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Pdf Nº5 - Ánima Barda

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tar de las entrañas de sus hijos, recriminándole<br />

sus actos y acabó destripando a<br />

sus hijos para acallar la voz. Ella dice no<br />

recordar nada, aunque su mirada y sus<br />

ojos vidriosos la delatan cuando habla<br />

de sus pequeños.<br />

Al principio Jack se sentía incómodo<br />

con los tics nerviosos que sufría la señora<br />

Smith tumbada en su diván, aunque<br />

ahora ya se había acostumbrado a ellos.<br />

Miraba su reloj de pulsera exactamente<br />

cada veinte segundos, y, como si ella<br />

llevara la cuenta mentalmente, sufría<br />

un tic, una especie de pequeña descarga<br />

eléctrica que ponía en tensión todos los<br />

músculos de su cuerpo. Ahora hasta le<br />

resultaba gracioso.<br />

- Me gusta estar aquí dentro, doctor<br />

Mauler. Usted me inspira más confianza<br />

-Tic nervioso– que el joven Tucker.<br />

Ese solo hace como si me atendiera,<br />

pero lo he pillado más de una vez mirándome<br />

ahí…<br />

- ¿A dónde se refiere exactamente al<br />

decir “ahí”?<br />

- Ya sabe… –Tic nervioso– a los bultoscochinos.<br />

- ¿Disculpe? –dijo Jack, aturdido e incrédulo.<br />

- ¡A los bultoscochinos! –dijo esta vez<br />

mientras se agarraba con ambas manos<br />

los pechos–. No es que él sea mala<br />

persona –Tic nervioso– pero lo veo demasiado<br />

centrado en el sexo, aunque<br />

no creo que esté en la posición de decir<br />

quién padece qué.<br />

- Señora Smith, no creo que… –De repente<br />

su discurso fue interrumpido por<br />

la vibración de su teléfono móvil–. ¿Me<br />

disculpa un segundo?<br />

Jack cogió el móvil y observó que tenía<br />

un nuevo mensaje, en él estaba escrito:<br />

R. P. Verdugo - ESPEJOS ROTOS - III<br />

“Ey tío, acabo de hablar con ‘el capo’<br />

de mi viejo ¡Mañana nos vamos de excursión<br />

a la piscina municipal de Huntsville!<br />

Prepárate para ver cosas como estas”.<br />

En el mensaje habían adjuntas unas<br />

cuantas fotografías. Una de ellas era de<br />

una mujer joven que trabajaba en el servicio<br />

de la limpieza del psiquiátrico, estaba<br />

agachada recogiendo un objeto del<br />

suelo y sus generosos pechos se veían<br />

a través de escote de la camisa. Otra de<br />

las fotos las había hecho desde un piso<br />

superior, fotografiando a un par de mujeres<br />

que no supo identificar su procedencia.<br />

También podía verse sus pechos<br />

asomar por el escote. La última de ellas<br />

era en el comedor asignado a los pacientes,<br />

se trataba de la señora Smith.<br />

- ¿Es algo importante? –preguntó la<br />

señora Smith preocupada.<br />

- Tranquila, es publicidad de la compañía<br />

telefónica –dijo mostrando una<br />

falsa sonrisa.<br />

- Esas es una de las miles de cosas que<br />

no echo de menos del exterior. –Ambos<br />

rieron, ella más que él.<br />

- Finalizamos la sesión por hoy, señora<br />

Smith. Dígale al siguiente que pase.<br />

VI<br />

Sus pasos retumbaban entre los estrechos<br />

pasillos amplificándose enormemente.<br />

Casi parecía que un enorme<br />

gigante atravesara aquellos pasillos recubierto<br />

de copias de grandes obras de<br />

arte. Cada día, Jack descubría una nueva<br />

que no había visto el día anterior.<br />

“¿Seguro que no hay nadie que cambie<br />

los cuadros?”, llegó a pensar.<br />

Ahora mismo pasaba de nuevo junto<br />

al cuadro de American Gothic. La mirada<br />

de aquel granjero parecía seguir<br />

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