Pobreza y desarrollo local
Pobreza y desarrollo local
Pobreza y desarrollo local
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
La circularidad, el argumento económico<br />
Suele creerse que pobreza es falta de dinero. Según esta creencia, si le diéramos<br />
dinero a una persona, ella disminuiría su nivel de pobreza, pudiendo inclusive<br />
dejar de ser pobre, dependiendo de la cantidad de dinero recibido. Sin embargo,<br />
por algún motivo, las cosas no funcionan así en términos sociales. Programas<br />
compensatorios de distribución de renta – tales como los diversos programas de<br />
renta mínima, que actualmente tienen tanto éxito entre nosotros – no consiguen<br />
debelar la pobreza. Se dice que eso se debe al hecho de la cantidad de dinero<br />
distribuido es muy pequeña, lo que suena razonable y verosímil. Por lo tanto, si<br />
distribuyésemos regularmente millares de dólares para cada familia, seguramente<br />
no habría más pobres.<br />
Por otro lado (caricaturescamente y corriendo el riesgo de tornar primario el<br />
argumento) como no tenemos tales recursos, precisamos generarlos, por medio<br />
del crecimiento económico, aumentando el PIB y, consecuentemente, la renta.<br />
Pero, ¿cómo crecer de manera suficiente y duradera para que esos recursos<br />
estén siempre disponibles si el factor que causa la pobreza fue, exactamente,<br />
según ese raciocinio, la insuficiencia de crecimiento o la incapacidad de<br />
mantenerlo con tasas elevadas y durante períodos prolongados, es decir, volverlo<br />
sustentable?<br />
En otras palabras, ¿quien producirá y mantendrá un crecimiento suficiente para<br />
que, en el caso de Brasil, 50 millones de pobres puedan dejar de serlo en virtud de<br />
haber sido “adoptados” por el Estado?<br />
Países que consiguieron crecer económicamente y mantener dicho crecimiento en<br />
tasas elevadas durante períodos relativamente prolongados, no tuvieron que<br />
enfrentar ese problema. O mejor, para esos países – tales como Estados Unidos,<br />
Japón y Alemania (Occidental), – ese problema no se planteó, o no fue planteado<br />
de esta manera. Esos países ya partieron, digamos así, de un cierto nivel de<br />
capital humano y de capital social antes de alcanzar o de conseguir mantener<br />
altas tasas de crecimiento económico. Es decir que, los altos índices de <strong>desarrollo</strong><br />
social de estos países no fueron obtenidos solamente a partir, o como<br />
consecuencia, de su extraordinario crecimiento económico, sin embargo, cabe<br />
reconocer, que hayan sido bastante incrementados y potencializados por el<br />
dinamismo económico alcanzado. Se formaron así, en dichos países, círculos<br />
virtuosos, en función de los cuales el crecimiento del capital humano y del capital<br />
social posibilitó el crecimiento de la renta, la cual, por su parte, realimentó el<br />
circuito, incrementando aún más el capital humano y el capital social. La formación<br />
de estos lazos de realimentación de refuerzo constituye el fenómeno que más se<br />
acerca a lo que llamamos de <strong>desarrollo</strong>.<br />
Un país como los Estados Unidos, que en 1850 contaba con algo así como el 20%<br />
de alfabetización de su población no puede ser comparado, en términos de capital<br />
humano, con un país como Brasil que, en ese mismo año, tenía aproximadamente<br />
2