sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
tristeza de Cristo. Nuestro Seńor dijo: “Espero compasión, y no la hay, consoladores, y no<br />
<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro ninguno”. Ellos se lam<strong>en</strong>taban <strong>por</strong> el sufrimi<strong>en</strong>to cor<strong>por</strong>al y muerte de Cristo. Pero<br />
Él no se lam<strong>en</strong>tó de esto más que <strong>por</strong> un mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> el jardín, para probar que realm<strong>en</strong>te era<br />
un hombre. żNo había dicho: “Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de<br />
padecer”[209]; y nuevam<strong>en</strong>te: “Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre”?[210]<br />
Entonces, żcuál fue la causa de la tristeza de nuestro Seńor <strong>en</strong> la que no <strong>en</strong>contró nadie que lo<br />
acompańará <strong>en</strong> su pesar? Era la perdida de <strong>las</strong> almas <strong>por</strong> <strong>las</strong> que estaba sufri<strong>en</strong>do. Y żcuál era<br />
la fu<strong>en</strong>te de consuelo que no pudo <strong>en</strong>contrar <strong>en</strong> nadie, sino la cooperación con él <strong>en</strong> la<br />
salvación de aquellos que tan ardi<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te esperaba? Esto era la único alivio que anhelaba,<br />
esto deseaba, estaba hambri<strong>en</strong>to, sedi<strong>en</strong>to de esto, pero le dieron hiel <strong>por</strong> comida y le dieron<br />
vinagre <strong>por</strong> bebida. El pecado está repres<strong>en</strong>tado <strong>por</strong> la amargura de la hiel, que nada puede ser<br />
más amargo para el gusto. La obstinación del pecado esta repres<strong>en</strong>tado <strong>por</strong> la acidez y el<br />
agresivo hedor del vinagre. Entonces, Cristo t<strong>en</strong>ía una auténtica causa para su tristeza cuando<br />
vio <strong>por</strong> ladrón convertido, no sólo otro que permaneció <strong>en</strong> su obstinación, sino aparte<br />
innumerables otros; cuando vio que todos sus apóstoles se escandalizaron de su Pasión, que<br />
Pedro lo había negado, que Judas lo había traicionado.<br />
Si algui<strong>en</strong> desea confortar y consolar a Cristo hambri<strong>en</strong>to y sedi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la Cruz, ll<strong>en</strong>o de p<strong>en</strong>a y<br />
pesar, que primero se manifieste verdaderam<strong>en</strong>te p<strong>en</strong>it<strong>en</strong>te, déj<strong>en</strong>lo detestar sus propios<br />
pecados, y <strong>en</strong>tonces junto con Cristo, déj<strong>en</strong>lo t<strong>en</strong>er un hondo pesar <strong>en</strong> sus corazón, <strong>por</strong>que tan<br />
gran número de almas muer<strong>en</strong> diariam<strong>en</strong>te, a pesar de que todas podrían ser fácilm<strong>en</strong>te<br />
salvadas si sólo utilizaran la gracia que Él ha comprado para ellos al redimirlos. San Pablo era<br />
uno de esos que se afligía con el Seńor, cuando <strong>en</strong> la Carta a los Romanos dice: “Digo la<br />
verdad <strong>en</strong> Cristo, no mi<strong>en</strong>to, --mi conci<strong>en</strong>cia me lo atestigua <strong>en</strong> el Espíritu Santo--, si<strong>en</strong>to una<br />
gran tristeza y un dolor incesante <strong>en</strong> el corazón. Pues desearía ser yo mismo anatema, separado<br />
de Cristo, <strong>por</strong> mis hermanos, los de mi raza según la carne, los israelitas, de los cuales es la<br />
adopción filial”[211]. Con esta máxima, no pudo el apóstol mostrar con mayor int<strong>en</strong>sidad su<br />
ardi<strong>en</strong>te deseo de la salvación <strong>las</strong> almas: “Pues desearía ser yo mismo anatema, separado de<br />
Cristo”. Quiere decir, según lo que dice San Juan Crisóstomo, <strong>en</strong> su obra <strong>sobre</strong> la compunción<br />
del corazón, que se s<strong>en</strong>tía tan excesivam<strong>en</strong>te afligido <strong>por</strong> la maledic<strong>en</strong>cia de los Judíos, que<br />
quería, si fuese posible, ser separado de Cristo, <strong>por</strong> el bi<strong>en</strong> de su gloria[212]. No deseaba ser<br />
separado del amor de Cristo, pues sería contradictorio con lo que dice <strong>en</strong> otra parte de la<br />
misma epístola: “żQuién nos separará del amor de Cristo?”[213], sino de la gloria de Cristo,<br />
prefiri<strong>en</strong>do ser privado de la participación <strong>en</strong> la gloria de su Salvador a que su Seńor sea<br />
privado del fruto adicional de su Pasión, que v<strong>en</strong>dría de la conversión de tantos miles de judíos.<br />
Él verdaderam<strong>en</strong>te se afligió junto con el Seńor y consoló el pesar de su divino Maestro. Pero<br />
żcuán escasos son los imitadores de este gran apóstol hoy <strong>en</strong> día? Primeram<strong>en</strong>te, muchos<br />
pastores de almas están más afligidos si se reduc<strong>en</strong> o pierd<strong>en</strong> <strong>las</strong> r<strong>en</strong>tas de la Iglesia que si un<br />
gran número de almas se pierde <strong>por</strong> su aus<strong>en</strong>cia o neglig<strong>en</strong>cia. San Bernardo dice, refiriéndose<br />
a algunos: “so<strong>por</strong>tamos el detrim<strong>en</strong>to que Cristo sufre con más ecuanimidad que lo que<br />
deberíamos so<strong>por</strong>tar nuestra propia pérdida. Balanceamos nuestros gastos diarios con la<br />
<strong>en</strong>trada diaria de nuestras ganancias, y no sabemos nada de la perdida que ocurre <strong>en</strong> el rebańo<br />
de Cristo”[214]. No es sufici<strong>en</strong>te que un obispo viva santam<strong>en</strong>te, y se empeńe <strong>en</strong> su conducta<br />
privada a imitar <strong>las</strong> virtudes de Cristo, a no ser que se empeńe para que los que estén <strong>en</strong> sus<br />
manos, o mejor dicho sus hijos, sean santos, y trate de guiarlos, haci<strong>en</strong>do que sigan los pasos<br />
de Cristo hacia el gozo eterno. Entonces, que los que desean sufrir con Cristo, giman con<br />
Cristo, y para compadecerse de Él, cuid<strong>en</strong> su rebańo, nunca desampar<strong>en</strong> sus ovejas, más bi<strong>en</strong><br />
diríjan<strong>las</strong> <strong>por</strong> la palabra y guí<strong>en</strong><strong>las</strong> con su ejemplo.<br />
48