Descárgalas en PDF - Pensamientos Gráficos
Descárgalas en PDF - Pensamientos Gráficos
Descárgalas en PDF - Pensamientos Gráficos
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Foto de rodaje de Los<br />
cuatroci<strong>en</strong>tos golpes<br />
H<strong>en</strong>ri Matisse <strong>en</strong> 1913<br />
torretrato» (Este mundo, sem abrigo, 2003),<br />
inserto <strong>en</strong> el prólogo, Gomes Miranda, además<br />
de exponer su impresión desesperanzada<br />
con respecto a la historia del siglo pasado,<br />
aporta su punto de vista sobre la poesía y<br />
la cultura <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral: «la pérdida lancinante<br />
del conocimi<strong>en</strong>to / de la poesía a manos de<br />
res<strong>en</strong>tidos y diletantes». Amargo diagnóstico<br />
que conti<strong>en</strong>e una de las razones por las<br />
que el autor ha preferido conceder voz a<br />
las cosas y casi <strong>en</strong>mudecer a las personas.<br />
Tan drástica determinación es infrecu<strong>en</strong>te.<br />
Otros escritores han <strong>en</strong>contrado<br />
un ecuador <strong>en</strong>tre ambos polos.<br />
Así, los objetos parlantes más<br />
hermosos que la literatura ha<br />
fabricado son los hombres-libro<br />
de Fahr<strong>en</strong>heit 451 (1953) que, cual<br />
bibliotecas andantes, recitan sin<br />
descanso títulos inmortales (el<br />
Eclesiastés, La República, Los<br />
viajes de Gulliver…) mi<strong>en</strong>tras<br />
pasean por el bosque donde viv<strong>en</strong><br />
escondidos. Los subterfugios<br />
seguidos por Gomes Miranda <strong>en</strong><br />
El accid<strong>en</strong>te y por Ray Bradbury<br />
<strong>en</strong> la novela pret<strong>en</strong>d<strong>en</strong> idéntica<br />
finalidad: salvar a la literatura<br />
para que siga impulsando la máquina<br />
del p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to. Esfuerzo hercúleo<br />
que justifica el tono cerrado y pesimista de<br />
ambas obras, aunque la escritura sea transpar<strong>en</strong>te<br />
y los finales abran v<strong>en</strong>tanas al paisa-<br />
je de la esperanza. Las personas apr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de<br />
memoria las obras maestras de la literatura<br />
universal para que los libros sigan vivi<strong>en</strong>do<br />
<strong>en</strong>tre nosotros, y los objetos apreh<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />
las vicisitudes diarias para ahorrarnos el mal<br />
trago de contarlas.<br />
Esas v<strong>en</strong>tanas abr<strong>en</strong> los postigos a la esperanza<br />
<strong>en</strong> «Teléfono móvil», el poema final,<br />
donde las sombras son barridas por la luz<br />
que p<strong>en</strong>etra <strong>en</strong> la biblioteca al levantar las<br />
persianas. Afuera, espera el mar; y d<strong>en</strong>tro del<br />
poema, la original correspond<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre el<br />
terminal telefónico y una caracola que pone<br />
término a un tiempo de sil<strong>en</strong>cio. Si tras el<br />
accid<strong>en</strong>te el protagonista huye hacia regiones<br />
«sin noticias del mar» («Hoja de afeitar II»),<br />
ahora el verso último del libro, «y el mar responde»,<br />
augura un tiempo de matizada armonía<br />
y felicidad que retrotrae a otra imag<strong>en</strong><br />
cinematográfica. Me refiero al mítico plano<br />
que cierra Los cuatroci<strong>en</strong>tos golpes (1959) de<br />
François Truffaut: el rostro expectante de Antoine<br />
Doinel corri<strong>en</strong>do por la playa tras escapar<br />
del reformatorio.<br />
En 1929, Matisse, instalado <strong>en</strong> Niza desde<br />
años atrás <strong>en</strong> una t<strong>en</strong>tativa por <strong>en</strong>contrar<br />
r<strong>en</strong>ovados inc<strong>en</strong>tivos, manifestaba: «Mi propósito<br />
es expresar mi emoción. Este estado<br />
de ánimo lo crean los objetos que me rodean<br />
y causan una reacción <strong>en</strong> mí: desde el horizonte<br />
hasta mí mismo, incluido yo mismo».<br />
El epic<strong>en</strong>tro del pintor de las odaliscas es la<br />
emoción. El cansancio psíquico sobrev<strong>en</strong>ido<br />
al deambular por el laberinto artístico se<br />
transforma <strong>en</strong> vitalidad al vislumbrar la salida<br />
del estímulo. Y así, imaginamos el temblor<br />
de Matisse, la exteriorización de esa emoción<br />
interior, al activarse la carga creativa que esperaba<br />
la mecha apropiada: los objetos, <strong>en</strong> este<br />
caso. El propósito de aspirar a lo emotivo por<br />
medio de las cosas que nos acompañan, se<br />
ha plasmado <strong>en</strong> poesía och<strong>en</strong>ta años después<br />
<strong>en</strong> El accid<strong>en</strong>te. Desechando malabarismos<br />
sintácticos y aplicando la máxima del m<strong>en</strong>os<br />
es más, Gomes Miranda ha destilado con precisión<br />
la capacidad emotiva de los mínimos<br />
recursos puestos <strong>en</strong> la página, de manera que<br />
los poemas llegan a los oídos como vibrantes<br />
notas, y ahí se quedan resonando…<br />
143