Tamalameque Historia y leyenda
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<strong>Tamalameque</strong> <strong>Historia</strong> y <strong>leyenda</strong> Diógenes Armando Pino Ávila<br />
Kerosén, llamados pomposamente "Luminarias". Los gritos aterraban la población<br />
y ningún parroquiano osaba salir a la calle.<br />
Sostenían y sostienen los ancianos de mi pueblo, que en las épocas en que se<br />
escuchaban esos gritos, sobrevenía muerte, miseria y ruina sobre la población.<br />
¿Quién era la Llorona y cómo era? No. Eso no tenía respuesta. Andando el<br />
tiempo, podríamos decir, ayer, comenzaron a florecer versiones explicatorias de<br />
acuerdo a la fantasía popular, que mitificaban aún más la <strong>leyenda</strong> tales como:<br />
"La historia de una doncella, niña bien, que empujada a la agitada corriente del<br />
amor, no supo nadar buscando la orilla, sino que por el contrarío, se sumergió en<br />
el piélago de la pasión, entregándose sin reserva ninguna a su amante. De esa<br />
entrega resultó como consecuencia un embarazo. Entonces, al comentar con su<br />
amante sobre el fruto que latía en sus entrañas, El montó en cólera, evadiendo<br />
toda responsabilidad y huyendo del poblado, dejando abandonada a la desflorada<br />
doncella.<br />
Ella, ante tal circunstancia, se llena de infinita tristeza, no hallando para su mal<br />
ninguna salida satisfactoria, comienza a consumirse envuelta en su melancolía.<br />
Un día cualquiera decide ir a bañarse a las aguas del "Caño Tagoto" y estando<br />
bajo la fresca sombra de una ceiba gigantea, empieza a fraguar su macabro plan:<br />
EL ABORTO. Vuelve al pueblo, consulta con una comadrona amiga de su casa,<br />
por las hierbas malditas que pueden truncar una vida en gestación esto lo hace sin<br />
levantar ningún tipo de sospecha; pues, nadie, absolutamente nadie, puede<br />
pensar que ella ha entregado su virginidad-. Sabida de tan terrible secreto, marcha<br />
al campo y reúne las hierbas, y por la noche cuando todos duermen en su hogar,<br />
se levanta sigilosa y prepara el fatídico brebaje, el cual consume desesperada.<br />
A la mañana siguiente, pide permiso para salir a pasear, concedido éste, parte<br />
para el campo en busca de la sombra cómplice de la ceiba gigantea que le dio la<br />
inspiración del aborto. Ahí tendida, espera ansiosa los espasmos de agonía que le<br />
provoca el brebaje consumido la noche anterior, Revolcándose, presa de<br />
agudos dolores, sintiéndose morir, siendo la mujer más desgraciada del mundo,<br />
sufre los dolores del pecado y la angustia de la maldad; ahí, sola bajo la ceiba,<br />
cubierta por la sombra cómplice de esa silenciosa testigo, desnuda bajo la mirada<br />
de Dios, siente el desgarrar de sus carnes y el ansia de vida que reclama ese<br />
ser en formación. Trata de arrepentirse, no hay remedio, el mal estaba hecho.<br />
Con dolores que subían en intensidad, se desprende de su interior, el hijo<br />
del pecado rodando por sus piernas, cayendo sobre el pasto todo ensangrentado,<br />
haciendo movimientos espasmódicos de vida.<br />
Ella, transida de dolor observa aterrada a ese pedazo de su vida que acaba de<br />
malparir; desquiciada por el dolor y tal vez por su crimen, lo toma en brazos, besa<br />
al amasijo de carne sanguinolenta que es el feto -su hijo- y en sus ojos<br />
trastornados por la locura ve a un sonrosado y sonriente niño, que le acaricia los<br />
labios, con su piel de rosa.<br />
Levantándose del suelo camina lento hacia la orilla del Caño "Tagoto", donde<br />
musitando frases de cariño, lo eleva al cielo y murmurando el nombre del pérfido<br />
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