Miguel Ángel Fernández Delgado - INEHRM
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El hombre de gabinete, el jurista, el político<br />
que en el congreso constituyente es todo<br />
cautela y serenidad imperturbable, se transforma<br />
por el decreto que lo designa secretario<br />
de gobierno en plena línea de batalla, en<br />
un hombre de acción dispuesto a encauzar el<br />
torrente devastador de la guerra civil hacia<br />
el triunfo de su partido en el menor tiempo<br />
posible... En efecto, desde el día en que<br />
los liberales salen de Guadalajara a fines de<br />
1858, hasta su regreso definitivo a la capital<br />
del Estado en noviembre de 1860, Vallarta<br />
deambula por llanos y serranías de Jalisco en<br />
constante y fatigoso peregrinar, atenido a la<br />
suerte varia de las operaciones militares... El<br />
hombre a caballo que es entonces Ignacio<br />
Luis Vallarta, mantiene con su fe en el triunfo<br />
y con la energía de un carácter indomable,<br />
la cohesión y unidad de miras entre los jefes<br />
del ejército federal cuya moral se resiente con<br />
las frecuentes derrotas y fracasos militares, y<br />
en ocasiones se vuelve cavilosa y anárquica.<br />
En el ínterin, Vallarta desempeñó la labor de<br />
ministro fiscal del Supremo Tribunal de Justicia<br />
de Jalisco y, en los pocos momentos de<br />
tranquilidad que encontraba, colaboró en el<br />
Boletín del Ejército Federal, demostrando, en<br />
opinión de uno de sus biógrafos, la misma<br />
fe inquebrantable que animó a Juárez en esa<br />
lucha. Así lo demostró también en el discurso<br />
que pronunció en Sayula el 16 de septiembre<br />
de 1858:<br />
Llegan las naciones a un estado de efervescencia<br />
de ideas, de violencia, de pasión, de<br />
vehemencia de deseos, que nada puede evitar<br />
la satisfacción de las necesidades sociales,<br />
que ese estado entraña. Así como el volcán,<br />
próximo ya a hacer su terrible explosión funde,<br />
amalgama, derrite su ardiente lava allá<br />
en el fondo de su cráter, así las naciones trabajadas<br />
por el deseo de un mejor modo de<br />
ser, se inquietan, se rebullen, se animan, se<br />
encienden, antes de estallar con el rayo de la<br />
revolución. ¡Ay de aquellos que con la vana<br />
esperanza de evitar la explosión del volcán,<br />
se sientan sobre su cráter para apagar la lava<br />
fundida! Crecerá la resistencia y los estragos<br />
serán mayores. ¡Ay de los que pretenden<br />
contener el curso de una revolución que tiene<br />
su programa y su objeto! ¡Aumentará su<br />
empuje y pasará sobre todo obstáculo!<br />
La desgraciada México, mi adorada patria,<br />
se agita hace ya medio siglo en las convulsiones<br />
revolucionarias; agotada la sangre<br />
de sus hijos con miles de combates, desfalle-<br />
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