12.05.2013 Views

el principe y el mendigo - Educando

el principe y el mendigo - Educando

el principe y el mendigo - Educando

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

MARK TWAIN EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO<br />

haber experimentado tal espanto y horror ante una cosa tan<br />

inofensiva como una ternerilla dormida, mas no debió haber<br />

pensado así, porque lo que le había asustado no era la ternera,<br />

sino un terrible no sé qué sin existencia representado por la<br />

misma, y cualquier otro niño en aqu<strong>el</strong>los tiempos supersticiosos<br />

habría obrado y padecido lo mismo que él.<br />

El rey se sintió encantado, no sólo de ver que <strong>el</strong> animal era<br />

una ternera, sino también de tenerla en su compañía, porque se<br />

había sentido tan solitario y desamparado, que acogió con gusto<br />

como camarada aun a aqu<strong>el</strong> humilde animal. Se había visto tan<br />

maltratado, tan afrentado por sus propios semejantes que fue<br />

para él un verdadero consu<strong>el</strong>o hallarse al fin en la compañía de<br />

un ser que por lo menos tenía corazón tierno y ánimo apacible,<br />

por más que careciera de atributos más <strong>el</strong>evados; por lo cual<br />

resolvió Eduardo prescindir de etiquetas y hacerse amigo de la<br />

ternera.<br />

Mientras acariciaba <strong>el</strong> caliente lomo d<strong>el</strong> animal, porque éste<br />

se hallaba muy cerca y al alcance de su mano, se le ocurrió que<br />

podía utilizarlo colocándose cerca de la ternera; luego se acurrucó<br />

junto al lomo de ésta, echó las mantas entre sí mismo y su amiga,<br />

y al cabo de uno o dos minutos estaba tan calientito y cómodo<br />

como en las mejores noches de su lecho de plumas en <strong>el</strong> palacio<br />

real de Westminster.<br />

Al punto acudieron a su mente pensamientos agradables; la<br />

vida tomó un cariz más alegre. Estaba libre de las garras de la<br />

servidumbre y d<strong>el</strong> crimen, libre de la compañía de villanos y<br />

brutales forajidos. Estaba caliente, estaba cobijado; en una<br />

palabra, era f<strong>el</strong>iz. Soplaba <strong>el</strong> viento de la noche en pavorosas<br />

ráfagas que hacían estremecer y temblar al viejo granero, y luego<br />

su fuerza esperaba a intervalos, y seguía mugiendo y gimiendo<br />

por las esquinas... Pero todo <strong>el</strong>lo era música para <strong>el</strong> rey, una vez<br />

que estuvo arropado y cómodo. Soplara y enfureciérase cuanto<br />

quisiera, azotara y golpeara, gimiera o mugiese: al rey no le<br />

© Pehuén Editores, 2001<br />

) 64 (<br />

importaba, antes bien gozaba con <strong>el</strong>lo. Se acurrucó más cerca de<br />

su amiga, y como un bendito perdió la conciencia d<strong>el</strong> mundo y<br />

cayó en un sueño profundo y sin pesadillas, lleno de paz y sosiego.<br />

A lo lejos aullaban los perros, se quejaban m<strong>el</strong>ancólicamente las<br />

vacas, y los vientos seguían rugiendo, en tanto que un furioso<br />

aguacero caía sobre <strong>el</strong> tejado; pero la Majestad de Inglaterra siguió<br />

durmiendo imperturbable, y otro tanto hizo la ternera, que era<br />

un animal sencillo y no se dejaba turbar fácilmente por las<br />

tempestades ni se incomodaba para dormir con un rey.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!