Obra Completa

Lentarnente, mientras examinaba yo la extraàn figura dei hombre, sc
quité ella los guantes de Suecia y se froté las manas, dos manecitas
largas y pàlidas de dedos afilados coma los de Ana de Austria en el
retrato de Rubens, con que sr eché para atràs los bucles de la suelta
cabellera castafia, rizosa y sedeüa que donde la luz la he ria de frente
tenia vises de oro. La voz argentina y fresca SOno entonces discutiendo
los platas de la comida. .. -"Para ti yi no de Rhi n y q ueso, (no papa? -,
decia->. Para mi leche y fresas .. ." El hombre. que podria tencr cincuenta
alios, pero con la cabeza y la barba blancas de canas camo un
anciano, la miraba con dulzura paternel, que hacia mas extrafio contraste
con la expresiôn dolorosa de las Iineas de su fisonomia fina de noble 0
de artista. admirablemente modelada y cuya distinci6n aumentaban 105
cabellos crespos y la fina barba blanca cortada en punta v el verde destefiido
de sus ojos apasionados. -"Vas a corner sola"- le dijo-> estoy
ansioso por Ieer los détalles" -, y coloc6 sobre la mesa. doblado a la largo
un periôdico impreso en caracteres alemanes, ,. -"Lee" -, contestéle
ella, acercando el candelabre para que la luz cayera sobre la hoja.
Una simpatîa irresistible me habla ligado a eJlos en esos segundos en
que, olvidados de mi presencia, los examinsba con mi curiosidad insaetable.
Sin duda habian oucrido huir de la vulgaridad de. los comcnsales
de la tahle d'hote, al refugiarsc en el comedor reservado. Para que aquellas
canas blanquearan sus sienes, para que las bondas arrugas de sufrimiento
surcaran as} su frente amarillenta de pensador, para que aquella indeleble
expresiôn dolorosa le marcara asi las facciones, debia él haber
sufrido horrlblemente, porque el vigor de su naturaleza se adivinada en
las Iineas del cuerpo, moldeado por un vcstido gris de refinada elegancia
v el perftl enérgico daba a pensar en un militar acostumbrado al mande
y rctirado del servlcio, El otro perfil, el de ella. Ingenue y pure como
el de una virgen de Fra Angéltco, de una insuperable gracia de lineas
y de expresi6n. se destacaba sobre el fondo sombrio deI papel del comcdor,
iluminado de lleno por la luz dei candelabre. Completaban su
helleza los cabellos, que se le venian y le calan sobre la frenre estrecha
en abundosos rizos, las débiles curvas del cuerpecito de quince allos, con
cl busto largo y esbelto, vestido de seda roja, las manos blanquisirnas
y finas, AI bajar los pârpados, un poco pesades, la sombra de las pestafias
crespas le cala sobre las rnejillas pâlidas, de una palidez sana y
fresca como la de las hojas de una rosa blanca, pero de una palidcz
exangüe, profunda, sobrenatural casi, y por la curra armoniosa de los
labios rosados flotaba una sonrisa supremamente comprensiva. No le
habla visto los ojos y fascinado como estaba por la gracia de su figura
ideal. por la Irnpresién de frescura y de aristocracia que cmanaha de
toda ella, camo emana cl aroma de una flor que se abre, sofiaba en
vérselos. De repente sacudi6 la cabeza hacia atrâs, y agitando los sedosos
bucles de la cabellera castaüa, la volviô en la direcciôn de mi asiento y
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