Descárgalas en PDF - Pensamientos Gráficos
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62 Adam Zagajewski,<br />
«Nietzsche <strong>en</strong> Cracovia», <strong>en</strong><br />
En def<strong>en</strong>sa del fervor, trad.<br />
de Jerzy Sławomirski y Anna<br />
Rubió, Barcelona, Acantilado,<br />
2005, p. 77.<br />
63 Paul Valéry, «Noción<br />
g<strong>en</strong>eral del arte», <strong>en</strong><br />
Teoría poética y estética,<br />
trad. de Carm<strong>en</strong> Santos,<br />
Madrid, Visor Distribuciones,<br />
1990, p. 196.<br />
64 José Ángel Val<strong>en</strong>te,<br />
«Objeto del poema», <strong>en</strong><br />
Obras completas. I (Poesía<br />
y prosa), edición de Andrés<br />
Sánchez Robayna, Barcelona,<br />
Galaxia Gut<strong>en</strong>berg/<br />
Círculo de Lectores, 2006,<br />
p. 133.<br />
65 Eduardo García,<br />
«Rondó», <strong>en</strong> Horizonte o<br />
frontera, Madrid, Hiperión,<br />
2003, p. 69.<br />
66 Eduardo Milán,<br />
«Ese otro Vallejo», <strong>en</strong> Resistir.<br />
Insist<strong>en</strong>cias sobre el<br />
pres<strong>en</strong>te poético, México,<br />
Fondo de Cultura Económica,<br />
2004, p. 150.<br />
140<br />
eterna inseguridad estimulante» 62 . De hecho,<br />
resultaría divertido jugar a reconstruir cronológicam<strong>en</strong>te<br />
la historia, desde la muerte de la<br />
madre anticipada <strong>en</strong> el primer poema, «Taza»<br />
—la concavidad del objeto, imag<strong>en</strong> del útero<br />
materno—, hasta «Teléfono móvil», el último,<br />
que habla de «distantes los días del derrotado<br />
invierno» <strong>en</strong> alusión al final de «Taza». Una<br />
trama circular narrada con abundancia de<br />
analepsis, <strong>en</strong> la que cada poema ofrece datos<br />
aportados por un objeto, según su particular<br />
perspectiva, al modo de un plató cinematográfico<br />
con varias cámaras filmando una<br />
secu<strong>en</strong>cia que Gomes Miranda edita de forma<br />
sincopada. Las analogías del libro con el mundo<br />
del cine serán recurr<strong>en</strong>tes por inevitables.<br />
El accid<strong>en</strong>te está atravesado por un s<strong>en</strong>tido<br />
de corporeidad que marca las relaciones<br />
internas <strong>en</strong> los poemas y las externas con el<br />
lector. Se adviert<strong>en</strong> los ut<strong>en</strong>silios aunque hay<br />
pocas descripciones físicas. Cuando Valéry,<br />
de nuevo, dijo <strong>en</strong> 1935 que «palpar un objeto<br />
no es otra cosa que buscar con la mano un<br />
cierto ord<strong>en</strong> de contactos» 63 , estaba invitando<br />
a reconocer las cosas por la s<strong>en</strong>sibilidad que<br />
transmite el roce y a ignorar la evid<strong>en</strong>cia de la<br />
superficie. Esto es, acariciar sin ver por recelar<br />
de lo que adviert<strong>en</strong> los ojos. Palpar como los<br />
ciegos, que si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> la verdad <strong>en</strong> la oscuridad<br />
desprovista de prejuicios. Otro poeta que<br />
necesitaba llegar al c<strong>en</strong>tro de lo indudable,<br />
José Ángel Val<strong>en</strong>te, tampoco fiaba la forma<br />
a la vista: «Toco / (el ojo es <strong>en</strong>gañoso) / hasta<br />
saber la forma» 64 . Esta tradición ha sido<br />
recogida por Eduardo García que aconseja<br />
«reparar <strong>en</strong> las cosas, frecu<strong>en</strong>tar / su tacto<br />
más secreto» 65 . Los objetos de Gomes Miranda<br />
articulan su relación con los protagonistas<br />
al s<strong>en</strong>tir el contacto físico de ellos. Al modo<br />
