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sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org

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consigui<strong>en</strong>te esta primera verdad no puede ser negada <strong>por</strong> Judíos o Paganos sin gran temeridad.<br />

En medio de los cristianos es considerada parte de la fe católica.<br />

La segunda verdad es que este eclipse sólo pudo ser ocasionado <strong>por</strong> el grandísimo poder de<br />

Dios: que <strong>por</strong> lo tanto no pudo ser el trabajo del demonio, o de los hombres a través de la<br />

mediación del demonio, sino que procedió de la especial Provid<strong>en</strong>cia y voluntad de Dios, el<br />

Creador y Soberano del mundo. La prueba es ésta. El sol sólo pudo ser eclipsado <strong>por</strong> uno de<br />

estos tres métodos: ya sea <strong>por</strong> la interposición de la luna <strong>en</strong>tre el sol y la tierra; o <strong>por</strong> alguna<br />

nube grande y d<strong>en</strong>sa; o a través de la absorción o extinción de los rayos del sol. La<br />

interposición de la luna no pudo haber ocurrido <strong>por</strong> <strong>las</strong> leyes de la naturaleza, ya que era la<br />

Pascua de los judíos y la luna estaba ll<strong>en</strong>a. El eclipse <strong>en</strong>tonces debió haber ocurrido o sin la<br />

interposición de la luna, o la luna, <strong>por</strong> algún milagro grande y extraordinario, debió haber<br />

pasado <strong>en</strong> unas pocas horas <strong>sobre</strong> un espacio que naturalm<strong>en</strong>te le tomaría catorce días<br />

completar, y luego <strong>por</strong> la repetición del milagro habría retornado a su lugar natural. Ahora bi<strong>en</strong>,<br />

es admitido <strong>por</strong> todos que sólo Dios puede influ<strong>en</strong>ciar los movimi<strong>en</strong>tos de <strong>las</strong> esferas celestes,<br />

<strong>por</strong>que el demonio ti<strong>en</strong>e sólo poder <strong>en</strong> este globo, y así el Apóstol llama a Satanás “el príncipe<br />

de los poderes de este aire”[188].<br />

El eclipse del sol no pudo haber ocurrido <strong>por</strong> el segundo método, pues una d<strong>en</strong>sa y gruesa<br />

nube no podría esconder los rayos del sol sin al mismo tiempo ocultar <strong>las</strong> estrel<strong>las</strong>. Y t<strong>en</strong>emos<br />

la autoridad de Flegon para decir que durante este eclipse <strong>las</strong> estrel<strong>las</strong> eran tan visibles <strong>en</strong> el<br />

cielo como lo son durante la noche. Y respecto al tercer método, debemos recordar que los<br />

rayos del son no pudieron ser absorbidos o extinguidos sino sólo <strong>por</strong> el poder de Dios qui<strong>en</strong><br />

creó el sol. Por lo tanto esta segunda verdad es tan cierta como la primera, y no puede ser<br />

negada sin un grado igual de temeridad.<br />

La tercera verdad es que la Pasión de Cristo fue la causa del eclipse que fue realizado <strong>por</strong> la<br />

especial Provid<strong>en</strong>cia de Dios, y es probada <strong>por</strong> el hecho de que la oscuridad <strong>en</strong>sombreció la<br />

tierra justo el tiempo que nuestro Seńor permaneció vivo <strong>en</strong> la Cruz, esto es, desde la hora<br />

sexta hasta la nona. Atestiguan esto todos los que hablan del eclipse; y no podría haber<br />

ocurrido que un eclipse <strong>en</strong> sí mismo milagroso coincidiese <strong>por</strong> casualidad con la Pasión de<br />

Cristo. Pues los milagros no son producto de la casualidad, sino del poder de Dios. Y no<br />

conozco de ningún autor que haya asignado otra causa a este eclipse tan maravilloso. Así pues,<br />

qui<strong>en</strong>es conoc<strong>en</strong> a Cristo reconoc<strong>en</strong> que fue realizado <strong>en</strong> at<strong>en</strong>ción a Él, y qui<strong>en</strong>es no lo<br />

conoc<strong>en</strong> confiesan su ignorancia de su causa, pero permanec<strong>en</strong> <strong>en</strong> admiración ante el hecho.<br />

La cuarta verdad es que una oscuridad tan terrible sólo podría haber mostrado que la s<strong>en</strong>t<strong>en</strong>cia<br />

de Caifás y Pilato era injustísima, y que Jesús era el Hijo único y verdadero de Dios, el Mesías<br />

prometido a los judíos. Esta fue la razón <strong>por</strong> la que los judíos pedían su muerte. Pues cuando<br />

<strong>en</strong> el consejo de los Sacerdotes, los Escribas y los Fariseos el Sumo Sacerdote vio que la<br />

evid<strong>en</strong>cia pres<strong>en</strong>tada contra Él no probaba nada, se levantó y dijo: “Yo te conjuro <strong>por</strong> Dios<br />

vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”.<br />

Y cuando nuestro Seńor reconoció y confesó que sí lo era, aquél “rasgó sus vestidos y dijo:<br />

"ˇHa b<strong>las</strong>femado! żQué necesidad t<strong>en</strong>emos ya de testigos? Acabáis de oír la b<strong>las</strong>femia. żQué os<br />

parece?" Respondieron ellos dici<strong>en</strong>do: "Es reo de muerte"”[189]. Nuevam<strong>en</strong>te cuando estaba<br />

ante Pilato, qui<strong>en</strong> deseaba liberarlo, los Sumos Sacerdotes y el pueblo gritaban: “Nosotros<br />

t<strong>en</strong>emos una Ley y según esa Ley debe morir, <strong>por</strong>que se ti<strong>en</strong>e <strong>por</strong> Hijo de Dios”[190]. Este fue<br />

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