo el Estado trató de impedir enérgicamente el avance de lo individual; refiereespecíficamente la situación de Nínive 32 y como el Estado empleó todos los técnicos yartistas para el levantamiento de esta Ciudad. También habla sobre las ciudades31“Guizot hace una fuerte crítica <strong>del</strong> concepto de castas como el cuerpo de magistrados eclesiásticos,esta crítica se fundamente en el hecho de que la palabra casta hace alusión inmediata a la herencia. Lascastas son hereditarias y el celibato de los sacerdotes impide que se aplique este término al cuerpoeclesiástico.” Guizot, F. (1972). Historia de la Civilización en Europa. España: Alianza. Pág. 122.32Antigua ciudad asiria situada en la costa orienta <strong>del</strong> río Tigris.


25fenicias, las cuales fueron las primeras en vislumbrar la polis <strong>del</strong> mundo clásico, dondeel régimen de las castas fue superado relativamente. En estas ciudades, la actividadhumana surge como algo independiente, en perfecta armonía con el orden perotambién la libertad, ajeno a la actividad <strong>del</strong> Estado o la Religión, sin libros sagradosque determinen la doctrina <strong>del</strong> estado y su cultura, Grecia por ejemplo se encuentrafavorecida por la lucha entre lo individual y lo colectivo.“Solo en el Estado Griego logran todas las fuerzas <strong>del</strong> individuodesencadenado esta tensión y esa vibración que permite rendiren todas partes lo más alto. No obstante, hay que reconocer quela cultura en su conjunto y principalmente el arte y la ciencia solíaflorecer bajo las tiranías estables también, e incluso mejor que enun régimen en libertad; más aún, sin esos puntos de apoyo (que aveces se mantuvieron durante cientos de años) difícilmente habríallegado a su plenitud; Atenas necesitó también de su época dePisístrato” 33 .Para explicar esta relación entre Cultura y Estado, <strong>Burckhardt</strong> no puede pasar poralto la imponente Roma antigua. Comienza su análisis diciendo que Roma lo que hizo,ante todo, fue salvar todas las culturas <strong>del</strong> mundo antiguo. Roma tuvo algo particular,su enérgica conquista mundial no fue fomentada propiamente por el Estado, sino por elespíritu de Estado; era un sentimiento sublime que hacía que el individuo se sintieraparte de un imperio Universal. Lo superior de la cultura romana estaba basado en suferviente amor por el helenismo que sentían los romanos. El Estado romano sepreocupó por gobernar y no interfirió en las labores artísticas o técnicas. 34 Para el sigloIV es que se comienza a ver en Roma una acción destructora por parte <strong>del</strong> Estadosobre la Cultura. Las agresivas políticas para los impuestos, y demás males, alejaron amucha gente <strong>del</strong> Imperio. <strong>Burckhardt</strong> cita en la Historia Universal varios Estados dondese aprecia esta relación de forma clara.33<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 135.34<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 137.


26Federico de Hohenstaufen y el Estado modernoEl autor hace referencia al sur de Italia en el momento de Federico II; en estaocasión surge el Estado moderno, centralizado, tiránico, con una hegemonía tremendasobre la cultura y sobre la Iglesia; el Estado en este entonces, se inmiscuye en todoslos asuntos de la vida pública en los individuos. En su hegemonía, incluso constituye lapolicía secreta para controlar los evasores de impuesto, que dicho sea de paso,alcanzaron el orden <strong>del</strong> 75% de los ingresos en ciertas áreas. También fueron famosaslas discusiones de este emperador con el papado y la autonomía que presentabafrente a la Iglesia; Federico II fue uno de los primeros en elaborar una legislación sobrela pena de muerte en la hoguera por herejía.Luís XIV y el Estado-poderEste Estado absolutista condiciona al espíritu en una doctrina sobre sí mismo (“elEstado soy yo”) que va en detrimento, tanto de la cultura como de la religión. Tambiénse llevan a cabo persecuciones y exclusiones que entorpecen la libertad de movimientode los diferentes elementos de la cultura. “El espíritu se pliega complacientemente a lacultura” 35 . En este orden de ideas, el autor hace la distinción entre los Estadosabsolutistas que se apoderan de las artes y la cultura y otro tipo de estadosabsolutistas que cumplen una función protectora al respecto, es decir, si por diferentesrazones existe una era de decadencia, este tipo de Estado se encarga de preservartodo el material cultural de la región.Las ciudades fenicias parecen haber sido las primeras en fundar colonias dentro<strong>del</strong> territorio geográfico que controlaban; Trípoli, por ejemplo, es una colonia fundadaen partes iguales por Sidón, Tiro y Aradus. En ninguna de estas ciudades Fenicias hay35<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 143.


27indicios de Tiranías despóticas, más bien, los establecimientos de dichas ciudades semantuvieron por períodos largos y de forma pacífica. Eran ciudades de elevadopatriotismo, sociedades hedonistas y con grandes avances y méritos en la difusión desu cultura.Las colonias en las poleis de los griegos también representaron un buen referenteen la Cultura como condicionante <strong>del</strong> Estado. Hablando de la situación de Atenas,<strong>Burckhardt</strong> resalta la importancia de los centros de intercambio espiritual que sedesarrollaban libremente solo en las ciudades donde el Estado no intercedía en laslabores particulares <strong>del</strong> individuo. En estos centros es donde surge la cultura, se danlos intercambios, se establecen los estilos, la moda, etc. Los grandes avancesculturales atenienses también se veían impulsados por un fuerte patriotismo que serespiraba en los individuos griegos de entonces, el individuo se sentía ciudadano de lapolis griega, se sentían superiores y este impulso los inspiraba para la realización degrandes cosas.Las monarquías de Francia y España que instauraron la concepción <strong>del</strong> estadomoderno también fueron altamente perjudiciales para el desarrollo de la cultura; eneste sentido fueron Estados que condicionaron casi totalmente, y en conjunto con lasélites religiosas, el desempeño de la Cultura. La concepción de Estado de estemomento presenta un cambio más de forma que de contenido con respecto a losEstados <strong>del</strong> medioevo.A pesar de todas las crisis que afrontó el Estado moderno hasta las revolucionesmás impactantes como la revolución francesa, el Estado se fue fortaleciendo; quizá lafalta de conciencia de la sociedad ayudó al crecimiento <strong>del</strong> Estado al asignarlefunciones que anteriormente las desempeñaba la sociedad; las constituciones de losEstados cada vez se hicieron mas grandes, desde ahora se garantizaba el derecho altrabajo y al sustento, algo que anteriormente se lo aseguraba el individuo, de estamanera Estados más débiles se hacían mas grandes.


28En términos generales podríamos sostener que el autor tiene una visión negativasobre el Estado, incluso cuando en algunas secciones de sus dos obras, La Cultura <strong>del</strong>Renacimiento en Italia y La Historia de la Cultura Griega, se refiere a éste como unaobra de arte. Para el basiliense, el Estado no realiza la función positiva de lo ético, sinoque su existencia se encuentra justificada para evitar la guerra civil; el Estado seconstituye en un marco jurídico y policial para disuadir al individuo de causar mal alotro. Por una parte, es un elemento necesario para la civilización, al menos en lo queva de historia para el hombre, por otro lado, la concesión que realiza el hombre sobresus derechos le sale caro cuando el Estado se sublima y arropa todas la vida humana.Cultura - ReligiónAl igual que sucede con la relación entre Estado y Cultura todas lascondicionalidades que identifica <strong>Burckhardt</strong> dependen básicamente de la época dondese sitúe el análisis; si colocamos un esquema general de la vida humana dondeconfluyan estos aspectos nos daremos cuenta que constantemente hay unacondicionalidad mutua entre todos estos factores, lo que efectivamente trata de hacerel autor es determinar donde esta relación se hace más evidente y cuales pueden sersus causas.El reflejo de la religión en la cultura se establece según su intensidad; lasreligiones más poderosas pueden llegar a colocar totalmente a la cultura bajo susservicios y convertirse en una opresora <strong>del</strong> genio individual. Cuando en los Estadosrige el derecho sagrado, la religión puede tener bajo su control absoluto tanto a lacultura como al Estado; esto suele suceder con las religiones totalmente puras, dondeel Estado y la cultura son extensiones de la religión; en este sentido la fundamentación<strong>del</strong> Estado se da como un hecho profundamente ligado a la naturaleza de un pueblo.


30Este impulso que proporciona la religión al arte es favorable en un primermomento, donde se establecen los estilos y se promueve la realización <strong>del</strong> objeto-artesagrado, no obstante, esto a largo plazo degenera en un estancamiento de las artes,ya que, quedan sometidas al servicio religioso indefinidamente, ejemplos de estaafirmación encontramos en Egipto y Bizancio; en estas civilizaciones únicamenteadquirió un carácter lícito la representación de lo sagrado, impidiendo cualquier avanceo innovación fuera de este campo.El caso de Egipto en el año 3100 a.C. aproximadamente cuando se unifican elnorte y el sur se constituyen monarquías de derecho divino con caracteresverdaderamente absolutistas. El faraón es el dueño <strong>del</strong> pueblo y es el responsable <strong>del</strong>a conexión divina de cada uno de los habitantes con sus dioses, es el poseedor únicode las fuerzas sagradas, el poder y la religión se consagran como una unidad.La condicionalidad de la religión por la cultura se puede tomar desde dosperspectivas: en la primera, la religión surge como exaltación o glorificación de lacultura. Y en segundo lugar, la cultura pudo haber impuesto cambios significativos enlos contenidos propios de determinada religión. 37La fusión entre religión y cultura se puede visualizar a través de las religionesclásicas las cuales en su mayoría son politeístas; estas religiones normalmentecuentan con una divinización de la naturaleza, como el dios <strong>del</strong> fuego o <strong>del</strong> agua; estadivinización de la naturaleza va seguida de una divinización de la cultura; en estemomento la religión se impregna de dioses que incrementan la cosecha o que ayudana la cura de cierto tipo de enfermedades, entre otras cosas. Estas representacionesartísticas tienen su significado en la interpretación y representación de estosfenómenos naturales que pueden ser perjudiciales o beneficiosos.Como dijimos anteriormente, dependiendo de la intensidad con que se de unareligión en cierto momento, esta presencia es directamente proporcional a la influencia37<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 196.


31ejercida en las otras dos potencias. La manifestación más contundente, donde lareligión se apodera casi en su totalidad de la cultura, la ubica nuestro autor en elcristianismo, específicamente en el siglo XI con Gregorio VII. 38Las observaciones generales <strong>del</strong> autor con respecto a esta relación terminanconcluyendo que la religión necesita mucho más <strong>del</strong> arte que ésta de aquella; parasustentar esta afirmación recurre a varias manifestaciones <strong>del</strong> renacimiento italianodonde algunas religiones míticas clásicas o no clásicas lograron sobrevivir a través <strong>del</strong>arte, cuando ya sus creencias se encontraban totalmente superadas; en este sentidoimpregnaron el arte asegurando su existencia con la de la cultura, incluso afirma, quecuando el arte se presta para la exaltación de lo divino en las épocas profundamentereligiosas lo hace solo como medio de protección para no ser sepultadas, y sacanprovecho de los símbolos religiosos para realizar sus representaciones artísticas. Noobstante esto también podría ser interpretado de manera inversa, es decir,observando cómo la religión se mimetiza con las manifestaciones culturales de lasociedad para lograr arraigarse o incluso sobrevivir.El autor sigue estando a favor de la cultura ya que ésta es producto <strong>del</strong> espírituhumano; es propia de la razón y de las características que conforman la naturalezahumana, la contemplación, el análisis, el deseo de conocer, etc. La religión, comoexpresa innumerables veces, es producto más bien de una falta de razonamientocrítico <strong>del</strong> hombre; es propia de naturalezas primitivas, <strong>del</strong> miedo a lo desconocido, yposteriormente ésta sufre múltiples transformaciones para convertirse en lo queactualmente conocemos.En algunas ocasiones incluso la religión, sin saberlo, es perjudicada por el arte,esto lo explica en el siguiente texto:“El arte, sobre todo, es un traidor: primero, porque <strong>del</strong>ata elcontenido de la religión, es decir, arrebata al hombre la38<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 102.


capacidad para la devoción profunda y presta a ésta ojos yoídos, sustituye los sentimientos por figuras y episodios ysólo exalta aquélla momentáneamente; segundo: porque elarte lleva implícita una alta e independiente peculiaridad pormedio de la cual solo sella pactos temporales y rescindiblescon lo que existe en la tierra. Estos pactos son, además,muy libres, pues el arte solo recibe de su misión religiosa ode otra misión cualquiera la sugestión, sacando su esenciapropia <strong>del</strong> fondo misterioso <strong>del</strong> que se nutre su vida.” 3932Sobre el Islam y la CulturaEl Islam es un ejemplo claro de las religiones que se hacen una con el Estado;todo el poder procede de Dios y se manifiesta a través <strong>del</strong> califato el cual representauna de las máximas autoridades eclesiásticas; las decisiones que se toman a este nivelson incuestionables, esto tiñe la cultura y la supedita a los servicios de la Religión-Estado.Para el basiliense, el Islam es mucho más dañino a la cultura que el propioascetismo cristiano con su desinterés por las cosas terrenales. Esto se sustenta en elhecho de que la religión islámica condena fuertemente a las personas que nopertenecen a esta religión; esto desata fuertes enfrentamientos y guerras religiosasque, en la mayoría de los casos, son contraproducentes y destructivas para la cultura.La cultura islámica es muy criticable; por un lado, sus deseos de indagación sonmuy pobres ya que carecen <strong>del</strong> impulso encantador propio <strong>del</strong> hombre que lo incita adescubrir lo desconocido. En la poesía hay una cierta aberración a lo épico ya que éstaimplica, en ciertos casos, la sobrevivencia <strong>del</strong> alma de los pueblos. La arquitectura esuna de las pocas ramas que desarrolla de manera completa la religión islámica la cualestá embebida de aspectos bizantinos en su contenido.39<strong>Burckhardt</strong>, J. (1909). Reflexiones sobre la Historia Universal. Madrid: orion. Pág. 209.


33CAPÍTULO IVLA CULTURA DEL RENACIMIENTO EN ITALIA


El Estado como obra de arte34Se comentó en párrafos anteriores, que para el autor, el arte es perfección.Cuando se refiere a esto, no sólo piensa en el sentido estético de la palabra, sino queextiende su idea a toda la cultura, como manifestación material <strong>del</strong> espíritu. En variosde sus libros, principalmente en La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia, y en la Historiade la Cultura Griega dedica vastos párrafos con testimonios e ideas de las formas enque se constituía el Estado en Italia y Grecia respectivamente. En el caso de Italia, <strong>del</strong>cual tomamos el título de este apartado, el Estado se objetivó en las instituciones que loconforman con el único fin de brindar todas las comodidades, exuberancias y caprichosal tirano de turno. Es una apología al despotismo y a la explotación, es la degradación<strong>del</strong> ser humano a una bestia básica cuya vida no la decide el mismo sino susnecesidades y las arbitrariedades de un déspota que gobierna por la fuerza y sin elconsenso de nadie. Para <strong>Burckhardt</strong>, el Estado es una obra de arte, no por su belleza nipor esas “vibraciones” que mueven el espíritu frente a una pintura o a una escultura, esuna obra de arte por la forma en que se constituyó de manera perfecta para darrespuesta a las necesidades de monarcas opresores y omnímodos.La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia es uno de los libros más importantes <strong>del</strong>historiador suizo, a pesar <strong>del</strong> texto preliminar que introduce el primer capítulo, donde elautor manifiesta con suma modestia que la obra debe ser considerada más como unensayo que como un trabajo de investigación, se podría aludir que el texto mencionadoes uno de los estudios más importantes sobre la época <strong>del</strong> renacimiento italiano, y asílo han calificado muchos autores después de su publicación; <strong>Burckhardt</strong> dedica granparte <strong>del</strong> libro a la caracterización de las artes en el renacimiento 40 pero también a lostemas políticos y sobre la constitución de las ciudades italianos. Describe de maneradetallada cómo los pequeños tiranos que protagonizaron los tres últimos siglos antes40Aunque curiosamente no titula ninguna sección exclusiva para este tema.


35<strong>del</strong> 1400 fueron desapareciendo, algunos de ellos absorbidos por los más poderosos.En este período salen a relucir los llamados condottieri, caricaturescos personajes quese desarrollaron como capitanes de tropas al servicio de las ciudades-estado italianas,eran una especie de mercenarios sin escrúpulos en busca de tierras y riquezas queofrecían sus servicios al mejor postor. Los príncipes tiranos que describe <strong>Burckhardt</strong>son personajes extravagantes, con una personalidad muy significativa de las tareas quecumplen y de la posición que ocupan, en palabras <strong>del</strong> autor “es una mescolanza entrelo bueno y lo malo”, nos recuerda mucho al término virtú utilizado por Maquiavelo 41 .Refiriéndose al siglo XIV comenta el autor:“La base <strong>del</strong> poder era todavía ilegítima y pesaba sobre ellauna maldición que se resistía a desaparecer. Ni lasinvestiduras ni los beneplácitos imperiales modificaban dichasituación puesto que el pueblo no se daba por enteradocuando el monarca compraba un trozo de papel en un lejanopaís o lo adquiría a algún viajero que cruzaba el país. Si losemperadores hubieran sido útiles para algo, no hubiesenpermitido el advenimiento de los tiranos. Este era elrazonamiento lógico <strong>del</strong> inculto hombre <strong>del</strong> pueblo.” 42El tema de los condottieri es recurrente en el libro; es difícil definir lapersonalidad de estos guerreros, iban desde los más crueles y sangrientos, a figurasque contaban con cierto respeto como Francesco Sforza a quien solían llamar “el padrede los guerreros” y en algunas de las batallas, cuando el enemigo lo divisaba, rendíalas armas y se acercaban a saludarle con la cabeza agachada y en señal dereverencia; 43; fue éste Sforza quien luego conquistara Milán en el año 1447.Si hay un ejemplo claro <strong>del</strong> crecimiento y constitución de un Estado, es Venecia.<strong>Burckhardt</strong> dedica sendos capítulos de su libro a dos de las ciudades más41Maquiavelista rompe con la significación cristiana <strong>del</strong> término, se lo lleva al terreno de los pragmático,de la «utilidad» y la «técnica», no es una facultad moral, sino el ímpetu, la energía, “las ganas de”.42<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 29.43<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 34.


36representativas <strong>del</strong> Renacimiento, Venecia y Florencia. Ciudades tan representativascomo antagónicas en las cuales transcurrió de manera intensa todo el Renacimiento.Florencia, la “ciudad de la agitación perpetua”, y Venecia, “la ciudad de la tranquilidadaparente y <strong>del</strong> sosiego político.”La forma en que se conformaron las instituciones en Venecia fue modélica:“Este pueblo de gente rubia y esbelta, que andaba con pasosuave y ligero y conversaba razonadamente, apenas sedistinguían entre sí en los que respecta a trato y aspecto.Las muchachas y las mujeres gustaban <strong>del</strong> aseo, y seadornaban especialmente con perlas, Venecia disfrutaba deuna general prosperidad, cuyo brillo no empañaban lascuantiosas pérdidas sufridas con los turcos, por lo que pudoresistir durante muchos años los rudos golpes que le asestóla decidida enemistad de Europa, el descubrimiento decaminos <strong>del</strong> mar hacia las Indias Orientales, la caída <strong>del</strong>Imperio mameluco de Egipto, y las guerras de la Liga deCambray.” 44En la sección segunda <strong>del</strong> Tomo I de La Historia de la Cultura Griega 45 ,<strong>Burckhardt</strong> llega a decir, refiriéndose a la Edad Media y al renacimiento, que la únicavez donde alguna ciudad-estado alcanza la autonomía de la polis griega fue enVenecia; aunque claro está, que la constitución de la polis griega y de las ciudadesrepublicanas de la Edad Media, fueron momentos muy distintos. Volveremos sobre estepunto más a a<strong>del</strong>ante.La forma en que la República toma el control de la sociedad a través de unossistemas de registro sumamente complicados afianza la tesis de que Venecia enconjunto con Florencia se puedan considerar la cuna de la estadística moderna.Venecia fue la primera ciudad en la que se comenzó a sistematizar un censo ya no porfamilias, ni por hombres aptos para las armas, sino por personas (bocche). El Estado44<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 68.45<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 106.


37de Florencia tenía un claro conocimiento de sus ingresos y egresos, controlaba elcomercio y tenía registros precisos de sus pensiones y los tributos recolectados. Estedesarrollado espíritu mercantil y estatal no se destacó en el tema de las artes.Prácticamente toda la producción literaria de entonces estuvo concentrada en temaspolíticos, jurídicos, médicos y teológicos.“En la historia de Florencia se encuentran reunidas lamáxima conciencia política y la mayor riqueza en período dedesarrollo, por lo que dicha ciudad bien se merece el títulode primer estado moderno <strong>del</strong> mundo. En Florenciarealizaba el pueblo entero lo que en los principados eracometido de una sola familia. El maravilloso espírituflorentino, dotado a la vez de aguda razón y de espírituartístico de creación, configuró de manera permanente suestado político y social al poco tiempo que lo perfilaba yorientaba. Así se convirtió Florencia en la cuna de las ideasy doctrinas políticas, de los experimentos e inventos, perotambién fue, al lado de Venecia, la patria de la estadística y,por encima de todo, la patria de la Historia, en su sentidomoderno.” 46Florencia, en menor medida que Venecia pero con los mismos méritos, hacealarde <strong>del</strong> manejo de sus finanzas, destrezas que no solo disfrutan los organismospúblicos, sino que además forma parte de la cultura de la época; la contabilidaddoméstica y agrícola era un talento innato para los florentinos. El comercio, la industriay la actividad agrícola despertaron el sentido económico en el Estado; al igual queVenecia, poseían un sistema estadístico sumamente exacto, el cual también se apoyaen el sistema propio de la Iglesia. Para 1422 se cuentan 72 casas de cambioestablecidas alrededor <strong>del</strong> Mercado nuevo, una industria creciente de hilados de oro,telas de seda, renacer de la arquitectura antigua y una rica literatura. Florenciaexperimentó varios cambios políticos, sin que eso incidiera significativamente en el46<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 76.


38bienestar general de sus ciudadanos, “Florencia se convirtió en la reproducción exactade las relaciones entre la colectividad humana y el hombre individualizado paraconstruir un todo en perpetua fase de transformación.” 47La guerra como obra de arteEl arte bélico nunca se ha detenido en su perfeccionamiento; desde siempre hasido interés de los que detentan el poder el ampliar sus fuerzas de ataque y defensa, yen el caso de la edad media también de la fortificación y el asalto. Ya hemos habladode los condottieri en el territorio italiano y como constituían un sistema mercenario parahacer frente a las exigencias bélicas de entonces. De esta época destacansignificativamente como maestros de guerra Federico de Urbino y Alfonso de Nápoles.“En Italia encontramos por vez primera a la ciencia y al artebélicos como un conjunto homogéneo y se manifiestatambién por vez primera un placer desinteresado en ladirección acertada de la guerra, tal como era lógico esperarde los frecuentes cambios de partidos y <strong>del</strong> comportamientoobjetivo de los condottieri.” 48Paralelo al arte de la guerra 49 se perfeccionó la literatura sobre este tema. Laliteratura italiana de entonces era rica en descripciones y relatos de estratagemas, yésta era asequible tanto a los expertos en el tema como al público común. 50Ademásde los premios propios al vencedor de las batallas, su incentivo se veía incrementadopor la inmortalización que seguramente lograría en la pluma de algún buen escritor.47<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 82.48<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 96.49A propósito de los avances técnicos sobre las prácticas bélicas, se refiere una proliferación de losmedios de destrucción a larga distancia, los cuales contaban con sus admiradores y sus detractores.50v.g. Maquiavelo con el “Arte de la Guerra”.


