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sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org

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hubiese hecho Él si estos infelices fues<strong>en</strong> <strong>las</strong> víctimas de una persecución injusta, o hubies<strong>en</strong><br />

sido sus amigos, sus pari<strong>en</strong>tes, o sus hijos, y no sus <strong>en</strong>emigos, sus traidores y parricidas?<br />

Verdaderam<strong>en</strong>te, ˇOh b<strong>en</strong>ignísimo Jesús! Tu caridad <strong>sobre</strong>pasa nuestro <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to.<br />

Observo tu corazón <strong>en</strong> medio de tal torm<strong>en</strong>ta de injurias y sufrimi<strong>en</strong>tos, como una roca <strong>en</strong><br />

medio del océano que permanece inmutable y pacífica, aunque el oleaje se estrelle furiosam<strong>en</strong>te<br />

contra ella. Pues ves que tus <strong>en</strong>emigos no están satisfechos con infligir heridas mortales <strong>sobre</strong><br />

Tu cuerpo, sino que deb<strong>en</strong> burlarse de tu paci<strong>en</strong>cia, y aullar triunfalm<strong>en</strong>te con el maltrato. Los<br />

miras, digo yo, no como un <strong>en</strong>emigo que mide a su adversario, sino como un Padre que trata a<br />

sus errantes hijos, como un doctor que escucha los desvaríos de un paci<strong>en</strong>te que delira. Por lo<br />

que Tú no estás molesto con ellos, sino los compadeces, y los confías al cuidado de Tu Padre<br />

Todopoderoso, para que Él los cure y los haga <strong>en</strong>teros. Este es el efecto de la verdadera<br />

caridad, estar <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>os términos con todos los hombres, considerando a ninguno como tu<br />

<strong>en</strong>emigo, y vivi<strong>en</strong>do pacíficam<strong>en</strong>te con aquellos que odian la paz.<br />

Esto es lo que es cantado <strong>en</strong> el Cántico del amor <strong>sobre</strong> la virtud de la perfecta caridad:<br />

“Grandes aguas no pued<strong>en</strong> apagar el amor, ni los ríos anegarlo”[38]. Las grandes aguas son los<br />

muchos sufrimi<strong>en</strong>tos que nuestras miserias espirituales, como torm<strong>en</strong>tas del infierno, cargan<br />

<strong>sobre</strong> Cristo a través de los Judíos y los G<strong>en</strong>tiles, qui<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>taban <strong>las</strong> pasiones oscuras de<br />

nuestro corazón. Aún así, esta inundación de aguas, es decir de dolores, no puede extinguir el<br />

fuego de la caridad que ardió <strong>en</strong> el pecho de Cristo. Por eso, la caridad de Cristo fue más<br />

grande que este desborde de grandes aguas, y resplandeció brillantem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su oración:<br />

“Padre, perdónalos”. Y no sólo fueron estas grandes aguas incapaces de extinguir la caridad de<br />

Cristo, sino que ni siquiera luego de ańos pudieron <strong>las</strong> torm<strong>en</strong>tas de la persecución <strong>sobre</strong>pasar<br />

la caridad de los miembros de Cristo. Así, la caridad de Cristo, que poseyó el corazón de San<br />

Esteban, no podía ser ap<strong>las</strong>tada <strong>por</strong> <strong>las</strong> piedras con <strong>las</strong> cuales fue martirizado. Estaba viva<br />

<strong>en</strong>tonces, y él oró: “Seńor, no les t<strong>en</strong>gas <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta este pecado”[39]. En fin, la perfecta e<br />

inv<strong>en</strong>cible caridad de Cristo que ha sido propagada <strong>en</strong> los corazones de mártires y confesores,<br />

ha combatido tan tercam<strong>en</strong>te los ataques de perseguidores, visibles e invisibles, que puede<br />

decirse con verdad incluso hasta el fin del mundo, que un mar de sufrimi<strong>en</strong>to no podrá<br />

extinguir la llama de la caridad.<br />

Pero de la consideración de la Humanidad de Cristo asc<strong>en</strong>damos a la consideración de Su<br />

Divinidad. Grande fue la caridad de Cristo como hombre hacia sus verdugos, pero mayor fue<br />

la caridad de Cristo como Dios, y del Padre, y del Espíritu Santo, <strong>en</strong> el día último, hacia toda la<br />

humanidad, que había sido culpable de actos de <strong>en</strong>emistad hacia su Creador, y, de haber sido<br />

capaces, lo hubies<strong>en</strong> expulsado del cielo, clavado a una cruz, y asesinado. żQuién puede<br />

concebir la caridad que Dios ti<strong>en</strong>e hacia tan ingratas y malvadas criaturas? Dios no guardó a los<br />

ángeles cuando pecaron, ni les dio tiempo para arrep<strong>en</strong>tirse, sin embargo con frecu<strong>en</strong>cia<br />

so<strong>por</strong>ta paci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te al hombre pecador, a b<strong>las</strong>femos, y a aquellos que se <strong>en</strong>rolan bajo el<br />

estandarte del demonio, Su <strong>en</strong>emigo, y no sólo los so<strong>por</strong>ta, sino que también los alim<strong>en</strong>ta y<br />

cría, incluso hasta los ali<strong>en</strong>ta y sosti<strong>en</strong>e, pues “<strong>en</strong> Él vivimos, nos movemos y existimos”[40],<br />

como dice el Apóstol. Ni tampoco preserva solo al justo y bu<strong>en</strong>o, sino igualm<strong>en</strong>te al hombre<br />

ingrato y malvado, como Nuestro Seńor nos dice <strong>en</strong> el Evangelio de San Lucas. Ni tampoco<br />

nuestro Bu<strong>en</strong> Seńor meram<strong>en</strong>te alim<strong>en</strong>ta y cría, ali<strong>en</strong>ta y sosti<strong>en</strong>e a sus <strong>en</strong>emigos, sino que<br />

frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te acumula sus favores <strong>sobre</strong> ellos, dándoles tal<strong>en</strong>tos, haciéndolos honorables, y<br />

los eleva a tronos tem<strong>por</strong>ales, mi<strong>en</strong>tras que Él aguarda paci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te su regreso de la s<strong>en</strong>da de<br />

la iniquidad y perdición.<br />

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