Tamalameque Historia y leyenda
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<strong>Tamalameque</strong>, según la apreciación conceptual del dueño, como rezaba en un<br />
letrero que pendía de una de las rejas de madera que protegía la puerta de<br />
entrada.<br />
Colegio querido, donde muchos de nosotros aprendimos Las primeras letras,<br />
donde tímidamente aprendimos a amar, enviando a hurtadillas, papelitos<br />
razoneros a nuestras compañeras de estudios.<br />
Qué bello es el pasado, cuan hermoso es evocar esos momentos de timidez y<br />
locura vividos en esas aulas. Aún recuerdo, como el pueblo se alborozaba los<br />
domingos, en que con el vestido de gala, las caras sonrientes y los estómagos<br />
vacíos, en marcha, tras "La Banda de Guerra" del Instituto <strong>Tamalameque</strong>, dirigida<br />
por su singular batutero "Gollo Cuca", partíamos a escuchar la misa dominical<br />
obligatoria.<br />
Recuerdo muy bien como escuchábamos, de pie, en la nave central de la iglesia,<br />
al Padre González, en sus interminables y apocalípticos sermones, sintiendo<br />
correr por dentro de la camisa las gotas de sudor, que el calor sofocante de la<br />
iglesia (sin ventiladores en esa época) nos arrancaba. —Recuerdo sentir gruñir el<br />
estómago de hambre y el flaquear de piernas, la palidez del rostro y el desmayo<br />
repentino de varios compañeros en esas largas misas.<br />
Después de estos dos grandes colegios se fundaron otros que cumplieron gran<br />
labor educativa, entre estos últimos podemos mencionar:<br />
COLEGIO PIO XII<br />
Laboró de cuatro a cinco años, era propiedad de Domingo de la Cruz. Por último el<br />
colegio Pedro Castro Monsalvo, regentado por el profesor Luís Agudelo<br />
Armenta.<br />
La situación económica del municipio y la atención que el gobierno departamental<br />
le dio a la educación primaria en esos primeros años de creación del<br />
departamento del Cesar, hizo que estos colegios privados cerraran sus puertas<br />
por la poca rentabilidad del negocio, teniendo sus dueños que emigrar hacia otros<br />
lares, cerrando así una de las mejores etapas de la educación del hombre<br />
<strong>Tamalameque</strong>ro.<br />
Los esfuerzos anteriormente mencionados no fueron suficientes y nuestras<br />
juventudes veían trunco el progreso intelectual, pues, no podían proseguir<br />
estudios por la falta de medios para desplazarse y radicarse fuera de la localidad.<br />
Esto era motivo de muchas frustraciones y no menos desengaños y desilusiones,<br />
viéndose la juventud abocada al letargo intelectual, teniendo que entrar desde<br />
temprano a desempeñarse en los más inverosímiles quehaceres. Solo una<br />
pequeña minoría podía salir a estudiar a otros pueblos o a la capital; esta minoría<br />
formada por los hijos de los acaudalados caciques locales y uno que otro hijo de<br />
familias pobres; de estos, un grupo muy reducido lograba terminar, los ricos se<br />
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