39Más aún por el ambiente laico donde las victorias ahora dependían más <strong>del</strong> coraje y lasdestrezas <strong>del</strong> guerrero que de los designios divinos.El Estado italiano y el individuoNo se puede ver la llegada <strong>del</strong> renacimiento italiano sin la constitución de unestado que ya es prácticamente moderno, que toma en cuenta al individuo y a lariqueza humana espiritual. Antes de eso, la única particularización se hacía con loshombres de poder, como los condottieri y sus familias. Muchos hombres talentososquedaban arropados bajo el manto <strong>del</strong> tirano quien aprovechaba sus destrezas paraexaltar su figura.Varios factores configuraron la reivindicación de la figura humana y la mentalidadindividual. Por un lado, la riqueza, la fortuna y la vida próspera de una Florenciacrecida, además de la pálida imagen de la Iglesia que sin el apoyo <strong>del</strong> Estado ejercíaun precario control social. De igual forma, el legítimo forcejeo entre los miembros de lospartidos por recuperar el poder fue construyendo el mo<strong>del</strong>o de un hombre individual,privado; algunos de ellos desterrados y con altas capacidades intelectuales como fue elcaso de Dante.“Dante encontró....una patria nueva en el lenguaje y en lasculturas de Italia, pero aun fue más lejos al pronunciar estaspalabras: “Mi patria es el mundo.” Cuando le ofrecieron elregreso a Florencia, en condiciones humillantes, Dantecontestó, por escrito, lo siguiente: “¿Acaso no puedocontemplar la luz <strong>del</strong> sol y de las estrellas en todas partes?¿Acaso no puedo reflexionar en todas partes acerca de lasgrandes verdades, sin tener que aparecer avergonzado y singloria, frente al pueblo y la ciudad? ¡En ningún lugar ha defaltarme pan!” Con elevado espíritu subrayan los artistas elimperio de su libertad sobre cualquier traba localista. “Quiense dedica a la sabiduría, dice Ghiberti, no es jamás unextraño en parte alguna, aunque le roben su fortuna y quede


huérfano de amigos, pues se convierte en un miembro másde aquella ciudad y puede contemplar sin temor lasmudanzas <strong>del</strong> Destino.” 5140El hombre renacentista es por principio un humanista, expertos en dos lenguasantiguas, con una educación refinada y una vasta cultura sobre los clásicos. Podríamosdecir que el ideal de la “vida buena” de Aristóteles se lleva a cabo en el hombreflorentino <strong>del</strong> Renacimiento, un apego ineludible a la verdad y una vida que tiende a la“virtud” como máximo bien, esa areté práctica que lleva al hombre al fin supremo, laeudaimonía.La vuelta a lo antiguoEl contenido principal de la cultura renacentista es la antigüedad. Muchas tesisse han esbozado sobre las razones que llevaron a un resurgir <strong>del</strong> mundo antiguo parallenar y marcar los preludios de una modernidad tardía. Los argumentos que sostienenla idea de una Edad Media pálida se alimentan <strong>del</strong> hecho de que la modernidad surgede una antigüedad renovada, de un neoclasicismo, ya que mil años de supuestaesterilidad no podían marcar las pautas de una nueva era para el hombre. La necesidadde cambio que vibraba en el espíritu de cada ser humano, cuando su libertad era unaquimera, no encontraba salida después de siglos de gestación; culminando la EdadMedia venía una ruptura que impedía el siguiente paso, no había porvenir; elRenacimiento rasga el velo imaginario de la Edad Media y la niega, no a sus ideasantagónicas, sino a un lapso casi perdido que le robó tiempo a la humanidad. Con unRenacimiento de lo clásico la modernidad se conecta directamente con lo antiguo. ElRenacimiento es una preparación, una premodernidad con atisbos medievales. Es unanueva visión <strong>del</strong> mundo donde el advenimiento de un nuevo canon de belleza semanifiesta en la recuperación de los clásicos. Claro está que estas teorías que afirman51<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 129.


41el transcurrir de una Edad Media oscura o sombría, sin sentido, abismal y sin hombre,pasan por alto mil años de historia, que a pesar de no haber sido los más intensos entérminos intelectuales y de avances técno-científicos, trajeron consigo a figuras como:San Agustín (354-430), Avicena (980-1037), Averroes (1126-1198), Santo Tomás(1225-1274), Duns Scoto (1266-1308), Guillermo de Ockham (1285-1349), Nicolás deCusa (1401-1464), Pietro Pomponazzi (1462-1525), Nicolás Maquiavelo (1469-1527),Nicolás Copérnico (1473-1543), Tomás Moro (1478-1535), Michel de Montaigne (1533-1592), Giordano Bruno(1548-1600), Galileo Galilei (1564-1642), Tommaso Campanella(1568-1639) y Johans Kepler (1571-1630). Figuras sin las cuales difícilmentehubiésemos podido tener el Génesis de la Edad Moderna.No todo el Renacimiento estuvo contagiado <strong>del</strong> mismo espíritu, el autor distingue<strong>del</strong> Renacimiento de Dante de los siglos XIII y XIV y el Renacimiento posterior, dondeun humanismo “sofocante” seca de ideas propias a la Florentina de la época y esto serefleja en algunas artes, como por ejemplo en la literatura que básicamente se reduce auna serie de citas de la literatura clásica antigua. Tal era la obsesión de los florentinosde la época por emular el pasado, que hombres de Estado y comerciantes imitaban elestilo de vida de la antigüedad, las artes y las instituciones.El caso de las universidades y centros culturales era privilegiado, con elcreciente interés por las artes y las ciencias los profesores de retórica y juristascontaban con múltiples posibilidades de ofrecer sus servicios; los sueldos y beneficioseran generalmente buenos y las facilidades de movilización permitían un flujoimportante de entrada y salida de profesores. Algunas universidades como la deBolonia alcanzaron fama internacional y estudiantes de todas partes se acercaban asus instalaciones para conocer a los humanistas más importantes de entonces. ElEstado estaba consciente de la importancia de los centros educativos, tanto que enalgunos casos llegaban a destinar hasta el 50% de los ingresos de la ciudad a la


42<strong>Universidad</strong> 52 . La escuelas no pertenecían a la Iglesia sino a la administración pública yotras eran privadas. El estudio de las lenguas antiguas era casi obligatorio, así comotambién los estudios de Lógica.Se comentó anteriormente que a pesar de que definimos un tiempo histórico decasi cuatro siglos con el nombre general de “Renacimiento”, en un estudio másdetallado y que profundice en todos los aspectos de esta época nos daríamos cuentade que no fue un momento homogéneo, al contrario, fue una época convulsionada, decambios que se atropellan unos con otros y que en cierta forma podría considerarsecomo la adolescencia <strong>del</strong> ser humano, es decir, llena de mucho vigor pero tambiénllena de muchas dudas e inseguridades, con una personalidad por construir y donde afalta de ideas propias la imitación en todo lo que se hacía se convierte en el rasgo máspredominante.Uno de los rasgos más distintivos dentro de este particular período fue ladecadencia de los humanistas ilustrados en el siglo XVI, quienes luego de haberdisfrutado de tanta fama y prestigio, varios factores se confabularon para invertir lapolaridad de esta atracción.“El recorrido de los humanistas fue de tal índole que sólo lasnaturalezas dotadas de una extraordinaria solidez moralfueron capaces de seguirlo sin percibir daños. El primerpeligro provenía, a veces, de los mismos padres quepretendían transformar a su hijo, precozmente desarrollado,en un niño prodigio, en vistas a su futura ubicación dentro deun estamento que en aquella época lo era todo. Pero el niñoprodigio suele desarrollarse hasta que se detiene en undeterminado nivel y cuando intenta mantenerse en suposición de privilegio, se ve obligado a arrostrar las pruebasmás duras. También para el joven ambicioso, era la fama yla brillantez de los humanistas una peligrosa sirena deseducción, y llegaba a convencerse que dado suextraordinario talento innato no debía preocuparse de las52El caso referido es el de Bolonia y su <strong>Universidad</strong>.


cosas vulgares y sencillas. Y así se lanzaba a una turbulentay desordenada vida, en la que alternaba los más rigurososestudios, con las clases particulares, el secretariado, elservicio de los príncipes, el desafío con enemigos mortales yotros graves peligros, y experimentando sentimientos tandispares como la admiración entusiasta y el sarcasmodemoledor, y pasando de la opulencia a la miseria. Enalgunas ocasiones, la propia ciencia se subordinaba al másvacuo de los diletantismos. Pero el más grave daño consistíaen que este género de vida casi era incompatible con unaresidencia fija, puesto que requería el continuo cambio <strong>del</strong>ocalidad, y el propio individuo notaba que era incapaz depermanecer largo tiempo en un mismo lugar. La gente,insaciable, le exigía siempre cosas nuevas y la opresión desus enemigos se le hacía insoportable.” 5343La crítica principal estuvo compuesta por esa exacerbación enfermiza que hubosobre la renovación de lo antiguo; el Renacimiento heredó de la Edad Media elfanatismo dogmático por Dios pero trasladando el fetiche al mismo pensamientoantiguo; la divinización <strong>del</strong> mundo antiguo cegó por largos ratos al Renacimiento. De lamisma forma, el modo de vida de estos sofistas semi-modernos hacía que el despreciode la gente creciera sin cortapisas, una vida llena de libertinaje, nomadismo y cada vezmás alejada de los criterios de ese frónimos aristotélico <strong>del</strong> que tanto hablaban.“El humanista <strong>del</strong> Renacimiento había de poseer una vastaerudición, y se constituía en el vértice de las más diversassituaciones y tareas. Luego, para narcotizarse, se entregabadesordenadamente a los placeres con el más absolutodesprecio por la moral reinante al considerar que, fuera cualfuese su comportamiento, siempre se pensaba de él lo peor.No se conciben a dichos caracteres sin una gran dosis deorgullo, que les era indispensable para sobrenadar lasturbulentas corrientes de su tiempo. Este orgullo había deaumentar necesariamente con la veneración, alternada conel odio, <strong>del</strong> que se sentían objeto. Los humanistas eran las53<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 236.


víctimas más notables de una subjetividad desenfrenada. Talcomo hemos hecho notar, las acusaciones y dualidaddesarrollada, toda celebridad, había de calcular con la burlay la atenta observación de los demás. Pero lo cierto es quelos propios interesados suministraban el terrible material quehabía de ser utilizado en contra de ellos.” 5444Sobre el descubrimiento <strong>del</strong> hombre y su lenguaEl “conócete a ti mismo” de Sócrates nunca había estado tan vigente hasta estemomento. El exacerbado humanismo y la individualización <strong>del</strong> ser humano trajo consigoun profundo conocimiento sobre todos los estadios <strong>del</strong> hombre. Con el Renacimiento, eleje principal de pensamiento, ideas y producción intelectual y artística, pasa de dios alhombre. Tanto es así, que según <strong>Burckhardt</strong>, son los italianos los primeros en mostrarun serio interés por el género de la “biografía”, por la descripción de personajes.El hombre renacentista es el humanista por excelencia, es la versión erudita <strong>del</strong>dandi decimonónico, una vida guiada por el epicureísmo, el honor y el buen gusto,aficionado a todas las vertientes <strong>del</strong> arte de la época y en el caso renacentista sevincula y se confunde con los hombres de estado. A propósito <strong>del</strong> comentario sobre elgénero de la biografía, uno de los retratos más perfectos de la época es el querepresenta Castiglione con su “Cortesano” 55 . De naturaleza independiente y movidomás por el espíritu de la perfección que por la de servir a un príncipe. El Cortesano deCastiglione es un hombre de alta cultura, con unas refinadas prácticas caballerescasque no disminuyen su conocimiento sobre los más variados juegos, el salto, la natación,la lucha y el ejercicio de las armas, además de buen bailarín y si no políglota, al menoscon gran manejo <strong>del</strong> latín y griego además <strong>del</strong> italiano. Las actitudes nobles <strong>del</strong> hombrerenacentistas son movidas más por el honor que por la conciencia, honor que podríaser confundido con ansias de gloria. En ningún párrafo específico el autor plasma una54<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 238.55Castiglione, B. (1873). El Cortesano. Madrid: Libros de antaño. IV volúmenes.


45visión conclusiva de lo que pudo representar para él este hombre renacentista y másaún, el propio Renacimiento. Estas caracterizaciones se dejan ver parcialmente amedida que expone su visión sobre otros puntos al respecto. Ese ambiente cultural yesa progresión dialéctica quedan bien representados en el Zeitgeist 56 que utiliza<strong>Burckhardt</strong> y que lo toma directamente de Hegel. En todo caso, está claro que para elautor, el hombre renacentista es más un comienzo que un fin.En cuanto a la lengua, es sabido que desde la caída <strong>del</strong> Imperio Romano hastala unificación de Italia en 1861, la región contaba con dialectos de los más variadosorígenes. La época <strong>del</strong> Renacimiento es un momento clave en este tema debido a quela lengua que oficialmente asumirá el Reino de Italia durante su unificación será eltoscano literario que tiene su máxima expresión en los texto de Dante, Petrarca yBocaccio.De estos autores, Dante es quizá el que trata el asunto <strong>del</strong> lenguaje con mayorracionalidad, esto lo hace en su libro De la lengua italiana el cual podría considerarse laprimera obra sobre una lengua moderna. El secreto de haber considerado el lenguajeun tema de alta importancia para Italia (tanto así que antes <strong>del</strong> texto de Dante ya habíaestudios pormenorizados sobre la situación de los dialectos) fue que una vez adoptadaesta lengua pura como lengua oficial, el resto de las provincias la asumieron sinmayores cortapisas, además de preservar un acento común y no como otros paísesdonde los acentos provincianos marcan diferencias significativas sobre la mismalengua; al menos así lo cree <strong>Burckhardt</strong>.Ética y Religión en el Renacimiento italianoEl tema de la ética y la moralidad en el estudio de <strong>Burckhardt</strong> es uno de losasuntos que trata de manera más apasionante. Aplica tanta emoción y entusiasmo56El término Zeitgest lo utilizan algunos filósofos alemanes para referirse al “espíritu <strong>del</strong> tiempo”. Loutilizaban cuando querían significar el ambiente intelectual y cultural <strong>del</strong> momento.


46como cuidado, recelo y <strong>del</strong>icadeza; está consciente de que el tema, tanto o más queotros igualmente tratados, pertenece al campo de lo subjetivo, de lo intangible einmensurable, de lo que por definición es inexacto y susceptible a múltiples equívocos.Tal es su precaución, que iniciando el apartado que dedica en La Cultura <strong>del</strong>Renacimiento en Italia, alerta:“La actitud adoptada por cada uno de los pueblos respecto alos problemas más elevados, esto es respecto a Dios, a lavirtud, a la inmortalidad, puede ser investigada hasta ciertopunto, pero no admite en ningún caso una comparaciónexacta. Así, cuanto más concretas parecen ser lasdef<strong>inicio</strong>nes en este aspecto, tanto más debemosprecavernos de aceptarlas incondicionalmente, y degeneralizarlas. Esta advertencia debe tenerse en cuantacuando emitamos un juicio acerca de la moralidad. Podemosseñalar numerosos contrastes y matices entre los pueblos,pero el criterio humano no goza de suficiente perspectivapara apreciar la suma absoluta <strong>del</strong> conjunto.” 57Y luego también señala:“Así, pues, cuanto se diga de ahora en a<strong>del</strong>ante no debetomarse como un juicio, sino como una serie deobservaciones marginales, que han surgidoespontáneamente durante los largos años dedicados alestudio <strong>del</strong> Renacimiento italiano.” 58Con la incorporación de la moral como tema de estudio, <strong>Burckhardt</strong> hilvana tresideas claves que reaparecen a lo largo de su tratado principal 59 ; en primer lugar, lainescrupulosa imitación de los tiempos antiguos, a tal punto que además <strong>del</strong>renacimiento de las artes, la política, y lo social, todo esto trajo también consigo una57<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 373.58<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 374.59La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia


47cantidad de errores y desatinos que poco importaron a los humanistas predicadores <strong>del</strong>nuevo clasicismo. En segundo lugar, la crisis política de la nación, a la cual estáíntimamente ligada la crisis moral y que según el autor tiene su origen en estaemulación desaforada. Y en tercer lugar, este último aspecto de la moral que a ojos <strong>del</strong>autor representó la desvirtuación definitiva <strong>del</strong> humanismo y que arrastró consigonefastas consecuencias; sobre este tópico se observan citas varias y razonamientos afavor <strong>del</strong> argumento donde se repiten palabras como «egoísmo», «venganza»,«descontrol», entre otros. Como parte de esta descomposición moral queprácticamente cierra el círculo <strong>del</strong> renacimiento, surge un creciente interés por lasrelaciones ilícitas entre ambos sexos; ya para la Edad Media a la iglesia no lerepugnaba 60la prostitución sino hasta que llegó la sífilis, sin embargo, en elRenacimiento fueron muy comunes las relaciones fuera <strong>del</strong> matrimonio. Lógicamente,como en toda Historia de la Cultura, cuando el autor, a través de su agudorazonamiento y su minuciosa visión, habla de estos asuntos, no sólo señala la vidasocial <strong>del</strong> momento sino además su representación artística a través de la literatura, elteatro y hasta la música. La situación de una desvirtuada moralidad era tangeneralizada, que los actos de adulterio, las venganzas, los asesinatos y toda clase decrímenes, muchas veces eran visto con complicidad por parte de la población; unajusticia precaria o la falta de ella, muchas veces llevaba al italiano renacentista <strong>del</strong> sigloXV y XVI a tomársela por sus propias manos; muchos crímenes se cometieron porresentimiento o venganza durante esta época.“En 1480, el ducado de Milán experimentó una grave crisisinterna a consecuencia de la muerte de Galeazzo MaríaSforza y desapareció cualquier garantía de seguridad en lasciudades provincianas. Esta era la situación en que vivíaParma, donde el gobernador milanés vivía aterrorizado por60Tanto la idea como la palabra “repugnaba” la tomo de la página 382 de La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento enItalia.


los frecuentes atentados a su persona, liberándose endiversas ocasiones por milagro de caer en manos de lospersonajes más terribles. En dicha ciudad eran frecuenteslos asaltos, las demoliciones de casas, los asesinatos ytodas las noches rondaban las calles bandas armadas decriminales, enmascarados en un principio y sin ningunaclase de disfraz más tarde. Allí también se consumaban sintrabas las más crueles bromas, y circulaban sátiras y cartasde amenazas, entre las que destacó un sarcástico sonetocontra las autoridades, que indignaba más a éstas que a lapropia y terrible situación. El hecho de que en muchasiglesias fuera robado el tabernáculo con sus hostias, norevela el singular matiz de aquella general carencia deescrúpulos. En la actualidad sería imposible prever lo quesucedería en cualquier país <strong>del</strong> mundo si el Gobierno y lapolicía interrumpieran sus actividades e impidieran a la vez,con su presencia, la formación de un régimen provisional;pero lo que entonces sucedió en Italia, en talescircunstancias, tuvo un aspecto especial a consecuencia dehaberse mezclado en aquel caos una dosis masiva de actosde venganza.” 6148El declive moral no tuvo obstáculos ni para penetrar en las figuras protagónicasde la iglesia católica para ese momento. Según narra el autor, en agosto <strong>del</strong> 1495,apareció colgado en una jaula de hierro en la Torre de San Guiliano, de Ferrara, elsacerdote Niccolo de Peligati, de Figarolo, personajes <strong>del</strong> que se tienen pocasreferencias y que simbolizó de manera perfecta el fenómeno <strong>del</strong> “bandolerismo” quecundía en la Italia <strong>del</strong> Renacimiento como consecuencia de la desidia moral en la quese encontraba. Peligati, quien “había cantado en toda su vida dos misas”, 62 ya habíasido absuelto por Roma al cometer su primer crimen, luego mató a cuatro hombres másy tuvo de esposas a dos mujeres que arrastró consigo en todas sus fechorías. Yademás, fundó una banda uniformada que asoló por varios años a Ferrara, región nortede Italia, aledaña a Bologna.61<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 389.62<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 390.


49<strong>Burckhardt</strong> resume de manera elocuente su visión <strong>del</strong> hombre renacentistaitaliano, que se debate entre el bien y el mal, y cuya conducta inefable construyó laimagen de esa personalidad tan propia <strong>del</strong> Renacimiento italiano y que no tuvocomparación en ningún otro lugar ni época de la historia.“El defecto principal de su carácter fue al propio tiempo, lacondición esencial de su grandeza: su desarrolladoindividualismo. El individuo se desligó íntimamente <strong>del</strong>Estado, en su mayor parte tiránico e ilegítimo, y cuanto sintióe hizo fue considerado como una traición, con justicia o sinella. A la vista <strong>del</strong> triunfante egoísmo de los gobernantes,tomó a su cargo la defensa de sus propios derechos y asícayó, impulsado por la venganza, en poder de las fuerzasocultas, creyendo recuperar su paz interior. El amor dedichos individuos se orientaba hacia otros individuos,igualmente desarrollados y, precisamente, hacia la mujer desu prójimo. Frente a todo lo objetivo, frente a obstáculos yleyes de toda naturaleza, adquirió la conciencia de su propiasoberanía y decidió en cada caso, de manera independiente,puesto que en su conciencia se armonizaba el sentimiento<strong>del</strong> honor y <strong>del</strong> interés, la inteligente reflexión y elapasionamiento, la renuncia y la venganza. Si consideramosque el egoísmo tanto en su sentido estricto como en susentido más amplio son origen y raíz de todo mal,llegaremos a la conclusión de que el desarrollado puebloitaliano de aquella época estaba más cerca <strong>del</strong> mal quecualquier otro pueblo. Pero este desarrollo individual no eraculpa suya, sino consecuencia de un imperativo históricouniversal, impuesto no sólo al italiano, sino trasmitidotambién por la propia cultura italiana a los demás pueblos deOccidente y constituyendo a partir de entonces el nivel másalto en el que podía vivirse. Este nivel no fue en sí mismo nibueno ni malo, sino simplemente necesario, y en él sedesarrolló el moderno concepto <strong>del</strong> bien y <strong>del</strong> mal, dentro deun orden moral esencialmente distinto al <strong>del</strong> que reinó en laEdad Media. El italiano <strong>del</strong> Renacimiento tuvo que resistir losprimeros embates de esta nueva época. Con sus virtudes ysus pasiones, se ha convertido en el más destacado y


genuino representante de la misma, tanto en los aspectosmás destacados y nobles como en los más bajos ydepravados. Así vemos como viven al lado de la inmoralidadmás absoluta, las más puras y equilibradas de laspersonalidades practicando un arte pleno de gloria queexalta la vida individual de una forma como no quisieron o nopudieron hacer la Antigüedad y la Edad Media.” 6350La religión en el RenacimientoLa moralidad y la religión casi siempre van de la mano, no sólo en el medioevosino también en el Renacimiento.Ya vimos en la sección anterior cómo la degradación moral que se apoderó de lavida renacentista, principalmente en las últimas décadas, no escapó nisiquiera <strong>del</strong> cleroitaliano; más aún, para el autor, el agente causante de la degradación moral deentonces estuvo precisamente en la Iglesia. Sacerdotes, monjes y obispos incurrían encomportamientos indignos, de baja naturaleza, hechos que se hacían más graves encuanto se evidenciaba en los representantes de la religión más dominante de entoncesy en cuyos discursos se exhortaba precisamente a lo contrario. En estos capítulos seencuentran amplias referencias a Masuccio, poeta italiano de la época renacentistacuyas obras se caracterizaron por una aguda crítica a la iglesia y sus representantes;varios de sus libros fueron incluidos en el Index librorum prohibitorum et expurgatorumde 1559 creado por la Sagrada Congregación de la Inquisición. Una figura sumamenterepresentativa de la época fue Girolamo Savonarola 64 , religioso dominico y elocuentepredicador italiano que estuvo relacionado con los Medicis, y confrontó duramente ladesidia moral de la sociedad florentina y la iglesia <strong>del</strong> momento. Vale recalcar que, apesar de la desvirtuación que afrontó toda la ciudad casi en pleno y la cual quiererepresentar <strong>Burckhardt</strong> de la manera más explícita y clara, no todo el clero estaba63<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 395.64http://es.wikipedia.org/wiki/Girolamo_Savonarola


51herejizado por estos comportamientos; según narra el historiador habían monjes ysacerdotes con un sentido muy alto de la dignidad humana, los grandes valores y eldebido comportamiento social; la sociedad que a pesar de todo no estaba enceguecidasupo distinguir con admirable sindéresis estos casos excepcionales, dándoles el puestoque merecen, con mucho respeto y admiración. Savonarola fue uno de los que quisohacer esta diferencia, y trató de identificar a monjes, sacerdotes y obispos que a sujuicio obraban de manera intachable, no obstante, ya se habían acumulado tantosresentimientos que no pudo frenar el adverso juicio general sobre los representantes <strong>del</strong>a iglesia.Para <strong>Burckhardt</strong>, espiritualidad y religión no son la misma cosa, de hecho, enalgunos casos son términos antagónicos. Y esto queda claro cuando se pregunta depor qué Italia, siendo una nación tan espiritualizada, no reaccionó en contra de lahegemonía religiosa, e incluso pregunta: “por qué no <strong>inicio</strong> una reforma como la quellevó a cabo el pueblo alemán”. 65 Para el autor, la espiritualidad entendida en términosmodernos, es la parte metafísica de la cultura, de la “civilización”; es una espiritualidadprofundamente antropológica y cuya continuidad marca todos los tiempos; y en estesentido, la Historia, es la Historia <strong>del</strong> Espíritu.El culto religioso tenía una cierta uniformidad en todas las clases sociales. Paraese momento, y al igual que permanece en nuestros días, se estableció de maneraconsensuada entre los practicantes católicos una especie de patronato de algunossantos para ciertas áreas de la vida: para la producción agrícola, la enfermedad, eltrabajo, etc. Florencia tenía a su patrono San Zenobi, quien fue su primer obispo en elsiglo V; sin embargo, no se puede decir que haya sido de las ciudades más devotas,quizá por ese humanismo recalcitrante y su fascinación por el arte haya prestado másatención a sus figuras seculares como Dante y Petrarca.65<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 398.


