escreturas de la iglesia de jesucristo de los santos ultimos dias

Capftulo 18
La Gracia de Cristo
En el Antiguo Testamento se enfatiza marcadamente la obediencia
a las leyes de Dios. Israel y Judá fueron destruidos por quebrantarlas.
Cuando el pueblo de Israel estaba listo para entrar al país de
Canaán, Moisés les dijo:
Guardaréis todos los mandamientos que os prescribo hoy. (Deut.
27.)
Los profetas y los rabíes, los escribas y los fariseos, desde el
tiempo de Moisés hasta el tiempo de Jesús reiteraron y hablaron extensamente
acerca de las leyes reveladas por Dios, exhortando a la
obediencia con sinceridad, fuerza y tenacidad. Saulo de Tarso creció
y se absorbió en la mayúscula tradición judía de desafiar la ley divina.
Había estudiado en Jerusalén y guardaba un gran respeto hacia su fe
judía que recalcaba el cumplimiento de la voluntad de Dios.
Un día mientras Saulo viajaba hacia Damasco con la intención
firme y seria de perseguir a los cristianos, Cristo intervino. Saulo
tuvo una visión del salvador que cambió drásticamente el curso de su
vida y su concepto de la religión. Aprendió que la religión infería
más que obediencia, que incluía también una relación con Cristo, el
Redentor de la humanidad. Pablo empezó a hablar de la gracia y de la
fe, que también eran parte de la religión, al igual que la obediencia a
la ley.
Escribió a los Efesios:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas
obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos
en ellas, (2:8-10.)
La gracia significa el don inmerecido y no ganado proveniente
de un Ser divino. Todos los dones son dechados de gracia si son en
realidad dones genuinos, es decir, dados libremente. Todos los hombres
obtienen la gracia por medio de la fe, que Pablo consideraba que
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