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Diego Fdez. Villaverde - TRÁGICO DESENLACE<br />
Trágico desenlace<br />
POR DIEGO FDEZ. VILLAVERDE<br />
En Avarittia convive todo tipo de escoria deleznable, pero, si uno destaca entre<br />
todos ellos, ese es Roberto, el misterioso escritor y director de teatro que<br />
encandila por igual a ricos y pobres. La cuestión es, ¿de dónde obtiene el teatro<br />
el dinero suficiente para mantener la costosa parafernalia?<br />
Las puertas del Patio de las Musas<br />
se abrieron, y la multitud de personas<br />
que habían esperado varias horas no se<br />
anduvo con delicadeza. En cuanto pagaban<br />
el precio de entrada, la gente se<br />
abría paso a empujones y maldiciendo,<br />
mientras se acusaban los unos a otros de<br />
colarse. Hoy era día de estreno, y nadie<br />
quería perderse el evento que estaría en<br />
boca de todo el mundo: la nueva comedia<br />
de Roberto Villani. Se había vuelto<br />
toda una celebridad en el mundo del<br />
espectáculo, y muchas mujeres suspiraban<br />
al verle pasar. Era alto, de mediana<br />
edad, tenía una melena castaña y unos<br />
preciosos ojos grises, y se había dejado<br />
un fino bigote y una perilla. Muchos de<br />
sus actores se burlaban de ella, pero al<br />
le encantaba atusársela para pensar.<br />
El patio estaba formado por una primera<br />
planta rectangular, en la cual, en<br />
uno de los extremos, se encontraba el<br />
escenario, con su escenografía y sus<br />
mecanismos. En el otro extremo del escenario<br />
se encontraba un pequeño palco<br />
de butacas, reservado a mujeres que se<br />
podían permitir gastar un poco mas de<br />
dinero y que no querían mezclarse con<br />
el resto del público, el cual veía la obra<br />
de pie en el espacio entre el palco y el escenario.<br />
Por otra parte, el balcón del primer<br />
piso se había dividido con biombos<br />
para formar unas tribunas destinadas a<br />
los espectadores más ricos. Muchas familias<br />
nobles siempre reservaban estos<br />
asientos para aparentar riqueza, aunque<br />
estuvieran en la bancarrota.<br />
Roberto se asomó por detrás del telón.<br />
No sólo era el escritor de la obra,<br />
también era el director de la compañía<br />
y dueño del patio. La llegada de tanta<br />
gente hacía mucho tiempo que había<br />
dejado de ponerle nervioso. Lo importante<br />
no era la cantidad de público al<br />
principio de la obra, sino los aplausos<br />
del final. Buscó quiénes de las celebridades<br />
de la ciudad habían venido a ver<br />
su obra, y descubrió que muchos nobles<br />
habían bajado de La Colina para disfrutarla.<br />
Que las familias más importantes<br />
de la ciudad vinieran al Barrio Blanco le<br />
llenaba de orgullo. En los mejores asientos<br />
estaban los Leone, liderados por su<br />
matriarca Isabella. Tanto ella como sus<br />
tres hijos vestían prendas de color púrpura,<br />
que era el color de su escudo y el<br />
tinte más caro del mercado. Los Leone<br />
podían presumir no sólo de ser de las<br />
familias más antiguas de Avarittia, sino<br />
también la más rica, y lo hacían siempre<br />
que podían.<br />
Cerca de ellos también estaba el palco<br />
de Antonio Rivero, con su mujer Juana<br />
y su hija Leticia. Antonio era mucho más<br />
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