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institutos y estas leyes no son las que obedece el
escritor. No piensen los relijiosos que hacen mejor
:$pL para con el Sr. Arholeda que los Jesuitas.
abemos,y podemos probarlo en caso necesario,que
este señor ha dicho en la secretaria del Congreso
que tenia una mision divina cual era la de sacar
a los Jesuitas de la Nueva Granada, y despues de
los Jesuitas á los demas frailes.. . . (Dice paj. 23
hablando de la traida de los Jesuitas, que
s hombres piiblicos degradan el clero granadino,
"y despues le humillan á la presencia de
sacerdotes e~tranjeros que traen para enseñorearlos
de las conciencias. Alta y delicada majistratura,
(jmajistratural) que no puede ni debe co@arse sino
a aquellos cuyas simpatias estCn por el pueblo y
con el pueblo". . . . De manera que como tambien
puede haber sacerdotes granadinos cuyas siriipatias
no sean las que quiere el Sr. Arboleda, no debe
permitirseles el confesar. Este principio quiere
decir que la relijion ha de subordinarse a la política
y como á los Obispos no toca el inquirir sobre los
principios políticos y simpatías de nadie para conferir
las licencias de confesores, claro es que estas
deben ser espedidas por las autoridades civiles.
Claro está que para el Sr. Arboleda el sacramento
augusto no es mas que un instrumento cuyo uso
debe regularse por la política. ?Y estos son principios
católicos?
Talrs principios y tal lenguaje revelan claramente
el interior de quien así se espresa. E1 Sr. Arboleda
lo conoce y por eso, vuelve á prevenirse como poco
antes, y dice: "No faltará ahora quien diga de mí
que no respeto, ni quiero ni estimo á los ministros
de la relijion de mis padres &c. No faltará quien
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