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el camino del rosario - FUNDACIÓN OBRA CULTURAL Roger de

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8.- EL SALTERIO DE MARÍA (Emilio Cár<strong>de</strong>nas)<br />

Al <strong>rosario</strong> se le llamó también «salterio <strong>de</strong> la Virgen». Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> principio d<strong>el</strong> cristianismo<br />

la oración más tradicional <strong>de</strong> la Iglesia era <strong>el</strong> salterio. Se trata simplemente d<strong>el</strong> libro <strong>de</strong> la Biblia<br />

que recoge la colección <strong>de</strong> los 150 salmos. Salterio es la colección <strong>de</strong> los salmos. El pueblo judío<br />

rezaba con salmos. María lo hizo. Jesús los rezaba y cantaba. Los primeros cristianos vieron<br />

reflejados en <strong>el</strong>los <strong>el</strong> misterio pascual <strong>de</strong> Jesús y su vida entera. Por eso <strong>el</strong> salterio gozó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>el</strong><br />

principio <strong>de</strong> una honda veneración entre los cristianos.<br />

Después los monjes los recitaban regularmente a lo largo <strong>de</strong> las horas d<strong>el</strong> día en los<br />

diversos oficios. Incluso había monjes que se habían propuesto recitar diariamente <strong>de</strong> la mañana<br />

a la noche los ciento cincuenta salmos. Lo que pasaba es que en aqu<strong>el</strong>la época los libros eran<br />

muy caros, y si era difícil que cada monje pudiera poseer ni siquiera un libro <strong>de</strong> oraciones, cuánto<br />

más una Biblia. Procuraban entonces llegar a saberlos <strong>de</strong> memoria. En realidad es así como se<br />

recitan las poesías o los cantos. Pero ciento cincuenta salmos son muchísimos. Son a<strong>de</strong>más<br />

muy distintos unos <strong>de</strong> otros, con frecuencia complejos y <strong>de</strong> lenguaje oscuro. Tienen expresiones<br />

chocantes, o los hay <strong>de</strong> ritmos raros o <strong>de</strong>masiado repetitivos. No todos tienen la misma calidad<br />

literaria o musical, ni la misma hondura espiritual. Los hay <strong>de</strong> alegría y <strong>de</strong> dolor, <strong>de</strong> <strong>de</strong>sconcierto<br />

y <strong>de</strong> esperanza. Habría que po<strong>de</strong>r agruparlos por temas, por usos, por ocasiones en que<br />

conviene recitarlos... En fin, no son siempre fáciles. Por eso con frecuencia los mismos monjes<br />

solían en ocasión sustituirlos por fórmulas más breves. Aqu<strong>el</strong>los ermitaños o monjes que no<br />

sabían bien leer preferían incluso aqu<strong>el</strong>las sencillas fórmulas.<br />

Debemos intentar volver a los salmos y encontrar en <strong>el</strong>los la fuente <strong>de</strong> nuestra oración.<br />

Así oró <strong>el</strong> Señor y ésta es la principal oración <strong>de</strong> la Iglesia. Todo <strong>el</strong> mundo <strong>de</strong>be apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

memoria por lo menos los principales salmos para po<strong>de</strong>r recitarlos regularmente. Son riquezas<br />

que <strong>de</strong>ben hallarse en <strong>el</strong> corazón <strong>de</strong> todo cristiano. Mediante la catequesis y en la c<strong>el</strong>ebración<br />

litúrgica hay que hacer que <strong>el</strong> Pueblo <strong>de</strong> Dios entero y cada creyente los pueda poseer y recitar.<br />

Por eso no es d<strong>el</strong> todo sano sustituir sin más los salmos por otras breves fórmulas, aunque sean<br />

<strong>de</strong> la dignidad d<strong>el</strong> padrenuestro o <strong>de</strong> la b<strong>el</strong>leza y santidad d<strong>el</strong> avemaría. Pero no es injusto <strong>el</strong><br />

concentrar <strong>el</strong> valor <strong>de</strong> un salmo entero en una breve fórmula evangélica. Con frecuencia <strong>el</strong><br />

apren<strong>de</strong>r los salmos y <strong>el</strong> recitarlos con regularidad no es ni físicamente ni psicológicamente<br />

posible.<br />

Por eso es más importante <strong>el</strong> rezo cotidiano d<strong>el</strong> Breviario, que reparte a lo largo d<strong>el</strong> día<br />

una docena <strong>de</strong> salmos por lo menos, en la Liturgia <strong>de</strong> las Horas. Hay que reconocer que aunque<br />

los salmos tuvieran más valor que las avemarías, unos y otras se complementan muy<br />

armoniosamente. Todo <strong>el</strong>lo es Palabra <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong> este modo vivimos a lo largo d<strong>el</strong> día<br />

ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> su Palabra. No es d<strong>el</strong> todo justo <strong>el</strong> oponer salmos y avemarías cuando <strong>de</strong> lo que se<br />

trata es <strong>de</strong> vivir <strong>el</strong> mandamiento <strong>de</strong> la oración continua. A<strong>de</strong>más <strong>el</strong> sustituir salmos por avemarías<br />

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