escreturas de la iglesia de jesucristo de los santos ultimos dias

42 Escrituras de los Santos de los Últimos Díos
razón de ellos." (I Reyes 18:36-37.)
Ya sea que la Biblia haya sido escrita por salmistas, profetas,
escritores de proverbios o historiadores, hay en el Antiguo Testamento
un conocimiento de la santidad de Dios y de su lugar central en
la vida del hombre
LEALTAD A DIOS
En el Antiguo Testamento está una y otra vez la promesa de bendiciones
y prosperidad para aquellos que tienen presente a Dios. Deuteronomio,
así como el Libro de Proverbios, es un ejemplo de esta
enseñanza. Es tan grande la lealtad a Dios de algunos escritores y
personajes del Antiguo Testamento, que ellos continúan firmemente
fieles aun cuando no haya señales de recompensa alguna. Aman a
Dios, por ser Dios y no por ninguna otra razón. Su adoración está basada
en la devoción a Jehová como Dios de Dioses, despojándose de
todo interés egoísta. Encontramos expresada esta clase de fidelidad
en Job, Habacuc y en el Salmo 73-.
Cuando Job perdió todas sus pertenencias sinniriguna razónaparente
para él, dijo:
"Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá.
Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito."
(Job 1:21.)
Cuando además fue herido con una sarna maligna desde la planta
del pie hasta la coronilla de la cabeza, fue amonestado por su mujer;
que maldijera a Dios y muriese, Job replicó:
"Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado.
¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?
En todo esto no pecó Job con sus labios." (Job 2:10.)
Durante todo el drama, Job una y otra vez continúa íntegro para
con Dios, pensaba que era arbitrario e injusto, pero aún así confiaba
en El. "aunque él me matare, en él esperaré."
En uno de los libros más selectos y menos conocidos del Antiguo
Testamento, está el profeta Habacuc buscando la respuesta de porqué
su pueblo (Judá alrededor del año 600 a. de C.) Está sufriendo tan
to a manos de los gentiles del país de Babilonia. El, como Job, lucha
también para entender los designios de Dios. Y finalmente también
concluye triunfante, venerando a Dios y haciendo caso omiso de SUS
propias circunstancias, porque Dios es Dios y merecedor de toda nuestra
obediencia .
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