frontera peninsular e identidad (siglos ix-xii)1 - Institución Fernando ...
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FLOCEL SABATÉ<br />
unos valores propios de un cristianismo adecuado a la feudalidad y la<br />
cruzada, identificado con las nuevas órdenes militares. La historiografía<br />
siempre ha encontrado, con razón, el paradigma de caballero hispano<br />
acorde con estas características en el rey Alfonso el Batallador, por sus<br />
invocaciones religiosas y su actitud bélica hasta morir tras el fiasco de<br />
Fraga en 1134, por el establecimiento de las cofradías locales, como Zaragoza,<br />
Uncastillo, Monreal y Belchite, con fines equiparables a las órdenes<br />
militares y, sobre todo, por su testamento de 1131 otorgando el<br />
reino a las órdenes del Hospital y el Temple y a los canónigos del Santo<br />
Sepulcro252 . El pacto de estas órdenes con Ramón Berenguer IV comportará<br />
su participación en las campañas armadas de la llamada Cataluña<br />
Nueva y su establecimiento, en 1148 y 1149, con encomiendas<br />
dotadas de plena jurisdicción253 . Mientras, en la segunda mitad de la centuria<br />
arraigan órdenes militares específicas en los reinos hispanos occidentales:<br />
las de Calatrava, Santiago, San Julián del Pereiro o Alcántara y<br />
Évora o Avis254 . Todo ello se aviene al aval de la militia Christi255 propagado<br />
por la espiritualidad de Bernardo de Claravall256 que acompaña<br />
la difusión cisterciense, de destacada importancia en las tierras nuevas<br />
de los condados catalanes257 . Y también concuerda con la intervención<br />
sobre la Península por parte de los cruzados que, al dirigirse hacia Tierra<br />
Santa atendiendo la convocatoria de 1146, participan en acciones armadas<br />
a lo largo de la costa <strong>peninsular</strong>, de modo destacado en Lisboa,<br />
Almería o Tortosa258 .<br />
Los hombres venidos del norte demuestran unas convicciones, religiosas<br />
y militares, diferentes ya no sólo de sus contrincantes musulmanes<br />
sino también de sus correligionarios en la fe que habían permanecido<br />
en tierras musulmanas, imponiendo un nuevo modelo que será<br />
252<br />
Paul Kehr, «El papado y los reinos de Navarra y Aragón hasta mediados del siglo XIII»,<br />
Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, 2 (1946), pp. 167-168.<br />
253<br />
Flocel Sabaté, «Cases de religiosos i ordes militars», Atlas d’història de Catalunya, Víctor<br />
Hurtado i Jesús Mestre, dirs., Edicions 62, Barcelona, 1995, p. 114.<br />
254<br />
Carlos de Ayala, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (<strong>siglos</strong> XII-XV),<br />
Marcial Pons, Ediciones de Historia-Latorre Literaria, Madrid, 2003, pp. 56-64.<br />
255<br />
Bernardo de Claraval, Elogio de la Nueva Milicia Templaria, Ediciones Siruela, Madrid,<br />
1994, pp. 169-182.<br />
256<br />
Marcel Pacaut, Les moines blancs. Histoire de l’ordre de Cîteaux, Fayard, París, 1993,<br />
pp. 103-140.<br />
257<br />
Antoni Carreras, «Santes Creus. La implantació cistercenca», Temps de monestirs. Els monestirs<br />
catalans entorn de l’any mil, Pòrtic-Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya,<br />
Barcelona, 1999, pp. 96-102.<br />
258<br />
Giles Constable, «A note on the anglo-flemish crusaders of 1147», Speculum, XXVIII/3<br />
(1953), pp. 525-526.<br />
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