El sueño - Dirección General de Bibliotecas

Así pues, se puede prime ramente vislumbrar
una sociología situacional: es p or ella por la que
empecé a demostrar que el sueño no era un mero
regreso a lo subje tivo, sino una respuesta a una
cierta situació n social y que, po r consiguiente,
había sueños de la clase alta y sueños de la clase
baja, sueños de negros (en la medida en que el
colo r de la piel define un cierto estatul9 social) y
sueños de blancos ... En segundo lugar una sociología
estructural, y es po r ella que continué mis
búsquedas, cuando influe nciad o sobre to do
po r mis estudios respecto al lugar del sueño en
las sociedades llamadas "primitivas" y en relación
con los mitos colectivos intenté inscribir las
imágenes oníricas en las estructuras de un imaginario
colectivo. Pe ro, comparando ento nces lo
imaginario de las sociedades de Oceanía, con sus
cultos por ejemplo del Cargo, y lo imaginario de
las sociedades occidentales, romántico o surrealista,
desemboqué forzosamente en otra perspectiva
de enfoque, la de una sociedad interaccional.
Pues si uno escribe sus sueños y los comunica a
los lecto res, es p ara transfo rma r e l mo nólogo
nocturno e n diá lo go y p o rque se hace d e la
noche un "bazar", luego una pieza abierta al público,
a una clientela, y no un cuarto cerrado . Es
porque el sueño se convierte en un lugar de intercambio
entre los hombres.
En esto pensaba al leer a Georges Perec o más
bien después de haberlo leído y esperado un cierto
tiempo, a fin de rompe r el lazo de encantamiento
que me unía a él, para to mar una cierta
distancia con respecto a su obra. Y, claro, a partir
de ahí sería posible despejar to da una estética de
la escritura de los sueños, la cual no habré de
abo rdar pues no soy un crítico de arte, pero al
menos se me permitirá hacer algunas observaciones
a ese pro p ósito, pues es algo impo rtante:
¿cómo traducir en palabras lo que es contrario a
la palabra, la imagen? No la imagen estática, inmóvil,
como podría serlo la de la percepción del
mundo exterior (pues desde hace mucho tiempo
los escrito res han encontrado la solució n al problema
del paso de lo percibido al vocabulario),
sino una imagen que muere e n el mo mento en
que nace para volverse otra cosa distinta, y dentro
de un mundo en el que la perpetua destrucción
triunfa sobre la asociación. Sería interesante
seguir, a través de la historia de la literatura, los
mecanismos puestos en práctica para resolver ese
problema. Naturalmente se ha empezado en la
é p oca ro mántica po r utilizar p ara e l mundo
nocturno los procedimie ntos utilizados p o r e l
mundo diurno, es decir la descripció n ; pero la
descripción mineraliza el flujo de lo imaginario,
lo estabiliza y, e n consecuen cia, finalme nte lo
"--"' omo en la noche cero
corregimos la rosa de los cuerpos
en uno eterno, neutro,
nacido noche al fin y en la orilla del sueño.
Bernardo Ortiz de Montellano, "Sueño de amor"
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destruye. El surrealismo insistirá po r el contrario
en el caos, el nonsense (aparente) o el absurdo -
pero podría decirse además de él "cartesianismo
a ún vivo", pues e l s ue ño d esempe ña e n é l e l
mismo papel que desempeña en la "duda metódica"
de Descartes, al lado del Genio Ma ligno ; es
menos una tentati va por captar el absurdo que
Foto de Anne T estut
una tentativa de crítica del mundo real, para superponer
a éste un mundo surreal, que en tanto
que mundo tiene su lógica (la de las metamorfosis)
y su cohe re ncia (la de una mito logía al
menos individual), lo que hace que resulte absolutamente
imposible , como en Descartes, saber si
el estad o de vigilia no es un sueño, y el sueño la
verdadera "realidad".
Perec, por su parte, ha descubierto soluciones
o riginales, la manera de salvaguardar la autenticidad
de los procedimientos del sueño y no encadenarlos
a un sistema para "comunicarse" con los
demás (puesto q ue es en este aspecto q ue esta
advertencia quiere insistir: es necesario , efectivamente
, "inventar" una escritura que siga, utilizando
palabras, un pensamiento de esencia visual).
Dejo a los lectores la tarea de descubrir esas invenciones,
para no priva rlos demasiado del placer
de la lectura, y sólo señalo una de ellas: la
transcripción de lo onírico en figuras geométricas
por consiguiente incl uidas en un espacio de dos
dimensiones, ya que la tercera dime nsió n de lo
simbólico, es decir su ambigüedad y su po lisemia,
se traduce en un intercambio de letras sobre un
eje vertical.
Nota'y traducción de Glenn Gallardo