52La Historia de la religión católica en la Italia renacentista fue una historia dedesencuentros. Así como se relató en párrafos anteriores, el hombre renacentista fueun hombre profundamente profano, con un poderoso individualismo y con un afán por eldescubrimiento <strong>del</strong> mundo exterior y <strong>del</strong> espíritu que lo entregó fácilmente a lasreflexiones acerca de la libertad.“Sabían distinguir perfectamente el bien <strong>del</strong> mal pero noconocían el pecado; confiaban en eliminar perfectamentecualquier perturbación de su armonía interior, por lo quedesconocían el arrepentimiento. Así se esfumaba lanecesidad de la salvación, en tanto que la ambición y elesfuerzo intelectual de cada día borraba por completo elpensamiento <strong>del</strong> más allá o adoptaba una figura poética ensustitución de la dogmática. Imaginemos todo este estado decosas intervenido, y, en parte desordenado por ladesbordante fantasía italiana, y obtendremos una imagenespiritual de la época, que estará más cerca de la realidadque cualquier superficial lamentación acerca <strong>del</strong> paganismomoderno.” 66Todo esto no quiere decir que el hombre renacentista no tuviera una concienciareligiosa, o no practicara la fe; lo que sí es cierto es que se desarrolló una religiónindividual, propia de cada hombre, sin dogmas. En este punto debemos recordar quepara <strong>Burckhardt</strong>, el Renacimiento es el primer acto de la Edad Moderna.Existen varias semejanzas <strong>del</strong> ethos <strong>del</strong> Renacimiento, específicamente lo querefiere a la vida espiritual <strong>del</strong> individuo, con el epicureísmo. El hombre renacentistatiene una visión fatalista de la vida, y quizá por eso, al igual que el epicureísmo y elhedonismo, buscan la felicidad, no solo <strong>del</strong> cuerpo y los placeres materiales, sino <strong>del</strong>espíritu, esa ataraxia 67 de la cual se alimenta el frónimos aristotélico. Para elepicureísmo la vida culmina con la muerte mundana, muere el cuerpo y muere el alma,66<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 427.67Ausensia de turbación.


53diferencia abismal con el catolicismo donde prácticamente la vida en la tierra gira entorno a la salvación <strong>del</strong> alma. La iglesia llamaba epicúreos a los que pensaban de estamanera, y a pesar de que nos encontramos en los límites de la Edad Media, esta erauna posición ampliamente adoptada, de hecho, no era mal visto compartir abiertamenteesta posición en la Florencia <strong>del</strong> Renacimiento, siempre y cuando no se difamara a laIglesia. Esta postura frente a la muerte quizá era alimentada por el mismo desprecioque se había originado frente al comportamiento de los representante <strong>del</strong> clero; nohabía hombre humanista que quisiera tener que agradecer la salvación de su alma aningún representante corrupto, de manera tal, que negaban la idea de la salvación. Asímismo, una tendencia muy occidentalizada es la creencia <strong>del</strong> libre albedrío, lo cualindica que el individuo es, en última instancia, el responsable de sus decisiones, y queéstas no se encuentran coaccionadas o determinadas por fuerzas superiores. Esto abreprofundas diferencias entre conceptos como el de libertad y moral; en el caso de lalibertad, el hombre renacentista es un amante de ella, luego de la asfixiante hegemoníacatólica la libertad se convierte en el bien más preciado. Con respecto a la moral, seabre una brecha en la concepción ética para las doctrinas cristianas y para lascorrientes de pensamiento que abogan por el libre albedrío. Cuando sopesamos estasdos vertientes es evidente que no podemos juzgarlas bajo los mismos criterios.Un aspecto que contraponía de manera intencional el espíritu de religiosidad <strong>del</strong>medioevo en relación a la religiosidad <strong>del</strong> Renacimiento, era el afán de la iglesia porapartar de la vida común el aspecto cultural educativo. Ejemplo de esto lo vemos conPablo II quién aconsejaba a los romanos interrumpir la educación de sus hijos una vezque hubiesen aprendido a leer y escribir, además de arremeter contra la AcademiaRomana por presuntos actos de herejía 68 .Breves notas sobre el texto de La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia68http://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_14/Reviews/4.pdf


54En varios capítulos <strong>del</strong> libro, el autor deja claro la admiración de algunos de losgobernantes de las diferentes ciudades-estado en las que se fragmentó Italia, por lacultura mahometana. En esos casos trata de hacer la semejanza en la administraciónpública de estas ciudades con los sistemas de administración mahometana, incluso enciudades como Florencia o Venecia.En la página 428 de vuelve a recalcar esa admiración diciendo:“Era perceptible ya en el Siglo XIII la admiración de lositalianos por un ideal mahometano, pleno de nobleza,dignidad y orgullo y representado por la persona <strong>del</strong> Sultán.Al afirmar esto, el pensamiento volaba siempre hacia lossultanes ayubitas y mamelucos de Egipto, y al concretar unnombre aparecía, con preferencia, el de Saladino. Inclusolos turcos otomanos, cuyos métodos crueles y destructivosno eran un secreto para nadie, inspiraban terror sólo amedias a los italianos (tal como antes hemos visto ya), ypueblos enteros se habrían acostumbrado a la idea de unposible contacto con aquellos.” 69Cuando menciona a Saladino, quien fue uno de los más grandes gobernantes<strong>del</strong> mundo islámico, quien se hizo famoso, entre otras cosas, por su unificaciónreligiosa y política <strong>del</strong> oriente próximo en contra de una de las cruzadas cristianas,viene a nuestra mente ese resentimiento que se convirtió en deseo por la reunificaciónde Italia, quien de manera inconsciente, aspira nuevamente a los tiempos de grandezade aquel imperio romano.Otra idea curiosa en su concepción <strong>del</strong> Renacimiento, es que para él difícilmentellega al 1600, ya mucho antes cuando narra la decadencia moral, la ruina política, laexacerbación sofocante <strong>del</strong> humanismo y sus “lamentaciones” estamos lejos de un69<strong>Burckhardt</strong>, J. (1968). La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Barcelona, España: Zeus. Pág. 428.


55renacimiento esplendoroso, sublime, de cúspide cultural. Esta categorización estábasada en algo que referíamos en la introducción de este trabajo, y es que para<strong>Burckhardt</strong> el concepto de época no responde a etapas que se encuentran ubicadasentre dos acontecimientos históricos representativos, sino que se refiere a una etapadonde el ethos de una sociedad se considera relativamente homogéneo, en el autor elsentido <strong>del</strong> espacio histórico supera al sentido <strong>del</strong> tiempo histórico. Lo cual quiere decirque para el basiliense la época renacentista es quizá anterior a la consensuada por lahistoriografía moderna.


56CAPITULO IVLA HISTORIA DE LA CULTURA GRIEGA


Los procesos de colonización57El origen de las ciudades griegas está vinculado con las migraciones dóricas ylos procesos de colonización. Con la desaparición de algunas tribus arcaicassemihelénicas 70 se establecen varias ciudades griegas en Asia menor. Mientras se dala expansión a través de los procesos de conquistas, el área de la Hélade que conformael corazón de Grecia va mermando.“Tanto el Epiro, que encerraba el sagrario de Dodona y lomás antiguo de Hélade, como regiones mucho más cercanasy de tanta fama en los mitos <strong>del</strong> tiempo heroico, como Etoliay Acarnania, son considerados como bárbaras. La mismaTesalia se convierte en tierra bastante extraña para loshelenos, aunque se siga manteniendo la unión en las formasexternas, y Macedonia sale de su órbita en el momento enque allí se instala una dinastía heracleotemenídica.” 71Estos movimientos tienen lugar entre el siglo VIII y el siglo VI a.C. El autor realizauna breve comparación de este proceso con el proceso de conquista cartaginés, el cualera casi paralelo y con mucha más fuerzas debido al poder económico y territorial. Noobstante, la naturaleza de estas conquistas eran depredadoras y coaccionantes decualquier libertad. En el caso <strong>del</strong> imperio cartaginés no se puede hablar <strong>del</strong>establecimiento de colonias como lo hizo Grecia, donde cada polis adquiría la libertad<strong>del</strong> comercio, la libre circulación y en cierta forma la administración de sus recursos. Enlas colonias cartaginéses se respira un odio contra la ciudad madre, producto de lasrepresivas medidas; en las colonias griegas la autonomía era tal que incluso lascolonias tenían la posibilidad de elevarse tan altas como la metrópoli. He aquí el70Carios. Leleges y pelasgos son las tribus que hacián vida en esta zona.71<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.91.


58secreto <strong>del</strong> éxito cultural e histórico alcanzado por las poleis griegas a diferencia de lasfundaciones cartaginenses. 72El proceso de colonización era fuertemente influido 73 por los designios <strong>del</strong>oráculo, lo cual daba lugar a cierto respeto entre las poleis vecinas, ya que ambasrespondían al mismo principio. Será tratado más a<strong>del</strong>ante el papel <strong>del</strong> oráculo en casitodas las decisiones importantes <strong>del</strong> Estado, sin embargo, referiremos aquí una cita <strong>del</strong>autor que deja claro el efecto de esta característica en los procesos de colonización.“El fenómeno más notable consiste en el hecho de que lascolonias no se estorbasen apenas unas a otras, habiendopaz entre colonias vecinas durante un tiempo relativamentelargo, respetando una ciudad fundadora las tareas de la otray hasta sus “caminos en el mar”, llegando al extremo de queen el golfo de Tarento se dejaron ciertas distancias entre unaciudad fundada y otra, explicándose tan sólo por la direcciónsuprema común <strong>del</strong> Apolo de Delfos (para Mileto, quizá <strong>del</strong>Apolo de Mileto). Ninguna colonización se emprendió sinplena consulta o mandato <strong>del</strong> gran dios de lascolonizaciones, <strong>del</strong> Apolo guiador, en cuyas aras en Naxos(En Sicilia) solían ofrendar los griegos sicanos, antes de salirpara Delfos u Olimpia; ninguna colonia creía poderdesarrollarse sin su protección. Por ello resulta queprecisamente la colonización eleva el poder <strong>del</strong> oráculo a supunto culminante; colonias agradecidas le mandan más deuna “cosecha áurea”, y su gente suele presentarse en lasPíticas, como en todas las demás fiestas panhelénicas, conmáximo esplendor. Esta conexión <strong>del</strong> oráculo con lascolonizaciones supone unos conocimientos perfectos <strong>del</strong>mundo y de los pueblos por parte <strong>del</strong> sacerdocio délfico,siendo él, indudablemente, conocedor de un verdaderotesoro de noticias aportadas por toda clase de viajeros. Asíestaban capacitados para encaminar las empresas por unrumbo provechoso, y para contribuir en la labor de evitar eldesperdicio o la dispersión de fuerzas, haciendo lo posible72<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.97.73Podríamos decir que hasta guiado.


para servir de amigables componedores en discusionesentre la ciudad fundadora y sus fundaciones.” 7459La fundación de la Ciudad GriegaTal como sucedió en el renacimiento, la constitución de la ciudad griega es unacto razonado y <strong>del</strong>iberado, no es producto de una necesidad básica sino de un instintode organización que ha sido desarrollado a lo largo de siglos y premeditado. Para<strong>Burckhardt</strong> y para los pensadores de estos tiempos, cultura es sinónimo de civilización,de allí la idea de que la constitución <strong>del</strong> Estado como una estructura de organización ycontrol sea considerado una obra de arte; es el momento cúspide de la civilización, esla máxima expresión de la racionalidad humana que lo hace diferente <strong>del</strong> resto de losanimales y que crea el marco necesario para el desarrollo de todas suspotencialidades. En este sentido, debemos mencionar que la apreciación <strong>del</strong> autorcoincide más con el planteamiento de Tomas Hobbes (1588–1689) que con la idea <strong>del</strong>“buen salvaje” de Rousseau 75 (1712-1788); para <strong>Burckhardt</strong> la idea de Rousseau decaracterizar los preludios de la unidad política con un consenso contractual es algoirreal y que nunca ha sido registrado como hecho histórico. La conformación <strong>del</strong> Estadodebió ser un momento agitado, y que evidentemente requirió de un consenso deintereses, donde el individuo cedía su libertad a cambio de protección.Según el basiliense, para la fundación de la ciudad griega se pudieron habertomado algunos rasgos de las ciudades fenicias. Años antes que aquellos, los feniciosya tenían en sus costas ciudades complejas, auténticas unidades políticas, con susconstituciones y con mandatos que estaban condicionados por consejos, cuyos74<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.104-105.75Lombardi, L. Rondón, C. (2006). El estudio <strong>del</strong> Estado y la Religión como fundamentos en lateoría de la historia de Jacobo <strong>Burckhardt</strong>. Trabajo de grado. Escuela de filosofía. Facultad deHumanidades y Educación. <strong>Universidad</strong> <strong>del</strong> <strong>Zulia</strong>.


60representantes seguramente eran las cabezas de las principales familias. Así mismo,estas ciudades ya constituían colonias fuera de su territorio como expansión clara de laciudad matriz. 76 Algo que caracteriza a la estirpe griega es ese temperamento dinámico,vehemente y con facilidad de movilización que se ve desde sus <strong>inicio</strong>s y queseguramente influyó en la constitución de sus ciudades.La constitución de la polis griega pasó por un proceso de sinoiquismo 77 que eranecesario para constituir un poder central y protegerse de los intereses ajenos. Esnormal que en los tiempos pre-Atenas las aldeas y las poblaciones se encontraran másdispersas, y a través de costumbres y tradiciones comunes se constituyen en un núcleode confianza para crear la ciudad, unidad política con derechos y obligacionescomunes. La constitución de estas ciudades, a pesar de ser actos consensuados ypremeditados, muchas veces se realizan a la fuerza, por poderes locales que seimponen y alertan sobre una necesidad urgente. El autor también se refiere comoelemento constitutivo de esta situación a las invasiones dóricas. Este modo de constituirlas ciudades será determinante para el alto nivel que alcanzará la cultura griega.Así mismo, no debemos olvidar el papel de las creencias en la constitución <strong>del</strong>as ciudades. Escuchemos las palabras de Fustel en relación al papel de la religión enestos procesos.“Es necesario pensar en la excesiva dificultad que para lassociedades primitivas implicaba el fundar sociedadesregulares. No es fácil establecer un lazo social entre sereshumanos que son tan diversos, tan libres, tan inconstantes.Para darle reglas comunes, para instituir el mando yhacerles aceptar la obediencia, para subordinar la pasión a76El desarrollo de esta idea lo ejecuta <strong>Burckhardt</strong> en la pág. 82 de La Historia de la CulturaGriega. Tomo IV.77El Sinoiquismo se llamó en la antigua Grecia al proceso mediante el cual dos o más aldeasse unían para constituir un núcleo común, una unidad política. Más a<strong>del</strong>ante se tomó eltérmino para denominar birreligiosidad o interreligiosidad, así lo acuñó Gunter Lanczkowski en1971, en su libro: Die Religionen der Azteken Maya und Inka. Ediciones Germánicas.Publicado por: Wissenschaftliche Buchgesellschaft


la razón y la razón individual a la razón pública, seguramentese necesita algo más fuerte que la fuerza material, másrespetable que el interés, más seguro que una teoríafilosófica, más inmutable que una convención, algo que sehalle igualmente en el fondo de todos los corazones y queen ellos mande con imperio. Este algo es una creencia.Nada hay de más poderío en el alma. Una creencia es laobra de nuestro espíritu, pero no somos libres paramodificarla a nuestro gusto. Ella es nuestra creación, perono lo sabemos. Es humana y la creemos un dios. Es elefecto de nuestro poder y es más fuerte que nosotros. Estáen nosotros, no nos deja, nos habla en todos los momentos.Si nos ordena obedecer, obedecemos; si nos prescribedeberes, nos sometemos. El hombre puede domar a lanaturaleza, pero está esclavizado a su pensamiento.” 7861Estos elementos fundacionales, que no son propios ni exclusivos de los griegos,también se vieron al final de la Edad Media con la constitución de Coni y Chivaso, dosciudades que surgieron producto de la unión de varias villas que buscaban fortificarse,esto sucedió cuando Milán se encontraba a la cabeza <strong>del</strong> movimiento güelfo a finales<strong>del</strong> siglo XII 79 . De manera que se puede alertar esta semejanza en dos de las épocasmás estudiadas por el historiador suizo.Ya dijimos en párrafos anteriores que el establecimiento de estas ciudadesfortificadas surge como representación de orden, organización de las fuerzas laborales,deberes y derechos comunes, y otros tantos elementos propios de la civilización. Esuna negación a la barbarie y a los estados primitivos <strong>del</strong> hombre, lo cual no quiere decirque posterior a la fundación de las ciudades hayan desaparecido todas las atrocidadespropias de las naturalezas inferiores, no obstante, no se puede negar que fueron pasosa<strong>del</strong>ante hacia el progreso de las sociedades modernas.78Fustel De Coulanges, N. D. (1971). La ciudad antigua. Barcelona, España: Iberia. Pág. 168.79<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.95.


“La formación de una polis es el acontecimiento más grandey decisivo de la vida de un pueblo. El género de vida, aun allídonde se continúa cultivando la campiña, se cambia de ruralen ciudadano; hasta ahora habían sido “agricultores”; ahoraque viven todos juntos serán “políticos”. La trascendencia <strong>del</strong>cambio se refleja en las leyendas sobre la fundación de laciudad y sobre su salvación de grandes peligros. La ciudadsentía sus orígenes como algo lleno de sacrificios,amparados por signos divinos y revestidos, por tanto, de unajustificación absoluta. Ya la condición previa de todafundación, el agua potable, que acaso habría de recoger deuna única fuente lejana, no se podía lograr sino en luchacontra una potencia tenebrosa. Cadmo mata al dragón deAres, que guardaba la fuente que luego perteneció a Tebas.En muchas ciudades encontramos en el ágora, en elperíbolo de un templo o en otro lugar señalado, el sepulcrode un hombre que en tiempos remotos, o en los mismostiempos míticos, había dado su vida por el nacimiento o laconservación de la ciudad, voluntaria o involuntariamente,casi siempre con intervención <strong>del</strong> oráculo. Porque todo loque ha de prosperar enérgicamente sobre la tierra tiene quepagar su tributo a potencias subterráneas. 8062Todo esto viene a la reflexión debido a que uno de los principales castigoscuando estas ciudades caían frente a los ataques de los enemigos, era disolver laciudad y devolver a los individuos a sus organizaciones tribales y aldeanas. Tal cosasucedió cuando el Rey Agesípolis, al frente <strong>del</strong> ejercito espartano tomó la ciudad deMantínea en el año 367 A.C., obligando luego a sus habitantes a dispersarse yconformando entonces cuatro ciudades más pequeñas. 81La formación de las ciudades era a todas luces superior a la de cualquier aldea,algunas estructuras fundamentales se encontraban en cualquier ciudad formalmente80<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.96.81http://es.wikipedia.org/wiki/Agesipolis_I


63constituida: el pritaneo 82 , el tribunal, el buleuterio 83 , y luego también el gimnasio y elteatro. Quizá el sitio de encuentro más importante de estas ciudades fue el ágora, locual difícilmente puede encerrase bajo la traducción de “plaza”. El ágora era muchomás que eso, identificaba la ciudad y constituía prácticamente el corazón de ella. Enmuchas ocasiones estuvo relacionado el término ágora con la “asamblea”; más que unlugar físico es un lugar de reuniones, el lugar de la asamblea. Así mismo, imaginamoslas grandes conversaciones que tuvieron lugar en estos recintos, conversaciones queno podríamos descartar al tratarse de la cultura griega y de sus capacidades retóricas.Obviamente confluían en ella otros elementos de igual importancia, como el comercio yla artesanía; además, muchas de las edificaciones públicas se construían alrededor deésta.Así como existen diferencias significativas en la constitución de la polis griega enrelación a las ciudades republicanas de la Edad Media, también existen diferenciasentre la constitución de las poleis griegas con respecto a los estados modernos. Sinembargo, hay más similitudes en la polis griega y los estados modernos que enaquellas con respecto a las ciudades medievales; esto quizá por las característicastípicas de cualquier teocracia donde el florecimiento de las instituciones importantesestaban supeditadas a la iglesia y quedaban suscritas al control de estas. Para elbasiliense, los estados modernos son un reclamo <strong>del</strong> individuo, una reivindicación de loindividual, y por eso, el individuo lo postula, tal como él lo necesita. 84 En cierta forma,aunque quizá desde una perspectiva maniqueísta que por naturaleza no es <strong>del</strong> todoverdadera, se podría decir que los estados modernos surgen por la necesidad <strong>del</strong>individuo, y su función la cual es básicamente la seguridad entre otras cosas, consisteen crear las condiciones necesarias para que el individuo desarrolle todas sus82Quizá era la edificación más importante de la ciudad, donde se reunía el poder público, magistrados yhasta los ganadores de los juegos olímpicos.83A diferencia <strong>del</strong> Pritaneo, en el Buleuterio se reúne el consejo municipal.84<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.106.


