Miguel Ángel Fernández Delgado - INEHRM
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aco, Colombia. La impotencia del gobierno<br />
de Mariano Arista le permitió regresar a<br />
la silla presidencial, por undécima ocasión,<br />
el 20 de abril de 1853. Apenas ocho días<br />
tardó en promulgarse una nueva ley de imprenta<br />
que prohibía toda clase de “impresos<br />
inmorales, injuriosos y calumniosos”. En<br />
diciembre del mismo año, el presidente se<br />
autonombró “Alteza Serenísima”, y el poder<br />
Legislativo le concedió facultades extraordinarias,<br />
las cuales aprovechó, entre otras cosas,<br />
para imponer contribuciones por tener<br />
carruajes, caballos, perros y ventanas, y para<br />
vender el territorio de La Mesilla a Estados<br />
Unidos.<br />
En el villorrio de Ayutla, Guerrero —hoy<br />
Ayutla de los Libres—, el primer día de marzo<br />
de 1854, Juan Álvarez, Florencio Villarreal<br />
e Ignacio Comonfort, proclamaron el<br />
Plan de Ayutla, reformado en Acapulco, para<br />
desconocer y derrocar la dictadura santanista,<br />
y después convocar a un congreso constituyente.<br />
Como el desprecio hacia el régimen<br />
había penetrado en muy diversos sectores<br />
sociales sin distinciones, incluso entre liberales<br />
y conservadores, la rebelión no tardó en<br />
triunfar, provocando que saliera del país el<br />
general Santa Anna.<br />
Durante la Revolución de Ayutla, destacó<br />
en Jalisco el general Santos Degollado,<br />
que fue nombrado gobernador del estado el<br />
31 de agosto de 1855. En su gabinete participaron<br />
Pedro Ogazón y también el sobrino<br />
de éste, Ignacio L. Vallarta, por méritos propios,<br />
como secretario particular del general<br />
Degollado.<br />
Nuestro biografiado, como el resto de la<br />
juventud liberal, vio en la triunfante revolución<br />
la apertura definitiva de la democracia.<br />
Ahora que el republicanismo había vuelto a<br />
poner de moda las oraciones o arengas cívicas,<br />
principalmente las pronunciadas con<br />
motivo de las fiestas patrias, Vallarta aprovechó<br />
la designación como orador para la<br />
celebración del 16 de septiembre de 1855,<br />
con el fin de celebrar el momento histórico<br />
y hacer un llamado a la unidad nacional. Pidió<br />
que el partido conservador, al que comparó<br />
con un “viejo impotente” que vivía<br />
añorando imposibles restauraciones, dejara<br />
de hacer la guerra al partido liberal o republicano,<br />
“un joven que pelea en el campo de<br />
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