(GUIA DE PR\301CTICAS DE CIRUG\315A GENERAL) - Doctortazo

4. La valoración del riesgo quirúrgico y la
evaluación preoperatorio.
Dejando a un lado los exámenes destinados
a precisar el diagnóstico, nos referiremos a
los que tienen por objeto valorar la fortaleza
del paciente, observar las deficiencias evidentes,
investigar las taras inaparentes, en
resumen, contemplar el riesgo individual.
Exploración clínica: Edad, impresión general,
nutrición, pulso, tensión arterial, auscultación
cardiorrespiratoria, etc.
Exámenes de laboratorio: Recuento, fórmula,
hematocrito, glucosa, urea, coagulación,
hemorragia, protrombina.
Exámenes complementarios: Electrocardiograma,
examen radiológico del tórax.
Exámenes opcionales: Bajo indicaciones
especiales se requerirá proteinograma, gasometría
arterial, pruebas cardiacas especiales,
espirometría, determinación del grupo
sanguíneo.
Todos los datos obtenidos serán valorados
siempre en relación a la agresividad de la
intervención quirúrgica que se piensa realizar.
Es fundamental para la valoración del riesgo
quirúrgico la labor conjunta entre cirujano y
anestesista. Todos los enfermos han de ser
explorados por el médico anestesista la víspera
de la intervención.
La valoración del estado clínico del paciente
mediante la clasificación de la American
Society of Anesthesiologists (ASA) está sumamente
difundida, debido a su simplicidad
y efectividad.
ASA 1: paciente con buena salud, sin otra afección
que la que requiere el acto quirúrgico.
ASA 2: paciente con una enfermedad general moderada
(hipertensión arterial bien controlada, obesidad
moderada, diabetes controlada).
ASA 3: paciente con una enfermedad general grave
pero no invalidante (Insuficiencia coronaria con
ángor, obesidad patológica, insuficiencia respiratoria
moderada).
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ASA 4: paciente con una enfermedad general invalidante
que compromete el pronóstico vital (insuficiencia
cardiaca grave, insuficiencia respiratoria que
requiere oxigenoterapia).
ASA 5: paciente moribundo que no sobreviviría 24
horas, con o sin la operación (ruptura de aneurisma
de la aorta abdominal en estado de shock).
Los aspectos relacionados con la preparación
del paciente para el quirófano son:
Preparación psicológica: Someterse a
una intervención quirúrgica es una experiencia
importante. Además de la propia
intervención, la enfermedad subyacente
puede ser una causa importante de presión
psicológica, sobre todo en los pacientes
con tumores malignos, en aquellos
que precisan intervenciones con
riesgo para la vida, y aquellos en que el
diagnóstico es incierto. Estas situaciones
desencadenan una respuesta natural de
miedo y ansiedad que, aun con un buen
apoyo individual, pueden ser difíciles de
afrontar. Dicha respuesta es a menudo
resultado de una comunicación inadecuada
con el cirujano; por lo que no hay
que olvidar la importancia de un intercambio
claro y honesto de información
sobre la situación y de la voluntad de
dedicar tiempo a comentar las cuestiones
que más preocupan al paciente. En
ocasiones se necesita la ayuda de otros
especialistas.
Preparación de la piel: Hasta la mitad
de las infecciones de una herida están
causadas por bacterias presentes en la
piel. Al comienzo de la intervención se
limpia una amplia zona de la piel alrededor
de la incisión con povidona yodada o
clorhexidina. Los pelos estorban durante
el cierre de una herida quirúrgica, por lo
que –tradicionalmente- los pacientes son
afeitados antes de la intervención. Esta
medida debe hacerse en la planta de
hospitalización, inmediatamente antes
de la cirugía.
Dieta y preparación intestinal: Cualquier
paciente que vaya a recibir una
anestesia general debe estar en ayunas
desde 6 horas antes para reducir al mínimo
el riesgo de vómitos y aspiración.