frontera peninsular e identidad (siglos ix-xii)1 - Institución Fernando ...
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FRONTERA PENINSULAR E IDENTIDAD (SIGLOS IX-XII)<br />
dades históricas, impulsando así el necesario brío de cara al futuro, porque,<br />
en palabras de José Álvarez Junco, se parte de la esencia guerrera<br />
y religiosa del pueblo español, la obstinada afirmación de su personalidad<br />
colectiva frente a una invasión que no sólo era de un pueblo extraño<br />
sino, peor aún, de un enemigo de la fe verdadera 75 . Siendo un acto<br />
colectivo, la noción de Reconquista permite, al mismo tiempo, recalcar,<br />
como sujeto identitario y protagonista, al propio colectivo constitutivo<br />
de la nación, justo en un momento en que los nuevos protagonistas del<br />
liberalismo español restan protagonismo histórico a figuras tradicionales,<br />
como aristócratas, cardenales y monarcas 76 . La cohesión así justificada<br />
avala la definición de España como uno de los Estado-nación dentro<br />
del concierto político internacional gestado en el siglo XIX 77 .<br />
El dolor por la pérdida de España y el gozo por su vigorosa y exultante<br />
recuperación se incrustan en el coetáneo acervo cultural común,<br />
fácilmente compartido por la población en gran parte por la pasión y<br />
el simplismo con la que los autores románticos difunden esta historia<br />
común de los españoles. Baste ver cómo Zorrilla lleva al teatro El puñal<br />
del godo, un ejercicio de nacionalismo español en torno al dolor de<br />
la derrota de Rodrigo a manos de gente salvaje, favorecida por infames<br />
traidores cuyo ultraje es reparado con la vida del conde don Julián, y<br />
a la alegría de la recuperación de la España perdida por un primo suyo<br />
—asegurando así la legitimidad y continuidad dinástica y nacional—<br />
llamado Pelayo 78 . El mismo Pelayo da nombre al ensayo épico con que<br />
Espronceda atiende la misma secuencia, de la pérdida a la recuperación<br />
de España 79 . El eco popular de los autores románticos asegura el<br />
hondo calado y la generalizada aceptación de esta versión histórica, expresada<br />
y difundida de modo extremadamente simplista. Aún más visuales<br />
y tanto o más efectivas serán las obras de la escultura y la pin-<br />
75<br />
José Álvarez, Mater dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Taurus, Madrid, 2001,<br />
p. 218.<br />
76<br />
Inman Fox, La invención de España. Nacionalismo liberal e <strong>identidad</strong> nacional, Cátedra,<br />
Madrid, 1997, p. 36.<br />
77<br />
«No se trata, por tanto, de una cuestión puramente académica, sino que los intelectuales<br />
del siglo XIX, historiadores, escritores, políticos y periodistas, románticos y liberales, desde<br />
luego, nombraron a España y la crearon como modelo de realidad coincidente con los contenidos<br />
del Estado que se estaba articulando en las décadas centrales de ese siglo, y en relación, por<br />
supuesto, con el panorama de la Europa de las naciones de esos momentos». (Juan Sisinio Pérez<br />
Garzón, «La creación de la “historia de España”», La gestión de la memoria. La historia de España<br />
al servicio del poder, Juan Sisinio Pérez, dir., Editorial Crítica, Barcelona, 2000, p. 67).<br />
78<br />
José Zorrilla, Don Juan Tenorio. El puñal del godo, Espasa-Calpe, Madrid, 1970, pp.<br />
151-176.<br />
79<br />
José de Espronceda, Poesías. El estudiante de Salamanca, Espasa-Calpe, Madrid, 1978,<br />
pp. 4-5.<br />
[ 59 ]