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Descárgalas en PDF - Pensamientos Gráficos

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27 Lautréamont, Los<br />

Cantos de Maldoror, ed. de<br />

Manuel Serrat Crespo, Madrid,<br />

Cátedra, 2008, p. 295.<br />

28 Charles Baudelaire,<br />

El Sple<strong>en</strong> de París (Pequeños<br />

poemas <strong>en</strong> prosa), edición de<br />

Manuel Neila, Sevilla, Espuela<br />

de Plata, 2009, p. 41.<br />

130<br />

Vista parcial de la Exposición Surrealista de<br />

Objetos. Foto: Man Ray<br />

t<strong>en</strong>a de ejemplares que quedaron <strong>en</strong> poder<br />

del autor. Hubo de pasar medio siglo hasta<br />

que André Breton se fijara <strong>en</strong> su obra y figura.<br />

Desde esa fecha, 1919, Breton se lanza a sus<br />

brazos y lo <strong>en</strong>trona como huésped principal<br />

de su Parnaso. Glosará su poética inclusive <strong>en</strong><br />

«El surrealismo <strong>en</strong> sus obras vivas» (1953), el<br />

último escrito importante sobre el movimi<strong>en</strong>to<br />

literario y artístico que abanderó hasta la<br />

muerte. Para los surrealistas la personalidad<br />

y obra del montevideano supusieron no sólo<br />

el <strong>en</strong>garce con la tradición romántica maldita<br />

sino la adopción de una guía intelectual.<br />

Aparte del compromiso con la cara no visible<br />

de la realidad, el desprecio hacia el ord<strong>en</strong><br />

instituido, la insumisión literaria y el odio a la<br />

divinidad que profesaba Lautréamont, a Breton<br />

le fascinó un fragm<strong>en</strong>to del Canto Sexto,<br />

aquel <strong>en</strong> el que Maldoror tras ver a un jov<strong>en</strong><br />

cuya silueta se pierde al anochecer <strong>en</strong> dirección<br />

a los bulevares, dice de él que es bello<br />

«sobre todo, como el <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro fortuito de<br />

una máquina de coser y un paraguas <strong>en</strong> una<br />

mesa de disección» 27 . La extraordinaria imag<strong>en</strong><br />

esconde el g<strong>en</strong>oma del objeto surrealista.<br />

Resulta una anticipación de los cadáveres<br />

exquisitos, una trampa que seduce al lector <strong>en</strong><br />

medio de una estrofa con tintes de literatura<br />

popular. Parte de la fascinación reside <strong>en</strong> ese<br />

sobre todo que cierra una cad<strong>en</strong>a de comparaciones<br />

zoomórficas y anatómicas referidas<br />

a la hermosura del jov<strong>en</strong>, y da v<strong>en</strong>taja a la<br />

frialdad metálica de los objetos fr<strong>en</strong>te a la calidez<br />

orgánica y casi mórbida de los términos<br />

preced<strong>en</strong>tes (aves de rapiña, llagas, músculos,<br />

roedores). La ambi<strong>en</strong>tación nocturna nos traslada<br />

a territorios oníricos, únicos lugares don-<br />

Óscar Domínguez Máquina de coser electrosexual<br />

(1934, óleo sobre li<strong>en</strong>zo)<br />

de puede nacer una asociación de este calibre<br />

y la fantasía no tolera limitaciones. Apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te,<br />

los objetos de Maldoror estarían hermanados<br />

con la esgrima, actividad deportiva<br />

del jov<strong>en</strong> <strong>en</strong> cuestión: la mesa sería la pista,<br />

el paraguas se referiría al arma y la máquina<br />

de coser restañaría las heridas. Pero las analogías<br />

toman el camino que cada lector quiera<br />

empr<strong>en</strong>der, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te del trazado<br />

diseñado por el autor. Por qué no p<strong>en</strong>sar que<br />

el paraguas es un parapeto contra la lógica<br />

racional o conv<strong>en</strong>cional. Y la metafórica máquina<br />

de coser, ¿acaso no usa los hilos de las<br />

correspond<strong>en</strong>cias para <strong>en</strong>garzar palabras e<br />

imág<strong>en</strong>es de diversa proced<strong>en</strong>cia? ¿Dónde se<br />

diseccionan, estudian y recompon<strong>en</strong> mejor las<br />

ideas y los textos que sobre la aséptica mesa<br />

del escritor? Max Ernst imaginó que la mesa<br />

era una cama donde se apareaban el paraguas<br />

y la máquina. En idéntica onda, el tinerfeño<br />

Óscar Domínguez —que participó <strong>en</strong> la Exposición<br />

Surrealista de Objetos— se inspiró <strong>en</strong><br />

la cosedora mecánica para pintar <strong>en</strong> 1934 su<br />

obra más elogiada: Máquina de coser electrosexual.<br />

Por la misma época, Baudelaire también<br />

fantaseaba con los objetos <strong>en</strong> las regiones de<br />

la alucinación: «Los muebles […] están dotados<br />

de una vida sonambulesca, como el vegetal<br />

y el animal. Las telas hablan una l<strong>en</strong>gua<br />

muda, como las flores, como los cielos, como<br />

las puestas de sol» 28 . Este fragm<strong>en</strong>to de «La

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