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Volumen 02 - Telefonica.net

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cesible, debido a la presión de la sociedad de entonces. La actriz que<br />

encarnó a este personaje era Ona Planas en sus espléndidos 20 años que<br />

asoman escasamente por el hueco de la toca del vestido tradicional menorquín<br />

(eso que Armstrong llamaba "el rebosillo"). Hoy Ona ejerce de directora<br />

de cine y sigue siendo espléndida, especial, parece estar en su plenitud<br />

vital y profesional.<br />

Volviendo a la mujer menorquina. Gormezano me había comentado off<br />

the record que el tratamiento del personaje femenino central lo entresacó<br />

de la opinión que sobre la mujer local vierte Armstrong en su libro en el<br />

que dice que: "las mujeres menorquinas son circunspectas y reservadas"<br />

es decir que no dejaban traslucir sus estados afectivos o su intimidad.<br />

Esta actitud de la mujer menorquina dieciochesca se ha convertido<br />

con el tiempo en tópico que habría que revisar. La reserva, el muro que las<br />

mujeres ponían frente a su entorno no quiere decir en absoluto que no<br />

pudieran desarrollar ideas creativas o incluso revolucionarias (en el sentido<br />

de ruptura interior con el discurso de valores dominantes en la época)<br />

que lógicamente por la cuenta que les tenía se guardaban para sí.<br />

Armstrong percibió algo de esto cuando añade que su aparente pasividad<br />

no era por falta de capacidad, sino fruto de la opresión masculina de<br />

padres y esposos.<br />

Pero a veces algo se escapa del tintero y los acontecimientos se aceleran<br />

y se asemejan a la entrada de un elefante en una cacharrería, y ello<br />

permite bucear a posteriori sobre el alma femenina, profundizar en su psicología.<br />

Me estoy refiriendo, por ejemplo, a ese ¡basta ya! de las tres monjas<br />

del convento de Santa Clara que se escaparon con tres oficiales ingleses<br />

casándose posteriormente con ellos. Me admira la valentía de unas<br />

mujeres oprimidas por una atmósfera irrespirable, capaces de pensar por<br />

si mismas y de tomar una decisión tan trascendental como para desencadenar<br />

una tormenta social y familiar de proporciones increíbles. Dicen<br />

(solo dicen, no lo he comprobado) que incluso fueron borradas del árbol<br />

genealógico de la familia. ¡Ya está! "lo que no me gusta no existe".<br />

En este caso nos hemos referido a un suceso relativo a la aristocracia<br />

ciudadelana, pero hemos podido tener a mano más ejemplos relacionados<br />

con las clases humildes donde mujeres valientes se atrevieron a conquistar<br />

su libertad aunque por medios claramente traumáticos para su estabilidad<br />

emocional. Como aquella prostituta del Arrabal, de 17 años y<br />

amante del coronel Pringle del regimiento 61, que acusada en 1782 de un<br />

delito de colaboración con el enemigo, por haber pasado (presuntamente)<br />

informes al castillo de San Felipe durante su asedio por los españoles<br />

aquel año e interrogada de el porqué se había hecho prostituta contestó:<br />

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