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Arboleda que en el Instituto de los Jesuitas se diga
que se obedezca á la voz del Superior como á la
del mismo Cristo.
Tampoco le falta en esto razon, porque tampoco
la tiene de saber que en la Escritura Sagrada, los
Santos Padres y en todos los ascéticos se dice lo
mismo. Debe, pues, cond
jelio para abajo antes de co
vamos á ver.
Dice Jesucristo en su Evanjelio: " El que á: voso-
tros oye á mi oye; y el que á vosotros desprecia á
, mí me desprecia (Mat. cap. 9.) Esto decia el Sal-
vador a sus Apóstoles que eran hombres entre los
cuales se hallaba un Judas que se condenó; un
Pedro que pecó, y un Tomas incrédulo. 6 Habri
escándalo en decir que se oiga á los superiores
como a Cristo ?
Y San Pablo i qué dice ? " Obedeced á vuestros
soberanos temporales como d Cristo " (Ad. Eph.
Cap. 6.0 v. 5.) Basten para Sagrada Escritura el
Salvador y el Apóstol de las jentes. Veartos el
sentir de los Santos Padres y fundadores.
San Benito dispone en su regla que se obedezca
á la orden del Superior con tanta prontitud como
si fuese la Órrlen de Dios (Reg. S. Benito C. 5.)
San Basilio exijia de cada relijioso una plenitud de
convencinliento y adhesion á los mandatos del
Superior, casi igual á la que-se tiene por los
dogmas de la fé (Serm. 2. de'instit. Monach.)
Se dice que la obediencia prescrita por el Insti-
tuto es una obediencia ciega 6 i~iconsulta. Esto es
falso.;
En primer lugar el testo no se espresa así; su
espresioi~ es u eñ algun modo ciega 7J que es cosa
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