Tamalameque Historia y leyenda
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<strong>Tamalameque</strong> <strong>Historia</strong> y <strong>leyenda</strong> Diógenes Armando Pino Ávila<br />
Vicario que entonces era de aquella parroquia, se encomendó<br />
el sermón de la fiesta de colocación al P-Juan Lorenzo de<br />
Medina, de la Compañía de Jesús, Procurador de las Haciendas<br />
que en aquella jurisdicción tiene el colegio de la Villa de . Vino<br />
el padre a la ciudad ocho días antes de la fiesta, y retentóle con<br />
vehemencia un riguroso mal de orina, de que adolecía. Se le<br />
hicieron innumerables remedios, y no fueron suficientes a su<br />
alivio, por lo que estuvo tres días naturales en continuo grito,<br />
con grave inflamación de la parte, sin poder orinar. Viendo,<br />
pues, el venerable padre que las diligencias humanas no<br />
bastaban, acudió fervoroso a las divinas, y pidió que le trajesen<br />
un clavo del Santísimo Cristo, diciendo: "Pues he venido a<br />
predicar en su fiesta, su Majestad ha de ser mi médico y mi<br />
medicina".<br />
Trajéronle el clavo de los pies, y con aquella gran fe que lo<br />
tomó y lo aplicó a la parte paciente, fue lo mismo sentir la<br />
medicinal reliquia, que arrojar por la vía un caño de sangre,<br />
que llenó una vasija, y descansar del dolor e inflamación. Visto<br />
el milagro que allí fue patente a cuantos estábamos con el<br />
padre, éste comenzó con lágrimas a decir a descompasadas<br />
voces el himno TEDEUM LAUDAMUS, y postrado regó con<br />
su llanto la sacra reliquia. Mandó el vicario que se repicasen<br />
las campanas y se conmovió todo el pueblo, dando gracias al<br />
Señor por tan pública maravilla, el padre Juan Lorenzo pasó al<br />
tercero día a darlas con una misa cantada muy solemne el<br />
nuevo altar del Santísimo Cristo, y así finalizaron aquellas<br />
fiestas con doble regocijo". 40<br />
EL ALCALDE Y EL CRISTO:<br />
Cuentan que, el Cristo, cuando no quería salir a procesión, se ponía pesado, o<br />
hacía crecer tanto e] nicho que no cabía por la puerta de la iglesia.<br />
En uno de ésos días, en que el Cristo se negaba a salir, llegó un banqueño (nadie<br />
recuerda su nombre) a hacerse cargo de la Alcaldía municipal, nombrado desde<br />
Santa Marta. Al serle comentada la situación del Cristo que rebelde se negaba a<br />
salir en la procesión, repuso incrédulo:" Si no sale yo le hago salir”. Y dirigiéndose<br />
a la iglesia, seguido de una nube de curiosos, penetró a ella, y acercándose a la<br />
Santa Imagen, la señaló con el bastón y le ordenó con voz enérgica:" Te ordeno<br />
que salgas". Sostienen los abuelos, que el Cristo se dejó sacar en andas, siendo<br />
acompañada la procesión por el encopetado alcalde. Pero por la noche, el alcalde<br />
40 Ibidem, pp. 205-206.<br />
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