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las penas establecidas en ellas, se castigasen
tambitw, con las del nuevo Código. Esto se seguiria
del artículo 919 si fuera cierto el principio seguido
por el Sr. Arboleda. Este articulo nos lo inserta
mas adelante para servirse de 91 en otro negocio
sin echar de ver que la consecuencia que de él
saca es contra producentem porque ella vá á echarle
por tierra el aigumento que forma mas atras fundado
en que para entenderse derogada una lei por
otra es preciso que esta diga materialmente que
"queda derogada, por 16 presente Zei'" . . . %S preciso
ser consecuente en los principios para que la lojica
sirva de algo. Sin esto, ella no sirve sino para
cortarse la cabeza.
Dice el Sr. Arboleda que una lei jeneral no puede
derogar 5. una lei especial, y para esto trae á cuenta
mil autoridades que podia mui bien haber ahorrado
pues que de nada pueden servir no viniendo al caso.
Deberia haber probadoantes que,el decreto lejislativo
de 26 de Abril era lei jeneral. iDe donde le ocurriria
tal especie? iQu6 tiene de lei especial la
pragmática sancion que no tenga aquel decreto? Las
disposiciones de ella son dirijidas con el único y
particular objeto de suprimir una órden relijiosa
y las del decreto se dirijen á permitir una órden
r~lijiosa; la una es prohibitiva, la otra facultativa.
Estos son los dos objetos de ambas leyes, y las
demas disposiciones que en ellas se contienen no son
sino sus consecuencias. . . . Q>J~c~u,
t
pues, por tierra
el argumento del Sr. Arboleda con todas sus auto-
ridades, por cuanto á que no puede ser lei jeiierat
el decreto del Congreso que so!o iba á ser aplicable
6 un caso especial como la pragmática.
Na reconoce derogatorias tacitas e! Sr. repre-
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