08.05.2013 Views

Libro de Literatura Griega - departamento de griego

Libro de Literatura Griega - departamento de griego

Libro de Literatura Griega - departamento de griego

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

2º Bachillerato <strong>Literatura</strong> <strong>Griega</strong> Curso 2011-2012<br />

Miguel Ángel Benjumea Pulido I.E.S. “Isidro <strong>de</strong> Arcenegui y Carmona”<br />

I.- Su forma <strong>de</strong> hacer Historia:<br />

Textos <strong>de</strong> historiografía<br />

1.- Introducción a su obra: Ésta es la exposición <strong>de</strong>l resultado <strong>de</strong> las investigaciones <strong>de</strong> Heródoto <strong>de</strong> Halicarnaso<br />

para evitar que, con el tiempo, los hechos humanos que<strong>de</strong>n en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas,<br />

respectivamente, por <strong>griego</strong>s y bárbaros (y, en especial, el motivo <strong>de</strong> su mutuo enfrentamiento) que<strong>de</strong> sin realce.<br />

2.- II, 123: En fin, que admita estos relatos <strong>de</strong> los egipcios quien consi<strong>de</strong>re verosímil semejantes cosas, que yo, a lo largo<br />

<strong>de</strong> toda mi narración, tengo el propósito <strong>de</strong> poner por escrito, como lo oí, lo que dicen unos y otros.<br />

II.- El motor <strong>de</strong> su historia:<br />

1.- El que comete u7briV, recibe castigo: I, 8-12: Resulta que este Candaules estaba enamorado <strong>de</strong> su propia mujer<br />

y enamorado creía que su mujer era la más hermosa <strong>de</strong> todas y tomó una resolución harto impertinente. Tenía entre sus guardias<br />

un privado <strong>de</strong> toda su confianza llamado Gyges, hijo <strong>de</strong> Dáscylo, con quien solía comentar los negocios más serios <strong>de</strong> Estado. Un<br />

día, intencionadamente, se puso a encarecerle y levantar hasta las estrellas la belleza <strong>de</strong> su mujer, y no pasó mucho tiempo sin que<br />

el apasionado Candaules (como que estaba <strong>de</strong>cretada por el cielo su fatal ruina) hablase otra vez a Gyges en estos términos: "Veo,<br />

amigo, que por más que te lo pon<strong>de</strong>ro, no quedas bien persuadido <strong>de</strong> cuán hermosa es mi mujer, y conozco que entre los hombres<br />

se da menos crédito a los oídos que a los ojos. Haz <strong>de</strong> modo que la veas <strong>de</strong>snuda." Al oír esto Gyges exclamó lleno <strong>de</strong> sorpresa:<br />

"¿Qué discurso, señor, es éste tan poco cuerdo y tan <strong>de</strong>sacertado? ¿Me mandaréis por ventura que ponga los ojos en mi soberana?<br />

No, señor; que la mujer que se <strong>de</strong>spoja una vez <strong>de</strong> su vestido, se <strong>de</strong>spoja con él <strong>de</strong> su recato y <strong>de</strong> su honor. Y bien sabéis que entre<br />

las leyes que introdujo el <strong>de</strong>coro público y por las cuales nos <strong>de</strong>bemos conducir, hay una que prescribe que, contento cada uno con<br />

lo suyo, no ponga los ojos en lo ajeno. Creo firmemente que la reina es tan perfecta como me la pintáis, la más hermosa <strong>de</strong>l mundo;<br />

y yo os pido encarecidamente que no exijáis <strong>de</strong> mí una cosa tan fuera <strong>de</strong> razón." Con tales expresiones se resistía Gyges, horrorizado<br />

<strong>de</strong> las consecuencias que el asunto pudiera tener; pero Candaules replicóle así: "Anímate, amigo, y <strong>de</strong> nadie tengas recelo. No<br />

imagines que yo trate <strong>de</strong> probar tu fi<strong>de</strong>lidad y buena correspon<strong>de</strong>ncia, ni tampoco temas que mi mujer pueda causarte daño alguno,<br />

porque yo lo dispondré todo <strong>de</strong> manera que ni sospeche haber sido vista por ti. Yo mismo te llevaré al cuarto en que dormimos,<br />

te ocultaré <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta que estará abierta. No tardará mi mujer en venir a <strong>de</strong>snudarse, y en una gran silla, que hay inmediata<br />

a la puerta, irá poniendo uno por uno sus vestidos, dándote entretanto lugar para que la mires muy <strong>de</strong>spacio y con toda satisfacción.<br />

