escreturas de la iglesia de jesucristo de los santos ultimos dias

Cristo: Nuestra Norma
que Jehová tu Dios te rescató, por lo tanto yo te mando esto hoy.
(Deuteronomio 15:12-15.)
El trato de los esclavos gentiles tenía que ser humano también,
pero no eran libertados como los esclavos hebreos:
Así tu esclavo como tu esclava que tuvieres, serán de las gentes
que están a tu alrededor; de ellos podréis comprar esclavos
y esclavas.
También podréis comprar de los hijos de los forasteros que viven
entre vosotros, y de las familas de ellos nacidos en vuestra
tierra, que están con vosotros, los cuales podréis tener por
posesión.
Y los podréis dejar en herencia para vuestros hijos después de
vosotros, como posesión hereditaria; para siempre os serviréis
de ellos; pero en vuestros hermanos los hijos de Israel no
os enseñorearéis cada uno sobre su hermano con dureza.
(Levítico 25:44-46.)
Pasajes de las escrituras hablan de la abominación del Señor
hacia otras naciones, pero de Cristo aprendemos que todos los hombres
son hermanos—todos son hijos de un mismo Padre, Cristo no
odia a su hermano, sin acepción de nación, raza o credo. Igualmente
amó a sus enemigos, según nos enseñó a hacerlo. Cuando algunos
pasajes de la escritura antigua reflejan actitudes negativas contra el
prójimo, incompatibles con los hechos y carácter de Cristo, debemos
enfocar nuestra vista hacia el elemento humano y las limitaciones del
hombre, en su punto de vista, para explicación. Los israelitas habían
sido esclavos en Egipto; pasaron a ser nómadas en el desierto
en una lucha de vida o muerte con los elementos y otras tribus. Es
comprensible que estos fueron los principios para su propia supervivencia
y que no comprendieron completamente lo grande y universal
de la visión de Dios. Gradualmente aprendieron de los hombres como
Amos, Isaias y el autor de Jonás que Dios es universal y que sus leyes
y propósitos se aplican por igual a todos los hombres. Pero esto
tomó tiempo, y hubo muchos errores en puntos de vista, incompatibles
con los del Salvador.
DISCÍPULOS DE CRISTO
No debemos ser demasiado severos al juzgar al antiguo Israel.
Los israelitas pagaron con amargura su negligencia para entender y
vivir en armonía con la volutad del Padre.
¿Que haré a ti, Efraín? ¿Que haré a ti, oh Judá? La piedad
vuestra es como la nube de la mañana, y como el rocío de la
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