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sobre las siete palabras pronunciadas por cristo en ... - Corazones.org

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liberalidad de Cristo, maravillosa también es la bu<strong>en</strong>a fortuna del pecador. San Agustín, <strong>en</strong> su<br />

trabajo <strong>sobre</strong> el Orig<strong>en</strong> del Alma, considera con San Cipriano que el ladrón puede ser<br />

considerado un mártir, y que su alma fue directam<strong>en</strong>te al cielo sin pasar <strong>por</strong> el Purgatorio. El<br />

bu<strong>en</strong> ladrón puede ser llamado mártir <strong>por</strong>que confesó públicam<strong>en</strong>te a Cristo cuando ni<br />

siquiera los Apóstoles se atrevieron a decir una palabra a su favor, y <strong>por</strong> razón de esta<br />

confesión espontánea, la muerte que sufrió <strong>en</strong> compańía de Cristo mereció un premió tan<br />

grande ante Dios como si la hubiera sufrido <strong>por</strong> el nombre de Cristo. Si nuestro Seńor no<br />

hubiera hecho otra promesa que: “Hoy estarás conmigo”, esto sólo hubiera sido una b<strong>en</strong>dición<br />

inefable para el ladrón, pues San Agustín escribe: “żDónde puede haber algo malo con Él, y sin<br />

Él dónde puede haber algo bu<strong>en</strong>o?”. En verdad Cristo no hizo una promesa trivial a los que lo<br />

sigu<strong>en</strong> cuando dijo: “Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi<br />

servidor”[85]. Al ladrón, sin embargo, le prometió no sólo su compańía, sino también el<br />

Paraíso.<br />

Aunque algunas personas han discutido acerca del s<strong>en</strong>tido de la palabra Paraíso <strong>en</strong> este texto,<br />

no parece haber fundam<strong>en</strong>to para la discusión. Pues es seguro, <strong>por</strong>que es un artículo de fe, que<br />

<strong>en</strong> el mismo día de su muerte el Cuerpo de Cristo fue colocado <strong>en</strong> el sepulcro, y su Alma<br />

desc<strong>en</strong>dió al Limbo, y es igualm<strong>en</strong>te cierto que la palabra Paraíso, ya sea que hablemos del<br />

Paraíso celeste o terrestre, no se puede aplicar ni al sepulcro ni al Limbo. No puede aplicarse al<br />

sepulcro, pues era un lugar muy triste, la primera morada de los cadáveres, y Cristo fue el único<br />

<strong>en</strong>terrado <strong>en</strong> el sepulcro: el ladrón fue <strong>en</strong>terrado <strong>en</strong> otro lugar. Más aún, <strong>las</strong> <strong>palabras</strong>, “estarás<br />

conmigo” no se hubieran cumplido, si Cristo hubiera hablado meram<strong>en</strong>te del sepulcro.<br />

Tampoco se puede aplicar la palabra Paraíso al Limbo. Pues Paraíso es un jardín de delicias, e<br />

incluso <strong>en</strong> el paraíso terr<strong>en</strong>al habían flores y frutas, aguas límpidas y una deliciosa suavidad <strong>en</strong><br />

el aire. En el Paraíso celestial habían delicias sin fin, gloria interminable, y los lugares de los<br />

bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turados. Pero <strong>en</strong> el Limbo, donde <strong>las</strong> almas de los justos estaban det<strong>en</strong>idas, no había<br />

luz, ni alegría, ni placer; no <strong>por</strong> cierto que estas almas estuvies<strong>en</strong> sufri<strong>en</strong>do, pues la esperanza<br />

de la red<strong>en</strong>ción y la perspectiva de ver a Cristo era sujeto de consuelo y gozo para ellos, pero se<br />

mant<strong>en</strong>ían como cautivos <strong>en</strong> prisión. Y <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido el Apóstol, explicando a los profetas,<br />

dice: “Subi<strong>en</strong>do a la altura, llevó cautivos”[86]. Y Zacarías dice: “En cuanto a ti, <strong>por</strong> la sangre<br />

de tu alianza, yo soltaré a tus cautivos de la fosa <strong>en</strong> la que no hay agua”[87], donde <strong>las</strong> <strong>palabras</strong><br />

“tus cautivos” y “la fosa <strong>en</strong> la que no hay agua” apuntan evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te no a lo delicioso del<br />

Paraíso sino a la oscuridad de una prisión. Por eso, <strong>en</strong> la promesa de Cristo, la palabra Paraíso<br />

no podía significar otra cosa que la bi<strong>en</strong>av<strong>en</strong>turanza del alma, que consiste <strong>en</strong> la visión de Dios,<br />

y esta es verdaderam<strong>en</strong>te un paraíso de delicias, no un paraíso corpóreo o local, sino uno<br />

espiritual y celestial. Por esta razón, al pedido del ladrón, “Acuérdate de mí cuando v<strong>en</strong>gas con<br />

tu Reino”, el Seńor no replicó “hoy estarás conmigo” <strong>en</strong> Mi reino, sino “Estarás conmigo <strong>en</strong> el<br />

Paraíso”, <strong>por</strong>que <strong>en</strong> ese día Cristo no <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> su reino, y no <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> él hasta el día de su<br />

Resurrección, cuando su Cuerpo se volvió inmortal, impasible, glorioso, y ya no era pasible de<br />

servidumbre o sujeción alguna. Y no t<strong>en</strong>drá al bu<strong>en</strong> ladrón como compańero suyo <strong>en</strong> su reino<br />

hasta la resurrección de todos los hombres <strong>en</strong> el último día. Sin embargo, con gran verdad y<br />

propiedad, le dijo: “Hoy estarás conmigo <strong>en</strong> el Paraíso”, pues <strong>en</strong> este mismo día comunicaría<br />

tanto al alma del bu<strong>en</strong> ladrón como a <strong>las</strong> almas de los santos <strong>en</strong> el Limbo esa gloria de la visión<br />

de Dios que Él había recibido <strong>en</strong> su concepción; pues ésta es verdadera gloria y felicidad<br />

es<strong>en</strong>cial; éste es el gozo supremo del Paraíso celeste. Debe admirarse también mucho la<br />

elección de <strong>las</strong> <strong>palabras</strong> utilizadas <strong>por</strong> Cristo <strong>en</strong> esta ocasión. No dijo: Hoy estaremos <strong>en</strong> el<br />

Paraíso, sino: “hoy estarás conmigo <strong>en</strong> el Paraíso”, como si quisiera explicarse más<br />

ext<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te, de la sigui<strong>en</strong>te manera: Este día tú estás conmigo <strong>en</strong> la Cruz, pero tú no estás<br />

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