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trario.<br />
Artim apenas podía parar los espadazos.<br />
Retrocedió hasta que careció del<br />
espacio suficiente para ello y, de improviso,<br />
descargó un puñetazo en el riñón<br />
a Gant. Aprovechó el momento de distracción<br />
para amagar el siguiente golpe<br />
y volver al centro del círculo.<br />
Gant gruñó, tocándose la zona dolorida.<br />
- Se acabó.<br />
Arremetió con saña, descargó varios<br />
tajos a ambos lados y, aprovechando<br />
uno hacia el lado izquierdo de la cabeza<br />
de Artim, dio una patada en la rodilla<br />
derecha de éste. El capitán se arrodilló<br />
con la espada en alto.<br />
Gant dio un sablazo en su arma, rodeó<br />
a su rival y posó el filo en el cuello<br />
de Artim. Un hilillo de sangre comenzó<br />
a emerger del lugar donde apretaba su<br />
piel.<br />
- Dime una razón por la que no debería<br />
acabar con tu vida –murmuró Gant.<br />
- El… acuerdo… -consiguió articular<br />
Artim.<br />
Gant frunció el ceño. Miró a su alrededor,<br />
volviendo a ser consciente del<br />
lugar y el público que los rodeaba. Suspiró<br />
y apartó el arma con presteza.<br />
Los aplausos y los gritos de alegría<br />
no se hicieron esperar. Saludó a algunos<br />
aldeanos al azar, hizo una reverencia<br />
y giró la cabeza hacia su contrincante,<br />
quien seguía arrodillado.<br />
- Veremos si eres capaz de ser de alguna<br />
utilidad frente a una criatura milenaria.<br />
Aunque sea de distracción…<br />
-le murmuró, y se alejó en dirección de<br />
Lord Lemmat.<br />
Se sentó en la silla situada a la derecha<br />
del noble y observó las vituallas<br />
Víctor M. Yeste - LOS OJOS DEL DRAGÓN<br />
que ocupaban los numerosos platos.<br />
Lemmat pareció notar su mirada, pues<br />
inclinó la cabeza y susurró:<br />
- Perdonad la humildad de nuestro<br />
banquete, Ser Gant. –Cogió un trozo de<br />
carne y se lo llevó a la boca -. Debe comprender<br />
que nuestra persistente lucha<br />
contra unos más que constantes ataques<br />
incendiarios no permiten que aumente<br />
nuestro tesoro.<br />
- Eso no impedirá que, cuando acabe<br />
con el animal, reciba una recompensa<br />
interesante, ¿no?<br />
- Por supuesto, y nuestro agradecimiento<br />
de por vida.<br />
Siguieron comiendo durante unos<br />
instantes, cada uno sumido en sus propios<br />
pensamientos mientras el resto de<br />
comensales conversaban. El tema más<br />
recurrido era, por supuesto, el duelo<br />
que se había producido no hacía más<br />
que una hora.<br />
- ¿Por qué no se van a un lugar menos…<br />
peligroso? –preguntó él, reprimiendo<br />
una palabra que bien podría<br />
haber parecido insultante.<br />
- Es la tierra de mis ancestros –le explicó<br />
Lemmat, arqueando las cejas-. Si<br />
la abandonara a su suerte, mis antepasados<br />
se levantarían de sus tumbas y<br />
me maldecirían de por vida.<br />
“Como si no lo estuvieras ya”, pensó<br />
Gant, bebiendo algo de vino. Sus ojos se<br />
cruzaron con los de Ser Artim, que se<br />
encontraba a varios asientos de distancia.<br />
- Su mujer y su hijo murieron en el<br />
último embate de la bestia –comentó el<br />
Lord.<br />
- ¿Disculpe?<br />
- Ser Artim. Perdió a toda su familia<br />
la última vez que el dragón salió de su<br />
guarida. Me pidió que le permitiera dar<br />
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