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<strong>Ánima</strong> <strong>Barda</strong> - Pulp Magazine<br />
20<br />
bas hasta que se te pase. Tienes suerte<br />
que haya poca gente aún, si no…<br />
- Bah, no hagas caso al viejo. Nunca le<br />
ha gustado fregar sangre. Ven, te acompañaré<br />
arriba.<br />
Roger coge a Samara del brazo y se<br />
alejan juntos hacia las escaleras.<br />
- Bueno, Samara, aún no nos han presentado.<br />
Yo soy Roger Slobber.<br />
- Samara Vines, encantada.<br />
- ¿Qué te trae por la ciudad, Samara?<br />
La chica mira hacia abajo, fingiendo<br />
que se concentra en subir los peldaños.<br />
El pelo le cae, ocultando su cara a la mirada<br />
de Roger.<br />
- Nada en especial… Deambulaba por<br />
el estado y este sitio me pareció lo suficientemente<br />
bueno para quedarme un<br />
tiempo.<br />
Roger mira a la chica con suspicacia.<br />
Es bueno pillando a los mentirosos, y<br />
sabe que esta jovencita le está ocultando<br />
algo.<br />
- ¿No tienes familia o algún novio?<br />
¿Alguien que cuide de ti?<br />
- Qué va. –La chica levanta la vista-.<br />
Mis padres murieron y no tengo ningún<br />
familiar cercano. Creo que había una tía<br />
lejana por Mississippi, pero nunca la he<br />
conocido. Y de novios prefiero no hablar…<br />
- ¿Los chicos te dan problemas?<br />
- El último sobre todo. –Samara se<br />
pasa el pelo por detrás de la oreja-. Creo<br />
que él tiene la culpa de que esté aquí.<br />
- Está bien, tú no te preocupes. Ahora<br />
tienes a Joe, él cuidará de ti. –El hombre<br />
pone su mano sobre la de la chica, dándola<br />
un ligero apretón-. Y yo también<br />
cuidaré de ti. No dejaremos que te pase<br />
nada.<br />
Samara sonríe, tímida, y vuelve a mirar<br />
al suelo. Agarrados del brazo reco-<br />
rren los últimos metros hasta llegar a la<br />
habitación que tiene asignada Samara.<br />
Ella no duerme allí, únicamente la usa<br />
para atender a los clientes. Aún así la<br />
tiene pulcramente ordenada e incluso<br />
ha puesto un cuadro de arte moderno,<br />
una pequeña maceta y unas cortinas rojas<br />
en la ventana que da a la calle.<br />
- Vaya, la has puesto bien bonita –se<br />
sorprende Roger.<br />
- Gracias. -Los dos se miran. La luz<br />
suave, que tiene un ligero tono rojizo,<br />
les crea sombras marcadas en la cara-.<br />
Voy a echarme agua al baño, siéntate<br />
mientras en la cama si quieres.<br />
- De acuerdo.<br />
Roger se deja caer a los pies de la<br />
cama mientras la chica desaparece por<br />
la puerta junto a la ventana. La cama<br />
está cubierta únicamente por las sábanas,<br />
y le llama la atención ver que son<br />
suaves y están limpias. Lleva mucho<br />
tiempo viniendo al local de Joe y no recuerda<br />
haber visto nunca unas sábanas<br />
en condiciones.<br />
- Oye, Samara –pregunta en voz alta-<br />
. ¿Las sábanas las has puesto tú o son<br />
cosa de Joe?<br />
- Las compró él –la oye decir desde el<br />
baño.<br />
- Pues son muy buenas.<br />
La puerta del baño se abre y aparece<br />
Samara. Se ha quitado su ropa de bailarina<br />
y se ha dejado una pieza de sugerente<br />
lencería que haría aplaudir a cualquier<br />
hombre.<br />
- Son un capricho. Un regalito de Joe<br />
para mí –contesta.<br />
- Joder… -dice Roger boquiabierto.<br />
No está acostumbrado a que las chicas<br />
de allí vayan vestidas tan sensuales. La<br />
sutileza allí brilla por su ausencia, y Joe<br />
valora más un pecho al aire que un su