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sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org

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seńores. “Bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados los pobres, bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados los mansos, bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados los que<br />

lloran, bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados los perseguidos <strong>por</strong> causa de la justicia, <strong>por</strong>que de ellos es el Reino de<br />

los Cielos”[294] Y <strong>por</strong> otro lado “ay de vosotros los ricos, <strong>por</strong>que habéis recibido vuestro<br />

consuelo. Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos, <strong>por</strong>que t<strong>en</strong>dréis hambre. Ay de los que<br />

reís ahora, <strong>por</strong>que t<strong>en</strong>dréis aflicción y llanto”[295].<br />

Aunque ni <strong>las</strong> <strong>palabras</strong>, ni la vida y muerte de Cristo son <strong>en</strong>t<strong>en</strong>didas o seguidas <strong>por</strong> el mundo,<br />

aún qui<strong>en</strong> sea que desee dejar los afanes del mundo y <strong>en</strong>trar <strong>en</strong> su corazón y meditar<br />

seriam<strong>en</strong>te y decirse a sí mismo: “Escucharé lo que Dios me va a hablar”[296], e im<strong>por</strong>tuna a<br />

su Divino Seńor con humilde plegaria y lam<strong>en</strong>to de espíritu, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>derá sin dificultad toda la<br />

verdad, y la verdad lo hará libre de todos sus errores, y lo que antes parecía imposible será<br />

<strong>en</strong>tonces fácil.<br />

CAPÍTULO XV<br />

El tercer fruto que ha de ser cosechado de la consideración de la sexta palabra dicha<br />

<strong>por</strong> Cristo <strong>en</strong> la Cruz<br />

El tercer fruto a ser recogido <strong>por</strong> la consideración de la sexta palabra es que debemos apr<strong>en</strong>der<br />

a ser sacerdotes espirituales, “para ofrecer a Dios sacrificios espirituales”[297], como nos dice<br />

San Pedro, o como advierte San Pablo, “ofrecer” nuestros “cuerpos como una víctima viva,<br />

santa, agradable a Dios”, nuestro “culto racional”[298]. Pues si esta palabra “todo está<br />

cumplido” nos muestra que el Sacrificio de nuestro Sumo Sacerdote ha sido cumplido <strong>en</strong> la<br />

Cruz, es justo y propio que los discípulos de un Dios crucificado, deseosos, hasta donde<br />

puedan, de imitar a su Seńor, se ofrezcan ellos mismos como un sacrificio a Dios, de acuerdo a<br />

su debilidad y pobreza. Ciertam<strong>en</strong>te, San Pedro dice que todos los cristianos son sacerdotes, no<br />

estrictam<strong>en</strong>te como aquellos que son ord<strong>en</strong>ados <strong>por</strong> obispos <strong>en</strong> la Santa Iglesia Católica para<br />

ofrecer el Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Cristo, sino sacerdotes espirituales para ofrecer<br />

víctimas espirituales, no tales como leemos <strong>en</strong> el Antiguo Testam<strong>en</strong>to, ovejas y bueyes, tórto<strong>las</strong><br />

y palomas, o la Víctima del Nuevo Testam<strong>en</strong>to, el Cuerpo de Cristo <strong>en</strong> la Sagrada Eucaristía,<br />

sino víctimas místicas que pued<strong>en</strong> ser ofrecidas <strong>por</strong> todos, como la oración y la alabanza y <strong>las</strong><br />

obras bu<strong>en</strong>as y los ayunos y <strong>las</strong> obras de misericordia, como dice San Pablo: “ofrezcamos<br />

siempre un sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de los labios que confiesan su<br />

Nombre”[299]. En su Carta a los Romanos, el mismo Apóstol nos dice, resaltándolo de<br />

manera especial, que ofrezcamos a Dios el sacrificio místico de nuestros cuerpos tras los<br />

sacrificios de la Antigua Ley, que eran regulados <strong>por</strong> cuatro decretos. El primero era que la<br />

víctima debía ser algo consagrado a Dios, <strong>por</strong> lo que era ilegítimo darle algún uso profano. El<br />

segundo era que la víctima debía ser una creatura vivi<strong>en</strong>te, como una oveja, una cabra o un<br />

ternero. El tercero, que debía ser sagrado, es decir, limpio, pues los judíos consideraban<br />

algunos animales limpios y otros no. Ovejas, bueyes, cabras, tórto<strong>las</strong>, gorriones y palomas eran<br />

limpios, mi<strong>en</strong>tras que el caballo, el león, el zorro, el águila, el cuervo, <strong>en</strong>tre otros, no eran<br />

limpios. El cuarto, que la víctima debía ser quemada, y despedir un olor de suavidad. Todas<br />

estas cosas <strong>en</strong>umera el Apóstol. “Os exhorto, pues, hermanos, <strong>por</strong> la misericordia de Dios, a<br />

que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios, tal será vuestro<br />

culto espiritual”[300]. Como <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>do al Apóstol, no nos está exhortando a ofrecer un<br />

sacrificio estrictam<strong>en</strong>te hablando, como si quisiese que nuestros cuerpos fues<strong>en</strong> muertos y<br />

quemados, como los cuerpos de <strong>las</strong> ovejas al ser ofrecidas <strong>en</strong> sacrificio, sino ofrecer un<br />

sacrificio místico y razonable, un sacrificio que es similar, pero no igual, espiritual y no cor<strong>por</strong>al.<br />

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