64potencialidades; por lo que está claramente establecido que el Estado surge para elindividuo. En la polis griega, muchas de estas cosas son así, pero hay unasobrestimación <strong>del</strong> Estado a tal punto que prácticamente es el individuo el que vive porél. A propósito de esto, <strong>Burckhardt</strong> sigue a Aristóteles: “La ciudad es evidentementeanterior por naturaleza a la familia y al individuo, puesto que el todo es necesariamenteanterior a la parte” 85 .Y lo explica de esta manera:“No se trata de preferir lo general a lo individual, sino lopermanente a lo momentáneo y pasajero. De los individuosse exige la entrega de su vida en todo instante, y no sólo encampaña y por momentos, porque al todo le debe lo que es;hasta la garantía de su existencia, de la que no disfruta sinoel ciudadano y solamente dentro de la ciudad o hasta don<strong>del</strong>lega la influencia de ella. La polis es un producto natural deorden superior; ha nacido para hacer posible la vida, pero,una vez existente, perdura para que se viva una vida másjusta y dichosa, noble; a poder ser, perfecta. El ciudadano esel que participa en el gobernar y en el ser gobernado; loprimero se circunscribe todavía más como participación entribunales y cargos públicos. Toda la capacidad y virtudes<strong>del</strong> ciudadano no cobran realidad sino alrededor <strong>del</strong> Estado;todo el espíritu griego y su cultura guardan la relación másestrecha con la polis, y las aportaciones más brillantes <strong>del</strong>arte y de la poesía en el Siglo de Oro son manifestacionespúblicas <strong>del</strong> arte.” 86El hombre griego siente desde siempre una especial vocación por su madrepatria, así lo expresa Homero en sus himnos patrióticos y Esquilo en sus poemas. Estoquizá se explica por las múltiples necesidades que atraviesa el hombre en su estado85Aristóteles. (1963). Obras filosóficas. Estados Unidos: Cumbre. Pág. 262.86<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.106-107.


65natural, y las cuales encuentran alivio una vez que forma parte de una unidad política.Así mismo, la cantidad de guerras a las que se encuentran sometidos durante tantosaños, y con la cuales desarrollan un particular respecto por sus tierras, hace que hayauna relación casi patológica <strong>del</strong> individuo con la ciudad. Así mismo, y tal como seexplicó en párrafos anteriores, la fundación de las ciudades siempre está atada agrandes hombres y a grandes sacrificios, bien sea humanos o divinos; esto también haservido para fortificar la relación que tratamos de aclarar. No sabemos si precisamenteson los mitos los que crean esta figura <strong>del</strong> hombre que se entrega en cuerpo y alma ala constitución y preservación de la ciudad, o más bien es esa actitud patriótica la queda vida a las leyendas y mitos; probablemente sea una cuestión dialéctica, donde losmitos, creados en base a algún suceso verídico pero con toda la sazón mágica ysupersticiosa, inspiran luego actitudes heroicas por parte de los hombres políticos o loshombres de guerra. Una cita que tenemos referida en la página anterior es muyilustrativa al respecto 87 ; no obstante, lo que concierne al mito debe ser tratado en otroapartado.Este acto de voluntad pura, de plena racionalidad, hace que la polis griegaalcance un orden superior y se diferencie de la ciudad-república de los fenicios, con losque fue inicialmente comparado.La polis griega controla celosamente cada aspecto <strong>del</strong> individuo, sus bienes, suformación y hasta su religión, la cual guarda íntima relación con la ciudad desde susorígenes, y ésta última se preocupaba por su preservación. El culto griego se debateentre dos devociones, la devoción a la polis lo cual es casi una religión, y la religiónpropiamente adoptada. La polis, en cuanto idea, es el nomos, y sus instituciones son lamanifestación material de este nomos que refleja las leyes y su constitución. Susmáximos representantes son los legisladores y regentes de la ciudad.87La cita aludida es la número 78 <strong>del</strong> presente trabajo.


La Democracia en Atenas66En un análisis lleno de conjeturas muy bien fundamentadas el autor nos paseapor toda la historia de la Grecia clásica; es muy difícil ubicarse en un año específico <strong>del</strong>acontecimiento que explica, ya que, entre tantos ejemplos, y después de haberrevelado sus intenciones anticronistas, pasa de la guerra <strong>del</strong> Peloponeso (431-404 a.C)a la batalla de Mantinea (362 a.C.) y así se mueve saltando décadas, siglos yregresando. Algo que también <strong>del</strong>ata esta particular manera de estudiar lascivilizaciones es que, al detallar los índices de los principales textos <strong>del</strong> autor, bien sealos que fueron concebidos para ser publicados como libros o los que fueron recopiladospostumamente producto de sus clases y conferencias, en todos ellos se observa unaorganización de la lectura que nunca es cronológica sino que la definen los rasgos mássignificativos de una civilización. En el caso de La Historia de la Cultura Griega, en suscinco tomos, vemos capítulos bajo los siguientes títulos: La esclavitud, El hombre libre,La democracia en Atenas, La poesía, Las fuentes, La tiranía, entre otras. Esto coincidecon la visión que hemos forjado <strong>del</strong> autor como un historiador asistemático, que nopretende establecer ninguna teoría en concreto sino que busca dar orientaciones, ocomo bien titulan uno de sus libros, “reflexiones” sobre lo que para él significa lahistoria.Para el basiliense, cuando se piensa en política, de manera <strong>del</strong>iberada, razonaday con experiencia sobre los acontecimientos históricos más importantes en ésta área,se debería coincidir como aspecto común en la “igualdad de los ciudadanos” 88 . Así serefiere <strong>Burckhardt</strong> a los procesos que anteceden la fundación de colonias griegas. Nolos describe como hechos violentos, sino con participación de todas las fuerzas, ydonde uno de los primeros elementos que se tomaban en cuenta era la redacción de88<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.278.


67leyes, constituciones y documentos que en cierta forma permitieran regir elcomportamiento <strong>del</strong> ciudadano. Estas leyes fueron producto de actos libres, nacengracias a la voluntad poderosa y admirable de un grupo de individuos. Es el rasgo másesencial de la civilización, más allá de la conformación <strong>del</strong> Estado o la ciudad-estado,ya que lo precede y lo constituye.Al hablar sobre la democracia en Atenas es una referencia obligatoria lapresencia de Clístenes (570 a.C al 507 a.C) y cómo fue una figura fundamental para elfuturo de la democracia ateniense. Clístenes, quien ya había vivido como arconte bajola tiranía de Hipias (X – 490 a.C.), promueve una profunda reformulación política paraestablecer la igualdad de los derechos civiles y políticos entre los ciudadanosatenienses. De esta manera incorpora el concepto de isonomía el cual precisamentedefine la igualdad de todos los ciudadanos frente a la ley. Este concepto fue adoptadoposteriormente como el eslabón entre la Época Arcaica y la Época Clásica de Grecia.Así mismo, creó la institución <strong>del</strong> ostracismo para evitar el retorno de la tiranía; por estaley se condenó a Hiparco, más tarde a Megacles V, Jantipo (padre de Pericles) y en el482 a.C., a Arístides. Para la aplicación de esta Ley primero se pasaba por laasamblea y luego a través de una votación pública. En los capítulos que aborda elhistoriador suizo sobre los <strong>inicio</strong>s de la democracia griega nombra también a Solón (638a.C.–558 a.C.) reformador y legislador griego anterior a Clístenes y quien tambiénmarcó las bases para la futura democracia; Aunque el autor lo aborda con relativasuperficialidad se puede decir que sus aportes a través de la Constitución <strong>del</strong> 594 a.C.y la reformulaciones políticas con la incorporación <strong>del</strong> sistema censitario 89y lareestructuración de la figura <strong>del</strong> areópago, fueron fundamentales para la gestación <strong>del</strong>pensamiento democrático. En este punto hay que decir, que la altura alcanzada porAtenas en el siglo VI, no sólo por su democracia, sino por todos sus elementos89El sistema Censitario fue una de las reformas incorporadas por Solón en el Siglo VI, con esta sepretendió separar los derechos políticos basados en el linaje <strong>del</strong> individuo, dando lugar a una mayorcuota de poder político para los estratos medios.http://es.wikipedia.org/wiki/Sol%C3%B3n


68culturales, no tiene comparación en ninguna época histórica, salvo que nos remitamosa la Florencia <strong>del</strong> Renacimiento. El papel de Atenas durante este siglo como centrosocial no es alcanzado por ninguna nación en la historia humana. El autor refiere estaimportancia en la página 257 <strong>del</strong> Tomo IV de su Historia sobre la Cultura Griega.“Parece como si la naturaleza hubiera acumulado durantesiglos todas sus fuerzas para gastarlas aquí, y Atenas ocupaen lo social una posición análoga a la de Florencia en elrenacimiento, única que puede ofrecerse como paralela de lahistoria; es decir: una ciudad que quiere realizar y realiza lomás alto de lo que también quiere y anhela toda una nación,modo de cómo tal vez en un hijo de familia se presentantodas las cualidades específicas de ésta con mayoracentuación. Después habrá que buscar en Atenas toda lahelenidad libre, sus ambientes y sus destinos; el heleno,respecto a la civilización, conoce a esta ciudad como suórgano principal.” 90El poder que tuvo la polis sobre la vida de los ciudadanos hacía que laconciencia política de cada uno, pobres y ricos, fuera muy desarrollada en relación a losproblemas que aquejaban al pueblo ateniense. Dadas estas condiciones, y luego de lasreformulaciones de Clístenes, era imposible concebir en Atenas otra forma de gobiernoque no fuera con la participación de todos. “Nunca supieron los griegos aunar laigualdad de los ciudadanos con la desigualdad política” dice <strong>Burckhardt</strong> en uno de loscapítulos de su libro La Historia de la Cultura Griega. 91Para representar el esplendor de la cultura democrática ateniense hay que citarel conocido pasaje de Tucídides quien pone en boca de Pericles las siguientes palabrasa propósito de los caídos en la guerra <strong>del</strong> Peloponeso.90<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.257-258.91<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.282.


“Nuestro régimen político es la democracia, y se llama asíporque busca la utilidad <strong>del</strong> mayor número y no la ventaja dealgunos. Todos somos iguales ante la ley, y cuando larepública otorga honores lo hace para recompensar virtudesy no para consagrar el privilegio. Todos somos llamados aexponer nuestras opiniones sobre los asuntos públicos.Nuestra ciudad se halla abierta a todos los hombres;ninguna ley prohíbe la entrada en ellas a los extranjeros, niles priva de nuestras instituciones ni de nuestrosespectáculos; nada hay en Atenas oculto, y se permite atodos que vean y aprendan en ella lo bien que les pareciere.Confiamos para vencer en nuestro valor y en nuestrainteligencia. Tenemos el culto de lo bello y cultivamos lafilosofía, sin que eso debilite nuestro carácter. Si poseemosriquezas no es para guardarlas ociosas ni paraenvanecernos de su posesión, sino para emplearlasproductivamente. Pera nadie es vergonzoso entre nosotrosconfesar que es pobre; lo que sí es vergonzoso es no tratarde salir de la pobreza por medio <strong>del</strong> trabajo. Todos losciudadanos, incluso los que se dedican a los trabajosmanuales, toman parte en la vida pública; y si hay algunoque se desinteresa de ella se le considera como hombreinútil e indigno de toda consideración. Examinamosdetenidamente los negocios públicos porque no creemosque el razonamiento perjudique a la acción; lo que sícreemos perjudicial para la patria es no instruirnospreviamente por el estudio de lo que debemos ejecutar. 92”69Ya hemos visto el recelo con que el autor escruta la fuente, en el caso de estediscurso de Pericles, cuya vigencia es impresionante, <strong>Burckhardt</strong> lo resuelve con lassiguientes palabras: “semejante optimismo, visto con la perspectiva de unos milenios,nos parece tanto más errado cuando se nos presenta con apariencias discretas einteligentes.” 9392 Lombardi, A. (2008). La democracia en Venezuela. Maracaibo, Venezuela: <strong>Universidad</strong> Católica CecilioAcosta. Pág. 11.93 <strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.288.


70No obstante, no le caben dudas sobre el esplendor alcanzado por el espíritugriego de entonces.Aplicando la ley <strong>del</strong> ostracismo suprimían cualquier intento <strong>del</strong> individuo portratar de sobresalir o de adquirir algún papel protagónico en el juego político <strong>del</strong>momento. Este ostracismo luego cobró una mala opinión, y fue visto más como unaherramienta en manos de la envidia y la mediocridad; así lo denunció Plutarco apropósito de la expulsión de Arístides. Entre los castigos propios <strong>del</strong> ostracismocontaba el destierro de 5 a 10 años, lo cual era una de las peores penas, tanto como lamuerte, ya que ser ciudadano y pertenecer a la polis griega era una de las cosas másdignas y honorables, por lo que además de los peligros que implicaba estar fuera de laciudad la deshonra que causaba era igual o tan indeseable como la muerte. Los efectos<strong>del</strong> ostracismo pronto fueron reemplazados por la atimia la cual ya no implicaba eldestierro o la expulsión de la ciudad sino el fin de las funciones públicas que lecorrespondían como ciudadano, en pocas palabras, se le negaba el acceso a laasamblea, a los tribunales y a la práctica de la religión, lo cual no era menos malo.<strong>Burckhardt</strong> dedica sendas páginas <strong>del</strong> Tomo I de su libro dedicado a Grecia a esterespecto, aparentemente vio en este rasgo algo predominantemente característico de lacultura de entonces 94 . Estos hechos fueron registrados por los historiadores de laépoca, quienes de manera inevitable daban su punto de vista a favor o en contra. Apropósito de esto leamos en Jenofonte quien, a pesar de diferir ideológicamente con larepública ateniense (y a favor de Esparta) deja saber su opinión sobre la votación y <strong>del</strong>acceso a los cargos por parte <strong>del</strong> pueblo.“Diré primeramente que es justo favorecer a los pobres y alpueblo en general <strong>del</strong> detrimento de los nobles y los ricos,porque es el pueblo el que da los hombres para la Marina y94A pesar <strong>del</strong> entusiasmo con que inicia el abordaje de la ciudad antigua, en algunas secciones pareceque dedicara más tiempo a reflexionar sobre sus defectos que sobre las cosas que destacaronloablemente.


constituye la fuerza de Atenas. Los pilotos que rigen la popay los que tienen a su cargo la proa, los inspectores deremeros, los pentecónteras y los constructores de bajales,son los que hacen floreciente al Estado, mucho más que losnobles y los ciudadanos aislados. En consecuencia, justo esque participen indistintamente de los cargos que dependende la suerte o de una elección, y tengan derecho a hablar deellos cuando lo juzguen conveniente.” 9571Para la identificación de estos casos, muchas veces el Estado contaba con laayuda de los sicofantas, personajes poco queridos cuya misión era mantener al tanto ala asamblea, y posteriormente a los jueces, sobre las ilegalidades en las queeventualmente incurría algún ciudadano, preferiblemente con cierto renombre. Esto nosólo aplicaba para las acusaciones de atimia, sino también para <strong>del</strong>itos relacionados alcomercio como la exportación ilegal de higos. Los sicofantas eran meros soplones,<strong>del</strong>atores, informantes de cualquier irregularidad que transcurriera a espaldas de losregentes. El proceso de acusación no era tan sencillo, ya que, de demostrarse locontrario a lo sostenido por el sicofanta (difamación), éste debía pagar grandes multasal Estado. Para estos oficios se constituyeron verdaderas empresas de espionaje, comola de los Aqueménidas y los Dionisios. La civilización ateniense desarrolló una paranoiacon relación a los gobiernos opuestos a la democracia: aristocracias, oligarquías,timocracias, entre otras; tanto así, que poco a poco se fueron desterrando a laspersonas reconocidas que pretendían forjar una opinión sobre el destino político de laciudad, fueron expulsados o asesinados ricos, aristócratas y hasta descendientes denobles.“Como principio cardinal de la política, no rige ahora latradición, ni tan siquiera la religión que podía servir paraconsolidar aquella, sino el de la utilidad pública, que95 Jenofonte. (1965). Historia griega. Las helénicas. Las rentas <strong>del</strong> Ática. Barcelona, España: Iberia. Pág.285.


necesariamente es mudable, o, por lo menos, concebida así;ahora la utilidad pública se identifica con la igualdad detodos. El gran instrumento de gobierno, la fuente, no sólo <strong>del</strong>as medidas particulares, sino de todo el derecho, elsoberano, en fin, es el voto general, que funciona en larealidad con las andaderas de los demagogos (politicians). Yesto es lo que va invadiendo todo lo que antes fue santo: losdioses de la Polis, el suelo consagrado, los sepulcros de losantepasados, toda la vieja sociedad y sus bienes. El alma decada cual tenía que decidir si reconocía o no el nuevoestado de cosas. El desvío manifiesto se dio en muchos; elencubierto, en los más de los que tenían algo que perder.Los “demócratas”, por su parte, “aman” su ciudad en lamedida en que es una democracia, y no se preocupan de lasantiguallas. En los dos campos se extendería la esperanzade apoderarse <strong>del</strong> poder con auxilio extranjero. Habrá unaconexión visible entre las guerras entre la Polis y loscambios políticos de las mismas.” 9672Finalmente, toda esta situación desencadenó en una desvirtuación odegradación de los derechos adquiridos por los hombres libres, entre los que contabanpobres y ricos. Los pobres, quienes se hicieron conscientes de lo que podían hacer consu participación política, vendieron sus votos a favor de sus intereses económicos; lajusticia abandonó las asambleas populares en las que las revueltas y discusiones másintensas tomaron su lugar, las expropiaciones, destierros y anulaciones de deudas sehicieron arbitrarias pero legítimas ya que contaban con mayoría de los votos, estasluchas sociales propiciaron la incorporación de honorarios por la participación de losciudadanos en los deberes políticos asignados, tales como participación en la asambleay en los tribunales.Producto de estos comportamientos que sacuden a Atenas, y en los cualesinfluyeron fundamentalmente los destierros y expulsiones, se dan movilizacionesmasivas por todo el Mar Mediterráneo y se fundan colonias de las ciudades-estado96<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.331.


73principales. Debemos recordar el crisol de razas que constituyen al pueblo griego,condición vital y natural que los mueve y les facilita la migración de sus costumbres,tradiciones y cultura. Ese sinoiquismo que explicamos en párrafos anteriores con elconstante flujo y fusión de tribus indo-europeas, se revive con la conquista de nuevospuertos y territorios. Uno de los ejemplos más representativos lo vemos en Focea,región griega <strong>del</strong> Asia Menor, ubicada en la actual Turquía. Los focenses, habitantes deFocea, huyendo de la dominación persa, navegan los mares y dan a conocer a losgriegos el Adria, la Tirrenia, la Galia, Iberia y otras regiones. Los ciudadanos de la polisgriega estaban claros que su ciudadanía no la hacían sus edificaciones, ni susmonumentos; sino el coraje y la voluntad de la raza por dominar racionalmente elmundo y la naturaleza, sus tendencias innatas a la organización y el orden, lacivilización no era material sino también cultural. La repugnancia por cualquier dominioextranjero y la facilidad de desplazamiento impulsaban la necesidad de ampliar laecúmene griega.“Estas poblaciones urbanas de Grecia resisten avatares quepara las ciudades modernas significarían su disolucióninmediata, por la sencilla razón de que estas últimas no sonen realidad más que poblaciones y no cuerpos políticos ociudadanías en el sentido antiguo. Los mismos ejércitos seresuelven a organizarse en ciudades lejanas cuando no hayotro remedio. Cuando la expedición de los atenienses aSicilia, Nicia pudo dirigirse a sus huestes, luego <strong>del</strong>desgraciado encuentro en el puerto, y antes de emprender lamarcha hacia el interior decirles: “Pensad que podéisconvertiros en una ciudad inmediatamente, en cualquier sitioque acampéis”. También en la Anábasis los griegos sesentían como comunidad de campamento a pesar de suabigarrada procedencia, y Jenofonte estuvo a punto defundar con ellos la ciudad a orillas <strong>del</strong> Ponto. Por muy lejosque se encuentre un núcleo de población expulsado enmasa, luego de años y años puede volver a las patria, comoocurre con los plateos recogidos en Atenas luego de la pazde Antálcidas, y como los tebanos vuelven a expulsarlos,


son reconducidos a su ciudad treinta y seis años después(luego de la batalla de Queronea) por el Rey Filipo. Pero elejemplo más grande de estas reintegraciones depoblaciones es el que nos ofrece toda una estirpe queparece haber despertado en el destierro el sentimientopolítico de ciudad. Los mesenios, que es el pueblo al quenos referimos, se hallaban esparcidos por el mundo despuésde la primera guerra de Mesenia; luego de la tercera (456 a.de C), y por indicación <strong>del</strong> oráculo de Delfos, se deja laretirada abierta a un grupo de ellos, que se mantendrá en elextranjero cerca de cien años, y antes de la guerra habíavivido ya no menos de doscientos en forma bastanteparecida a los ilotas. La fama de Tebas les atrae desdetodos los rincones <strong>del</strong> mundo, y fundan su Estado, cuyacapital será Nueva Mesenia.” 9774Más allá de la expansión de la polis griega, su decadencia social se intensifica, y<strong>Burckhardt</strong> lamenta el asesinato de hombres célebres, la aniquilación de familiascompletas, el exilio y el destierro de tantos. Daños irreparables que a pesar <strong>del</strong>imparable auge de la cultura helénica hubiesen podido aportar grandes cosas a lahumanidad. A lo griegos le debemos el futuro dice el historiador, ¿Qué hubiese sido <strong>del</strong>a cultura occidental si los griegos no hubiesen parado el avance de los persas? Sepregunta el autor. La valoración absoluta de la polis como unidad política, cultural,económica y social no trajo sólo beneficios para el ciudadano de entonces; laexacerbación <strong>del</strong> individualismo, tal como lo vimos en la visión de <strong>Burckhardt</strong> sobrealgunas etapas <strong>del</strong> renacimiento; hizo que el hombre abandonara los intereses públicospor los apetitos y deseos propios. El hecho de que la verdadera religión <strong>del</strong> puebloateniense fuera la polis hace que las luchas internas por los cargos de poder seanequiparables a las guerras religiosas; operan como dogmas irracionales, sin lugar adiálogo y con la intención de negar al otro.97<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.354-355.