de un ritual, brazos o manos están pres<strong>en</strong>tes<br />
<strong>en</strong> la mayoría de los poemas: la imposición<br />
de manos devi<strong>en</strong>e medio de transmisión de<br />
facultades para salvar la naturaleza sil<strong>en</strong>te<br />
de los objetos y transformarlos <strong>en</strong> parlantes.<br />
También <strong>en</strong>contramos caracterizaciones y<br />
pinceladas psicológicas, como <strong>en</strong> el excel<strong>en</strong>te<br />
«Pinza de la ropa», que se confiesa melancólica<br />
y prop<strong>en</strong>sa al vértigo («me daba miedo<br />
mirar hacia abajo»), y manifestaciones de los<br />
gustos particulares, como <strong>en</strong> «Vaso» («No me<br />
gustan las mesas con voces <strong>en</strong> serie, / ni brindar<br />
a la salud de qui<strong>en</strong> no conozco»).<br />
Hemos visto que Octavio Paz procuró<br />
un espacio común para sus cosas. Gomes<br />
Miranda ha hecho lo propio con las suyas<br />
y une elem<strong>en</strong>tos artificiales y naturales con<br />
metáforas tan bellas como la que aparece <strong>en</strong><br />
«Mesa de trabajo». El mueble hace inv<strong>en</strong>tario<br />
de las cosas depositadas sobre él, «como si<br />
soportase el peso / de un mar <strong>en</strong>crespado».<br />
La pres<strong>en</strong>cia de instrum<strong>en</strong>tos afines a la escritura,<br />
actividad profesional del padre, permite<br />
imaginar un lugar de conviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> el hogar<br />
familiar: el rincón del escritor, a modo y manera<br />
de bodegón, que no naturaleza muerta.<br />
En ese rincón vislumbramos la mesa de trabajo<br />
<strong>en</strong> la que se posan la humeante taza de té,<br />
el cuaderno que desea la letra dibujada por<br />
el lápiz, el ord<strong>en</strong>ador que recogerá la versión<br />
definitiva del texto y el casete que hace más<br />
llevaderas las horas de creación. Fr<strong>en</strong>te a la<br />
mesa, la biblioteca y la mecedora. Los objetos<br />
organizan el mundo doméstico <strong>en</strong> el que se<br />
insertan porque su yo hace las veces de ese<br />
«ord<strong>en</strong>ador exterior del poema» al que alude<br />
Eduardo Milán 66 .<br />
En El accid<strong>en</strong>te importa más la suger<strong>en</strong>cia<br />
que la manifestación. Por los espacios <strong>en</strong><br />
blanco de las páginas campea lo implícito, lo<br />
insinuado, exigiéndonos un esfuerzo suplem<strong>en</strong>tario<br />
por ser mejores lectores e intérpretes.<br />
Lo dic<strong>en</strong> la «Maleta de viaje» («Por pudor<br />
no diré lo que hay <strong>en</strong> mi interior») y el «Cuaderno»<br />
(«<strong>en</strong>voltorio temporal de / un destino,<br />
soy»). Los resortes narrativos de la historia<br />
andan agazapados ahí y también <strong>en</strong>tre los espacios<br />
que separan físicam<strong>en</strong>te a los objetos.<br />
Espacios <strong>en</strong>tre cosas, espacios intertextuales.<br />
En definitiva, huecos que esperan s<strong>en</strong>tirse<br />
ocupados por el texto. Otra demostración<br />
de que la poesía vive a nuestro alrededor y<br />
sólo hay que abrir los ojos para verla. En este<br />
s<strong>en</strong>tido, el libro es una invitación a <strong>en</strong>sanchar<br />
la mirada hacia mundos paralelos, a <strong>en</strong>trar<br />
<strong>en</strong> la realidad por la puerta camuflada tras el<br />
esc<strong>en</strong>ario.<br />
Afirmar que Gomes Miranda relanza a los<br />
objetos desde un estatus pasivo (espectadores<br />
neutros y mudos) a un estatus activo<br />
(actores parlantes, protagonistas y emisores