1 - Biblioteca Nacional de Colombia

-97trasporte,
que no debian abordar en ninguna playa
hasta llegar á su destino, estuvieron a la vista de
Civitavechia, lo$ desterrados, cuyas fuerzas habian
agotado las marchas precipitadas, las privaciones
y toda clase de sufrimientos, respiraron al fin &c.',
Mas este consuelo les dur6 mui poco, porque no '
fueron allí admitidos por el gobernador, segun nos
refiere el autor trascribiendo las palabras de Sismondi,
en su Hi~tor2Lt de los franceses (tomo 29) que
dice: ''El gobernador que no estaba prevenido no
quiso recibirlos y aqdellos infelices, entre los cuales
habia muchos ancianos p enfermos amontonados
como criminales á bordo de los buques de trasporte,
se vieron reducidos, por espacio de algunas semanas
á correr bordadas á la vista de la costa. Muchos
de ellos perecieron."
$Tienen estos procedimie+ntos compracion con
losempleados en el destierro de los Judios y Moros?
Si estos procredimientos no hubieran sido empleados
con los Jesuitas sino con otrn clase de hombres
;hasta donde llegarian las declamaciones del Sr.
Jdib Arboleda?. . . . Pero fueron contra los Jesuitas
y esto basta para que dejen de ser tiránicos, injustos
e inhumanos. i Hasta dorude ciega la pasion !
El Sr. Arboleda alaba y sublima hasta el mas
alto punto la bondad, la jeneeosidad, la huivanidad,
la filadtropia del piadoso monarca, po~que dice,
concedió á los Jesuitas q.ue vohie~n á Espaiia con
permiso del Rei prestando juramanto de fidelidad
g porque les señaló la perision alimenticia.
En cuanto á 10 primero el
niui exaato. V&a% la prag~dt
Po es de Jesuitas qve ella h
de d.&izs, y se verá tam
0 1.
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