75Estas pugnas entre ciudadanos por echar manos de un buen cargo o de unabuena comisión se maximiza cuando estudiamos la relación entre las distintasciudades. Fuertes luchas se dan entre las diferentes polis griegas, donde el ambientenormal que reinaba entre dos Estados es casi siempre la enemistad. Esta situación sehace más intensa a medida que nos acercamos al siglo III y el avance de los romanosejerce presión sobre el mundo mediterráneo. La unidad política griega entraba en juegocuando se siente la amenaza de potencias extranjeras, como el caso de Persia. Másallá de eso, la libre circulación entre ciudades pugnantes estaba permitida, las fiestas,el culto a los dioses, la devoción y obediencia por los oráculos son símbolos quedespertaban un gran sentimiento de hermandad. Así mismo, las fiestas, las treguas deOlimpia y otras celebraciones eran motivos que propiciaban la relación entre polis.Además de estos elementos materiales y espirituales no se puede olvidar el origencomún de la raza, sus mitos y leyendas tan propias y que aún permanecen en elespíritu <strong>del</strong> ciudadano de la polis.”Si no reconocemos la unidad de la nación griega en laconducta de las ciudades entre sí, habrá que buscarla en lareligión común. No cabe duda que, en su calidad deelemento cultural de primer orden, correspondió a la religiónuna fuerza unificadora; era portadora de un mundo devisiones poderosas de las que participaba todo el pueblo. Aesto se añaden los grandes santuarios, las fiestas y losoráculos comunes, donde se daban algunas veces citas loshelenos de la Hélade y de las colonias en las grandes fiestasreligiosas y cobraban conciencia de “cuan grande era lanación”; esos lugares aparecían como una Grecia excelsa.Además, a las grandes fiesta se unía una tregua de Dios y,algunas veces, con ocasión semejante, se dejaba ensuspenso una batalla. Las treguas de Olimpia, la neutralidadsagrada de Elis, tienen su historia propia. Pero lasverdaderas guerras no fueron impedidas por esas fiestas yapenas si interrumpidas; desde tiempos inmemoriales no sepuede prescindir de la comunidad de los sacrificios, las


luchas deportivas y los mercados, y sin las fiestas olímpicasno hubiese habido orden en la cronología, porqueperduraban las cronologías locales, con sus años y mesespropios. El Apolo de Delfos aconsejó a veces la guerra entregriegos, y el lugar <strong>del</strong> oráculo se hallaba bien surtido detestimonios <strong>del</strong> odio recíproco. Como que la religión griega,por su misma naturaleza, no podía en modo alguno constituirel nexo propio de la nación; en su punto más vital, comoreligión cada polis, de sus templos y de sus sepulcros,aumentaba más bien la potencia <strong>del</strong> odio entre ciudades;sus dioses luchan entre sí reflejando el desasosiego de lavida griega; por otra parte, los politeísmos tienden fácilmentea la fusión y no separan sus pueblos de los demás. Encuanto la creencia griega se asoma fuera, siénteseemparentada con todas las demás religiones politeístas yestablece, por ejemplo, una estrecha relación con el mundo,tan extraño, de los dioses egipcios. Mucho más que lareligión, el mito heroico, a través de su espléndido órgano, lapoesía épica, entrelaza al pueblo entero porque constituyesu patrimonio común. Las floraciones más diversasconcurren en este bosque maravilloso de la leyenda, peropoco importa desde el momento en que el mito épico seconvierte en el gran espejo de la nación, de sussentimientos, pensamientos y empresas. Es posible que losrasgos principales de la leyenda de Edipo, Agamenón, etc.,se encuentren también en otros pueblos; pero todo esteelemento legendario común aparece aquí ricamenteelaborado en una versión enteramente griega. Pero el mitoencontraba también una aplicación inmediata sobre launidad misma <strong>del</strong> pueblo griego, porque sus héroescontaban, de entre el cúmulo de sus hazañas, con empresascomunes que representan ya una Grecia unitaria ideal. Enlos Argonautas, en la cacería caledónica, los héroes que nospresenta la leyenda pertenecen a determinadas regiones,pero en las elaboraciones posteriores los héroes procedende todas las estirpes y de héroes: la marcha contra Troya.Tucídides la considera, con toda seriedad, como la primeragran empresa panhelénica, hazaña de toda la nación. Y <strong>del</strong>mismo modo que los héroes son las primeras celebridades,Homero, su heraldo, es el primer valor espiritual deaceptación general y se convierte, reconocidamente, en el76


medio principal de educación de la juventud. Con él elmundo griego cobra verdadera unidad; se es griego en lamedida en que vive en uno el recuerdo de los héroes; elenlace con los bordes geográficos (el Asia Menor meridional,la Magna Grecia, etc.) se establece principalmente a travésde las navegaciones errabundas de los que regresan deTroya; Diómedes llega a ser señor <strong>del</strong> mar Adriático:Aquiles, <strong>del</strong> Ponto; a Heracles le pertenecen, desde hacetiempo, todas las costas <strong>del</strong> Mediterráneo, sin perjuicio deapropiarse un dios solar de los fenicios como hijo de Zeus yAlcmene. También los viejos parientes de occidente, losítalos, fueron asumidos por la belleza de la leyenda heroicagriega y hasta los romanos etruscos vibraron intensamentecon el roce alado <strong>del</strong> arte griego y acaso también de supoesía.” 9877Tan comunes y unificadores fueron estos mitos e historias como su más preciadotesoro; la lengua, el griego es el elemento más determinante de la cultura helénica, unlenguaje épico surgido de muchas lenguas primitivas que diferencia al ciudadano de lapolis. Cuando el griego habla se hace distinto al resto <strong>del</strong> mundo.La religión griegaAsí como la lengua, la religión en la cultura antigua es uno de los elementos másrepresentativos de ella. Ya que, es difícil saber en qué momento se separa de la políticao en qué momento se relaciona con los medios de producción, la alimentación y hastael comercio. Los orígenes de las religiones antiguas son muy confusos, ya que, secarece de poco material sobre la época. La historia de la Grecia antigua suele dividirseen tres grandes etapas, la época oscura, la época arcaica y la época clásica. Losorígenes de la religión griega tienen sus antecedentes incluso antes de la época oscuracuando la civilización micénica que ocupaba el valle de Micenas ya hacía vida allí. En lo98<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.396-398.


78que respecta a la religión, apenas heredamos como registro historiográfico la lista deofrendas y dioses, pero nada relacionado con las prácticas religiosas de dicha cultura.No obstante, no está planteado en los textos de <strong>Burckhardt</strong>, ni mucho menos en estetrabajo, indagar sobre los orígenes religiosos de ninguna civilización; por lo que nosconcentraremos en tratar de captar el espíritu <strong>del</strong> momento y específicamente la visiónde nuestro autor con relación a este fenómeno.Mas allá de las especulaciones de los dioses más primitivos adorados por losgriegos y sus antecesores, Zeus y Gea comienzan a estar presentes con muchaantelación a las noticias que nos llegan sobre la religión; quizá no con la mismaimportancia con la que luego se adoptaron, pero al menos figuraban en las leyendasdivinas.El autor de La Historia de la Cultura Griega tratar de organizar la mirada sobre unmomento preliminar de la religión o <strong>del</strong> culto griego en dos etapas, la primerainfluenciada, y si se quiere guiada, por las fuerzas de la naturaleza, incontrolables,impredecibles, imponentes y terriblemente destructivas en algunos casos. En lasegunda etapa, posterior pero aún muy cercana a la primera, el hombre se apropiainternamente <strong>del</strong> razonamiento divino, animado épicamente 99 , con repercusionesexternas pero que derivan de su relación con un mundo superior.En esa segunda etapa rige lo que el autor llama una teogonía poética opoetización teogónica, simbolizada por Hesíodo y Homero, y es la que representa laentrada <strong>del</strong> hombre en ese mundo superior; esto quiere decir, que si todas estas cosasque ocurren trascienden mi inteligencia y mi poder de comprensión, pero al mismotiempo soy yo el espectador de lo que ocurre, me sustraigo <strong>del</strong> temor que generan esosfenómenos desconocidos y que seguramente vienen de otro mundo y me encierro enuna fantasía donde la realidad con sus deidades y fenómenos me involucran99<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.26.


79protagónicamente. Esta actitud es la que llevó, a través de hombres que debieronresaltar por sus particulares capacidades intelectuales y creativas, a elaborar himnos ycaticos donde los dioses comenzaban a cobrar formas atropomórficas.<strong>Burckhardt</strong> secuestra temporalmente las palabras de Wilhelm Jordan 100 paraexplicar lo que representan espiritualmente estos cánticos épicos para los griegos, adiferencia de otras culturas como la germana:“En la leyenda divina de los germanos, el poeta que la vacreando nunca se entrega por completo a la ilusión de surealidad. Por muy maravilloso que sea su sueño, laconciencia queda alerta y se da cuenta de que todo es obrasuya, que no necesita tomarlo al pie de la letra, sino comoexpresión plástica de relaciones naturales y de imperativosmorales; que, a pesar de toda la gravedad <strong>del</strong> asunto y detoda su seriedad, ejecuta con sus dioses y con sus héroesun juego libre y alegre.” 101Si analizamos detenidamente el comportamiento de estos dioses griegos vemosmuchas semejanzas con los dioses egipcios y de la cultura mesopotámica, incluso seve cómo comparten rasgos de ambas culturas, el dios justo y humano de los egipcios yque al mismo tiempo puede ser errático y severo como los dioses en la culturamesopotámica.“Apolo es el dios de la luz, pero al mismo tiempo el queenvía las epidemias y la muerte repentina; mata conpreferencia a la juventud desgraciada, como los hijos deNíobe y de Ifimedea; Artemisa es protectora de los animales,pero al mismo tiempo cazadora; Poseidón es el que sujeta la100 Wilhelm Jordan (1819-1904), escritor y político alemán nacido en Prusia que trata el tema de lareligión en varios de sus libros. En el caso de la cita específica, es tomada de su trabajo Epische Briefe(Cartas épicas) de 1876.101<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.31-32.


tierra, pero al mismo tiempo el que la hace temblar con losterremotos.” 10280A pesar de esto, el basiliense está claro cuando se refiere a la concepción dedestino en el sentido griego, de que éste no depende de los hombres y muchas vecesni siquiera de los dioses. Alguna de las calamidades que estos dioses envían a loshombres son explicadas por la «envidia», concepto que atraviesa la historia <strong>del</strong> mitogriego y que en cierta forma moldea la idea <strong>del</strong> pesimismo como actitud <strong>del</strong> ciudadanocomún. Esto queda claro cuando analizamos el comportamiento de Apolo frente aEurito, o de Artemisa por Acteón. Éste y otros elementos que compartían los dioses conlos hombres son producto <strong>del</strong> antropomorfismo en el que eran concebidos. Volviendo altema <strong>del</strong> destino, Zeus, a pesar de su naturaleza, ve morir a su hijo Sarpedón, sinpoder hacer nada y Afrodita ve morir al querido Dafnis 103 ; todos estos son designios deun fatum que además de inevitable sigue siendo anónimo, en ninguna parte seestablece el origen de este destino o de quién depende. En innumerables ocasionesencontramos en la mitología griega la palabra moira que precisamente hace alusión aesa porción de destino que tiene que ver con cada ser, el concepto es muy parecido alde parcas en la mitología romana.En relación al papel de la religión como elemento base de la polis y su influenciaen todos los estadios de la política, hay que destacar cómo en los procesos decolonización la religión era exportada a las nuevas poleis; con esto se quería mantenerun vínculo espiritual entre la ciudad matriz y su colonias. Al respecto <strong>Burckhardt</strong> dice losiguiente:“Mientras que en la colonia, que tenía la tendencia de copiarla patria, pero sin recaer en sus defectos, se suprimenmuchas cosas que eran propias de la patria, no cabe duda102<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.47.103Este ejemplo es tomado de la pág. 44 de La Historia de la Cultura Griega. Tomo II.


alguna que se trasplantaban sus santuarios. Sobre todo, sellevó <strong>del</strong> hogar de la ciudad en el Pritaneo <strong>del</strong> fuego que semantenía durante todo el viaje, pretendiéndose con ello quela madre-la ciudad de origen- y la hija-la nueva fundacióntuviesenun alma común en secreto. También se llevaronfiguras de dioses de formas idénticas (xoana) que las de lapatria, así, por ejemplo, de los focenses una de la ArtemisaEfésica; sacerdotes y videntes de viejas familiasacompañaban a los emigrantes; las fiestas de la tribu fueroncelebradas lejos de ella en la misma forma; a pesar de lospeligros, celebró Masalia sus Antesterias (Floralias), yMetaponto, fundada desde Pilos, mantuvo el sacrificio demuerte para los neleidos. Así se nota en todas partes lavoluntad de recordar la patria y estar ligada a ella por lazosmíticos.” 10481Sobre las celebraciones y fiestas religiosasLa forma <strong>del</strong> culto y las celebraciones que se llevaban cabo por motivo de losdioses eran muy característicos <strong>del</strong> ethos griego. Estas fiestas fueron creciendointernamente desde el culto hasta que cobraron una importancia tal que, prácticamentese convirtieron en el centro <strong>del</strong> mismo; los coros, los exvotos 105 , el vino, las ropas y lacomida eran los objetos principales de la ceremonia, poco a poco fue pasando laresponsabilidad de estas fiestas de los templos a la polis, constituyéndose enverdaderos actos públicos. Ejemplo de esto eran las dionisias 106 , en las cuales seincluía la coregía que eran precisamente los servicios corales indispensables paraestas celebraciones y que regularmente eran patrocinados por los personajes másacaudalados de la ciudad. En Atenas -dice, <strong>Burckhardt</strong>-, no solo había un104<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: ObrasMaestras. Pág. 107.105Así se llama a las ofrendas que los gentiles hacen a los dioses, éstas podían consistir envariados tipos de objetos, desde figurillas de barro o metal, hasta alimentos.106En Atenas, fiestas celebradas en homenaje al dios Dionisio.


82«administrador de la diosa de la ciudad» sino también un «administrador para losdemás dioses» 107 .El culto a los héroesAsí como tenían lugar las ceremonias ofrendadas a los dioses, en Greciatambién había un profundo culto alrededor de sus héroes. Para iniciar este comentariohay que resaltar algo, que además de curioso, es muy <strong>del</strong>atador <strong>del</strong> espíritu griego y desu cultura; En este culto a los hombres se mezclan con facilidad seres mitológicos converdaderos próceres de la cultura griega como lo eran aquellos grandes guerrerosvencedores de batallas, defensores de la polis 108 . Así mismo, el concepto de héroepadeció modificaciones a lo largo de la historia, éstas modificaciones también marcantenuemente el hilo conductor de la historia de la cultura griega.“Cada ciudad tenía dioses que sólo a ella pertenecían, y quesolían ser de la misma naturaleza que los de la primitivareligión de la familia. Como ellos, recibían el nombre deLares, Penates, Genios, Demonios, Héroes; todos estosnombres eran almas humanas divinizadas por la muerte. Yahemos visto que en la raza indoeuropea el hombre comenzóprofesando el culto de la fuerza invisible e inmortal quesentía en sí. Estos Genios o estos Héroes eran la mayoríade las veces antepasados <strong>del</strong> pueblo. Los cuerpos seenterraban en la ciudad misma o en su territorio, y como,107<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.244.108A propósito de los héroes, veamos un párrafo que el autor dedica a estos personajes, refiriéndoseespecíficamente a Ulises en la Odisea. “La figura <strong>del</strong> héroe se levanta hasta el más alto interés, y hastauna fuerza mágica, sobre el oyente. En su carrera anterior era él entre muchos grandes; su carácter yaestaba marcado, más al lado de Aquiles, Agamenón, Ayax. Pero ahora se a<strong>del</strong>anta él de un modorealmente plástico <strong>del</strong> cuadro general, hasta convertirse en el individuo griego que conocemos mejor,junto a Sócrates. Es, por consiguiente, una de las dos figuras más conseguidas de la antigüedad,precisamente el ideal <strong>del</strong> griego, no en edad o posición determinada, sino el ideal en sí, y esto sinelementos fantásticos, corporalmente reunido en un compendio, completamente vivo y moviéndose.”<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.118-119.


según las creencias que hemos mostrado precedentemente,el alma no abandona al cuerpo, resultaba que aquellosmuertos divinos estaban apegados al suelo donde sushuesos estaban enterrados. Desde el fondo de sus tumbasvelaban por la ciudad, protegían al país, y eran, en ciertosentido, sus jefes y sus dueños. Esta expresión de jefes <strong>del</strong>país aplicada a los muertos se encuentra en un oráculodirigido por la Pitonisa a Solón: “Honra con un culto a losjefes <strong>del</strong> país, los muertos que moran bajo tierra.” Estasopiniones procedían <strong>del</strong> grandísimo poder que las antiguasgeneraciones habían atribuido al alma humana tras lamuerte. Cualquier hombre que hubiese prestado un granservicio a la ciudad, el que la había fundado, o el que lehabía dado alguna victoria o mejorado sus leyes, seconvertiría en dios para aquella ciudad.” 10983El culto a los héroes se diferencia notablemente <strong>del</strong> culto a los dioses, siendoaquel más parecido a un rito funerario; es decir, orientado al sepulcro. Quizá el sentidode esta tradición viene guiada por la idea en tiempos anteriores de que los muertos,que se velaban cerca <strong>del</strong> fuego <strong>del</strong> hogar, eran seres divinos. La categoría de héroe eraalcanzada con cierta frecuencia, aunque no fuera fácilmente asequible; la mayoría <strong>del</strong>os fundadores de la ciudad, la obtenían sin importar que fuesen seres míticos o reales.Así mismo, la obtuvieron algunos ganadores de las Olimpiadas y vencedores deimportantes batallas, en algunos casos se llegó a heroificar hasta a un batallóncompleto, como ocurrió con los caídos en la batalla de Platea en el año 479 a.C.Aunque el concepto de salvación aun está lejos de llegar para el momento quereferimos, ser héroe representaba para el pueblo alguien que luego de morir ya nopasaría las penurias a las que estaban ellos acostumbrados, se presumía una especiede descanso eterno, lleno de libaciones y placeres, tal como lo representaban laspinturas sepulcrales. A diferencia de los que podría imaginarse sobre la concepción <strong>del</strong>os superhombres griegos, hay ciertas distinciones que atañen a la idea de héroe; ese109Fustel De Coulanges, N. D. (1971). La ciudad antigua. Barcelona, España: Iberia. Pág. 185


84hombre mesurado, de juicio equilibrado, que pondera racionalmente todas susdecisiones y cuya vida es guiada básicamente por la razón, es el frónimos aristotélico,que es la idea base <strong>del</strong> “deber ser” <strong>del</strong> hombre griego; no obstante, divergeparcialmente de lo que podríamos considerar la imagen <strong>del</strong> hombre heroico heleno.“El héroe, sin embargo, no es, ni mucho menos, un ideal <strong>del</strong>a Humanidad. Todas sus obras, todas sus pasiones, lleganhasta los límites más extremos; su idealidad consiste en susemblante hermoso y vivo; en cambio, no se le importunaexigiéndole nobleza de sentimientos, la llamada dignidad operfecciones morales; él representa el egoísmo ingenuo eindómito de la naturaleza humana, sin demostrar para nadael más leve arrepentimiento, pero en cambio es grandioso ybenévolo.” 110La grandeza <strong>del</strong> héroe trasciende su muerte, como el héroe de Sófocles que secaracteriza por una entereza de espíritu que lo hace grande aun después de sucaída. 111Sobre el porvenirEs lógico pensar que, dadas las circunstancias <strong>del</strong> momento, la superstición, aligual que en otros pueblos de la época, constituía la forma común de explicación demuchas de las cosas que ocurrían, buenas y malas. De estas múltiples circunstanciasrescataremos las que a nuestro parecer pudieron ser las más influyentes; en primerlugar, el desconocimiento casi absoluto por todos los fenómenos naturales quepresenciaban diariamente, por los cambios estacionarios, por el día y la noche, lluvias ysequías, por las enfermedades y en último término, por la muerte. De igual manera, los110<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 48.111Alsina, C. J. (1988). Los grandes períodos de la cultura griega. Editorial Espasa-Calpe S.A. España.Pág. 42


85tiempos tan agitados que caracterizaron la conformación de las civilizaciones, guerras,muertes, cambios de gobierno, cambio de leyes, éxodos, conquistas y otros factoresque aparentemente no podían explicarse a través de un hilo común, lo cual dejabafuera de razonamiento cualquier explicación. Dicho esto, el pensamiento mágico que enparte había dado origen a los mitos de la formación de las ciudades se hacía cargo deasignar al destino (o a los dioses) la confabulación de los eventos futuros. El porvenirera algo tan inasequible, tan reservado, que incluso los dioses solo podían tener laposibilidad de conocerlo y de forma precaria, sólo el destino podía determinarlo. La vida<strong>del</strong> griego estaba llena de presagios, sólo había que saberlos interpretar, laprofetización de ese porvenir era conducida por estos presagios, que podían ser desdesueños hasta revelaciones <strong>del</strong> oráculo.“Hasta muy entrada la época romana, fueron siendo muycargados de sentido presagial los cambios que ocurríanpoco antes de los grandes sucesos con las estatuas,utensilios y ofrendas dentro o en las proximidades de lostemplos: el abrirse la puerta, el sudor de las estatuas, lastelarañas en ellas, la desaparición de las armas conservadasen los santuarios, etc. De seguro que la suposiciónescondida era que la divinidad misma había originado elcambio con el propósito de anunciar a los hombres algoimportante, y esta creencia se hallaba tan arraigada en elpueblo, que los caudillos más osados inventaban ofabricaban milagros de éstos en los momentos decisivos,como el caso de Epaminondas en la batalla de Leuctra. Entoda esta clase de supersticiones estamos entregados aldesvarío de las masas, y con él hay que contar. El meroestornudo, por ejemplo, era algo ominoso desde antiguo, yya Telémaco estornuda reciamente, y en ello presiente sumadre una voluntad, a la que da expresión dirigiéndose aEumeo; pero cuando, en el ilustrado siglo IV, Timoteo quierepartir con toda la flota a Atenas, un simple estornudo loparaliza todo, el piloto no quiere salir a la mar y la tripulaciónse niega a embarcar, hasta que Timoteo les dice riendo:“Pero, ¿qué presagio puede ser que entre tanta gente uno


haya tenido que estornudar?”, y riendo también losmarineros se dispusieron para la marcha. Pero siguieronteniendo mucha importancia en la vida corriente, y no sólocon ocasión de una congregación o en los sacrificios,palabras que se escapaban sin querer y que podían encerraruna pésima indicación, pues precisamente en lo dicho sinintención se podía anunciar un porvenir nefasto: “Además <strong>del</strong>os males que nos persiguen ya de por sí, nosotros nosprocuramos otros artificiales: que uno estornuda, y lo vemostodo turbio; dice alguien alguna inconveniencia, y yaestamos alarmados; tenemos un sueño, y ya estamos llenosde miedo; que chilla una lechuza, nos espantamos”, asíbromea Menandro, pero no por eso conseguiría cambiar elhumor de los atenienses. Era lo mejor que se reservara undeterminado rincón de la conciencia para estos casos, lomismo que la ciudad disponía de un lugar expresamenteinquietante y de mal agüero. “Las ciudades –nos dicePlutarco- disponen de ciertas puertas malfamadas ysombrías por donde son conducidos los condenados yexpulsados los infames y los criminales, sin que lo santo ysagrado entre ni salga por allí”. 11286Un elemento sumamente representativo de la superstición <strong>del</strong> momento es elmantis, palabra que etimológicamente significa «estar fuera si», no obstante, suetimología no está relacionada con supersticiones religiosas. Para los antiguos elmantis era lo contrario a la memoria, analogía que utilizaban para explicar que en lamemoria está el pasado, en el mantis el futuro. El mantis o la mántica está presente entoda la literatura griega, mucho más fuerte en la poesía que en el mito. El arte deadivinar el futuro se respetaba más en cuanto sus profecías iban dirigidas a una mayorcantidad de personas, es por esta razón que gozaron de ciertos privilegios aquellos queapoyaban el mandato <strong>del</strong> rey mediante sus profecías; en situaciones extremas comolas migraciones producto de las guerras el papel <strong>del</strong> adivinador era tan vital quesupeditaba al mismo rey. Era normal que en los tiempos de guerra las decisiones de112<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 346.


