VOCES DE SAN LUIS.pdf - Gobierno de San Luis
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Y mientras el barco que conducÌa a mi padre hendÌa las tranquilas<br />
aguas <strong>de</strong>l mar PacÌfico, y cual ìEsperanza que huyeî m·s se alejaba <strong>de</strong>l hogar<br />
distante, quiso el SeÒor lanzar mi dÈbil barca a este mar sin riberas <strong>de</strong> la vida y<br />
fue mi timonel mi entonces <strong>de</strong>solada madre.<br />
Evocando aquello lejanos tiempos, muchas veces mi madre me<br />
contaba: ìEse dÌa, cuando tu padre se embarcaba para Montevi<strong>de</strong>o, naciste t˙.î<br />
°Madre mÌa! Siempre pensÈ que fui la hija <strong>de</strong> sus mayores dolores.<br />
A los naturales sufrimientos <strong>de</strong> la maternidad se agregaban las<br />
angustias <strong>de</strong> una ausencia que no habÌa <strong>de</strong> ser corta, y las consiguiente<br />
preocupaciones <strong>de</strong> la madre que tenÌa que afrontar sola la vida para sostener a<br />
sus cinco hijos, el mayor <strong>de</strong> los cuales, Julio, contaba nueve aÒos.<br />
Muy joven a˙n, dotada <strong>de</strong> un espÌritu superior que le permitiÛ sobre<br />
llevar con noble y valiente entereza aquellos aÒos que su esposo viviÛ las<br />
horas amargas <strong>de</strong>l proscripto, poseÌa esa clara intuiciÛn con que se aprecian y<br />
resuelven situaciones difÌciles, y que supliÛ con ventaja en las matronas <strong>de</strong> su<br />
tiempo, a la ilustraciÛn actual <strong>de</strong> la generaciÛn presente.<br />
Sin rentas ni fortuna, fue vendiendo poco a poco sus muebles,<br />
quedando reducida a lo indispensable.<br />
øCÛmo pudo sostenerse durante esos aÒos?<br />
Mi madre nos lo contÛ muchas veces, sin alar<strong>de</strong> ni tristeza.<br />
Testigos hubo <strong>de</strong> su infatigable labor domÈstica y supieron <strong>de</strong> su<br />
discreciÛn, <strong>de</strong> su indulgencia y <strong>de</strong> su bondad inagotable.<br />
No faltaron parientes que la aconsejaran trasladarse a Renca, pero ella<br />
habÌales manifestado que no se moverÌa <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Luis</strong>. ìAquÌ me ha <strong>de</strong>jado y<br />
aquÌ me encontrar· cuando Èl vuelva.î<br />
Sencillez palabras que habrÌa envidiado PenÈlope y que reflejaban, con<br />
la fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> la esposa, todo un car·cter.<br />
M·s <strong>de</strong> dos aÒos largos pasaron sin que la ansiada vuelta <strong>de</strong>l<br />
proscripto llegase.<br />
De tar<strong>de</strong> en tar<strong>de</strong> cruz·banse las cartas, alentadoras unas, llenas <strong>de</strong> fe<br />
y esperanzas las otras.<br />
Mi madre, siempre animosa, se ingeniaba los medios <strong>de</strong> vida,<br />
realizando algunos semovientes que poseÌa en su mo<strong>de</strong>sta heredad <strong>de</strong> Renca,<br />
y alguna vez hizo llegar recursos al esposo ausente.<br />
Y asÌ, con fortaleza evangÈlica, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> muy niÒa fue tejiendo la noble<br />
trama <strong>de</strong> su noble vida.<br />
DÌas <strong>de</strong> cruentas luchas, noches <strong>de</strong> insomnio pasadas a la luz <strong>de</strong> la<br />
l·mpara velando el sueÒo <strong>de</strong> sus tiernos hijos, mientras sus benditas manos<br />
cosÌan y el pensamiento salvaba la distancia para llevarla al lado <strong>de</strong> su esposo.<br />
Secretas luchas entre el corazÛn que sufre y el cerebro que piensa,<br />
medita y resuelve el problema <strong>de</strong>l maÒana.î<br />
ìHORAS AMARGASî<br />
(Del cap. II, p·g. 15)<br />
ìEntre los recuerdos <strong>de</strong> mi ya lejana niÒez, conservo el grato anuncio<br />
que para nosotros significaba el canto ì<strong>de</strong> el tÌoî, pequeÒo p·jaro que hacÌa