Pobreza y desarrollo local
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hubiera un proceso exitoso de DLIS, para inducir procesos semejantes a su<br />
alrededor, "contaminando" positivamente a las demás <strong>local</strong>idades.<br />
Esto no podrá ser hecho mediante la ejecución centralizada de un plan nacional, ni<br />
únicamente a partir de un poder federal o estadual. El <strong>desarrollo</strong> <strong>local</strong> es<br />
verdaderamente <strong>local</strong>, es decir que debe contar con recursos endógenos,<br />
disponibles y apoyados por las propias comunidades <strong>local</strong>es. Además, cada<br />
proceso de <strong>desarrollo</strong> <strong>local</strong> es único, singular, irrepetible automáticamente y<br />
representa la afirmación de una identidad propia que es <strong>local</strong>.<br />
Por otra parte, instituciones de ámbito estadual, regional o nacional pueden<br />
implementar estrategias de inducción al <strong>desarrollo</strong> <strong>local</strong>, adoptando <strong>local</strong>idades<br />
con el objetivo de promover el DLIS dentro de ellas.<br />
Este proceso de puesta en marcha del DLIS debe ser llevado a cabo en estrecha<br />
asociación con la comunidad <strong>local</strong>, con los gobiernos <strong>local</strong>es, con las empresas<br />
<strong>local</strong>es y con las organizaciones de la sociedad civil que existen en las<br />
<strong>local</strong>idades. Porque el Estado, por sí solo, no es capaz de responder<br />
adecuadamente a dicho desafío: tanto en función de la inadecuación de su<br />
estructura – diseñada para la oferta de programas cerrados y centralizados y no<br />
para promover la adecuación de la oferta de incentivos y servicios a las diferentes<br />
demandas <strong>local</strong>es; tanto por falta de recursos (o por su inadecuada distribución<br />
presupuestal); como por falta de capilaridad; o por la naturaleza clientelista y<br />
asistencialista de una buena parte de sus políticas. Se impone el ingreso de<br />
nuevos actores en escena quienes, en asociación con el Estado, podrán generar<br />
innovaciones, introducir nuevas competencias y asumir nuevas responsabilidades.<br />
En la transición civilizadora que estamos viviendo, la responsabilidad con el<br />
<strong>desarrollo</strong> del País y, por lo tanto, con el <strong>desarrollo</strong> de sus <strong>local</strong>idades, no le<br />
corresponde apenas al Estado, mucho menos apenas a los gobiernos de cualquier<br />
nivel. Considerando que todo <strong>desarrollo</strong> es <strong>desarrollo</strong> social, inducir y promover el<br />
<strong>desarrollo</strong> forman parte de la responsabilidad social de las empresas y de las<br />
organizaciones del tercer sector. Podría decirse que, de la misma manera en que<br />
cada ciudadano es responsable del <strong>desarrollo</strong> de la <strong>local</strong>idad donde vive, cada<br />
empresa u organización también es responsable del <strong>desarrollo</strong> en el ámbito en<br />
que actúa.<br />
Esto no puede ser decretado por gobiernos, no puede ser una tarea impuesta,<br />
sino que debe ser hecho voluntariamente, a partir de la libre iniciativa de los<br />
diversos sectores (gubernamentales, empresariales y sociales) que integran la<br />
sociedad. Lo máximo que el Estado puede hacer en este sentido – además de<br />
comprometerse en el esfuerzo, tal como lo está haciendo en Brasil el Gobierno<br />
Federal desde 1999, con el Programa comunidad Activa – es crear ambientes<br />
legales e institucionales favorables que incentiven el surgimiento de tales<br />
iniciativas (1).<br />
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