87cómo orientar a los batallones dependieran de los presagios y su interpretación porparte de los videntes.Como el hombre, el pueblo y la instituciones se alimentaban tanto y tanseguidamente de estos presagios, fue normal que proliferaran cientos de adivinosfarsantes que inducían a tomar las decisiones más irracionales; a este respecto<strong>Burckhardt</strong> dedica varias páginas <strong>del</strong> tomo II de Historia de la Cultura Griega y hacealgunas diferenciaciones entre los cresmólogos y los oráculos y toda la ideología de lamántica en la cultura griega.Refiriéndose a los oráculos, el historiador suizo al igual que la mayoría de lospensadores de la antigüedad, destaca el papel de Delfos como el oráculo másimportante de la nación, tanto así, que es difícil pensar una sin el otro y viceversa. Conrespecto a esto, es menester recordar que éstos santuarios no sólo justificaban suexistencia con la revelación <strong>del</strong> porvenir; gozaban de gran importancia porque inclusoalgunos de ellos eran anteriores a cualquier conformación política en territorio helenopor lo que contaban con mucho respeto por parte <strong>del</strong> pueblo. Eran lugares de culto, sehacían liturgias según indicaban los designios divinos y antes de que ocurriera laorganización política <strong>del</strong> Estado muchas decisiones se tomaban en estos espacios. Lomás admirable en el papel de éstos santuarios revelacionistas es que el que acudía aellos, por cualquier asunto, fuera éste de importancia local o nacional, lo hacía porvoluntad propia, por la seguridad y el respeto que este confería, no había ninguna leyque obligara a consultar el oráculo para tomar decisión sobre asunto alguno.La ética <strong>del</strong> hombre griegoMás allá <strong>del</strong> peso que pudieron tener los oráculos, los dioses y todas lassupersticiones que abundaron alrededor de ellos, no existía entonces la figurasacerdotal que guiara el comportamiento <strong>del</strong> ciudadano, esa figura que debía fungir


88como mo<strong>del</strong>o a seguir para el griego republicano. En este momento entra al análisis elconcepto <strong>del</strong> areté griego. Esta areté va más allá de la conducta que debe demostrar elgriego frente a la polis, y a diferencia <strong>del</strong> comportamiento rígido que implica serciudadano y tener un papel político, la areté flota como un aire liviano, casiimperceptible pero siempre presente, y que forma parte de todos los círculos de la vidahelénica, madres, hijos, metecos y esclavos.“La ética de los filósofos es, sin duda, un monumentoimportante <strong>del</strong> espíritu griego en general, y, hasta ciertogrado, ha llegado a constituir un elemento de la educacióngeneral y a penetrar en la conversación diaria; pero muypoco debió influir sobre el pueblo y sobre la conducta detodos los días. Uno de sus puntos de arranque másimportantes se lo debe la ética filosófica a un ideal popularque ya le precedía: la moderación. Por toda ética cruza estaprevención por lo mediano entre los dos extremos, perooriginariamente no es otra cosa que la decantación naturalque se forma de la consideración de los dioses, <strong>del</strong> curso <strong>del</strong>mundo y <strong>del</strong> Destino por el espíritu de los griegos sensatos.En toda nación se acumula un capital de convicciones detipo parecido, que administran aquellos que en el curso desu vida han tenido una experiencia. Entre los griegos, el polonegativo, el freno, lo constituye la sofrosine, y la calocagatiaes el polo positivo, la espuela; para saber en qué grado lasofrosine, o moderación, ha imperado realmente en la vida,habría que establecer un paralelo entre diversos ejemplosindiscutibles y la vida de otros pueblos no griegos; en el artey en la poesía es donde mejor podemos reconocer supatente y eficaz presencia. Es comprendida entre lasvirtudes cardinales platónicas, que, como es sabido, hansido compuestas bastante deficientemente con cualidadesmorales, intelectuales y temperamentales.” 113113<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.425-426.


89En la sección quinta <strong>del</strong> Tomo II de La Historia de la Cultura Griega 114 , al igualque en otras secciones <strong>del</strong> tratado, habla sobre la virtud y la ética, allí define quecomúnmente, en todos los “pueblos cultivados” existen dos tipos de moral, la real, quese práctica y se puede ver día a día en la vida <strong>del</strong> pueblo, y la postulada, o utópica queelaboran los filósofos.Las artes en la cultura de la Grecia AntiguaEn la sección inicial de los primeros capítulos decíamos -citando a <strong>Burckhardt</strong>quela cultura es la «suma de evoluciones <strong>del</strong> espíritu» y que además se produceespontáneamente. Lo más alto de la cultura es el arte, y su expresión es lo más puro<strong>del</strong> alma humana; y siguiendo sobre su definición de cultura, entre más espontáneasea, entre menos sometida a fuerzas externas, es más pura. En este sentido, habla <strong>del</strong>pueblo griego y de su libertad en el arte como manifestación cultural, a diferencia de lospueblos orientales, como Egipto o la India, en las que el arte primitivo estuvosupeditado a las fuerzas y empeños sacerdotales. La época artística oscura de Greciaduró poco, fueron superadas las etapas de representación de imágenes deformes o lamixtura de cuerpos de hombre con cabezas de animales. Esto duró mucho más en lospueblos orientales 115 . El griego tuvo un despertar temprano, con un sentido de labellezas casi innato y que pronto se manifestó en la técnica y en el objeto de su arte.“La conjunción de libertad y medida, que sólo podía crearideal viviente, aquel repentino respeto <strong>del</strong> arte, no sólo haciadioses y hombres, sino hacia sí mismo, la conservación y lasuperación de lo conseguido; es la tan ensalzada sofrosine,114<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo II. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.452.115Aunque <strong>Burckhardt</strong> reconoce que inevitablemente los orígenes más primitivos, no solo <strong>del</strong> arte, sinode la cultura griega tiene sus remanentes en las conquistas bárbaras. No obstante, los elementos quetoman de culturas anteriores son “helenizados” y apropiados con magistral síntesis, para este argumentose basa en la absorción de elementos fenicios en dicha cultura.


la que, en la mejor época de la vida política, se presentacomo obediente en un fuerte desarrollo individual, y que,desgraciadamente, se echa de menos demasiadas veces enel Estado.” 11690El autor también destaca el despertar artístico producto de la profundaindividualidad que caracterizó al griego durante toda su evolución, más allá de un estilogriego que puede ser detallado y categorizado hay rasgos muy individuales de cadaartista, desde sus <strong>inicio</strong>s. Hablando de esto recuerda a Dédalo con su «Laberinto deCreta», a Trofonio, constructor <strong>del</strong> templo de Apolo y a Agamedes con el templo dePoseidón en Mantinea. Además <strong>del</strong> individualismo que estampa su huella en todo loque hace, el arte también estuvo apalancada por una profunda rivalidad entre lasdistintas poleis. Si el arte no respondía a ninguna teología o sacerdocio, sí prestabamás atención a las exigencias de su polis; cada una quería tener lo mejor para sí,templos, pinturas, esculturas; esta sana competencia logró sacar el máximo de cadaartista.En rasgos generales, se puede decir que el arte antiguo griego giró en torno alhombre, al igual que toda su cultura, era una síntesis de la vida humana, un conjuntoestético <strong>del</strong> hombre y sus circunstancias. Subyace a todas las manifestacionesartísticas la idea <strong>del</strong> hombre heroico ya referido, estas artes son antropocéntricas yrecogen la sublimación <strong>del</strong> espíritu griego como un momento único e irrepetible.Los géneros artísticos: Escultura, Pintura y ArquitecturaLa escultura griega está muy vinculada a la poesía, ya que sus motivos derepresentación son siempre dioses o representaciones divinas, y para esto, fuenecesario la idealización de los dioses, su exaltación como figuras superiores y toda la116<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 18.


91importancia, en el sentido artístico, que toman su representación a través de laliteratura. Así mismo, la figura humana, detallada escrupulosamente por los griegos y ala cual se le daba mucha importancia desde la perspectiva estética y producto de supapel en la gimnasia, el atletismo y en otras actividades de la vida diaria, facilitaba larealización de la escultura partiendo <strong>del</strong> hecho de que los dioses griegos son hombresideales.“Con toda su libertad, sin embargo, conserva el arte la mayorcontención frente a todo capricho fantástico. Éste quedacompletamente eliminado y no hay ni siquiera una incursiónen la zona de lo genial disparatado. Después de que sucedióaquella redacción final de los tipos de dioses en el siglo IV,lo que una vez se había logrado bien en motivos y tipos, fuerepetido y conservado, no sólo porque era excelente, sinoporque apenas se podía hacer otra cosa. El arte renunció acrear nada nuevo materialmente; pero en cambio sentía loque ya tenía como continuamente nuevo, y en esto sereconoce la genialidad, y en esto también es significativopara los griegos, como en la coincidencia en las formas, elacuerdo voluntario; cosa semejante hallaremos así mismoen las formas de la poesía.” 117La libertad en la que se concebía el arte escultórico, permitía también jugar conlas expresiones gestuales, cosa que extrañan los orientales ya que para ellos losdiferentes gestos tenían conexión directa con simbolismos sacros. Estascaracterísticas, que en un primer momento forjaron lo que en a<strong>del</strong>ante sería eldesarrollo de la escultura griega, marcaron claramente la representación de lo ideal, unestilo idealista, un arte puro que prácticamente renuncia a la representación para darlugar a la exteriorización de la vida. Cuando referimos el término libertad en el marco <strong>del</strong>a cultura griega antigua, ésta siempre va acompañada de la sofrosine, es una libertad117<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 41.


92prudente, medida, una libertad que no abusa de su condición, la libertad <strong>del</strong> frónimosaristotélico.Debido a la facilidad de la pintura por representar escenas, <strong>Burckhardt</strong> ve enésta muchas más potencialidades a la hora de mostrar las manifestaciones <strong>del</strong> espíritugriego. En primer lugar, fue un arte mejor percibida que la escultura, tanto así, que fueincluido entre las materias de educación para hombres libres. Las escenas políticasabundaban en estos cuadros, sin embargo, mucho de esto lo conocemos por el relatode los historiadores y no porque conservemos la obra para analizarla.De estos tres géneros, quizá en la Arquitectura es donde el autor ve la másperfecta manifestación <strong>del</strong> arte griego antiguo 118 , y ésta queda representada en elTemplo, como síntesis de la relación dios-hombre en el ethos heleno. Tal era laperfección alcanzada con esta construcción, que al momento de fundar nuevasciudades imitaban grupos de éstos casi sin ninguna variación. Incluso con ladevastación sufrida por las Guerras Médicas, cuando se restauró el templo de Atenasse pensó la posibilidad de una reestructuración innovadora <strong>del</strong> templo, ahora en uso <strong>del</strong>os planos compuestos y de técnicas nuevas para entonces, sin embargo, se restauróbajo la misma forma existente. Si ya el heroon, las tumbas sagradas y los panteoneshereditarios, eran magnánimos, más aún el templo, que era propiamente “la vivienda <strong>del</strong>os dioses”.Sobre la educación helenaYa nos hemos referido en varias ocasiones al papel de la educación en el mundogriego. El Estado es principalmente cultura, es decir, no porque tenga cultura puestodos los pueblos la tienen, sino porque hacen de ésta el motivo final de todas susmanifestaciones. Las formas políticas griegas también forman parte de su cultura, es un118Influenciado definitivamente por el profesor Kugler en Basilea.


93elemento propio de ellos y que cultivan con el mayor de los celos. Derivado de laconcepción política <strong>del</strong> Estado se encuentran todos los elementos que rigen la vidadiaria, incluyendo la religión, el culto, la educación, las guerras, y hasta las fiestas ycelebraciones. En este sentido, en la Educación, como elemento político que construyey preserva el espíritu de la sociedad helena, resaltan como aspectos importantesaquellos que para el estado son fundamentales. La Educación griega cosecha el mitocomo expresión unitaria de la identidad griega, incluye también en sus elementos elestudio de la historia, las ciencias, la ética, la gramática, la retórica y otros elementosintelectuales para la formación <strong>del</strong> hombre heleno. También incluye la música y lasartes, ya que en una civilización cuyas artes forman parte de la concepción política 119es necesario que el individuo conozca sobre ellas y se destaque. Así mismo, elfantasma de las guerras que día a día está presente en la vida helena, hace que loshombres deban estar preparados física y mentalmente para la misma. El hombre griegovive en libertad pero siempre preparado para luchar contra las adversidades <strong>del</strong>destino. El alto nivel en el que es concebida la guerra hace que la preparación física <strong>del</strong>os individuos no sea abandonada en ningún momento 120 , y de aquí nace la gimnásticacomo sublimación de esa preparación física que en ese caso no persigue un fin en símisma más allá de lo agonal.“En casi todos los sitios, pues, se entregarían, los hijos <strong>del</strong>os ciudadanos libres, a los preceptores de la gimnástica,cuya enseñanza, además de la <strong>del</strong> citarista y <strong>del</strong> gramatista,integraba la educación; pero sólo los pudientes podíanmantenerse en esta línea durante toda la vida, y sólo los queeran independientes por completo podían hacer de ella elobjeto de su vida. La gimnástica era de esta manera, en sí,cosa popular; en sus grados altos, no obstante, era algo119Aquí debemos recordar cómo el Estado concibe la distribución de las instituciones alrededor <strong>del</strong> ágora,además de los elementos arquitectónicos que se repiten en todas las ciudades griegas; lo cual no dejaduda de que la Arquitectura, en ciertos momentos, es un asunto de estado.120Esto es más evidente en Esparta que en Atenas.


distinguido, sobre todo si se ligaba a ella la visita de losagones, con todo lo que ellos suponía. El gimnasio era unode los principales centros sociales de la vida griega.” 12194Lo agonal en el mundo griego nos representa el elemento más significativo de lalibertad, además de la importancia que tienen estos certámenes que prácticamenteparalizan la polis, como el caso de las treguas de Olimpia; también es digno deadmiración cómo se realizan competencias de las más variadas categorías, engimnasia, deportes con caballo, retórica, música, pruebas ecuestres, danzas, canto,entre otras. Los vencedores de estos juegos obtenían objetos de alto valor simbólico.“Las coronas de Olivo bravío de Olimpia”, en el Istmo (de Corinto), la “corona de ramasde pino”; en Pito, el laurel 122 .Sobre los filósofos y el ArteLa relación de la Filosofía y el arte no es precisamente intensa, y muchos menos,armónica. Pocas líneas dedican los pensadores de la época para hablar sobre el Arte.Si comparamos la cantidad de material que se conserva, o <strong>del</strong> cual tenemos referenciaen cuanto a la Filosofía y sus tratados sobre las ciencias o el estudio <strong>del</strong> hombre,veremos que lo que corresponde a “lo artístico” es casi despreciable. Demócrito, es unode los filósofos que apenas trata el tema, refiriéndose a las artes explica su «teoría <strong>del</strong>a bóveda» la cual, y según los frutos rendidos, podemos presumir que tuvo pocarepercusión. Aristóteles, quien dedica varias páginas a la estética y a la poietiké 123 , nosólo lo circunscribe en el ámbito artístico, sino en el sentido de lo bello y lo agonal parael hombre griego, no obstante, refiere poco o nada sobre las artes plásticas; menos aún121<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 137.122<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 151.123Poética o arte de la Poesía.


95detalla sobre técnicas o análisis crítico sobre productos artísticos. Así mismo, Platón, nisiquiera da cabida a las artes y a la poesía en su República. Ya que éstas representanlo especulativo e imaginario, y en cierta forma están opuestas al logos.“El arte debió haber quedado notablemente independientede la palabra, <strong>del</strong> discurso, de la literatura y también de lapoesía contemporánea. Sus grandes fuentes de vida son lasfiguras de los dioses, la animada mitología, el culto, tanfrecuente y sublimemente representado, y la agonística; y allado de esto no necesita de intermediarios. Si no hubieralabrado máscara aquí y acullá. Apenas sabíamos por suparte, por ejemplo, que había existido una tragedia, pues lasrepresentaciones trágicas las sacaba el arte directamente <strong>del</strong>a mitología, y era infinitamente más libre que si se hubieraatenido a los que la podía ofrecer la escena trágica. Escenasde comedia y todo el restante trajín de los actores cómicosnos los enseña Pompeya, en cuanto conocemos la primerailustración de libros. Una pura “lectura” que hubiera podidotener influjo sobre el arte, no existía entonces en absoluto.Mas los filósofos, si hubieran querido, tenían el campo librepara una estética detallada, quizá decisiva para el destino <strong>del</strong>as artes plásticas.” 124Esta relación que podríamos clasificar como de rivalidad, quizá tiene su origenen que las artes tienen su inspiración en la mitología y el imaginario popular griego; y latarea de los filósofos era precisamente deslastrar estos prejuicios de la concienciahelena. Esta falta de interés de los filósofos por las artes plásticas, no preocupa al autore incluso lo percibe como beneficioso en cierta manera. Debemos recordar que para<strong>Burckhardt</strong>, con todo su pensamiento eurocéntrico además de heredero directo de lacultura griega y renacentista, la cultura, y más aún, las artes, deben ser tan libres comoel espíritu que se pronuncia a través de ella. El hecho de que un grupo de filósofosquisieran hacer tratados de arte haciendo alarde de su superior capacidad de124<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 72.


96pensamiento y tratando de definir líneas específicas como si fuera política o ética,hubiera significado una presión innecesaria y coaccionadora para el artista; es el mismotemor que se cierne cuando la religión en los estados teocráticos apabulla todos losestadios de la vida humana y los somete a ella, incluida el arte.Sobre la Poesía y la MúsicaLa poesía griega tiene sus <strong>inicio</strong>s en la época arcaica, y sus orígenes estánprofundamente arraigados a la mitología griega. Ya nos hemos referido aquí a lamitología, pero vale recordar que además de la opulencia y magnificencia que alcanzaen esta cultura, establece un pasado común que comparten todos los pueblos de laHélade. Como se podrá figurar el lector, <strong>Burckhardt</strong> entra al tema de la poesía con unentusiasmo irrefrenable; no es que el autor se haya planteado en sus <strong>inicio</strong>s realizaruna Historia de la Cultura Griega de manera objetiva. De hecho, no se preocupa por elconcepto de objetividad en ninguno de sus trabajos. De todas maneras, se evidencia atodas luces la profunda admiración que siente por toda la cultura griega, peroespecialmente por su arte y poesía. He aquí una diferencia abismal <strong>del</strong> basiliense conotros historiadores, la Kulturgeschichte de <strong>Burckhardt</strong> cuenta con el milagro espiritualde que deja hablar a poetas y pensadores. Uno de los principales argumentos paraelevar este género literario es su materia prima, el griego (ya nos hemos referidobrevemente a la lengua griega en este trabajo) y el autor siempre que puede larecuerda.“Ante todo hay que considerar la lengua, maravillosamenterica, flexible y métricamente manejable, madre y condiciónprevia de la poesía como de la filosofía, de la que se querríasaber cuándo y dónde había conseguido este desarrollo,que para la poesía era a la vez instrumento y vehículo. Unpueblo que posee semejante lengua tiene en todo momento


un espíritu completamente libre y ágil, y a la vez la lengua seconvertirá en un magnífico instrumento de poesía. Medianteella podía la expresión épica para el relato y la descripciónalcanzar entre los griegos aquella gran superioridad sobretoda la épica que tenemos de otros pueblos; resultabaaquella continua elevación de intuición y exposición quedebe de haber sido en aquel pueblo de inteligencia general,evidente y sumamente popular.” 12597Otro factor que apalanca el desarrollo de la poesía y todas las artes es lavariedad de la vida que marcaba el transcurrir <strong>del</strong> hombre griego. En varias seccionesde su libro el autor recuerda que ese desprecio por los trabajos manuales era productode las expectativas de vida en las que crecía el ciudadano de la polis; la mayoría de lostrabajos manuales eran <strong>del</strong>egados en esclavos, lo cual permitía mucho tiempo librepara que el ciudadano desarrollara sus habilidades y virtudes. Atletas, artistas, filósofosy políticos viven en un epicureísmo permanente, disfrutando de su condición deciudadanos y cultivando su formación helena bajo el amparo y celo de la polis. No poresto se debe ver la poesía como algo reservado a las clases altas; el pueblo griego, ymás aún después de la sublimación de la democracia, comparten por igual, ricos ypobres, los cultos a lo divino, el mito y su poesía. A propósito de esto, <strong>Burckhardt</strong>desarrolla en la página 244 <strong>del</strong> tomo III de su libro La Historia de la Cultura Griega, enuna sección que se titula «Consideraciones generales sobre la lírica», la idea de que laforma en que resaltan, por encima de las otras, la poesía, la danza y música, es porqueprecisamente sus orígenes remotos crean un vínculo de identificación con todo elpueblo griego, no es algo reservado a las clases elevadas o a una “capa de ilustrados”.Según hemos visto, pareciera que todas las artes han tenido relación con el mitoa través de las formas artísticas primitivas de los primeros pobladores griegos. En talcondición se encuentra la música, la cual no trataremos en detalle en cuanto que loimportante no es ni siquiera lo que ocurría en Grecia, sino la visión que <strong>Burckhardt</strong> se125<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 91.


98hace sobre ésta y lo que logra extraer de sus manifestaciones materiales recogidas enla historiografía antigua. El vínculo principal de la música con el espíritu helénico, es suidentificación con los orígenes remotos <strong>del</strong> pueblos griego, orígenes que seguramenteestuvieron vinculados con lo divino, además con unas presumidas virtudes curativasque relató Plutarco en “Sobre la música” 126 y hasta el mismo Pitágoras. No se puedeconcebir alguna celebración en el ágora de Atenas, o alguna fiesta divina en alguno <strong>del</strong>os oráculos sin la presencia de coros completos. Ya fue referido el importante papel <strong>del</strong>os coregos en las ceremonias que celebra la polis. Incluso en la guerra sepopularizaron los himnos épicos para preparar a los hombres para la batalla. Cuando lamúsica sonaba en teatros, en esos espacios atestados de gente, debió haber muchorespeto a los ejecutantes y un silencio sepulcral para poder escuchar el sonido de lascuerdas de una citara o una lira aún en los últimos asientos. Otro elemento que reflejala importancia de la música en la vida helena es que la literatura la aborda comoelemento importante y de forma temprana. Autores importantes de este género fueronAristóxeno de Tarento 127 , discípulo de Aristóteles y famoso teórico de la música. Asímismo se cuenta entre ellos a Heráclides, otro discípulo <strong>del</strong> estagirita.En términos generales, la música tuvo su acogida también por parte de losfilósofos; aquí debemos saber que la música, así como muchos elementos culturalesque se desarrollaban en la polis, era un asunto político. Ya hablamos <strong>del</strong> sentidopolítico <strong>del</strong> arte; esto se refleja en Esparta donde en sus programas de educaciónincorporaban el tema como parte de la formación <strong>del</strong> ciudadano, y estaba regido pormétricas, armonías y tonos que asumían como beneficiosos para esta formación. Asímismo, Platón, en su República, establece los tonos y ritmos que debe ser permitidosen el Estado ideal.126Es uno de los textos que se le adjudica a Plutarco, para el momento que escribe el historiador suizo sedaba por sentado su autoría, no obstante, investigaciones más recientes ponen en duda que el texto searealmente de Plutarco, y más bien lo atribuyen a épocas posteriores.127El único libro que se preserva <strong>del</strong> autor sobre la música es “Elementos de la Armonía”


“Ante todo, como Platón también dice, no se deben mezclarlos géneros. Himnos, lamentaciones, peanes, ditirambos,melodías citarédicas deben conservar su carácter particular,y no se debía emplear el de una melodía en la ocasióndonde correspondía el de otra. La decisión de si ocurríaesto, y también el derecho de castigar debía de estar, comoen el buen tiempo antiguo, no en la gritería inmusical de lamuchedumbre, sino en los inteligentes, que escucharon enpleno silencio la ejecución hasta el fin. También Plutarcoobserva, cuando habla de esta permanencia en lo una vezadquirido, que no permitía ningún cambio caprichoso demelodías y de ritmos, que los aires musicales no sellamaban en vano leyes. Así pudo la antigua músicamantenerse en su limitación a pocas cuerdas y en susimplicidad y solemnidad, y precisamente en diligenteabstinencia, ya que a los artistas les hubieran sido conocidosmedios más ricos, y los antiguos (y muy moderados)innovadores se mantuvieron dentro de lo bello.” 12899Es curioso ver cómo la decadencia de la cultura griega referida en capítulosanteriores, se refleja en todos los campos de la vida helena. Lo que para <strong>Burckhardt</strong>refleja la época de esplendor de la cultura, y específicamente, <strong>del</strong> arte griego, estádefinido por la conservación <strong>del</strong> estilo en cada una de sus manifestaciones. En lamedida en que se presentan intenciones de cambio, incluso de innovación, el autoralerta sobre un síntoma de desvirtuación de la cultura, bien sea en la política, o en lasartes, o en el culto a lo divino. <strong>Burckhardt</strong>, además de eurocéntrico es sumamenteconservador, en todas sus reflexiones cuando advierte estos cambios parecieraninsinuar que si todo es tan perfecto, tan sublime, por qué tiene que cambiar. En variassecciones de su texto, refiere con complacencia visible y aludiendo al arte griego: “queprefiere en todo formas determinadas y constantes.” 129 Esto, lo dice él:128<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 207.129<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 276.


