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Miguel Ángel Fernández Delgado - INEHRM

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me convencí de que en lo más que puedo<br />

parar, es en cuatro velas y un petate’”.<br />

Las lecturas jurídicas del futuro jurisconsulto<br />

se debían, entre otros, al italiano<br />

Gaetano Filangieri, autor de La Ciencia de<br />

la Legislación (traducido al castellano en<br />

1823), que, junto con el marqués de Beccaria,<br />

fue uno de los precursores del derecho<br />

moderno; al internacionalista estadounidense<br />

Henry Wheaton, diplomático y jurista<br />

especializado en derecho marítimo, cuyos<br />

Elementos del Derecho internacional (1836)<br />

fueron clásicos en su época, y a dos penalistas<br />

discípulos del marqués de Beccaria, el<br />

español Joaquín Francisco Pacheco, que escribió<br />

El Código Penal Concordado en tres volúmenes<br />

(1848-49), y el tlaxcalteca Manuel<br />

Lardizábal y Uribe, que estudió y ejerció en<br />

la madre patria, donde redactó el Nuevo Código<br />

Criminal por orden de la corona, y dio<br />

a conocer los Discursos sobre las penas contraídas<br />

a las leyes criminales de España (1782).<br />

A partir de las lecturas de algunos de<br />

los principales representantes de la escuela<br />

clásica de la economía, como los británicos<br />

Adam Smith, autor de La Riqueza de las<br />

Naciones (1776), Thomas Robert Malthus<br />

y David Ricardo, a quien se deben los Principios<br />

de Economía Política (1817), y de los<br />

franceses François Quesnay, fundador de la<br />

escuela fisiocrática, y León Say, Ignacio L.<br />

Vallarta escribió algunas disertaciones sobre<br />

economía política, que identificó con<br />

el liberalismo económico. Aunque aceptó<br />

como objeto inmediato de la economía a la<br />

riqueza, fue muy claro en señalar que también<br />

debía rendirle homenaje a la moral,<br />

pero sin “dejarse llevar de un celo tan inmoderado<br />

que por esquivar los padecimientos<br />

de un hombre se acepte el malestar de las<br />

generaciones”. En su juventud, nuestro autor<br />

creía capaz al liberalismo económico de<br />

alcanzar la utopía: la justa retribución del<br />

trabajo, la libertad de industria, la distribución<br />

proporcional de la riqueza, el aumento<br />

de la población en razón directa de las subsistencias<br />

y un equilibrio entre la producción<br />

y el consumo.<br />

Como muchos otros intelectuales de su<br />

generación, Vallarta jamás abandonó los libros<br />

en el transcurso de su vida. A esto contribuyó<br />

la tecnología, pues la introducción<br />

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