sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>por</strong> el amor de aquel Dios que tanto nos amó que <strong>en</strong>tregó a su único Hijo <strong>por</strong> nuestro rescate;<br />
o incluso mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do fijos nuestros ojos <strong>en</strong> Aquel Hijo de Dios que nos amó y “se dio a sí<br />
mismo <strong>por</strong> nosotros”[318]. En su Carta a los Corintios, el mismo Apóstol dice: “Estoy ll<strong>en</strong>o<br />
de consuelo y <strong>sobre</strong>abundo de gozo <strong>en</strong> todas nuestras tribulaciones”[319]. żCuándo surgió esta<br />
consolación y este gozo que lo hace, <strong>por</strong> así decirlo, impasible <strong>en</strong> toda aflicción? Él nos da la<br />
respuesta: “la leve tribulación de un mom<strong>en</strong>to nos produce, <strong>sobre</strong> toda medida, un pesado<br />
caudal de gloria eterna”[320]. Por tanto la contemplación de la corona que lo aguardaba, y el<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to que siempre guardó ante él, valía <strong>por</strong> todos <strong>las</strong> pruebas de esta vida mom<strong>en</strong>tánea<br />
y trivial. “żQué persecución --clama San Cipriano-- puede prevalecer ante tales<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos?”[321]. Como segundo modelo tomaremos la conducta de San Andrés, que no<br />
miró la cruz <strong>en</strong> la que iba a ser colgado <strong>por</strong> dos días como una horca, sino que la abrazó como<br />
a un amigo, y cuando los espectadores de su ejecución querían bajarlo, de ninguna manera lo<br />
cons<strong>en</strong>tía, pues deseaba permanecer unido a la cruz incluso hasta su muerte. Y ésta no es la<br />
acción de una persona loca o necia, sino de un apóstol iluminado y de un hombre ll<strong>en</strong>o del<br />
Espíritu Santo.<br />
Todos los cristianos pued<strong>en</strong> apr<strong>en</strong>der del ejemplo de Cristo y sus apóstoles cómo com<strong>por</strong>tarse<br />
cuando no pued<strong>en</strong> desc<strong>en</strong>der de su cruz, esto es, cuando no se pued<strong>en</strong> liberar de alguna<br />
aflicción particular o no pued<strong>en</strong> sufrir sin pecar. En primer lugar, la vida de cada religioso<br />
ligado <strong>por</strong> los votos de pobreza, castidad y obedi<strong>en</strong>cia, es comparada al martirio del cual no<br />
debe huir. Si un esposo está casado a una esposa irascible, áspera y mal humorada, o una<br />
esposa está casada a un hombre cuyo temperam<strong>en</strong>to y carácter no es <strong>en</strong> lo más mínimo m<strong>en</strong>os<br />
difícil de tratar, como San Agustín, <strong>en</strong> sus “Confesiones”, nos asegura era la disposición de su<br />
padre, el esposo de Santa Mónica, <strong>en</strong>tonces la cruz debe ser vali<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te cargada, pues la<br />
unión es indisoluble. Los esclavos que han perdido su libertad, prisioneros cond<strong>en</strong>ados a<br />
servicio perpetuo, <strong>en</strong>fermos que sufr<strong>en</strong> de una <strong>en</strong>fermedad incurable, los pobres que son<br />
t<strong>en</strong>tados a asegurar el alivio mom<strong>en</strong>táneo robando, todos y cada uno han de dirigir sus<br />
p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>tos, no a la cruz que cargan, sino a Aquel que ha puesto la cruz <strong>sobre</strong> ellos, si desean<br />
perseverar cargándola con paz interior, y desean ganarse la inm<strong>en</strong>sa recomp<strong>en</strong>sa que es<br />
prometida a ellos <strong>en</strong> el cielo cuando sus sufrimi<strong>en</strong>tos acab<strong>en</strong>. Sin duda es Dios qui<strong>en</strong> nos aflige<br />
con <strong>las</strong> cruces, y Él es nuestro amadísimo Padre, y sin su participación ni la tristeza ni la alegría<br />
pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er lugar <strong>en</strong> nosotros. Sin duda, también, cualquier cosa que nos pase <strong>por</strong> voluntad<br />
suya es lo mejor para nosotros, y ha de ser tan agradable para nosotros como para llevarnos a<br />
decir con Cristo: “El Cáliz que me ha dado el Padre żno lo voy a beber?”[322]; y con el<br />
Apóstol: “Pero <strong>en</strong> todo eso v<strong>en</strong>cemos gracias a Aquel que nos amo”[323]. En consecu<strong>en</strong>cia,<br />
aquellos que no pued<strong>en</strong> dejar de lado su cruz sin pecar deb<strong>en</strong> considerar, no su pres<strong>en</strong>te<br />
sufrimi<strong>en</strong>to, sino la corona que les aguarda, y cuya posesión más que comp<strong>en</strong>sará todas <strong>las</strong><br />
aflicciones, todos los dolores de esta vida. “Porque estimo que los sufrimi<strong>en</strong>tos del tiempo<br />
pres<strong>en</strong>te no son comparables con lo gloria que se ha de manifestar <strong>en</strong> nosotros”[324], fue lo<br />
que dijo San Pablo de sí mismo, y el juicio que hizo <strong>sobre</strong> Moisés fue: “prefiri<strong>en</strong>do ser<br />
maltratado con el pueblo de Dios, a disfrutar el efímero goce del pecado, estimando como<br />
riqueza mayor que los tesoros de Egipto, el oprobio de Cristo, <strong>por</strong>que t<strong>en</strong>ía los ojos puestos <strong>en</strong><br />
la recomp<strong>en</strong>sa”[325].<br />
Para consolación de aquellos que son forzados a cargar la pesada carga de la cruz a lo largo de<br />
muchos ańos, no estará fuera de lugar relatar brevem<strong>en</strong>te la historia de dos almas que no<br />
perseveraron, y <strong>en</strong>contraron esperándolos una cruz más pesada y eterna. Cuando Judas el<br />
traidor empezó a reflexionar <strong>sobre</strong> lo detestable y <strong>en</strong>orme de su traición, se sintió incapaz de<br />
69