Tamalameque Historia y leyenda
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<strong>Tamalameque</strong> <strong>Historia</strong> y <strong>leyenda</strong> Diógenes Armando Pino Ávila<br />
DON JULIO ARIAS:<br />
Curioso personaje, del cual se tejen tantas anécdotas, de las que tomaremos en<br />
general, la más sobresaliente: Su estilo al llegar al poblado -El vivía en Bogotá-.<br />
Debido a la ubicación geográfica, nuestro pueblo se encuentra perdido en una<br />
dilatada sabana, a orillas del Caño 'Tagoto" y a uno o dos kilómetros del río<br />
Magdalena, retirado de las troncales, lo cual hacía y hace aún difícil la penetración<br />
y roce con otras culturas.<br />
Las personas que rompían su mundo para salir de él y viajar y conocer ciudades,<br />
estudiar por fuera, se rodeaban de gran prestancia y eran admiradas como ídolos,<br />
a los cuales rodeaban para escuchar sus anécdotas de la ciudad.<br />
Don Julio era natural de <strong>Tamalameque</strong>, o por lo menos sus padres lo eran; El<br />
desde muy joven emigró a la capital de la República y de vez en cuando "honraba"<br />
a los moradores de esta población, con su presencia, lo cual era un<br />
acontecimiento digno de relatar en estos bosquejos de la vida <strong>Tamalameque</strong>ra.<br />
Anunciaba su llegada con muchos días de antelación, con el objeto de que los<br />
caciques locales hicieran los preparativos y le dieran el realce que su arribo merecía.<br />
Cuando llegaba la fecha de su arribo, con mucha antelación, los alumnos de las<br />
escuelas, debidamente uniformados con sus vestidos de ceremonia, en perfecta<br />
formación, bajo la mirada inquisidora de los maestros, esperaban a don Julio a la<br />
entrada del pueblo, claro está, acompañados de las autoridades civiles,<br />
eclesiásticas y personalidades del pueblo, quienes para la fecha desembaulaban<br />
sus mejores prendas, las cuales después de orear para espantar el olor de la<br />
naftalina, vestían.<br />
Erguido en su pequeña, gorda y fofa estatura, se pavoneaba, rozagante su<br />
rubicunda cara, lleno de una satisfacción e importancia y mirando con ojos de Rey<br />
a sus vasallos, les saludaban con un delicado e indolente gesto de mano, mientras<br />
montaba en el brioso potro alazán, que don Victorio Ávila (mi Abuelo) le había<br />
traído para la ocasión.<br />
Jinete en su potro, se iniciaba el recorrido, acompañado de toda la población, que<br />
sumisa marchaba tras él, entre dos filas indias, formadas por los alumnos, al son<br />
de las notas monocordes que lanzaba al aire la banda "14 de Septiembre",<br />
interrumpida a trechos por los vivas que lanzaba Pacho Valle, coreado por los<br />
prohombres de la localidad. relevo generacional significativo, —los valores habían<br />
cambiado. Llegó solo, sorprendiéndose de la indiferencia de la gente que no lo<br />
conocía. Visitó los amigos que aún le quedaban vivos y todo lleno de tristeza<br />
regresó a la Capital para nunca más volver, muriendo allá rodeado de sus<br />
recuerdos gloriosos.<br />
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