VOCES DE SAN LUIS.pdf - Gobierno de San Luis

Su estilo claro, preciso, sin ambages ni divagaciones, refirman la
sinceridad que alienta la idea y su aquilatado amor a la tierra natal, que registra
en los anales de su historia notas honrosas de sus familiares.
ìLA OBRA DE LAS MADRES CRISTIANAS EN EL HOGARî
ìPara saber quÈ camino se debe seguir, es necesario, tambiÈn, saber a
dÛnde se quiere llegar.
ìLa fijeza del objetivo hace imposible las vacilaciones, aun en los
momentos m·s difÌciles, porque, precisamente, el secreto de la energÌa est· en
la fuerza misma de la decisiÛn para responder con altura de la enseÒanza en la
c·tedra sagrada del hogar.
ìCon ardiente celo religioso, sano criterio y voluntad de querer con
inteligencia, debemos, asimismo, poseer conocimientos, no sÛlo de los
principios de una moral superior, sino tambiÈn de la capacidad mental y
emotiva de nuestros hijos, de un estudio de adaptaciÛn psicolÛgica de cada
uno.
ìAnte todo, suave y humana, llegar al corazÛn sin ser advertida.
ìDifÌcil misiÛn es para tan alto designio.
ìPero heroicamente defendamos nuestro sitial; mucha serenidad,
mucha calma y valor. No importa que tengamos que hollar cardos y flores,
espinas y placeres.
ìNo temamos ser vencidas si aspiramos decididamente a triunfar.
ìLa madre cristiana tiene el timÛn de la fe; amarremos a ella la
esperanza, que es la expresiÛn celeste con que el cielo responde a nuestros
afanes.
ìNuestro primer paso de enseÒanza es hacia Jes˙s NiÒo.
ìLa niÒez se asoma risueÒa y juguetona como luces en el horizonte de
un amanecer, como flor que abre sus pÈtalos de vida, como capullo nÌveo de la
primera edad ante la madre.î
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ìY sigamos con los hijos; las madres somos peregrinas de sus pasos
en toda Època.
ìEscuchadme: procuremos llevar, en todo momento, al capital
intelectual que vaya recibiendo el Ûbolo de la moral cristiana; unamos nuestros
esfuerzos al esfuerzo universal por la ruta de los grandes destinos.
ìTengamos siempre presente que la juventud alienta optimismos
falaces y errores, asÌ como heroicas reivindicaciones; es ella la primera en la
audacia, la primera en la victoria, incluso la primera en la muerte. Con razÛn se
la proclama ìLegiÛn sagrada de la gloriaî.
ìRecordemos tambiÈn que sus sueÒos de libertad un dÌa hicieron
estremecer los tronos y las milenarias sociedades.
ìPor eso, madres, la juventud necesita columnas sÛlidas en su
estructura moral, inconmovibles para su defensa.
ìNo sin vigilias y largas jornadas de sacrificios silenciosos he llegado a
la conclusiÛn, como m·s feliz; hacer de las tres virtudes, que llamo triple