“La lucha contra innovaciones musicales encuentra su másclara expresión en la historia <strong>del</strong> citaredo Timoteo de Mileto,el cual, porque había elevado el número de cuerdas de sietea once, le fue quitada por los espartanos la cítara y colgadaen el pórtico Esquias. Pero este conservadurismo eraentonces (Timoteo murió viejo en 357 a. de C.) quizás, aúnpara los espartanos, demasiado tardío, aunque, como ya seha dicho, les es atribuida también en otras cosas piedadpara las antiguas formas. En todas partes se habíapresentado ya hacía mucho la gran descomposición de lavida griega y con ella, según el modo de ver griego, comouna de sus causas, la de la música, y desde el fin de laguerra <strong>del</strong> Peloponeso dominaba lo que Platón designacomo teatocracia, en daño de la poesía y de todo el estadoespiritual de Grecia. La música teatral se había convertidoen señora absoluta de la música, y dentro <strong>del</strong> teatro influían,no ya los sabios jueces de los concursos, sino la masa, queya no se dejaba regir con orden y deseaba decidir con sualboroto; los espectadores se habían convertido enespectadores con voz, como si comprendieran qué erahermoso y qué no en cosas musicales. ¡Y si hubiera sido porlo menos una democracia de hombres libres! Peropredominó la pretensión de todos de entenderlo todo, quetuvo como consecuencia la audacia en el juicio. Culpablesfueron los poetas mismos, que en el salvaje entusiasmo yobedeciendo al placer de los sentido mezclaban trenos conhimnos, peanes con tara, y, en resumen, todo lo mezclabancon todo, y por ignorancia sobre la música sostenían que lamúsica no tenía ningún sistema y era juzgada la mejor por elplacer el oyente, valiera éste algo o no. Con tal dumbe aqueltemperamento sin leyes y aquella osadía como si estuvieraen condiciones de juzgar. Y puesto que el festín de los oídosera lo decisivo, toda idea de un fin pedagógico de la músicallegó naturalmente a perderse; pero la concesión de que lamúsica ha de ser juzgada según el placer sensible quedespierta, el mismo Platón debe de habérsela hecho hacer asu ateniense, sintiendo que no podía nadar completamentecontra la corriente; podía salvar la buena causa, procurando100


que, por lo menos, fuera el placer de los inteligentes y no elde cualquiera.” 130101La Tragedia y la Comedia griegaLa tragedia es la conjunción de lo bueno y lo malo, lo feo y lo bello, ésta derivadirectamente <strong>del</strong> culto dionisíaco,. Así lo plantea el autor y para hacerlo enmarca sureflexión en una serie de preguntas sobre el origen de este género. Se pregunta:“Pero, ¿por qué el culto de otros dioses no ha provocado yaantes <strong>del</strong> drama? ¿Por qué no, por ejemplo, el de Zeus, elde Apolo, el de Atena, que se pueden entender con talelevación intelectual y ética? ¿Por qué no surgióinmediatamente después de Homero, que ya en La Ilíada, yespecialmente en La Odisea, es tan dramático, sino que sedesarrolló en cierto modo por rodeos? ¿Por qué hubo deacontecer esto en Atenas y no, por ejemplo, ya en Corinto oMileto? Desde luego, podría uno admirarse de que un teatrose hiciera esperar trescientos años, después de que el eposhabía estado ya muchas veces tan cerca <strong>del</strong> drama.” 131El despertar <strong>del</strong> mundo de sensaciones que se da en el culto dionisíaco danorigen en un primer término al drama dionisíaco, y que luego se extiende por toda lamitología helena. En estos cultos divinos ya existían las representaciones dramáticasdesde sus más remotos <strong>inicio</strong>s. El Hiporquema, que significa «canción de baile»consistía precisamente en una coral cuya mímica debía ejecutar según la accióndescrita.Luego de la popularización de la tragedia, es curioso que una diferencia <strong>del</strong>hombre ateniense en relación a lo hombres de las otras polis, era su conocimiento130<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 208-209.131<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 275.


102sobre este género, el cual recitaba con una destreza inigualable y asistido por unamemoria sin igual.La acción de la tragedia fue relativamente variada, sin embargo, un tema casirecurrente es el <strong>del</strong> destino y el porvenir, el cual ya ha sido tratado en este trabajo. Elorigen de esta trama la encontramos por supuesto en la inspiración mítica que tratamosen la sección sobre el mito griego. Al igual que otras expresiones como la música y lapoesía que ya hemos descrito, las manifestaciones culturales que tienen orígenescomunes siempre son mejor recibidas por el pueblo griego, hay una identificación fuertecon los orígenes de la ciudad y que se intensifica por el orgullo de ser griego. Sabenque es algo común, que los une más allá <strong>del</strong> estatus social de cada quien. El culto, latragedia, el mito es de todos los griegos y eso hace que tenga una mejor aceptación porparte de los espectadores. El hecho de que el mito sea comúnmente conocido, dabalibertad al arte para desarrollar su interpretación ahorrando esfuerzos por explicar; talcomo sucedía en la Edad Media y el renacimiento con las representaciones de Cristo ola Virgen, que dan más libertad al artista realizar su forma a través de la obra; a fin decuentas el arte es precisamente la forma y no sus contenidos.Así como el culto dionisíaco funda el nacimiento de la tragedia, en la comedia sedan las misma circunstancias. En la época de la vendimia, en el marco de las pequeñasdionisíacas; una parte principal de las fiestas, llamada cómos, consistía en una “mezclaviolenta de beber, cantar y bailar” 132 . Luego <strong>del</strong> baile había burlas al estilo de unacomedia lírica primitiva, y que seguramente dio orígenes al género formal. Sin duda,tuvo un origen popular, entre campesinos y para el cual los arcontes prestaban pocaatención.“Una información bastante constante dice que la comedia seformó por primera vez en la dórica Megara, aficionada a la132<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 344.


farsa y chistosa; sin embargo, parece que la comediamegárica, conforme a una alusión de Aristófanes, seconformó con acontecimientos toscamente ridículos; era unacomedia cruda, emparentada con los khliktai, que en lugarde lo cómico daba ordinarieces, y desde esto hay un puentehacia la farsa siciliana de dioses y de clases socialescreadas por Epicarmo, y de la que luego haremos mención.Pero lo que es seguro es que con los orígenes que se quierabuscar, es inconcebible la gran comedia antigua sin Atenas ysin el gran teatro; allí debió de haber tomado larepresentación cómica un nuevo sentido y una nuevafinalidad, y la cuestión capital es para nosotros: ¿Cuándoconcedió el arconte, no sólo el coro, sino también el teatrogrande? Esto debió de suceder a comienzos <strong>del</strong> siglo V. Enesta época aparecen los más antiguos cómicos áticos cuyosnombres son conocidos, Quiónidas y Magnes de Icaria, yademás Icfántides, que se gloría en un fragmento dehaberse desviado de la forma megarense; y a éste se une labrillante serie de poetas de la época de Pericles y de laguerra <strong>del</strong> Peloponeso: Cratino, que murió ya viejo despuésde 410 a. de C.; Crates, Telecleides, Hermipo (de quien unhermoso fragmento de Ateneo describe el armarse para laguerra, mientras que el juego de kottabos, etc. Está tirado enun rincón); Éupolis, que principió en 429 y escribió hastacerca <strong>del</strong> fin de la guerra; Aristófanes, que se presentódesde 427 con nombre ajeno, desde 424 con el suyo propio,hasta 388; Frínico, desde 429; Platón desde 427 hasta por lomenos 391; Ferécrates, Ameipsias, Leucón; finalmente, enla transición hacia la comedia: Diocles, Fililio, Sanirion,Estratis, Teopompo.” 133103Un dato interesante que resalta en la descripción sobre la comedia que realiza elpensador suizo, y que podríamos aplicar a otras manifestaciones de la cultura griega;es cómo las representaciones teatrales, la comedia, el culto a lo divino, los juegos deOlimpia, las fiestas tradicionales que ya forman parte de las funciones públicas de lapolis, y muchos otros elementos, permanecen casi inalterados en los tiempos de133<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 345-346.


104guerra; <strong>Burckhardt</strong> lo relata haciendo alusión a la comedia como caso específico, yaque, quizá es donde más cuesta conciliar ambas cosas, el tono burlesco <strong>del</strong> género conlos tiempos que se viven, sin embargo, ocurría así. Había una cierta tregua para larepresentación y el disfrute de lo artístico más allá <strong>del</strong> momento histórico.Sobre la Filosofía, la Ciencia y la OratoriaHicimos un breve recorrido a través de la relación (casi antagónica) de laFilosofía con la mitología. Esta rivalidad fue más patente en sus <strong>inicio</strong>s, con losprimeros filósofos, y de hecho, se nota en ellos el espíritu de una época en transición.Formalmente se establece el principio de la filosofía en la escuela jónica, a la cualpertenecieron -según relata el autor- al menos siete sabios de Grecia, y quienescontaban con placas personalizadas en Delfos, con sentencias o frases emblemáticas.Allí nombra a Epiménides, a Tales, Pítaco, Bías, Solón, Quilón y a Anacarsis. De estos,rescata a Tales como legítimo merecedor de la categoría; al parecer, y según relata<strong>Burckhardt</strong> a través de Plutarco, los demás, más allá de sus méritos, habían tenido unagran habilidad política para obtener el nombramiento.En estos mismo tiempos, destacan unas figuras de pensadores mágicos 134 queconstruyeron cierta fama con sus ideas. Entre estos destaca Ábaris el Hiperbóreo,Aristeas de Proconceso y por último Ferécides de Siros, maestro de Pitágoras quienhabló por primera vez de la metempsicosis 135 y cuya formación estuvo vinculada con elpensamiento fenicio. Muchos de estos pensadores se caracterizaban por una fervientevocación al orfismo. Esta “religión” estuvo regada por territorio griego hacia el siglo VIa.C. y rendía culto al dios Orfeo, con muchos elementos mágico-misteriosos en sus134El autor se refiere a ellos como “santos milagreros” pero tiene sus reservas en cuanto a ladenominación. <strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: ObrasMaestras. Pág. 404.135Es un elemento central en la filosofía pitagórica, se piensa que tuvo sus orígenes en el pensamientoindú o egipcio. Y la metempsicosis sostiene la transmigración de las almas, que pueden trasladarsedesde y hacia diferentes seres vivos.


105rituales y celebraciones. La aceptación que fue cobrando la Filosofía frente al mito, sedebió quizá a la incapacidad <strong>del</strong> mito por tratar de explicar el mundo, más allá de que elmito se conservara -según hemos dicho- como algo especial en la cultura griega. Ladescripción de Pitágoras según <strong>Burckhardt</strong>, es que fue una especie de Sócratesprematuro:“La personalidad de Pitágoras, en cuanto se puede adivinara través de la envoltura mitológica, debe de haber tenido ensí algo elevadamente solemne, apolíneo. Aspectomayestático con rostro magnífico y bucles rizados, envueltoen vestiduras blancas: así se presentaba. Y de su seremanaba una suave cordialidad, exenta en absoluto dedesabrimiento. Comenzaba por hablar a unos pocos,después se reunían más a su alrededor, y pronto atendía asus palabras una ciudad entera. Ante todo, mostraba sumétodo una detenida meditación. Cuando la tradición cuentaque sus discípulos no le veían durante los cinco primerosaños de enseñanza, debe ser entendido en el sentido deque, en una especie de escuela preparatoria, empleaba asus discípulos más a<strong>del</strong>antados como maestros. En estosdiscípulos estaba por encima de todo la autoridad <strong>del</strong>maestro, y cuando algo iba precedido de la frase “él lo dijo”,no necesitaba más demostración. Podría ser auténtica latradición sobre su propio tono de autoridad. No trasmitíanada suyo por escrito, pero solía presentar una doctrina conlas palabras: “Por el aire que respiro, por el agua que bebo,no soportaré la impugnación de lo que yo digo”. Con estoquería indicar que a sus discípulos les era necesario, enprimer lugar, callar, meditar y recogerse interiormente.” 136Además de la apariencia socrática, coincide en la voz de mando o autoridad queejerce sobre sus discípulos, llama la atención, además, que en las palabras finales <strong>del</strong>a cita anterior pareciera leerse entre líneas el “conócete a ti mismo” de Sócrates. Eraun hombre lleno de espíritu y pareció también un peregrino curandero, que incluso era136<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 416-417.


106reconocido como tal: “Cuando Pitágoras iba por las ciudades, se nos cuenta, que no ibapara enseñar, sino para curar. 137 ” De la misma forma, su comportamiento ascético, elcual profesaba entre todos sus oyentes, trae a nuestra mente la imagen de Diógenes elcínico, despreciando la riqueza y predicando una vida espiritual. Llegaban tan lejos suspalabras que muchos de sus discípulos se despojaron de sus bienes materiales y seconsagraron a una vida en comuna, tomando sólo lo necesario para vivir. Empédocles,en palabras de <strong>Burckhardt</strong>, se refiere a Pitágoras de la siguiente manera: “Cuandoesforzó su mente, fácilmente pudo observar todo de todo, de lo que podía suceder endiez o veinte generaciones. Y al mismo tiempo la armonía de los astros que él oía.”La Filosofía rompe con el mito griego cuando descubre la física. Mientras otrospueblos encontraban a través de la religión las respuesta sobre «el donde y el cómo»de todas las cosas, los filósofos griegos construían una filosofía de la naturaleza através de la cual pretendían dar respuesta a estas preguntas a través de la razón. Así lohizo Tales cuya materia fundamental la hallaba en el agua, Anaximandro en su apeirón,es decir, lo indefinido e ilimitado, Anaxímenes lo encuentra en el aire, y por último,Heráclito de Efeso, a quien el autor marca como la cúspide de este pensamiento inicial.El fuego de Heráclito se convierte en el símbolo de comprensión <strong>del</strong> universo, con suincansable actividad y signo de lo que eternamente se renueva. La expresión <strong>del</strong> logosgriego alcanza en “el oscuro de Efeso” la primera ruptura objetiva con la doctrinahomérica y la religión popular. Esta primera escuela en conjunto con los pensadoresjonios, constituyen el <strong>inicio</strong> <strong>del</strong> pensamiento independiente en la antigua Grecia. Hayque referir el atrevimiento en este alarde de rebeldía por parte de los primeros filósofos,a pesar de esa “libertad” helénica que supuestamente disfrutaba la época no eran bienrecibidas las críticas contra la doctrina religiosa y mucho menos contra los dioses.137<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 419.


“Toda la democracia ateniense era en los asuntos de losdioses muy conservadora frente a la filosofía, mientras queabandonaba aquellos a la comedia, y, además, desde ladecisión tomada en el año 432 a. de C., a propuesta deDiopites, conforme a la cual se podía dirigir acusaciónpública contra todos aquellos que no creyeran en los dioseso procurasen explicar los fenómenos de la naturaleza, lainvestigación de ésta sólo podía hacerse en Atenassecretamente.” 138107El <strong>del</strong>ito que se atribuía por estas herejías era la asebia o asebeia, lo cual podríaconfundirse con el ateísmo, pero aquella no niega a dios propiamente, sino que sepresenta como una postura de irreligiosidad, es la negación de cualquier idea o doctrinaque no provenga directamente de la razón; fue un <strong>del</strong>ito prácticamente hecho para elcastigo de los filósofos y su condena podía ir desde el destierro hasta la muerte. Para elmomento que relatamos, la pelea de los filósofos con el Estado no se daba en lacontraposición de ateísmo versus teísmo sino en la lucha de monoteismo versuspoliteismo 139 . A propósito de esta posición, leemos en <strong>Burckhardt</strong>, pero en otro de sustextos, Del paganismo al cristianismo, la época de Constantino el grande.“Frente a esta religión, la filosofía, tan pronto como se elevópor encima de las cuestiones cosmológicas, había sostenidocon mayor o menor claridad la unidad <strong>del</strong> ser divino. Conesto se había abierto el camino a la religiosidad suprema, alos ideales morales más bellos, pero también al panteísmo yhasta al ateísmo, que podían pretender la misma libertadfrente a la fe popular. Quien no negaba a los dioses losdeclaraba, panteístamente, como fuerzas fundamentales <strong>del</strong>universo o los relegaba, como los epicúreos, a una ociosavecindad <strong>del</strong> mundo.” 140138<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 425.139Podríamos reducir esto a una polémica con Homero y Hesíodo.140<strong>Burckhardt</strong>, J. (1982). Del paganismo al cristianismo. La época de Constantino el Grande. México –Madrid – Buenos Aires: F.C.E. Pág. 138


108Luego, llegaron los sofistas, los cuales para los filósofos clásicos eranprácticamente unos charlatanes. De buena apariencia, haciendo halagos por doquier,tomaban presencia en algunas fiestas, usan expresiones elocuentes y lo másimportante, se hacen pagar bien. Se instalaron en Atenas firmemente y lograron tanbuena fama que personajes de la talla de Pericles y Tucídides asistieron en algúnmomento a sus escuelas 141 .Ellos sistematizaron la retórica, la transformaron en método, y con argumentosmuy convincentes (aunque no necesariamente verdaderos) lograron emular lasenseñanzas filosóficas, aunque nunca con la misma profundidad.“Además estaban familiarizados con los problemasfilosóficos corrientes, a pesar de que sólo reconocían unarepresentación, no un verdadero conocimiento objetivo; sudialéctica, en la que hacían un gran papel las conclusionescapciosas (tomadas de los eleatas), podía ser una gimnasiaintelectual, y aun cuando pudiera mantener la pretensión de“hacer mejores a los hombres”, les proporcionabanconocimientos y aptitudes, y por todo esto se les teníamucho agradecimiento. Hipias podía presentarse como unaespecie de omnisciente enciclopédico exhibiéndose enOlimpia con un atavío en el que todo, hasta la piedra tallada<strong>del</strong> sello, estaba hecho por su propia mano; pero lo principalera el mucho saber positivo con que socorrieron a una épocaque tenía pocos libros y un gran deseo de saber.” 142<strong>Burckhardt</strong> los compara con los humanistas italianos <strong>del</strong> renacimiento, detalladosen el capítulo de La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia. Estos sofistas son una especiede diletantes antiguos, no entendido en el sentido moderno y despectivo de la palabra,sino como unos eruditos que saben sobre muchas cosas con un nivel de profundidad141<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 428.142<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo III. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 429.


109aceptable. Los atenienses podían encontrar en ellos opiniones coherentes yaparentemente ciertas sobre varios temas en una misma persona. Más aún, en plenademocracia donde casi todo se resolvía a través de largos discursos y la persuasiónque éstos ejercían, los sofistas se convierten en tesoros de la sabiduría, asistían a lasasambleas populares donde decenas de personas prestaban atención a sus métodosde convencimiento (persuasión). Debemos recordar aquí los halagos que se han hechoa la lengua griega como milagro espiritual producto <strong>del</strong> alma humana, y que traduceperfectamente los razonamientos <strong>del</strong> logos helénico. No pudo haber tenido la retóricaun mejor campo de cultivo para desarrollar sus habilidades.Con el desarrollo de la retórica y los innumerables escritos que dedicaron a ella,los participantes de la asamblea tomaron como requisito único e indispensable sermaestros de este arte. Ya no importa aquí la reputación de los asambleístas, o elconocimiento sobre la polis, eran educados en retórica y por lo tanto podían ocuparsede los asuntos públicos.La tranquilidad de los discursos de Pericles, como el que hemos referido en estetrabajo, quedó atrás luego de esta aparición de la elocuencia preparada. El historiadorsuizo señala a Cleón de Atenas como uno de los primeros políticos que realiza undiscurso apasionado, paseando por la tarima, moviendo las manos agitadamente yarrojando el manto de un lado a otro.De los sofistas se destaca el papel de Gorgias (485 a.C – 380 a.C), y cómo-según las memorias de Jenofonte- era capaz de contestar casi a cualquier cosa.Gorgias al igual que Antifón, fueron oradores en Olimipia y en Delfos. El poder de laretórica tomó tal auge cerca <strong>del</strong> año 400 a.C que casi arropó el interés por lahistoriografía, la poesía y otras artes helénicas. Los sofistas se ejercitaban conproblemas ficticios para demostrar sus dotes como gimnastas intelectuales. Sealimentaban superficialmente <strong>del</strong> pensamiento filosófico el cual les ayudaba a elaborar


110su monólogos y partían <strong>del</strong> principio de que no había ningún saber válidouniversalmente, sólo opiniones y conjeturas personales bien fundamentadas.Sobre la decadencia de la cultura griega.<strong>Burckhardt</strong> sitúa la descomposición <strong>del</strong> Estado y la cultura griega en el siglo V. Y de allíhace particular hincapié en las guerras médicas y luego en la guerra <strong>del</strong> Peloponeso.“En todas partes se vería que el horizonte había cambiado,debido a las guerras persas; en la constelación política,predominando la democracia; los individuos, consientes ydesarrollados, pero ocupados también en una lucha con elEstado, y triunfando la reflexión y el raciocinio sobre elsencillo cumplimiento <strong>del</strong> deber. La filosofía ha emprendidola tarea de explicar el Universo y el hombre por sus propiasfuerzas; la forma sociable de la vida, sin duda, ha alcanzadosu punto culminante. La moralidad está muy quebrantadacomo consecuencia de igual quebrantamiento por parte <strong>del</strong>Estado, que es su apoyo; no sólo las costumbres sonlibertinas, sino que el desenfreno egoísta carece de límites.La poesía llega a agotarse esencialmente en el siglo V. ellaproduce las últimas grandes formas que le había reservadoel destino: la córica en mayor extensión, la tragedia, laantigua comedia, el epigrama, y las llena con una esenciaverdaderamente viva y real, a cuyo lado el siglo IV parecerácomo paralizado; en nuevas formas sólo deja un rebusco, lacomedia media y nueva; lo que creó en las más antiguas nosobrevive. En cambio, el arte <strong>del</strong> retrato en la pintura, ysobre todo en la escultura, alcanza, en el siglo V, primero losublime, quedando al IV por crear lo dulce y bello, loperfectamente animado por el alma.” 143El basiliense relata estos acontecimientos con la objetividad de quien sufredirectamente lo relatado. Para él, la decadencia de una cultura (aunque indirectamente143<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 380-381.


111esté marcando el terreno para la formación de otra) es un momento agónico, es unmomento de cambio que implica que algo que era casi perfecto pase a un nuevo estadode incertidumbre donde el nuevo producto rompe con la tradición, más allá de si estecambio es favorable o no (conservadurismo puro). Aquí rompe con el pensamientohegeliano y con aquella máxima de que el mundo es guiado por la razón absoluta,pareciera que en estos momentos lo que prevalece es la impresión deslumbrante de underrumbe indetenible. El historiador suizo deja escapar las siguientes palabras cuandohace alusión al momento histórico: “Echemos también una mirada sobre ladescomposición de la cultura griega durante la guerra <strong>del</strong> Peloponeso, hecho tangrande que habría intencionadamente cerrar los ojos para no verlo.” 144 Aquí debemosmencionar que el basiliense comparte profundamente el pensamiento deSchopenhauer, y específicamente el que manifiesta en El mundo como voluntad yrepresentación; para el alemán, las guerras, revoluciones, invasiones y cualquierevento que convulsione la ciudad representa una pérdida para la memoria de la misma,es un hecho alarmante la pérdida de los registros culturales, tales como monumentos,obras de arte, literatura, etc. Schopenhauer se refiere a la historia como la concienciareflexiva <strong>del</strong> espíritu humano, y asigna a sus monumentos y obras la responsabilidad dehacer llegar este legado.Esa autonomía y libertad que referimos en páginas anteriores desaparece ante lahegemonía <strong>del</strong> agrupamiento que exigían las dos banderas; por un lado la Liga deDelos a cargo de Atenas, y por otro, la Liga <strong>del</strong> Peloponeso, a cargo de Esparta. Esimportante resaltar que para el autor, el declive de la democracia griega es anterior alas guerras médicas, es decir, para el momento de la guerra <strong>del</strong> Peloponeso ya Atenastenía décadas en franco deterioro, y la exacerbación de esta descomposición transcurre144<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo IV. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 380.