Luego que ella <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su asiento, volviéndote las espaldas, se venga conmigo a la cama, podrás tú escaparte silenciosamente y sin<br />

que te vea salir." Viendo, pues, Gyges que ya no podía huir <strong>de</strong>l precepto, se mostró pronto a obe<strong>de</strong>cer.<br />

Cuando Candaules juzga que ya es hora <strong>de</strong> irse a dormir, lleva consigo a Gyges a su mismo cuarto, y pronto comparece la<br />

reina. Gyges, al tiempo que ella entra y cuando va <strong>de</strong>jando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>spaciosamente sus vestidos, la contempla y la admira, hasta<br />

que vueltas las espaldas se dirige hacia la cama. Entonces sale fuera, pero no tan a escondidas que ella no le vea. Instruida <strong>de</strong> lo<br />

ejecutado por su marido, reprime la voz sin mostrarse avergonzada, y hace como que no repara en ello, pero <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ese mismo<br />

momento vengarse <strong>de</strong> Candaules, porque no solamente entre los lidios, sino entre casi todos los bárbaros, se tiene por gran<strong>de</strong><br />

infamia el que un hombre se <strong>de</strong>je ver <strong>de</strong>snudo, cuanto más una mujer.<br />

Entretanto, pues, sin darse por entendida, estúvose toda la noche quieta y sosegada; pero al amanecer <strong>de</strong>l otro día,<br />

previniendo a ciertos criados, que sabía eran los más leales y adictos a su persona, hizo llamar a Gyges, el cual vino inmediatamente<br />

sin la menor sospecha <strong>de</strong> que la renia hubiese <strong>de</strong>scubierto nada <strong>de</strong> cuanto la noche anterior había pasado, porque bien a menudo<br />

solía presentarse siendo llamado <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n suya. Luego que llegó, le habló <strong>de</strong> esta manera: "No hay remedio, Gyges; es preciso que<br />

escojas entre los dos partidos que voy a proponerte, el que más quieras seguir. Una <strong>de</strong> dos: o me has <strong>de</strong> recibir por tu mujer, y<br />

apo<strong>de</strong>rarte <strong>de</strong>l Imperio <strong>de</strong> los lidios, dando muerte a Candaules, o será preciso que aquí mismo mueras al momento, no sea que en<br />

lo sucesivo le obe<strong>de</strong>zcas ciegamente y vuelvas a contemplar lo que no te es lícito ver. No hay más alternativa que ésta; es forzoso<br />

que muera quien tal or<strong>de</strong>nó, o aquél que, violando la majestad y el <strong>de</strong>coro, puso en mí los ojos estando <strong>de</strong>snuda." Atónito, Gyges<br />

estuvo largo rato sin respon<strong>de</strong>r, y luego le suplicó <strong>de</strong>l modo más enérgico no quisiese obligarle por la fuerza a escoger ninguno <strong>de</strong><br />

los dos extremos. Pero viendo que era imposible disuadirla, y que se hallaba realmente en el terrible trance, o <strong>de</strong> dar la muerte por<br />

su mano a su señor, o <strong>de</strong> recibirla él mismo <strong>de</strong> mano servil, quiso más matar que morir, y le preguntó <strong>de</strong> nuevo: "Decidme, señora,<br />

ya que me obligáis contra toda mi voluntad a dar la muerte a vuestro esposo, ¿cómo podremos matarle?" "¿Cómo? --le respon<strong>de</strong><br />

ella-- En el mismo sitio que me prostituyó <strong>de</strong>snuda ante tus ojos; allí quiero que le sorprendas dormido."<br />

Concertados así los dos y llegando la noche, Gyges, a quien durante el día no se le perdió nunca <strong>de</strong> vista, ni se le dio lugar<br />

para salir <strong>de</strong> aquel apuro, obligado sin remedio a matar a Candaules o morir, sigue tras la reina, que le conduce a su aposento, le<br />

pone la daga en la mano, y le oculta <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> la puerta. Saliendo <strong>de</strong> allí Gyges, acomete y mata a Candaules dormido; con lo cual<br />

se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> su mujer y <strong>de</strong>l reino juntamente.<br />

Te encuentras ya en la página 49 <strong>de</strong> 57 Tuc. G.P. tò saÍèV tw

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!