escreturas de la iglesia de jesucristo de los santos ultimos dias

El Libro de Job 75
LA INTERVENCIÓN DE ELIU
Hasta este tiempo en la obra, hemos visto el prólogo en tres encuentros
del debate entre Job y sus amigos, concluyendo después con
un discurso inspirado de Job después de que "estos tres hombres cesaron
de contestarle". Ahora otro hombre joven no mencionado anteriormente
entra en escena y aporta su contribución en cinco capítulos.
Reprochando a Job aún más duramente, repite la opinión básica de los
amigos pero enfatiza aun más que ellos la justicia de Dios, y la necesidad
de que Job se arrepienta.
LA VOZ DEL SEÑOR
Con el capítulo 38, el Señor le contesta a Job y a sus amigos en
un lenguaje tajante que los pone en su lugar.
¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?
Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú
me contestarás, ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia. ¿Quién ordenó sus medidas
si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre
qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban
todos los hijos de Dios? ¿Quién encerró con puertas el mar,
cuando se derramaba saliéndose de su seno, cuando puse yo nubes
por vestidura suya, y por su faja oscuridad, y establecí sobre
él mi decreto, le puse puertas y cerrojo, y dije: hasta aquí
llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus
olas? (Job 38:2-11)
¿Qué sabe el hombre de los caminos del Señor? ¿Puede ver y
hacer lo que Dios ve y hace? La contestación es no. Job fue humilde.
He aquí que soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre
mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; Aun dos veces,
mas no volveré a hablar (Job 40:4-5.)
¿Y por qué sufren los hombres? ¿Cómo contestó el Señor el interrogante
básico del debate? No lo hizo. En el epílogo, El le dice a
Elifaz, uno de los tres amigos:
Mi ira se encendió contra de ti y tus compañeros; porque no habéis
hablado de mí lo recto, como mi siervo Job. (Job 42:7)
El sufrimiento no siempre es el castigo del pecado. Y el Señor
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