112al final de la guerra <strong>del</strong> Peloponeso y el gobierno de los “treinta tiranos” que toman aAtenas luego de la rendición frente a Esparta en el año 404 a.C.La decadencia <strong>del</strong> Estado ateniense y algunas de sus colonias viene ya desdefinales <strong>del</strong> siglo VI, ya se ha relatado cómo la exacerbación de la democracia sacófuera de sí a gente muy preparada, y el poder que tenía el Estado cayó en manos <strong>del</strong>populacho, lo que ocasionó casi una anarquía, y es que al mandar todos losciudadanos, sin ningún fin común sino los intereses particulares de cada quien, elEstado se encontraba acéfalo, desvirtuándose y arrastrando consigo todas susinstituciones, desde la familia a la religión 145 .En este escenario se dieron vida las más violentas peleas entre partidos pormantener el poder en la asamblea y tribunales. Atenas se despedía de una tradiciónmoralista, democrática y que servía de ejemplo a otras ciudades-estado, la corrupciónse materializó en las conversaciones <strong>del</strong> día a día, y llegó a tocar la conducta de losmás altos actores de la política estatal.“Mientras que la nación helénica, en su conjunto, menguabamaterialmente, la descomposición <strong>del</strong> Estado causabanecesariamente el quebranto progresivo de la moralidad.Toda la vida intelectual y ática de los griegos estabarelacionada, como antes ya hemos dicho, con el Estado; lafamilia, esencialmente, no era sino una institución política, yhasta la religión tenía como parte más fuerte sólo lo local.Este Estado, mientras se conservó íntegro, es decir, guiadopor una dirección bien definida, se había considerado comoalgo divino, permitiéndose todo a él y a su omnipotencia.Tan pronto como llegara a caes en manos de gente incapaz,tan pronto como empezaran a combatirse unos a otrosdentro de la patria, persiguiéndose sañudamente porrazones políticas, toda esta construcción estatal tenía quequebrantarse, sin excluir siquiera a la religión.Efectivamente, una vez llegado este estado de cosas, los145Debemos recordar que tanto la familia como la Religión son para la Grecia Antigua instituciones <strong>del</strong>Estado.


tiranos de la discordia más horrible le hicieron pedazos cuala Zagreo. Es de suponer que los griegos se darían asco a símismos cuando realizaron esto, cuando hubieron deshechoal dios. Una parte de ellos tenían la afortunada posibilidadde proceder, como filósofos, mediante una valienteresolución, a la apoliteia; para la mayoría, con la Polishabían desaparecido todo su orgullo y culto, el fin más altode sus esfuerzos, la representación más sublime de supropio ser.” 146113La descomposición de la Polis y sus principios cambiaron incluso conceptos quese encontraban arraigados tradicionalmente en la cultura helena, así como lospreceptos morales y éticos, hombres “sin ley” como Lisandro pasaron a formar parte <strong>del</strong>culto local, pasando por los tiranos posteriores y hasta llegar a Filipo de Macedonia.“Lisandro, después de su victoria, entra en la más estrechacomplicidad con todos los más viles, que cometían susfechorías con las heterías oligarquías; les permite tododesenfreno, no se acobarda ante las matanzas máshorrorosas y, en Mileto, entrega ochocientas personas <strong>del</strong>partido popular, después de haberlas sacado con promesasy mentiras de sus escondites, a los oligarcas, para que seanasesinadas; la recompensa, empero, a sus amigos, consisteen un dominio irresponsable sobre las ciudades y un poderabsoluto. Por otro lado, presume, a pesar de tener que haberadquirido secretamente mucho dinero para sus finescostosos, de ser espartano pobre e insobornable, mientrasmuy característicamente recibe de las ciudades, como elprimero de todos los griegos, y como si se tratara de un dios,altares, ofrendas y peanes, aceptándolo con todanaturalidad; además, va acompañado constantemente por elpoeta Querilo, poetastro adulador suyo. Cuando las quejas,no ya de las ciudades griegas, sino las de Farnabazo,producen su destitución y emprende un viaje al Ammonio,los nobles espartanos no quieren ya su dominio, ejercido por146<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo V. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.18-19.


las heterías, que servían de pretexto, y dejan que surja eldemos en las ciudades respectivas, pero tomando ahoraesta inclinación, tal incremento, que Lisando, al volver,consigue persuadir a los espartanos apoyen de nuevo alpartido de los oligarcas. Aun logra que sea nombrado rey, envez de Leotíquidas, su amigo Agesilao, a quien él habíaeducado como hombre adicto suyo; sin embargo, esta veztiene que sufrir la dura experiencia de ver cómo el nombradose hace el dueño, independientemente de su influencia. Muydecepcionado vuelve a Asia, adeonde había acompañado alrey a su país, odiando todo el sistema estatal espartano aúnmás que antes, y se vuelve a entregar a los planes que yaanteriormente había enfocado y que consistían en hacerasequible el cargo de rey a todos los Heraclidas, e incluso atodos los espartanos, de manera que no fuera limitado sólo alos que directamente descendieran de Heracles, sino quepudiera ejerserce también por “sus semejantes”, buscandocon ello que infaliblemente tuvieran que elegirle a él. Coneste fin se hace componer por Cleón de Heraclea, undiscurso a sus conciudadanos, y opinando que antesconvendría, además, influir en ellos por el délfico, dodoneo yammonio por medio de presentación de un niño precoz,educado admirablemente para el caso, y con otra serie deengaños tan toscos y manifiestos, que hasta un niño hubieraadivinado quien era su autor. Todos estos planes sederrumbaron cuando este hombre, vil en todos los aspectosy casi enloquecido por una creciente melancolía y rabia(395), cayó en Haliartos.” 147114Tan alto nivel alcanzó la egolatría de Lisandro, que en Samos, donde derrocó ala democracia, quiso sustituir las fiestas en homenaje a la diosa Hera por lasLisandrías. 148Esta desvirtuación de la polis griega es relatada en detalle por el historiadorsuizo, dedica amplios capítulos de su libro al tema de los mercenarios y condottieri, y147<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo V. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.27-29.148<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo V. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.128.


115cómo fueron esenciales para las guerras <strong>del</strong> siglo VI y V. A este respecto, nosotrosahondamos en su significación cuando hablamos <strong>del</strong> Renacimiento en los capítulosanteriores.Luego de estas convulsiones que sumergen a Grecia en las profundidades <strong>del</strong>caos, y donde Atenas pierde irremisiblemente el timón sobre el territorio heleno, pasa aser entonces una potencia cultural y ya no una potencia política. De aquí la grandezade la cultura -diría el autor- que permanece y transciende la realidad material, más alláde la destrucción y el caso, emergen los vestigios de una civilización que nunca podráser igualada. La política y la ciencia responden a necesidades humanas permanentes,el arte responde a necesidades humanas cambiantes, únicas e irrepetibles. El hombrede Atenas pasó de ser el orador político que defiende sus ideas en la asamblea 149 , alreferente cultural que heredará la cultura helénica para que ésta sea esparcida por todala civilización occidental, y más allá. Las vagas competencias que venían de Tebas,Esparta, Argos o Corinto, se desvanecen por otros intereses y resaltan la imagen deAtenas como núcleo cultural.Del siglo V se hereda el concepto grandioso de las cosas, recuerdo de gloriaspasadas y una decadencia moral que realmente afectaba más lo público que lo privado.Aquí surge un concepto que no podemos abandonar, el de panhelenismo, <strong>Burckhardt</strong> lointroduce como una idea latente que, aunque no es ampliamente divulgada, concibe launión de todas las poleis griegas bajo una unidad política común. Es lógico pensar quesi bien las ciudades-estado tienen características comunes, como lo es la lengua y todolo que hemos explicado, éstas podrían conformar una gran potencia penhelénica bajouna unidad política común. Algunos pensadores que se mueven en esta época deglorias pasadas, los llamará <strong>Burckhardt</strong> «panhelenos virtuosos» 150 . Es el esfuerzos de149No significa esto que cesaran sus dotes como orador o maestro de la retórica, sino que con ladegeneración de la función política Atenas comienza a ser recordada por sus años de grandeza cultura yartística.150<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo V. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág.118.


116individuos aislados, con un idealismo particular y una gran conciencia de nación. Estosson los herederos de la cultura política de los buenos tiempos, y quienes a pesar <strong>del</strong>desinterés general por estos asuntos, insisten en una vida por la nación. Entre estospodemos contar a Jenofonte, quien a pesar de tener una especial simpatía porEsparta 151 , compartió la idea de la unidad política griega. De la misma forma, comparteesta categoría Epaminondas:“La figura más completa de esta clase es Epaminondas, <strong>del</strong>cual siempre será deplorable no haya sido objeto de unabiografía por parte de Plutarco. En casa de su padrePolimnis se había hecho miembro de la familia Lisis, quehabía seguido a Filolao en su huída a Tebas, y en constantecontacto con él se convirtió el muchacho en el hombre queluego, en un pueblo especial, había de surgir como figuraideal panhelénica con las dos tendencias: la de la virtudcívica y la <strong>del</strong> amor a la sabiduría, y que ha expresado estetema suyo con las famosas palabras: que los tebanos, siquisieran ser los primeros en Grecia, tendrían que colocarlos propileos de Atenas en la subida a la Cadmea.” 152Más allá de estos personajes que insistían en el rescate de las instituciones, lasituación <strong>del</strong> Estado en el siglo IV era tan precaria que mucha gente huía a pueblos conmás libertades y mejores condiciones. Entre ellos se mencionan a Simónides y aEsquilo quienes se establecieron en Sicilia, Eurípides quien muere en Macedonia, yHeródoto quien vivió en Turios. En este aspecto hay que destacar que el apartamiento151Paralelo a la rivalidad que siempre existió entre Atenas y Esparta, es normal observar cómo loshistoriadores de la época pontifican los sistemas políticos de ambas polis. Con respecto a esto esinteresante leer en el texto que Jenofonte dedica a la República de Esparta. <strong>Burckhardt</strong>, J. (1988).Historia de la Cultura Griega. Tomo I. Barcelona, España: Obras Maestras. Pág. 259. cómo se exalta elpapel de Licurgo en la constitución <strong>del</strong> sistema espartano, la primera referencia la realiza en relación a laprocreación y a las leyes que establecían las uniones matrimoniales en pro de querer alcanzar una razade hombre superior.152<strong>Burckhardt</strong>, J. (1988). Historia de la Cultura Griega. Tomo V. Barcelona, España: Obras Maestras.Pág. 121.


117<strong>del</strong> Estado no era bien visto por los gobernantes, y en algunos casos hasta pedíanpena de muerte.


CONCLUSIÓN118Para <strong>Burckhardt</strong>, se puede leer la Historia como una lucha incesante entre lastres grandes potencias, cultura, religión y Estado; más allá de los sucesos que estashegemonías provoquen, el espíritu irrumpe a lo largo de la Historia y deja su huellaimborrable a través de las manifestaciones culturales. Es allí donde la Historia cobrasentido, no en cuanto a sus acontecimientos, grandes y aparentemente definitorios,sino en el desarrollo histórico <strong>del</strong> individuo, en su cultura y civilización; en las grandesobras que heredamos de la arquitectura, en los poemas homéricos, en la tragediagriega y en la Divina Comedia. Son momentos irrepetibles e irrecuperables, únicos ypropios de una época. En el caso de las artes, sus producciones culturales sonimpostergables, ya que forman parte de un conglomerado de factores que hacenposible su existencia; incluso para las ciencias, que ocupan un lugar especial en losensayos <strong>del</strong> autor, no es necesario ese imperativo temporal que encontramos en lasartes, ya que, luego de que una serie de descubrimientos dan paso a un productonuevo, si esto no ocurre en un momento determinado ocurrirá en otro tiempo o en otrolugar y quizá de la mano de otra gente.Como en la buena Filosofía, la lectura de los textos de <strong>Burckhardt</strong> dejan muchasmás preguntas que respuestas, y creo que esa era su intención. Que cada lectorestablezca su método y se cuestione, al igual que él, los ligeros matices que diferenciany unen al hombre en su historia. Es un escritor íntimo, que revela tanto de sí como de loque está escribiendo; en algunas secciones de La Historia de la Cultura Griega, suvisión sobre el tema, profundamente humanista, nos invita subliminalmente a compartirla lectura de sus fuentes; las opiniones y observaciones que realiza son comopensamientos en voz alta, poco madurados y tan genuinos y puros que nuncaadquieren una profundidad mayor a la necesaria. Las vivezas de sus retratos ydescripciones particulares consiguen la atención <strong>del</strong> lector, haciendo alarde en el


119desarrollo de sus teorías personalísimas y sin el menor espíritu de enmienda. La formaen que <strong>Burckhardt</strong> escribe la Historia se asemeja a esas novelas bizantinas donde loslectores quedan sumergidos en escenas in medias res, en algunas ocasiones cuestaubicarse en el momento histórico que recorre, aunque luego que el texto se desarrollala coherencia lógica de su narración sirve de brújula para el lector distraído. Casi sepodría decir que <strong>Burckhardt</strong> “pinta” sus textos, con la escrupulosidad -pero al mismotiempo la espontaneidad- <strong>del</strong> artista. Piensa la historia en imágenes, ya que no sesiente preparado para “reflexionar... sobre las razones, fines y deseabilidades últimasde la ciencia histórica”. 153 Así lo <strong>del</strong>ata en varias de sus cartas a las cuales hemosaccedido parcialmente a través de varios de los trabajos citados 154 . Es un autorescrupuloso, aunque no sea sistemático, nos recuerda a Erasmo de Rotterdam por suelocuencia y atrevimiento en la emisión de juicios, pero también recuerda a loshistoriadores griegos y romanos los cuales fundamentaban minuciosamente cada frasecon su fuente respectiva.Tal como se ha referido en varias secciones de este trabajo, el autor exalta lacultura como fuerza liberadora <strong>del</strong> hombre y su espíritu, se <strong>del</strong>ata en él una visiónprofundamente antropomórfica de la historia, bajo la égida de la cultura se da laapoteosis de lo individual, por esta razón la historia no puede ser menos que eso, eldesarrollo <strong>del</strong> espíritu <strong>del</strong> hombre en su trascendencia temporal.153Navarro, J. (2000). Jacob <strong>Burckhardt</strong>, el escepticismo histórico y el pesimismo político. Res Publica.No. 6. págs. 113154El siguiente párrafo se encuentra en el trabajo de Navarro citado anteriormente: <strong>Burckhardt</strong> creía quepensar no era su fuerte. Esta convicción aparece muchas veces en sus cartas, comenzando por la <strong>del</strong> 28de agosto de 1838 a Johannes Riggenbach, al que le dice que, «como es bien sabido, no he nacido parapensar, sino que tengo una cabeza poco clara» (B: 23). El 19 de junio de 1842 le confiesa a KarlFresenius que es «completamente incapaz para la especulación y no ha dedicado al pensamientoabstracto ni siquiera un minuto al año [...]. Por naturaleza estoy pegado al material, a la naturaleza visibley a la historia» (79). Muchos años después, el 5 de abril de 1879, <strong>Burckhardt</strong> repite esta idea anteNietzsche: «Es bien sabido que yo nunca he entrado en el templo <strong>del</strong> auténtico pensamiento, sino quedurante toda mi vida me he recreado en el patio y en las salas <strong>del</strong> períbolo, donde mandan lasimágenes». Navarro, J. (2000). Jacob <strong>Burckhardt</strong>, el escepticismo histórico y el pesimismo político. ResPublica. No. 6. p. 113


120El autor no es un pensador que elabore grandes argumentos a favor o en contrade una idea, sus opiniones son juicios moderados, normalmente fundamentados poruna o varias fuentes, lo que no quiere decir que tenga la pretensión de poseer laverdad, sino más bien con la intención de ilustrar su pensamiento. Desacralizacualquier testimonio o fuente sin importar la categoría de quien lo dice, se fía muchomás de la coherencia de una idea que <strong>del</strong> autor que la escribe.Por lo expuesto anteriormente, a veces es difícil identificar rasgos de otrosautores en él, ya que, si se quiere, no comparte plenamente ninguna filosofía o doctrina<strong>del</strong> pensamiento con otro autor. Con Hegel tiene concordancias y desencuentros, asísucede son Schelling y con otros autores <strong>del</strong> idealismo alemán. Quizá con el autor quemás coincide, y en el que encontramos mayores similitudes es con Schopenhauer, ésteinfluenció notablemente el pensamiento de la primera mitad <strong>del</strong> siglo XIX, y al parecer,<strong>Burckhardt</strong>, quien deja colar eventualmente un escepticismo histórico, se sintióidentificado por el credo pesimista que profesaba el autor 155 . Así mismo toma deSchopenhauer ese protagonismo humanista de la historia, para éste la única realidadde la historia es lo individual. Parecen palabras de <strong>Burckhardt</strong> cuando Schopenhaueren alguna parte de su libro 156 dice “la verdadera salud <strong>del</strong> espíritu es la memoriaperfecta <strong>del</strong> pasado”. Ambos autores toman como eje fundamental de suspensamientos el producto de la actividad <strong>del</strong> hombre (cultura) y no el hombre mismo.Al igual que Nietzsche, son varias las ideas que adeuda al pensamiento deSchopenhauer para construir su visión. No obstante, el concepto de cultura deNietzsche difiere sustancialmente de la concepción burckhardtiana, para el alemán, lacultura es una metáfora de la realidad, la esconde y si es posible la niega, para<strong>Burckhardt</strong> es la representación más pura; ambos coinciden en que en el desarrollo <strong>del</strong>a cultura se encuentra el devenir <strong>del</strong> desarrollo <strong>del</strong> hombre, para Nietzsche la realidaden su versión pura es un absurdo, un caos, y la cultura es la manifestación artística,155Comparte esta simpatía con Wagner, Nietzsche, Thomas Mann y Freud156El mundo como voluntad y representación


121estética y ordenadora de esa realidad, la cultura es una ilusión y supone un juicio devalor sobre la existencia. La cultura en Nietzsche es la capacidad de transfigurar lanaturaleza, la realidad, y esto se lo debemos a la imaginación, tratando de conectar aambos autores, para Nietzsche la cultura griega es producto de una imaginaciónartística, el mundo moderno (para Nietzsche y <strong>Burckhardt</strong>) queda definido como laapariencia, es decir, la negación de la realidad, una imaginación científica que se oponea la belleza. En este sentido, <strong>Burckhardt</strong> no puede ver en las manifestaciones culturalesuna negación de la realidad, al contrario, es la realidad misma la que se manifiestapuramente a través de la cultura, no de cualquier cultura, sino de la civilización, esdecir, la que al mismo tiempo representa el esfuerzo de orden llevado a cabo por larazón. Nietzsche es más platónico, coincide en la idea de un mundo físico (realidad) yun mundo de ideas (apariencia), la cultura es esa manifestación producto de laimaginación y que al representar al mundo lo niega, la cultura es una derivaciónestética <strong>del</strong> ser.Para los idealistas alemanes Kant, Fichte, Schiller, Goethe y Hegel, hay ligerasacepciones en cuanto al término cultura; no obstante tienen un hilo común conductorque forma parte intrínseca <strong>del</strong> idealismo alemán y que funciona como marco definitoriode este concepto. En primer lugar, el alemán tiene dos formas para referirse a lacultura, kultur, la cual sería equivalente a la “cultura material” y bildung, la cual esequivalente a la “cultura subjetiva”, fuera de la praxis, <strong>Burckhardt</strong> utiliza ambostérminos, aunque en sus obras hace más alusión a la kultur, ya que, la bildung estámás cercana a su concepto de espíritu, en el caso de La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento enItalia, utiliza la palabra kultur en el título <strong>del</strong> libro. La kultur representa la parte materialde la cultura, la bildung es la formación, la parte psicológica que viene a definir el efectode esa kultur en la sociedad. Los idealistas alemanes vieron en la bildung el equivalentea la revolución francesa, y quisieron hacer con la cultura lo que no pudieron hacer en lapolítica. Hay muchos matices en cuanto a la relación de la cultura y la política en los


122idealistas alemanes, en el caso de <strong>Burckhardt</strong>, no se referencian párrafos donde estasideas pudieran estar contrapuestas, al contrario, la política es vista como partefundamental de la cultura, en esta última frase entendida como civilización.Manteniendo el ejemplo <strong>del</strong> idealismo alemán pero ya no con la cultura sino conla Filosofía de la Historia, hay más desencuentros, <strong>Burckhardt</strong> golpea la mesa cuandose tratan de relacionar la Filosofía y la Historia, o más preciso aún, cuando se trata dever la historia a través <strong>del</strong> método de la filosofía. La Filosofía de la Historia, entendidadesde Hegel, ha intentado diseñar un programa general <strong>del</strong> desarrollo <strong>del</strong> mundo,generalmente optimista, donde todo el pasado tiene su justificación y encuentra sumomento cúspide en el presente, el pasado alcanza su consumación para nosotros. Elhistoriador suizo no comparte la idea de un pasado que evoluciona gradualmente paralograr una época perfecta. Esto lo dice él: “La Filosofía de la Historia es un centauro,pues la historia, esto es, el acto de coordinar, es no-filosofía, y la filosofía, es decir, elacto de subordinar, es no-historia” 157<strong>Burckhardt</strong> tuvo la misión encomendada por sus maestros neohumanistas,anclado en una Basilea conservadora negada a recibir el presente, debía revivir laherencia humanística dotándola de un nuevo aspecto estético de comprensión social yuna orientación intelectual estoica.Para el autor, la verdadera cultura siempre estuvo alrededor <strong>del</strong> mediterráneo,Roma y Grecia, a este dedicó las tres obras que escribió con el fin de que fueranpublicadas: Del paganismo al cristianismo. La época de Constantino el grande (1853),Cicerone (1855), y La Cultura <strong>del</strong> Renacimiento en Italia (1860). No hay duda que todosellos influenciados por esos juveniles viajes a Italia que lo marcaron definitivamente. Enuna carta escrita en 1846 llegó a decir: “Ahora sé que nunca podré vivir lejos de Romay que intentaré volver allí con todas mis fuerzas, aunque sea de criado de un inglés.”157 Pereira, P. (2001). El hombre culto: una aproximación a la Historia de la Cultura Griega, de Jacob<strong>Burckhardt</strong>. Revista Historiografías No. 1. <strong>Universidad</strong>e Federal do Estado do Rio de Janeiro. Brasil. Pág24


123Para <strong>Burckhardt</strong>, la cultura y el arte fueron un refugio. Escribió desde una épocaconvulsionada, en plena industrialización de la vida, además, de agitados tiempospolíticos que lo desestabilizaban. Podríamos decir en términos burckhardtianos que, elautor, a través de sus libros, clases y conferencias, formó parte <strong>del</strong> espíritu <strong>del</strong> hombremoderno, heredando de Grecia y Roma y <strong>del</strong> renacimiento italiano, la pasión por lasgrandes cosas, la vehemencia de lograr y preservar las obras que aunque son producto<strong>del</strong> individuo ayudan a conformar el ethos de una sociedad.


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