sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
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tomado tan honda raíz que solo podemos maravillarnos y admirarla. No podemos imitarla<br />
perfectam<strong>en</strong>te.<br />
Hay todavía una mayor profundización a su obedi<strong>en</strong>cia. La obedi<strong>en</strong>cia de Cristo finalm<strong>en</strong>te<br />
llegó a este estado, <strong>en</strong> que con fuerte voz clamó: “Padre, <strong>en</strong> tus manos <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>do mi espíritu.<br />
Y dici<strong>en</strong>do esto, expiró”[376]. Parecería que el Hijo de Dios quisiese dirigirse a su Padre de<br />
esta manera: “Este mandami<strong>en</strong>to he recibido de Ti, Padre mío”[377], dar mi vida para poder<br />
recibirla nuevam<strong>en</strong>te de tus manos. El tiempo ha llegado ahora para cumplir este último<br />
mandami<strong>en</strong>to tuyo. Y aunque la separación de mi alma y mi cuerpo será una separación dura,<br />
<strong>por</strong>que desde el mom<strong>en</strong>to de su creación han permanecido unidas <strong>en</strong> gran paz y amor, y<br />
aunque la muerte <strong>en</strong>contró una <strong>en</strong>trada <strong>en</strong> este mundo a través de la maldad del demonio, y la<br />
naturaleza humana se rebela contra la muerte, aún así tus mandami<strong>en</strong>tos están profundam<strong>en</strong>te<br />
fijos <strong>en</strong> lo más íntimo de mi corazón, y prevalecerán incluso <strong>sobre</strong> la muerte misma. Por tanto<br />
estoy preparado para probar la amargura de la muerte, y tomar hasta lo último el cáliz que has<br />
preparado para mí. Pero como es tu deseo que <strong>en</strong>tregue mi vida de tal manera que la reciba de<br />
nuevo de Ti, así, “<strong>en</strong> tus manos <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>do mi Espíritu”, para que puedas restaurármela<br />
como quieras. Y <strong>en</strong>tonces, habi<strong>en</strong>do recibido el permiso de su Padre para morir, inclinó la<br />
cabeza como manifestación de su obedi<strong>en</strong>cia, y expiró. Su obedi<strong>en</strong>cia triunfó y prevaleció. No<br />
sólo recibió su recomp<strong>en</strong>sa <strong>en</strong> la persona de Cristo, qui<strong>en</strong>, <strong>por</strong>que su humilló <strong>por</strong> debajo de<br />
todo, y obedeció todo <strong>por</strong> amor a su Padre, asc<strong>en</strong>dió al cielo, y desde su trono gobierna todo,<br />
sino que ti<strong>en</strong>e su recomp<strong>en</strong>sa también <strong>en</strong> esto: que todo el que imita a Cristo asc<strong>en</strong>derá a los<br />
cielos, será puesto como Seńor <strong>sobre</strong> todos los bi<strong>en</strong>es de su Seńor, y será partícipe de su<br />
dignidad real y poseedor de su Reino para siempre. Por otro lado, la virtud de la obedi<strong>en</strong>cia ha<br />
ganado tan manifiesta victoria <strong>sobre</strong> los espíritus rebeldes, desobedi<strong>en</strong>tes y <strong>org</strong>ullosos, como<br />
para hacerlos temblar y huir a la vista de la Cruz de Cristo.<br />
Qui<strong>en</strong> sea que desee ganar la gloria del cielo, y <strong>en</strong>contrar verdadera paz y descanso para su<br />
alma, debe imitar el ejemplo de Cristo. No sólo los religiosos que se han ligado a si mismos <strong>por</strong><br />
el voto de obedi<strong>en</strong>cia a su superior, qui<strong>en</strong> repres<strong>en</strong>ta a Dios, sino todos los hombres que<br />
desean ser discípulos y hermanos de Cristo deb<strong>en</strong> aspirar a ganar esta victoria espiritual <strong>sobre</strong><br />
sí mismos. De otro modo, estarán miserablem<strong>en</strong>te para siempre con los <strong>org</strong>ullosos demonios<br />
del infierno. Puesto que la obedi<strong>en</strong>cia es un precepto divino, y ha sido impuesto <strong>sobre</strong> todos,<br />
es necesario para todos. Para todos sin excepción fueron dirigidas <strong>las</strong> <strong>palabras</strong> de Cristo:<br />
“Tomad <strong>sobre</strong> vosotros mi yugo”[378]. A todos los predicadores del Evangelio dice:<br />
“Obedeced a vuestros prelados y someteos a ellos”[379]. A todos los reyes dice Samuel:<br />
“żPues que prefiere el Seńor, holocaustos y víctimas, o más bi<strong>en</strong> que se obedezca la voz del<br />
Seńor? Mejor es obedecer que sacrificar”[380]. Y para mostrar la grandeza del pecado de la<br />
desobedi<strong>en</strong>cia ańade: “Porque como pecado de hechicería es la rebeldía” contra los<br />
mandami<strong>en</strong>tos de Dios, o los mandami<strong>en</strong>tos de aquellos que ejerc<strong>en</strong> el lugar de Dios.<br />
En consideración a aquellos que voluntariam<strong>en</strong>te se <strong>en</strong>tregan a la práctica de la obedi<strong>en</strong>cia, y<br />
somet<strong>en</strong> su voluntad a la de su superior, diré unas pocas <strong>palabras</strong> de su feliz estado de vida. El<br />
profeta Jeremías, inspirado <strong>por</strong> el Espíritu Santo, dice “Es bu<strong>en</strong>o para el hombre haber llevado<br />
el yugo desde su juv<strong>en</strong>tud. Se s<strong>en</strong>tará solitario y mant<strong>en</strong>drá su paz, <strong>por</strong>que aceptó llevar el yugo<br />
<strong>sobre</strong> sí”[381]. Cuán grande es la alegría cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> estas <strong>palabras</strong> “ˇEs bu<strong>en</strong>o!”. Por el resto<br />
de la frase podemos concluir que ellos abrazan todo lo que es útil, honorable, deseable, de<br />
hecho, todo <strong>en</strong> lo que debe consistir la felicidad. El hombre que está acostumbrado desde su<br />
juv<strong>en</strong>tud al yugo de la obedi<strong>en</strong>cia, será libre a lo largo de su vida del ap<strong>las</strong>tante yugo de los<br />
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