VOCES DE SAN LUIS.pdf - Gobierno de San Luis

ìLa mujer rusa, como la norteamericana, la suiza, como la francesa,
asisten a la c·tedra de derecho y a la de medicina, con tanto brillo y talento
como el hombre.
ìQuiere decir entonces, que a la mujer le asiste el mismo derecho, le
adornan las mismas aptitudes para penetrar en el santuario de la ciencia.
ìNo seamos egoÌstas con Dumas para en un momento de aberraciÛn
desconocerla y apostrofarla despreciando su naturaleza y consider·ndola sÛlo,
como un accesorio in˙til de la creaciÛn.
ìNo seamos temerosos con CatÛn que temÌa que, levantada la mujer a
la condiciÛn del hombre concluirÌa por aplastarle.
ìNo ñesto no cabe en el corazÛn de la mujer, porque sus sentimientos
son nobles y se haya dotada de un alma de dulzura infinita.
ìEsto tampoco le permitirÌa la naturaleza.
ìPorque todos los hechos, desde una inspiraciÛn de la mÛnade que gira
a millones en una gota de agua, hasta el choque de un sol con otro sol o los
m·s grandes cambios sociolÛgicos de una etapa histÛrica est·n sujetos
siempre a inexorable lÛgica. Y por esto no podr· ella traspasar el lÌmite que le
marca la naturaleza; porque ese lÌmite obedece a una ley; en ella domina el
corazÛn, el sentimiento y la dulzura, las fuerzas concurrentes del hogar, que es
el germen de toda sociedad, el principio de toda nacionalidad; la causa primera
del progreso humano.
ìEse es vuestra puesto y otro es el del hombre; porque como decÌa
Vishers Moore, en un artÌculo ˙ltimo que he leÌdo, °la mujer ha sido creada para
compaÒera y no rival del hombre!
ìY debÈis estar orgullosas del puesto que ocup·is porque sois la madre
de los grandes hombres, sois las vestales que aliment·is la llama en el pecho
de los genios; sois la fuente hipocrene de todos los poetas.
ìSin AngÈlica y Leonor no existirÌan Ariosto ni el Tasso; sin Laura ni
Beatriz no existieran ni el Petrarca ni el Dante.
ìVoy a terminar:
ìVosotras que sois sacerdotisas del saber, que venÌs hoy a recibir un
lauro en el templo de Pestalozzi, sois m·s que nadie las encargadas de
regenerar a la mujer, ilustrando su espÌritu y su entendimiento; pero sin
abandonar la Ìndole sagrada de que est·is investidas.
-ìSois vestales del hogar y de la escuela antes que sacerdotisas de la
ciencia.
ìSeguid pues, vosotras alumnas maestras, seguid ese camino de
nubladas y espesas sombras, mirad que de vuestra Ìndole educativa depende
que las generaciones, lleven en su frente una m·cula de aprobio o penetren
radiantes de gloria en el templo de la posteridad.î
MODESTO QUIROGA
RepresentaciÛn viviente de un gran ciclo de cultura local a la que
entregÛ, sin reservas, los entusiasmos y ambiciones juveniles la plenitud de su