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SAN LUIS ANTE LA HISTORIA
HISTORIA Y TRADICION
ìNuestra crÛnica local se ha escrito realizando la conjunciÛn virtual de
dos corrientes poderosas: la historia y la tradiciÛn.
ìsi aquÈlla como lo afirma Squillace, es la disciplina que tiene por
objeto la narraciÛn y representaciÛn del pasado, y si su mÈtodo consiste en
seguir la directiva que nos conduce al descubrimiento de la verdad, nada m·s
natural que tratemos de recoger exactamente los hechos, mostr·ndolos tal cual
han acaecido y sometiÈndolos a un procedimiento sintÈtico o de deducciÛn,
que es el que m·s conviene a la comprobaciÛn histÛrica y al deseo de
establecer las causas e ideas a que respondieron sucesos y acontecimientos,
cuya faz Ìntima a˙n permanece en el misterio inescrutable.
ìY apelando tambiÈn a la tradiciÛn, maravillosa ·nfora de recuerdo
fieles o de visiones fugitivas, que en nuestra tierra han sido fuente fecunda de
las crÛnicas amenas que forman el clima tibio o la penumbra semi velada de
las investigaciones histÛricas.
ìHe aquÌ por quÈ la historia nacional, en alguno de sus pasajes
relacionados con la vida provinciana, no ha perdido a˙n el sello que le imprimiÛ
la tradiciÛn oral, rica en f·bulas y leyendas que le dieron un tono
eminentemente narrativo y pintoresco, recargado de adornos y colores, mal
combinados, pero singularmente estimuladores de la sensibilidad popular y de
las dilecciones de los inexpertos y de la juventud en flor. A tal estirpe de
historial lugareÒo, pertenecen los hechos que vamos a comentar, glos·ndolos
de testimonios documentales que ven por primera vez la luz de la publicidad y
que tendr·n la virtud de ofrecernos comprobaciones hasta hoy excusadas,
haciendo ascender esos hechos al plano de las narraciones verÌdicasî.
LOS FUNDADORES DE SAN LUIS
ìHablar del San Luis del siglo XVII es abrir las puertas al arcano de la
historia de tres siglos atr·s: es evocar de s˙bito las mil proezas del invasor
castellano, el ruido de cien combates sin gloria, el piafar de corceles que
atisban el peligro inminente; es evocar aquellas marchas agotadoras y aquellos
varones de leyenda con el cuerpo quebrantado y el alma indomable, para
quienes, como dirÌa el hijo de la rubia AlbiÛn, el general Fotheringhan ñm·s
argentino que inglÈs- los incentivos de la gloria, del laurel inmarcesible del
triunfo les ocupaba todo el corazÛn sin dejar lugar para los que invadieran los
tristes presagios de fatiga, de peligros y de muerte: es revivir el incesante
trasfugar del salvaje de comarca en comarca, porque con la conquista del paÌs
hisp·nico debÌa ir humillado y absorbiendo a la raza autÛctona: es rememorar
el aniquilamiento paulatino del aduar nativo, n˙cleo de semi mansiones
rupestres, asentadas, ac· y all·, como palomas solitarias en las faldas y
vertientes da la sierra.î