sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
limosnas, y se asegur<strong>en</strong> amistades <strong>por</strong> qui<strong>en</strong>es, de acuerdo al Evangelio, puedan ser recibidos<br />
“<strong>en</strong> eternas moradas”[353]. Finalm<strong>en</strong>te, repr<strong>en</strong>do severam<strong>en</strong>te a aquellos que no obedec<strong>en</strong> al<br />
Príncipe de los Apóstoles, que nos ord<strong>en</strong>a <strong>en</strong>com<strong>en</strong>dar nuestras almas al fiel Creador, no solo<br />
<strong>por</strong> nuestras <strong>palabras</strong>, sino <strong>por</strong> nuestras bu<strong>en</strong>as obras. Las obras que nos serán v<strong>en</strong>tajosas <strong>en</strong><br />
pres<strong>en</strong>cia de Dios son aquel<strong>las</strong> que nos hac<strong>en</strong> eficaz y verdaderam<strong>en</strong>te cristianos piadosos.<br />
Escuchemos <strong>las</strong> voces del Cielo que resonaban <strong>en</strong> los oídos de San Juan: “Y oí una voz que<br />
decía desde el cielo: escribe: dichosos los muertos que muer<strong>en</strong> <strong>en</strong> el Seńor. Desde ahora, dice<br />
el Espíritu, que descans<strong>en</strong> de sus fatigas, <strong>por</strong>que sus obras los acompańan”[354]. Por tanto, <strong>las</strong><br />
bu<strong>en</strong>as obras que son hechas mi<strong>en</strong>tras vivimos, y no <strong>las</strong> que son hechas para nosotros <strong>por</strong><br />
nuestros hijos y pari<strong>en</strong>tes luego de nuestra muerte, son <strong>las</strong> bu<strong>en</strong>as obras que nos acompańarán.<br />
Particularm<strong>en</strong>te si no son solam<strong>en</strong>te bu<strong>en</strong>as <strong>en</strong> sí mismas, sino, como lo expresa San Pedro -no<br />
sin cierto significado oculto--, cuando están bi<strong>en</strong> hechas. Muchos pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>umerar<br />
cantidades de bu<strong>en</strong>as obras que han hecho, muchos sermones, Misas diarias, el rezo del Oficio<br />
Divino <strong>por</strong> ańos, el ayuno anual de Cuaresma, frecu<strong>en</strong>tes limosnas. Pero cuando todas estas<br />
son pesadas <strong>en</strong> la escala Divina, y hay un escrutinio rígido para determinar si han sido hechas<br />
bi<strong>en</strong>, con int<strong>en</strong>ción justa, con la debida devoción, <strong>en</strong> el lugar y tiempo adecuados, con un<br />
corazón ll<strong>en</strong>o de gratitud hacia Dios... Oh, żcuántas cosas que parecían meritorias se volverán<br />
<strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to nuestro? żCuántas cosas que al juicio de los hombres aparecían como oro y<br />
plata y piedras preciosas, serán halladas de madera y paja y rastrojo, bu<strong>en</strong>as solo para la fogata?<br />
Esta consideración me alarma no poco, y mi<strong>en</strong>tras más cercano me <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro a la muerte,<br />
pues el Apóstol me advierte “lo anticuado y viejo está a punto de cesar”[355], más claram<strong>en</strong>te<br />
veo la necesidad de seguir el consejo de San Juan Crisóstomo. Aquel santo doctor nos dice que<br />
no p<strong>en</strong>semos mucho <strong>en</strong> nuestras bu<strong>en</strong>as obras, <strong>por</strong>que si son realm<strong>en</strong>te bu<strong>en</strong>as, estos es, bi<strong>en</strong><br />
realizadas, están ya escritas <strong>en</strong> el Libro de la Vida, y no hay peligro de que seamos defraudados<br />
de nuestros justos méritos; y nos ali<strong>en</strong>ta a p<strong>en</strong>sar más bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> nuestras acciones ma<strong>las</strong>, y luchar<br />
para expiar<strong>las</strong> con corazón contrito y espíritu humilde, con muchas lágrimas y un serio<br />
arrep<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to[356]. Aquellos que sigu<strong>en</strong> este consejo pued<strong>en</strong> exclamar con gran confianza<br />
<strong>en</strong> el mom<strong>en</strong>to de su muerte: “En tus manos, Seńor, <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>do mi espíritu, Tu me has<br />
redimido, Seńor, Dios de la verdad”.<br />
CAPÍTULO XXIII<br />
El cuarto fruto que ha de ser cosechado de la consideración de la séptima Palabra<br />
dicha <strong>por</strong> Cristo <strong>en</strong> la Cruz<br />
Sigue un cuarto fruto <strong>en</strong> ser recogido de la alegre manera <strong>en</strong> que la plegaria de Jesu<strong>cristo</strong> fue<br />
escuchada, lo cual nos debería animar a un mayor fervor al <strong>en</strong>com<strong>en</strong>dar nuestros espíritus a<br />
Dios. Con gran verdad nos dice el Apóstol que Nuestro Seńor Jesu<strong>cristo</strong> “fue escuchado <strong>por</strong><br />
su rever<strong>en</strong>cia”[357].<br />
Nuestro Seńor oró a su Padre, como hemos mostrado antes, <strong>por</strong> la pronta resurrección de su<br />
Cuerpo. Su plegaria fue concedida, pues la resurrección no fue prolongada más allá de lo<br />
necesario para establecer el hecho de que el Cuerpo de Nuestro Seńor estuvo realm<strong>en</strong>te<br />
separado de su alma. A m<strong>en</strong>os que pudiese ser probado que su Cuerpo había sido realm<strong>en</strong>te<br />
privado de vida, la resurrección y la estructura de la fe cristiana construida <strong>sobre</strong> ese misterio<br />
caerían a tierra. Cristo hubiese t<strong>en</strong>ido que permanecer <strong>en</strong> la tumba <strong>por</strong> lo m<strong>en</strong>os cuar<strong>en</strong>ta<br />
horas para realizar el signo del profeta Jonás, de qui<strong>en</strong> Él mismo dijo que prefiguraba su propia<br />
muerte. Para que la resurrección de Cristo pudiese ser acelerada lo más posible, y que fuese<br />
76